/ viernes 26 de octubre de 2018

Anarquía

Hay poca gente lo bastante cuerda, que prefiera la censura provechosa a la alabanza traidora

Ernest Hemingway

En alguna conversación con los amigos se ofreció hacer algunos comentarios respecto de la imagen capitalina, aunque los señalamientos a citar, seguramente, también podrán observarse en otros lugares del estado; desde luego, es necesario aclararlo, el afán es hacerlos evidentes para ver si hay alguien, dígase autoridades, que se atrevan a resolver tan peculiares pero anquilosados problemas.

Para quienes han vivido la mayor parte de su vida en esta magnífica ciudad, no solo por su infraestructura, sino también por su gente, pueden dar testimonio de los innumerables cambios ocurridos en su contexto; muchos de ellos pensados para mejorar las condiciones de vida de la población; había mucho orgullo, cuando se hablaba de Tlaxcala para presumirlo, al mismo tiempo, promoverlo, quizá, esa fue una de las causas principales para ser elegido, por muchos, para convertirlo en su lugar de residencia.

Desafortunadamente, el crecimiento de la población, entre otras cosas, propició también la ampliación de la mancha urbana, junto con la aparición de todas las necesidades de servicios públicos; en la actualidad, las unidades habitacionales se encuentran por todas partes, inclusive algunas cuya existencia se desconocen por la mayoría de los ciudadanos. De cualquier forma, entre pueblo, viviendas y necesidades han originado una anarquía por la naturaleza misma de su crecimiento; aunque, no por ello, debe dejarse sin atender, lo que en sí mismo se ha provocado.

Bajo estas consideraciones, la descripción de los problemas, tal vez, puedan ayudar, así se espera, a resolverlos o buscar las mejores alternativas para su solución. Sin más, el transporte público, en plena competencia, en su crecimiento exponencial, genera caos en las vialidades, los paraderos, sin control permanente, también han ocasionado algunos accidentes; por lo tanto, debe haber alguna autoridad(es) que dediquen parte de su tiempo para hacer estudios y hacer una planeación para establecer paraderos en lugares estratégicos, “obligando” a la gente a caminar un par de calles para abordar su transporte.

Por ejemplo, la calle 20 de noviembre, debe dividirse en segmentos por líneas, si la base es el mercado, donde se concentra el mayor número de rutas, debe eliminarse la parada inmediata de la calle Julián Carrillo, otra parada de una sola línea en la esquina de Muñoz Camargo y la última en la Av. Guerrero, de otra línea; obvio, debe haber otras, aunque lo importante es terminar con la cultura de las paradas en la “puerta de la casa”, como ocurre en algunos pueblos.

En adicional al transporte colectivo, la invasión y aumento de los permisos a los “taxis” ha provocado también anarquía, no hay control para este tipo de unidades, se les ha permitido apropiarse de muchas calles de la ciudad, sutilmente se instalan, colocando objetos, usados en las carreteras, y después se “adueñan” como ocurre justamente, a un costado de la tienda de autoservicio que se encuentra en la zona donde se instala el mercado sabatino; en este caso también es importante, revisar los lugares autorizados y evitar, por otro lado, la ubicación en lugares no permitidos, sería saludable para la imagen de la ciudad.

De igual manera, la revisión y pertinencia de los modernos semáforos recién instalados, su operación debe ser supervisada constantemente, para evitar los “terribles” embotellamientos que ocurren en puntos importantes donde confluyen cientos de automóviles; entre otros tantos, el de la entrada a la ciudad viniendo de Puebla; justo en el “elefante blanco” llamado asta bandera; la falta de sincronía causa, además, de las molestias; los agravios y ofensas de quienes, en su prisa, agreden a quienes tienen la mala fortuna de cruzar por ese lugar; ni qué decir del semáforo en el acceso a la Colonia Loma Bonita, tres segundos dura la flecha, logrando pasar solo un automóvil y otro pasándose la luz preventiva; ese crucero, es muy concurrido, tanto como su problema para circular por esa zona. Uno de los grandes errores, en relación a los semáforos, es el instalado frente a la clínica del ISSSTE, si la intención fue para permitir el paso al transeúnte, este no cumple su objetivo, pero si produce, peor en las horas pico, los mismos problemas de circulación, mientras en la prolongación Morelos te da el paso, a 25 metros te detiene el referido; caos vial son las consecuencias.

Sin lugar a dudas, el transporte, se convierte en uno de los graves problemas para una ciudad, como en otras, que necesita ser atendido con un diagnóstico pertinente, para darle la mejor solución, desde luego que los beneficios serán generales, además, les daría a las autoridades, el reconocimiento a su labor.

En este mismo contexto, otro problema que también genera malestar en la población, especialmente en los propietarios de vehículos, son los apartados, las reducidas calles, la invasión de taxis, combis y “vitrinas” ha sido inevitable por la falta de visión; luego entonces la anarquía, se extiende a esos espacios, donde, se supone, son comunes y libres para el uso de la gente, sin embargo, hay personas inescrupulosas que se apropian de esos espacios, obstruyéndolos con objetos, cajas, sillas, hasta piedras, con el propósito de impedir se ocupen por los automovilistas, y bueno, como para terminar con el problema de estacionamiento en la vía pública, pues aparecen los parquímetros, cobrando por usar un espacio cuya pertenencia debe ser de los ciudadanos.

Cuando se le preste la debida atención a todo aquello se convierte en factores para el crecimiento armonioso de la comunidad, como el comentado, Tlaxcala tiene la posibilidad de regresar, no a su pasado, pero sí, a ese desarrollo al que todos aspiramos, el bienestar social debe ser una prioridad para todos, desde luego, para las autoridades de gobierno.

Seguramente, compartirán, con quien escribe, expresar una necesidad colectiva, los problemas recurrentes, deben ser oportunidades para hacer el cambio correspondiente; la ciudad luciría distinta, los vecinos y turistas, quedarían satisfechos de los buenos oficios de nuestras autoridades.

Aunque esto es solo una parte de los padecimientos, ya habrá otra oportunidad para comentarlos, por ejemplo, la incomodidad de las supuestas plazas comerciales, maquilladas de cultura, el abuso en la instalación de comida rápida, las deterioradas calles, con enormes baches, de muchos lugares, céntricos y aledaños; en fin, todo lo que pueda señalarse para corregir; de lo contrario, si no se hace nada, seguiremos viviendo en una total anarquía.


Hay poca gente lo bastante cuerda, que prefiera la censura provechosa a la alabanza traidora

Ernest Hemingway

En alguna conversación con los amigos se ofreció hacer algunos comentarios respecto de la imagen capitalina, aunque los señalamientos a citar, seguramente, también podrán observarse en otros lugares del estado; desde luego, es necesario aclararlo, el afán es hacerlos evidentes para ver si hay alguien, dígase autoridades, que se atrevan a resolver tan peculiares pero anquilosados problemas.

Para quienes han vivido la mayor parte de su vida en esta magnífica ciudad, no solo por su infraestructura, sino también por su gente, pueden dar testimonio de los innumerables cambios ocurridos en su contexto; muchos de ellos pensados para mejorar las condiciones de vida de la población; había mucho orgullo, cuando se hablaba de Tlaxcala para presumirlo, al mismo tiempo, promoverlo, quizá, esa fue una de las causas principales para ser elegido, por muchos, para convertirlo en su lugar de residencia.

Desafortunadamente, el crecimiento de la población, entre otras cosas, propició también la ampliación de la mancha urbana, junto con la aparición de todas las necesidades de servicios públicos; en la actualidad, las unidades habitacionales se encuentran por todas partes, inclusive algunas cuya existencia se desconocen por la mayoría de los ciudadanos. De cualquier forma, entre pueblo, viviendas y necesidades han originado una anarquía por la naturaleza misma de su crecimiento; aunque, no por ello, debe dejarse sin atender, lo que en sí mismo se ha provocado.

Bajo estas consideraciones, la descripción de los problemas, tal vez, puedan ayudar, así se espera, a resolverlos o buscar las mejores alternativas para su solución. Sin más, el transporte público, en plena competencia, en su crecimiento exponencial, genera caos en las vialidades, los paraderos, sin control permanente, también han ocasionado algunos accidentes; por lo tanto, debe haber alguna autoridad(es) que dediquen parte de su tiempo para hacer estudios y hacer una planeación para establecer paraderos en lugares estratégicos, “obligando” a la gente a caminar un par de calles para abordar su transporte.

Por ejemplo, la calle 20 de noviembre, debe dividirse en segmentos por líneas, si la base es el mercado, donde se concentra el mayor número de rutas, debe eliminarse la parada inmediata de la calle Julián Carrillo, otra parada de una sola línea en la esquina de Muñoz Camargo y la última en la Av. Guerrero, de otra línea; obvio, debe haber otras, aunque lo importante es terminar con la cultura de las paradas en la “puerta de la casa”, como ocurre en algunos pueblos.

En adicional al transporte colectivo, la invasión y aumento de los permisos a los “taxis” ha provocado también anarquía, no hay control para este tipo de unidades, se les ha permitido apropiarse de muchas calles de la ciudad, sutilmente se instalan, colocando objetos, usados en las carreteras, y después se “adueñan” como ocurre justamente, a un costado de la tienda de autoservicio que se encuentra en la zona donde se instala el mercado sabatino; en este caso también es importante, revisar los lugares autorizados y evitar, por otro lado, la ubicación en lugares no permitidos, sería saludable para la imagen de la ciudad.

De igual manera, la revisión y pertinencia de los modernos semáforos recién instalados, su operación debe ser supervisada constantemente, para evitar los “terribles” embotellamientos que ocurren en puntos importantes donde confluyen cientos de automóviles; entre otros tantos, el de la entrada a la ciudad viniendo de Puebla; justo en el “elefante blanco” llamado asta bandera; la falta de sincronía causa, además, de las molestias; los agravios y ofensas de quienes, en su prisa, agreden a quienes tienen la mala fortuna de cruzar por ese lugar; ni qué decir del semáforo en el acceso a la Colonia Loma Bonita, tres segundos dura la flecha, logrando pasar solo un automóvil y otro pasándose la luz preventiva; ese crucero, es muy concurrido, tanto como su problema para circular por esa zona. Uno de los grandes errores, en relación a los semáforos, es el instalado frente a la clínica del ISSSTE, si la intención fue para permitir el paso al transeúnte, este no cumple su objetivo, pero si produce, peor en las horas pico, los mismos problemas de circulación, mientras en la prolongación Morelos te da el paso, a 25 metros te detiene el referido; caos vial son las consecuencias.

Sin lugar a dudas, el transporte, se convierte en uno de los graves problemas para una ciudad, como en otras, que necesita ser atendido con un diagnóstico pertinente, para darle la mejor solución, desde luego que los beneficios serán generales, además, les daría a las autoridades, el reconocimiento a su labor.

En este mismo contexto, otro problema que también genera malestar en la población, especialmente en los propietarios de vehículos, son los apartados, las reducidas calles, la invasión de taxis, combis y “vitrinas” ha sido inevitable por la falta de visión; luego entonces la anarquía, se extiende a esos espacios, donde, se supone, son comunes y libres para el uso de la gente, sin embargo, hay personas inescrupulosas que se apropian de esos espacios, obstruyéndolos con objetos, cajas, sillas, hasta piedras, con el propósito de impedir se ocupen por los automovilistas, y bueno, como para terminar con el problema de estacionamiento en la vía pública, pues aparecen los parquímetros, cobrando por usar un espacio cuya pertenencia debe ser de los ciudadanos.

Cuando se le preste la debida atención a todo aquello se convierte en factores para el crecimiento armonioso de la comunidad, como el comentado, Tlaxcala tiene la posibilidad de regresar, no a su pasado, pero sí, a ese desarrollo al que todos aspiramos, el bienestar social debe ser una prioridad para todos, desde luego, para las autoridades de gobierno.

Seguramente, compartirán, con quien escribe, expresar una necesidad colectiva, los problemas recurrentes, deben ser oportunidades para hacer el cambio correspondiente; la ciudad luciría distinta, los vecinos y turistas, quedarían satisfechos de los buenos oficios de nuestras autoridades.

Aunque esto es solo una parte de los padecimientos, ya habrá otra oportunidad para comentarlos, por ejemplo, la incomodidad de las supuestas plazas comerciales, maquilladas de cultura, el abuso en la instalación de comida rápida, las deterioradas calles, con enormes baches, de muchos lugares, céntricos y aledaños; en fin, todo lo que pueda señalarse para corregir; de lo contrario, si no se hace nada, seguiremos viviendo en una total anarquía.