/ viernes 9 de noviembre de 2018

Anatomía de lo Social

La educación es el desarrollo en el hombre de toda la perfección de que su naturaleza es capaz

Immanuel Kant

Evaluación educativa

Ante la virtual, todavía, desaparición del Instituto Nacional para la Evaluación Educativa (INEE), se han generado múltiples posturas al respecto, polarizando las tendencias, así como la evidente sustitución de los intereses colectivos por los particulares; sin duda también, basando esos intereses en los papeles de los actores principales en este proceso de evaluación de todo un sistema educativo.

Desde luego, en su defensa han surgido opiniones de académicos e investigadores de universidades y centros de investigación del país, bajo el argumento de fortalecer las tareas del INEE en lugar de extinguirlas; en ese acuerdo parece sostenerse la tesis sobre la importancia de contar con evidencias perfectamente definidas para orientar las políticas educativas y conducirlas a esa aspiración legítima llamada educación de calidad.

Sin embargo, como si fuese una contradicción, también expresan la necesidad de replantear sus funciones, se atienda un diseño de gobierno más abierto, se escuchen voces diversas y se proponga un plan de austeridad en términos de los salarios de los altos mandos; de igual manera, sugieren, deberán establecerse criterios de información de los resultados obtenidos por los maestros y las escuelas. En este sentido, la propuesta, así lo parece, defiende una institución al mismo tiempo de cuestionarla en sus procesos.

En una última parte, al referirse a la evaluación docente, le atribuyen al INEE, eso lo tiene por propia naturaleza, la capacidad para determinar o establecer los criterios técnicos para el diseño y la calificación de las evaluaciones que aplican las autoridades educativas, privilegiando el dialogo razonado y el contraste de las ideas informadas; en este sentido, se entendió como la defensa de los derechos laborales de los maestros trastocados por la reforma educativa, defendiendo también a la educación pública como la vía para construir un país más justo e igualitario, siendo esto un legado que todos debemos cuidar con la razón y el entendimiento. Nada nuevo puede apreciarse, solo el cuidado de no oponerse a las decisiones del próximo gobierno.

Desde otra perspectiva, las declaraciones hechas discurso parecen defender las causas de los maestros, solicitando al Congreso la desaparición del multicitado Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, así como la posibilidad de revertir todo lo punitivo de la reforma educativa, aunque sin tener mucha claridad en las propuestas; en este sentido, puede apreciarse un interés más político que académico, en lo general de lo educativo, pues pareciera existir insistencia en los términos laborales sin considerar, como debiera hacerse, en la educación en sí misma; esa pudiera ser una de las fortalezas del cambio en la futura administración gubernamental, es decir, acotar cada uno de las partes y atender las necesidades correspondientes; en este sentido, la evaluación no es solo para los maestros, sino de todo el sistema educativo nacional.

De ahí la importancia de delimitar con mucha precisión para no incurrir en invasión de contextos, debe ser importante separar cada una de las partes que integran el proceso, o los procesos, de evaluación; como el primer síntoma de atención, particularizando sus elementos con el ánimo de resolver sus problemas; por ello, como si fuera el primer elemento sometido al proceso, dejaríamos a los docentes en el análisis primario de su desempeño; otorgándole, de acuerdo a su capacidades, las oportunidades respectivas en los niveles escalafonarios; dicho de otra manera, a mayor preparación y desempeño, mejores espacios laborales así como mejores salarios.

Con este planteamiento se presupone, una minuciosa revisión a los reglamentos que norman la Ley General del Servicio Profesional Docente y, por supuesto, a todos los procesos de evaluación del desempeño; incluyéndose lo relacionado al ingreso a este servicio. Considerando, por quienes definen los mecanismos, reorganicen las formas, primero, en cuanto a la definición de los perfiles; los profesionales, aunque no de la educación, encuentran muchas limitaciones; a pesar de tener en sus documentales probatorios, la capacidad para defender una cátedra, si su licenciatura no se encuentra perfilada pierde la posibilidad de incorporarse al sistema; esta sería una primera área de oportunidad, revisar normas y perfiles, ayudaría a resolver algunas de las deficiencias en los trabajos en las aulas.

Otra de las partes, así se hace evidente, es la relativa a los procesos de promoción a funciones directivas, donde el mayor peso específico lo tiene la formación académica, olvidándose de otros criterios, como el conocimiento de la normatividad educativa, la experiencia en cargos similares, así como la antigüedad en el servicio; por eso, aunque no sea lo único, quienes ocupan un cargo directivo sin tener también un perfil adecuado, afecta los procesos institucionales. Con esta base, no solo sería un discurso esa búsqueda afanosa de mejorar la calidad educativa, sino darle prioridad a todos aquellos que merecen la oportunidad de ser parte del complejo proceso que se realiza cotidianamente en las escuelas.

Sin negar la posibilidad sobre la existencia de otros puntos de opinión, lo cierto es que el Sistema Educativo Nacional, no necesita exhortos, permeados de intereses políticos, ni tampoco cartas abiertas de interesados en mejorar las condiciones actuales de la educación; como tampoco puede suponerse que derogar todos los componentes de la llamada reforma educativa serán la salvación inmediata del deteriorado y prostituido sistema; aquí lo que verdaderamente se necesita, es la participación decidida de todos y cada uno de los elementos que la conforman; asumiendo sus responsabilidades y cumpliendo cabalmente con sus obligaciones; no habrá mejores formas de cambiar, sino se hace desde el origen de los problemas; en el futuro sexenio; las oportunidades para lograrlo podrán ser muy altas en la medida del interés del gobierno y de los presupuestos que se destinen para ello.

Mientras ocurre lo esperado por muchos, la desaparición del INEE seguirá pendiente hasta en cuanto el nuevo gobierno asuma el compromiso constitucional de atender los problemas del país; por lo tanto, solo incertidumbre y, tal vez, la construcción de nuevas expectativas en función a las promesas hechas al magisterio nacional. La reconciliación del gremio, como una posibilidad, sería uno de los factores fundamentales para lograr erradicar las malas formas muy anquilosadas en el sistema educativo nacional; si eso pudiera lograrse nadie, con seguridad, tendría temor a presentarse a una evaluación de su desempeño; por lo tanto, habrá que esperar para ver los resultados.


La educación es el desarrollo en el hombre de toda la perfección de que su naturaleza es capaz

Immanuel Kant

Evaluación educativa

Ante la virtual, todavía, desaparición del Instituto Nacional para la Evaluación Educativa (INEE), se han generado múltiples posturas al respecto, polarizando las tendencias, así como la evidente sustitución de los intereses colectivos por los particulares; sin duda también, basando esos intereses en los papeles de los actores principales en este proceso de evaluación de todo un sistema educativo.

Desde luego, en su defensa han surgido opiniones de académicos e investigadores de universidades y centros de investigación del país, bajo el argumento de fortalecer las tareas del INEE en lugar de extinguirlas; en ese acuerdo parece sostenerse la tesis sobre la importancia de contar con evidencias perfectamente definidas para orientar las políticas educativas y conducirlas a esa aspiración legítima llamada educación de calidad.

Sin embargo, como si fuese una contradicción, también expresan la necesidad de replantear sus funciones, se atienda un diseño de gobierno más abierto, se escuchen voces diversas y se proponga un plan de austeridad en términos de los salarios de los altos mandos; de igual manera, sugieren, deberán establecerse criterios de información de los resultados obtenidos por los maestros y las escuelas. En este sentido, la propuesta, así lo parece, defiende una institución al mismo tiempo de cuestionarla en sus procesos.

En una última parte, al referirse a la evaluación docente, le atribuyen al INEE, eso lo tiene por propia naturaleza, la capacidad para determinar o establecer los criterios técnicos para el diseño y la calificación de las evaluaciones que aplican las autoridades educativas, privilegiando el dialogo razonado y el contraste de las ideas informadas; en este sentido, se entendió como la defensa de los derechos laborales de los maestros trastocados por la reforma educativa, defendiendo también a la educación pública como la vía para construir un país más justo e igualitario, siendo esto un legado que todos debemos cuidar con la razón y el entendimiento. Nada nuevo puede apreciarse, solo el cuidado de no oponerse a las decisiones del próximo gobierno.

Desde otra perspectiva, las declaraciones hechas discurso parecen defender las causas de los maestros, solicitando al Congreso la desaparición del multicitado Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, así como la posibilidad de revertir todo lo punitivo de la reforma educativa, aunque sin tener mucha claridad en las propuestas; en este sentido, puede apreciarse un interés más político que académico, en lo general de lo educativo, pues pareciera existir insistencia en los términos laborales sin considerar, como debiera hacerse, en la educación en sí misma; esa pudiera ser una de las fortalezas del cambio en la futura administración gubernamental, es decir, acotar cada uno de las partes y atender las necesidades correspondientes; en este sentido, la evaluación no es solo para los maestros, sino de todo el sistema educativo nacional.

De ahí la importancia de delimitar con mucha precisión para no incurrir en invasión de contextos, debe ser importante separar cada una de las partes que integran el proceso, o los procesos, de evaluación; como el primer síntoma de atención, particularizando sus elementos con el ánimo de resolver sus problemas; por ello, como si fuera el primer elemento sometido al proceso, dejaríamos a los docentes en el análisis primario de su desempeño; otorgándole, de acuerdo a su capacidades, las oportunidades respectivas en los niveles escalafonarios; dicho de otra manera, a mayor preparación y desempeño, mejores espacios laborales así como mejores salarios.

Con este planteamiento se presupone, una minuciosa revisión a los reglamentos que norman la Ley General del Servicio Profesional Docente y, por supuesto, a todos los procesos de evaluación del desempeño; incluyéndose lo relacionado al ingreso a este servicio. Considerando, por quienes definen los mecanismos, reorganicen las formas, primero, en cuanto a la definición de los perfiles; los profesionales, aunque no de la educación, encuentran muchas limitaciones; a pesar de tener en sus documentales probatorios, la capacidad para defender una cátedra, si su licenciatura no se encuentra perfilada pierde la posibilidad de incorporarse al sistema; esta sería una primera área de oportunidad, revisar normas y perfiles, ayudaría a resolver algunas de las deficiencias en los trabajos en las aulas.

Otra de las partes, así se hace evidente, es la relativa a los procesos de promoción a funciones directivas, donde el mayor peso específico lo tiene la formación académica, olvidándose de otros criterios, como el conocimiento de la normatividad educativa, la experiencia en cargos similares, así como la antigüedad en el servicio; por eso, aunque no sea lo único, quienes ocupan un cargo directivo sin tener también un perfil adecuado, afecta los procesos institucionales. Con esta base, no solo sería un discurso esa búsqueda afanosa de mejorar la calidad educativa, sino darle prioridad a todos aquellos que merecen la oportunidad de ser parte del complejo proceso que se realiza cotidianamente en las escuelas.

Sin negar la posibilidad sobre la existencia de otros puntos de opinión, lo cierto es que el Sistema Educativo Nacional, no necesita exhortos, permeados de intereses políticos, ni tampoco cartas abiertas de interesados en mejorar las condiciones actuales de la educación; como tampoco puede suponerse que derogar todos los componentes de la llamada reforma educativa serán la salvación inmediata del deteriorado y prostituido sistema; aquí lo que verdaderamente se necesita, es la participación decidida de todos y cada uno de los elementos que la conforman; asumiendo sus responsabilidades y cumpliendo cabalmente con sus obligaciones; no habrá mejores formas de cambiar, sino se hace desde el origen de los problemas; en el futuro sexenio; las oportunidades para lograrlo podrán ser muy altas en la medida del interés del gobierno y de los presupuestos que se destinen para ello.

Mientras ocurre lo esperado por muchos, la desaparición del INEE seguirá pendiente hasta en cuanto el nuevo gobierno asuma el compromiso constitucional de atender los problemas del país; por lo tanto, solo incertidumbre y, tal vez, la construcción de nuevas expectativas en función a las promesas hechas al magisterio nacional. La reconciliación del gremio, como una posibilidad, sería uno de los factores fundamentales para lograr erradicar las malas formas muy anquilosadas en el sistema educativo nacional; si eso pudiera lograrse nadie, con seguridad, tendría temor a presentarse a una evaluación de su desempeño; por lo tanto, habrá que esperar para ver los resultados.