/ viernes 20 de agosto de 2021

¡Adiós presidencia… Adiós…!

Se aproximan los relevos municipales. Las actuales viven sus últimos días de idilio con la silla y el mando. Fueron cuatro años y ocho meses de periodo, suficientes para aprender a gobernar, pero sobre todo los negocios que ahí se pueden realizar. La mayoría salen con una situación ventajosa y pudiente. Aprendieron a intercambiar empleos con los munícipes amigos, a organizar sus propias constructoras, receptoras del presupuesto para obras. A que el gasto municipal “fuera a su favor” Apresuradamente, en arterias ahora cerradas, se renuevan drenajes, se pavimenta, se tienden banquetas. Son obras de última hora para que la nueva administración no goce de los beneficios que ello representa, ni se pare el cuello ante la comunidad. Además, cuando hay obras hay “sobras”, hay “diezmos”, hay “mochada”, que nutrirá alcancías particulares y permitirán cierto desahogo económico.

Cambian de conductor las riendas de la administración. Habrá cambios en la burocracia de los municipios. Algunos quedaran “basificados”, porque el momento es propicio para que el sindicalismo “eche su gato a retozar”. La “caperuza sindical” da seguridad en el puesto. Otros tendrán que marcharse. El peor de los patrones en materia laboral es el gobierno. Abogados laboristas se aprestan a ofrecer sus servicios a estos últimos, previo arreglo del porcentaje cuando se logre la liquidación. Pero por más que se estire la cobija presupuestaria, no alcanzara para cubrir reclamos sociales, laborales, de prestaciones, pago de facturas, de servicios y demás, que no lograron pagarse.

Preocupados están los que se van. Tal vez quienes llegan sean sus adversarios, molestos, rencorosos, vengativos y revanchistas. No todos, porque algunos lograron que la parentela les suceda en el cargo y quedará el mando con la esposa o algún familiar, de ser así la transición será sin problemas. “¿Y qué tal si quienes llegan escarban y encuentran razones para invocar la justicia penal en mi contra?”. “habrá que destruir archivos”. “Que no quede huella que no y que no…” Para otros, el insomnio consiste en que no se ha aprobado su cuenta pública. “¡No vaya yo a ir a parar a la cárcel!”. Se apresuran en esos días a la gestión de sus pendientes en el congreso y con los auditores. Hay municipios, como ese que comienza con T y está cerca de la capital de Tlaxcala, que ya prácticamente está en manos de una sola familia. Mucho está dañando a la vida política la posibilidad de la reelección en diputados, para que ahora se procreen dinastías municipales, como ha ocurrido en el estado en donde la historia nos demuestra de alguna familia que ya con la futura lleva tres gobernaturas. Son estas, debilidades de la democracia, algo habrá que hacer para evitarlo, pero que sano seria que esta posibilidad no existiera.

En cambio, en los grupos que harán su arribo al poder municipal, se les “queman las habas” por llegar, ya no pueden con el acoso de quienes se sienten con derecho a reclamar posiciones, hasta se esconden porque se prometió más de lo que puede cumplirse. Triunfar les significó prometer, no todo se puede ni para todos, pero hay que pagar compromisos políticos, hasta para aquel personaje estatal que “logró mi candidatura”. Se imaginan ya en el mando, con vehículos nuevos, encabezando la policía municipal y decidiendo el presupuesto. Su cuerpo edilicio se sueña desempeñando su cargo y cobrando su primera quincena. Todos ensayarán su oficio. En cambio, la ciudadanía le ruega a Dios que estos “si” trabajen para el pueblo y no para sus intereses personales. Que no se roben el presupuesto municipal. Que no instituyan sus propias constructoras para quedarse con las ganancias de la obra pública. Que no se dediquen a acomodar a sus amantes, parientes, contlapaches y demás fauna, en el presupuesto. Que no intercambien con otros municipios funcionarios para enmascarar sus malas artes. Que no contraten tesoreros expertos en enjuagues y trinquetes en el gasto y presupuesto. Que atiendan a la ciudadanía y la traten con respeto. Que trabajen para las comunidades que justicia social esperan, que la policía no extorsione, secuestre, robe, viole. Es una renacer de la esperanza, de la creencia en que esto sea posible o para el desengaño.

Se aproximan los relevos municipales. Las actuales viven sus últimos días de idilio con la silla y el mando. Fueron cuatro años y ocho meses de periodo, suficientes para aprender a gobernar, pero sobre todo los negocios que ahí se pueden realizar. La mayoría salen con una situación ventajosa y pudiente. Aprendieron a intercambiar empleos con los munícipes amigos, a organizar sus propias constructoras, receptoras del presupuesto para obras. A que el gasto municipal “fuera a su favor” Apresuradamente, en arterias ahora cerradas, se renuevan drenajes, se pavimenta, se tienden banquetas. Son obras de última hora para que la nueva administración no goce de los beneficios que ello representa, ni se pare el cuello ante la comunidad. Además, cuando hay obras hay “sobras”, hay “diezmos”, hay “mochada”, que nutrirá alcancías particulares y permitirán cierto desahogo económico.

Cambian de conductor las riendas de la administración. Habrá cambios en la burocracia de los municipios. Algunos quedaran “basificados”, porque el momento es propicio para que el sindicalismo “eche su gato a retozar”. La “caperuza sindical” da seguridad en el puesto. Otros tendrán que marcharse. El peor de los patrones en materia laboral es el gobierno. Abogados laboristas se aprestan a ofrecer sus servicios a estos últimos, previo arreglo del porcentaje cuando se logre la liquidación. Pero por más que se estire la cobija presupuestaria, no alcanzara para cubrir reclamos sociales, laborales, de prestaciones, pago de facturas, de servicios y demás, que no lograron pagarse.

Preocupados están los que se van. Tal vez quienes llegan sean sus adversarios, molestos, rencorosos, vengativos y revanchistas. No todos, porque algunos lograron que la parentela les suceda en el cargo y quedará el mando con la esposa o algún familiar, de ser así la transición será sin problemas. “¿Y qué tal si quienes llegan escarban y encuentran razones para invocar la justicia penal en mi contra?”. “habrá que destruir archivos”. “Que no quede huella que no y que no…” Para otros, el insomnio consiste en que no se ha aprobado su cuenta pública. “¡No vaya yo a ir a parar a la cárcel!”. Se apresuran en esos días a la gestión de sus pendientes en el congreso y con los auditores. Hay municipios, como ese que comienza con T y está cerca de la capital de Tlaxcala, que ya prácticamente está en manos de una sola familia. Mucho está dañando a la vida política la posibilidad de la reelección en diputados, para que ahora se procreen dinastías municipales, como ha ocurrido en el estado en donde la historia nos demuestra de alguna familia que ya con la futura lleva tres gobernaturas. Son estas, debilidades de la democracia, algo habrá que hacer para evitarlo, pero que sano seria que esta posibilidad no existiera.

En cambio, en los grupos que harán su arribo al poder municipal, se les “queman las habas” por llegar, ya no pueden con el acoso de quienes se sienten con derecho a reclamar posiciones, hasta se esconden porque se prometió más de lo que puede cumplirse. Triunfar les significó prometer, no todo se puede ni para todos, pero hay que pagar compromisos políticos, hasta para aquel personaje estatal que “logró mi candidatura”. Se imaginan ya en el mando, con vehículos nuevos, encabezando la policía municipal y decidiendo el presupuesto. Su cuerpo edilicio se sueña desempeñando su cargo y cobrando su primera quincena. Todos ensayarán su oficio. En cambio, la ciudadanía le ruega a Dios que estos “si” trabajen para el pueblo y no para sus intereses personales. Que no se roben el presupuesto municipal. Que no instituyan sus propias constructoras para quedarse con las ganancias de la obra pública. Que no se dediquen a acomodar a sus amantes, parientes, contlapaches y demás fauna, en el presupuesto. Que no intercambien con otros municipios funcionarios para enmascarar sus malas artes. Que no contraten tesoreros expertos en enjuagues y trinquetes en el gasto y presupuesto. Que atiendan a la ciudadanía y la traten con respeto. Que trabajen para las comunidades que justicia social esperan, que la policía no extorsione, secuestre, robe, viole. Es una renacer de la esperanza, de la creencia en que esto sea posible o para el desengaño.