/ viernes 2 de marzo de 2018

Anatomía de lo Social

Deberíamos usar el pasado como trampolín y no como sofá.

Harold Mac Millán

Mis tres amigos y las descalificaciones

En espera de la llegada del amigo de la bonanza, tomábamos, mientras tanto, un poco de agua para refrescarnos del calor de la tarde; por cierto, con una temperatura muy atípica, motivo suficiente para cambiar, por el momento, la taza de café acostumbrada. Yo prefiero el frío -dijo uno de los presentes-, te proteges bien de su inclemencia y puedes, sin incomodarte, realizar cualquier actividad, pero con estos calores me siento muy agobiado, más aun cuando me sube la presión, problema que padezco desde hace algún tiempo, como se los he platicado; pero bueno, contra las decisiones de la naturaleza nada se puede hacer. Cierto -tomó la palabra el amigo de la ecuanimidad-, a mí me ocurre algo parecido, propio de la edad, también hay que aceptarlo -decía mientras esbozaba una ligera sonrisa-, el problema es cuando manejas y ese calor agobiante me produce un sueño que considero hasta peligroso, por eso también estoy de acuerdo en que es mejor el frío que el calor…

Sin haber terminado el comentario se “apareció” de pronto el que faltaba; no se le miraba un buen semblante, saludando con un simple movimiento de mano se acomodó en su silla dejando caer los brazos como si fuera por un cansancio desmedido. ¿Qué te pasa? -le increparon-, hoy sí que vienes sin muchas ganas de platicar y eso es raro en ti, pues siempre quieres ser el primero en proponer el tema e iniciar nuestra plática.

Estoy un poco preocupado -refutó-, las estrategias de mi partido en favor de mi candidato no han aportado los resultados esperados; espero que ahora con los señalamientos a uno de los candidatos de la oposición las cosas puedan mejorar…

Difícil la situación -interrumpió quien le había precedido en la palabra-, pero lo que está pasando no es culpa de “tu” candidato, es el resultado de muchos errores en la administración, en consecuencia, esa imagen se encuentra deteriorada desde el inicio; así es que mejor cambia de candidato y de partido…

Retomando la voz, el amigo de la concordia dijo: Demasiadas complejidades se van encontrando en el camino quienes organizan las actividades de campaña; logística, discursos y otras tantas cosas han perdido su potencialidad, como para ilustrar mis palabras quisiera hacer un poquito de historia: recuerdan -prosiguió- cuando todos los de esta mesa éramos miembros activos del partido hegemónico, teníamos un buen trabajo en la Federación, además ser parte de ese gremio nos daba cierto prestigio, hasta mi amigo el de las contras presumía de ser empleado federal y sacaba su “charola” de la Secretaría de Gobernación; es decir, teníamos con mucha claridad un sentido de pertenencia a una instancia política que tenía el control de prácticamente todo, el problema de hoy puede ser eso justamente, aclaro, no digo que así sea, el exceso del dinero dedicado al gasto corriente; los altos salarios empezaron a cambiar la mentalidad de los trabajadores, por consecuencia se inició una época de mucha ambición y de construcción de nuevos ricos, aunque en otros tiempos ya los hubiera, me refiero desde el tiempo que nos tocó a nosotros ese dispendio en la economía.

Quieres decir entonces -le interrumpieron- que el origen de los problemas actuales son producto de los malos manejos del pasado; pero si a nosotros nos fue muy bien, todos agarramos un crédito de vivienda, y hoy de eso no nos podemos quejar; disfrutamos de una pensión y podemos realizar otras actividades sin mayores problemas.

No es precisamente eso a lo que me refiero -recuperó la palabra el interrumpido-, sino a que la ambición al dinero se sumó la del poder, y entonces se perdió el control, todo mundo quería tener un mejor puesto y ganar más dinero, en ocasiones hasta sin tener un perfil adecuado, solo bastaba ser parte de un grupo participante en los asuntos de la política; dicho de otra manera, cuando la ambición al dinero y al poder sentaron sus reales, hubo muchos aspirantes a ocupar espacios, pero pocos lugares, entonces los no elegidos empezaron a corromperse en aras de lograr lo que por disciplina y lealtad otros habían logrado. Para terminar, las preocupaciones de nuestro amigo tienen mucho que ver con la corrupción, las deslealtades y la ambición que hoy en día se completan con esas grandes deficiencias en la administración; por eso me parece que su preocupación es legítima y se debería de pensar en otras estrategias para mejorar en el posicionamiento de su candidato.

Yo no lo creo -volvió a tomar la palabra el amigo de la beligerancia-, la preocupación más bien es en el sentido que las descalificaciones no han rendido el fruto esperado, hasta pareciera se han revertido; por ejemplo, para qué señalar de corrupción a un postulado si la misma corrupción se encuentra al interior de quienes se consideran limpios de toda culpa; a mí me parece que las estrategias deben ser aplicables para todos, es decir, dejar de destruirse mutuamente y presentar un proyecto de nación donde no exista la amenaza escondida y sí la propuesta para mejorar; pongo un ejemplo: ese anuncio que pretende intimidar a las personas cuando se le pide imaginar un día sin desayunos escolares, sin maestros, sin medicinas, etc., etc., eso es amenaza; en contrasentido, lo digo porque lo he escuchado de algunas personas del pueblo cuando argumentan: se imaginan un día sin gobierno corrupto, ver a unos funcionarios ganar el salario mínimo, a cobrarle impuestos a los multimillonarios que los evaden, sería un paraíso nuestro país…

Tan complejo era el asunto que tal parecía esta vez no habría ni claridad en las propuestas ni denostaciones mutuas, se evadía con mucha prudencia el comentario agresivo, como si se pretendiera dar un ejemplo de civilidad, de diálogo, de acuerdos, de proyectos, todo con la seguridad de pensar no solo en grupo determinado sino en beneficio de toda la sociedad mexicana; con esta interpretación particular y una posible pretensión, cuando menos suponer que se acabarían las descalificaciones y se pensaría en trabajar para gobernar bien, quizá eso modificaría lo visto hasta hoy en esa lucha por el poder…

Deberíamos usar el pasado como trampolín y no como sofá.

Harold Mac Millán

Mis tres amigos y las descalificaciones

En espera de la llegada del amigo de la bonanza, tomábamos, mientras tanto, un poco de agua para refrescarnos del calor de la tarde; por cierto, con una temperatura muy atípica, motivo suficiente para cambiar, por el momento, la taza de café acostumbrada. Yo prefiero el frío -dijo uno de los presentes-, te proteges bien de su inclemencia y puedes, sin incomodarte, realizar cualquier actividad, pero con estos calores me siento muy agobiado, más aun cuando me sube la presión, problema que padezco desde hace algún tiempo, como se los he platicado; pero bueno, contra las decisiones de la naturaleza nada se puede hacer. Cierto -tomó la palabra el amigo de la ecuanimidad-, a mí me ocurre algo parecido, propio de la edad, también hay que aceptarlo -decía mientras esbozaba una ligera sonrisa-, el problema es cuando manejas y ese calor agobiante me produce un sueño que considero hasta peligroso, por eso también estoy de acuerdo en que es mejor el frío que el calor…

Sin haber terminado el comentario se “apareció” de pronto el que faltaba; no se le miraba un buen semblante, saludando con un simple movimiento de mano se acomodó en su silla dejando caer los brazos como si fuera por un cansancio desmedido. ¿Qué te pasa? -le increparon-, hoy sí que vienes sin muchas ganas de platicar y eso es raro en ti, pues siempre quieres ser el primero en proponer el tema e iniciar nuestra plática.

Estoy un poco preocupado -refutó-, las estrategias de mi partido en favor de mi candidato no han aportado los resultados esperados; espero que ahora con los señalamientos a uno de los candidatos de la oposición las cosas puedan mejorar…

Difícil la situación -interrumpió quien le había precedido en la palabra-, pero lo que está pasando no es culpa de “tu” candidato, es el resultado de muchos errores en la administración, en consecuencia, esa imagen se encuentra deteriorada desde el inicio; así es que mejor cambia de candidato y de partido…

Retomando la voz, el amigo de la concordia dijo: Demasiadas complejidades se van encontrando en el camino quienes organizan las actividades de campaña; logística, discursos y otras tantas cosas han perdido su potencialidad, como para ilustrar mis palabras quisiera hacer un poquito de historia: recuerdan -prosiguió- cuando todos los de esta mesa éramos miembros activos del partido hegemónico, teníamos un buen trabajo en la Federación, además ser parte de ese gremio nos daba cierto prestigio, hasta mi amigo el de las contras presumía de ser empleado federal y sacaba su “charola” de la Secretaría de Gobernación; es decir, teníamos con mucha claridad un sentido de pertenencia a una instancia política que tenía el control de prácticamente todo, el problema de hoy puede ser eso justamente, aclaro, no digo que así sea, el exceso del dinero dedicado al gasto corriente; los altos salarios empezaron a cambiar la mentalidad de los trabajadores, por consecuencia se inició una época de mucha ambición y de construcción de nuevos ricos, aunque en otros tiempos ya los hubiera, me refiero desde el tiempo que nos tocó a nosotros ese dispendio en la economía.

Quieres decir entonces -le interrumpieron- que el origen de los problemas actuales son producto de los malos manejos del pasado; pero si a nosotros nos fue muy bien, todos agarramos un crédito de vivienda, y hoy de eso no nos podemos quejar; disfrutamos de una pensión y podemos realizar otras actividades sin mayores problemas.

No es precisamente eso a lo que me refiero -recuperó la palabra el interrumpido-, sino a que la ambición al dinero se sumó la del poder, y entonces se perdió el control, todo mundo quería tener un mejor puesto y ganar más dinero, en ocasiones hasta sin tener un perfil adecuado, solo bastaba ser parte de un grupo participante en los asuntos de la política; dicho de otra manera, cuando la ambición al dinero y al poder sentaron sus reales, hubo muchos aspirantes a ocupar espacios, pero pocos lugares, entonces los no elegidos empezaron a corromperse en aras de lograr lo que por disciplina y lealtad otros habían logrado. Para terminar, las preocupaciones de nuestro amigo tienen mucho que ver con la corrupción, las deslealtades y la ambición que hoy en día se completan con esas grandes deficiencias en la administración; por eso me parece que su preocupación es legítima y se debería de pensar en otras estrategias para mejorar en el posicionamiento de su candidato.

Yo no lo creo -volvió a tomar la palabra el amigo de la beligerancia-, la preocupación más bien es en el sentido que las descalificaciones no han rendido el fruto esperado, hasta pareciera se han revertido; por ejemplo, para qué señalar de corrupción a un postulado si la misma corrupción se encuentra al interior de quienes se consideran limpios de toda culpa; a mí me parece que las estrategias deben ser aplicables para todos, es decir, dejar de destruirse mutuamente y presentar un proyecto de nación donde no exista la amenaza escondida y sí la propuesta para mejorar; pongo un ejemplo: ese anuncio que pretende intimidar a las personas cuando se le pide imaginar un día sin desayunos escolares, sin maestros, sin medicinas, etc., etc., eso es amenaza; en contrasentido, lo digo porque lo he escuchado de algunas personas del pueblo cuando argumentan: se imaginan un día sin gobierno corrupto, ver a unos funcionarios ganar el salario mínimo, a cobrarle impuestos a los multimillonarios que los evaden, sería un paraíso nuestro país…

Tan complejo era el asunto que tal parecía esta vez no habría ni claridad en las propuestas ni denostaciones mutuas, se evadía con mucha prudencia el comentario agresivo, como si se pretendiera dar un ejemplo de civilidad, de diálogo, de acuerdos, de proyectos, todo con la seguridad de pensar no solo en grupo determinado sino en beneficio de toda la sociedad mexicana; con esta interpretación particular y una posible pretensión, cuando menos suponer que se acabarían las descalificaciones y se pensaría en trabajar para gobernar bien, quizá eso modificaría lo visto hasta hoy en esa lucha por el poder…