/ martes 11 de agosto de 2020

Alexandria

“Una jodida puta, desagradable, loca y peligrosa”. Así se refirió el congresista por Florida Ted Yoho, a la joven congresista por Nueva York Alexandria Ocasio-Cortez hace unos días. Alexandria, en una brillantísima alocución dentro del recinto, refirió que al principio pensó en dejarlo pasar, en el entendido que, si bien incorrecto, es tan común para millones de mujeres vivir en el día a día, en el restaurante, transporte público y cualquier sitio, inclusive el hogar, por parte de millones de hombres, expresiones humillantes, despectivas y e insultantes, que no valía la pena responder.

Sucedió entonces que, como los insultos del diputado fueron recogidos por la prensa, es decir, que se hicieron públicos, el hombre intentó explicar sus dichos ofreciendo una “disculpa” a partir de justificar su conducta en su calidad de hombre de familia, esposo y padre de dos hijas, creencia y mecanismo de defensa que muchísimos patriarcas utilizan para autocalificarse como respetuosos y decentes.

Dijo Alexandria: “Este lenguaje no es nuevo; a todas nos ha pasado en algún momento, lugar y situación en la vida. He lidiado con este lenguaje mientras fui acosada. Este no es un problema puntual, es cultural. Es una cultura de impunidad, de aceptar la violencia y el lenguaje violento contra las mujeres y una estructura de poder que lo apoya. Honestamente pensé que iba a aguantar y dejarlo pasar, me dije: es solo otro día en el trabajo, ¿no?, pero ayer Yoho decidió venir aquí a poner excusas por sus actos y eso sí que no puedo dejarlo pasar. No puedo permitir que las niñas y mujeres víctimas de abusos verbales y más, vean esas excusas y que las crean legítimas porque el congreso las acepta como legítimas”.

Es inaceptable usar a las mujeres para esconderse detrás de ellas y además de justificar, minimizar la violencia utilizada; esposas, hermanas, madres e hijas son usadas todos los días como escudos para un comportamiento inadecuado. En su alocución, el diputado Yoho afirmó que por el hecho de tener dos hijas y una esposa es un hombre respetuoso de las mujeres. Pues bien, le contestó Alexandria: “yo también soy hija de alguien y estoy aquí para decirle que mis padres no me educaron para recibir y aceptar la violencia y los insultos de los hombres”.

Finalizó la congresista con una verdad que debemos tener presente siempre: “Tener hijas o esposa no hace decente a un hombre; tratar a las personas con dignidad y respeto, sí; eso sí hace a un hombre decente”.

Alexandria me hizo pensar en nuestra sociedad; esta que idealiza e idolatra la figura de la mujer siempre que esté al servicio de los cuidados y las necesidades de los hombres, pero que en cuanto ellas asumen su papel de independencia, libertad y autonomía, de manera inmediata se transforman para los machos, en todo eso que el congresista Yoho verbalizó pero que es el pensar de muchos millones que comparten su creencia.

La violencia siempre será una decisión de quien la ejerce; que un hombre se escude en las mujeres lo muestra, por decir lo menos, cobarde. Afortunadamente las cosas están cambiando. El patriarcado caerá con la razón y la emoción de millones de Alexandrias que hoy, ya están revolucionando al mundo.

“Una jodida puta, desagradable, loca y peligrosa”. Así se refirió el congresista por Florida Ted Yoho, a la joven congresista por Nueva York Alexandria Ocasio-Cortez hace unos días. Alexandria, en una brillantísima alocución dentro del recinto, refirió que al principio pensó en dejarlo pasar, en el entendido que, si bien incorrecto, es tan común para millones de mujeres vivir en el día a día, en el restaurante, transporte público y cualquier sitio, inclusive el hogar, por parte de millones de hombres, expresiones humillantes, despectivas y e insultantes, que no valía la pena responder.

Sucedió entonces que, como los insultos del diputado fueron recogidos por la prensa, es decir, que se hicieron públicos, el hombre intentó explicar sus dichos ofreciendo una “disculpa” a partir de justificar su conducta en su calidad de hombre de familia, esposo y padre de dos hijas, creencia y mecanismo de defensa que muchísimos patriarcas utilizan para autocalificarse como respetuosos y decentes.

Dijo Alexandria: “Este lenguaje no es nuevo; a todas nos ha pasado en algún momento, lugar y situación en la vida. He lidiado con este lenguaje mientras fui acosada. Este no es un problema puntual, es cultural. Es una cultura de impunidad, de aceptar la violencia y el lenguaje violento contra las mujeres y una estructura de poder que lo apoya. Honestamente pensé que iba a aguantar y dejarlo pasar, me dije: es solo otro día en el trabajo, ¿no?, pero ayer Yoho decidió venir aquí a poner excusas por sus actos y eso sí que no puedo dejarlo pasar. No puedo permitir que las niñas y mujeres víctimas de abusos verbales y más, vean esas excusas y que las crean legítimas porque el congreso las acepta como legítimas”.

Es inaceptable usar a las mujeres para esconderse detrás de ellas y además de justificar, minimizar la violencia utilizada; esposas, hermanas, madres e hijas son usadas todos los días como escudos para un comportamiento inadecuado. En su alocución, el diputado Yoho afirmó que por el hecho de tener dos hijas y una esposa es un hombre respetuoso de las mujeres. Pues bien, le contestó Alexandria: “yo también soy hija de alguien y estoy aquí para decirle que mis padres no me educaron para recibir y aceptar la violencia y los insultos de los hombres”.

Finalizó la congresista con una verdad que debemos tener presente siempre: “Tener hijas o esposa no hace decente a un hombre; tratar a las personas con dignidad y respeto, sí; eso sí hace a un hombre decente”.

Alexandria me hizo pensar en nuestra sociedad; esta que idealiza e idolatra la figura de la mujer siempre que esté al servicio de los cuidados y las necesidades de los hombres, pero que en cuanto ellas asumen su papel de independencia, libertad y autonomía, de manera inmediata se transforman para los machos, en todo eso que el congresista Yoho verbalizó pero que es el pensar de muchos millones que comparten su creencia.

La violencia siempre será una decisión de quien la ejerce; que un hombre se escude en las mujeres lo muestra, por decir lo menos, cobarde. Afortunadamente las cosas están cambiando. El patriarcado caerá con la razón y la emoción de millones de Alexandrias que hoy, ya están revolucionando al mundo.