/ viernes 15 de febrero de 2019

ANATOMÍA DE LO SOCIAL

Festejos

Arturo Duen Torres

Con la distracción propia de la fecha, hubo desatenciones sobre otros eventos de importancia colectiva; como si esa parte de los afectos fuera el factor principal para olvidarse de los problemas cotidianos. Ayer, como lo establece el calendario, se festejó, como desde hace muchos años, el Día del Amor y la Amistad, tiempo aprovechado por muchos para realizar otro tipo de actividades, restándole méritos al tiempo de las demostraciones de afecto.

Esto se hizo evidente en cuanto la mercadotecnia no pudo incidir en aquellas personas, cuyo ánimo se encontraba en festejar el día de los enamorados, las condiciones, no eran propicias para eso, en especial las económicas. Esta afirmación se debe a la baja demanda de todos aquellos artículos utilizados para este fin; los comerciantes fueron los más afectados, las ventas estuvieron por abajo del nivel acostumbrado, por lo tanto las ganancias, sufrieron algunas pérdidas; desde esta perspectiva económica, puede decirse que el amor resulto quebrantado y la amistad deteriorada.

Desde luego, no todo fue pesimismo, de cualquier forma, el calendario mantuvo la fecha para el festejo correspondiente, los afortunados pudieron conseguir el detalle para la persona que recibe los afectos, sin importar valores monetarios se hicieron esfuerzos para conseguir el obsequio necesario; pese a que esto no pueda garantizar el verdadero significado del amor y la amistad.

Aunque, cada quien tiene formas especiales de festejar, según sean los casos y las circunstancias; no se puede omitir a quienes, hacen de la ocasión una buena oportunidad para demostrarse el cariño y el afecto, sin la necesidad de gastar grandes cantidades en regalos que más adelante son depositados en la basura, o en espacios abandonados o donde se coloca aquello que ya no sirve.

Tal pareciera una contradicción, primero por reprochar la consideración de un solo día para festejar dos de los valores fundamentales en las relaciones interpersonales identificados por el amor y la amistad; y por otro lado resaltar la importancia de mantener vigentes lo que, por muchas razones, mantiene la unidad y la fortaleza de un vínculo construido entre los iguales; dicho de otra manera; no debe haber días especiales ni la necesidad de gastar mucho dinero para demostrar la pureza de un sentimiento y la lealtad entre los amigos.

Lo cierto es que, en independencia del criterio personal, para festejar o no el Día de San Valentín, es importante insistir acerca de esos principios y valores; exaltados de muchas maneras, pero abandonados en una vida social, inundada de compleja tecnología, deshumanizando a las personas y distanciándolas en el espacio; hoy en día, los saludos y las frases de afecto se traducen en mensajes de texto; mal escritos y mal interpretados; se han ido acabando lentamente, los abrazos, el apretón de manos; las caricias y los besos, propiciando la frialdad y la distancia; esa vorágine nos está llevando a perder los valores de la amistad y el amor.

Por supuesto que habrá mil formas de expresar un sentimiento; sin embargo, debe ser más valioso restablecer las formas originales de decirlo; buscar el momento y los recursos, para lograr que la amistad se mantenga y se fortalezca, bien puede ser la reunión y la charla; sin hacer uso, en ningún momento, de eso que distrae e interrumpe, la tecnología deberá guardarse para otras ocasiones.

En el espacio donde las diversas formas del amor se desarrollan, también debe procurarse la comunicación, refiriéndome a la familia y todos sus integrantes; sin permitir el uso de distractores que entorpezcan las relaciones y provoquen la distancia entre sus miembros; que las reuniones no se conviertan en espacios propicios para hablar y mandar mensajes a otras personas: el valor de las reuniones familiares debe anteponerse a cualquier interferencia.

En la diversidad de interpretar las emociones y los sentimientos, así como de las diversas formas de demostrarlo, se va diluyendo la esencia misma de esos valores fundamentales en las personas, convirtiéndolos en objetos y tecnología, esa deshumanización que rompe con las antiguas formas del glamur y el romanticismo, le van quitando paulatinamente esa sensibilidad al ser humano, por eso, el crecimiento desmedido de la esquizofrenia, la agresividad y la violencia, justamente, si se toma en consideración este punto de vista, se identificará fácilmente esa pérdida de valores, llevando a la colectividad al caos y la indiferencia.

Tal vez pudiera parecer exagerado el comentario, sin embargo, cuando se pueda tener el cuidado de hacer un alto en el comportamiento natural de la vida diaria, habrá de reconocerse que, desde esa primera agencia socializadora, entendida como la familia, se ha ido permitiendo el deterioro en la forma de demostrar los sentimientos magnificados en el día del amor y la amistad, los padres serían, desde esta perspectiva, los primeros responsables, al sugerir como distracción el uso del celular y todos esos modernos aparatos que distraen, y al mismo tiempo los desobligan de sus responsabilidades.

Esos comportamientos se extienden fuera de ese contexto familiar, ya en la integración con la colectividad, se suman sujetos en las mismas condiciones y circunstancias, donde casi todos, circulan con los modernos aparatos de comunicación pegados al oído, lo que acurre entonces a su alrededor pasa inadvertido, como inadvertidas pasan el resto de las personas, en consecuencia, las relaciones interpersonales se han desbaratado.

Con todo lo que ocurre entonces los valores mencionados se han ido diluyendo, la forma actual de esta celebración puede cambiarse en el futuro, transformando las verdaderas relaciones entre iguales, en solo un simulacro de emociones y afectos, quedando solo el compromiso o el requisito para cubrir una fecha hasta hoy todavía festejada.

Ante lo inevitable, debe ser imperioso cambiar estas “modernas” formas de actuar, partiendo desde el grupo primario familiar, para después llevarlo a la colectividad, haciendo una reingeniería de los valores, recobrando las “antiguas” pautas de comportamiento, bajo el supuesto de recuperar lo perdido; si esto pudiera lograrse, se tendría la oportunidad de establecer esas “nuevas” formas de comunicación, en consecuencia, se podría recuperar la comunicación personalizada y la demostración de los sentimientos y los afectos, sin considerar los costos que eso implica, luego entonces, de esta manera se pueda lograr, que el amor y la amistad recobren sus tradicionales formas de expresarse así como el ser y sentir de las personas.

Friedrich Nietzsche

“Todo lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y del mal”

Festejos

Arturo Duen Torres

Con la distracción propia de la fecha, hubo desatenciones sobre otros eventos de importancia colectiva; como si esa parte de los afectos fuera el factor principal para olvidarse de los problemas cotidianos. Ayer, como lo establece el calendario, se festejó, como desde hace muchos años, el Día del Amor y la Amistad, tiempo aprovechado por muchos para realizar otro tipo de actividades, restándole méritos al tiempo de las demostraciones de afecto.

Esto se hizo evidente en cuanto la mercadotecnia no pudo incidir en aquellas personas, cuyo ánimo se encontraba en festejar el día de los enamorados, las condiciones, no eran propicias para eso, en especial las económicas. Esta afirmación se debe a la baja demanda de todos aquellos artículos utilizados para este fin; los comerciantes fueron los más afectados, las ventas estuvieron por abajo del nivel acostumbrado, por lo tanto las ganancias, sufrieron algunas pérdidas; desde esta perspectiva económica, puede decirse que el amor resulto quebrantado y la amistad deteriorada.

Desde luego, no todo fue pesimismo, de cualquier forma, el calendario mantuvo la fecha para el festejo correspondiente, los afortunados pudieron conseguir el detalle para la persona que recibe los afectos, sin importar valores monetarios se hicieron esfuerzos para conseguir el obsequio necesario; pese a que esto no pueda garantizar el verdadero significado del amor y la amistad.

Aunque, cada quien tiene formas especiales de festejar, según sean los casos y las circunstancias; no se puede omitir a quienes, hacen de la ocasión una buena oportunidad para demostrarse el cariño y el afecto, sin la necesidad de gastar grandes cantidades en regalos que más adelante son depositados en la basura, o en espacios abandonados o donde se coloca aquello que ya no sirve.

Tal pareciera una contradicción, primero por reprochar la consideración de un solo día para festejar dos de los valores fundamentales en las relaciones interpersonales identificados por el amor y la amistad; y por otro lado resaltar la importancia de mantener vigentes lo que, por muchas razones, mantiene la unidad y la fortaleza de un vínculo construido entre los iguales; dicho de otra manera; no debe haber días especiales ni la necesidad de gastar mucho dinero para demostrar la pureza de un sentimiento y la lealtad entre los amigos.

Lo cierto es que, en independencia del criterio personal, para festejar o no el Día de San Valentín, es importante insistir acerca de esos principios y valores; exaltados de muchas maneras, pero abandonados en una vida social, inundada de compleja tecnología, deshumanizando a las personas y distanciándolas en el espacio; hoy en día, los saludos y las frases de afecto se traducen en mensajes de texto; mal escritos y mal interpretados; se han ido acabando lentamente, los abrazos, el apretón de manos; las caricias y los besos, propiciando la frialdad y la distancia; esa vorágine nos está llevando a perder los valores de la amistad y el amor.

Por supuesto que habrá mil formas de expresar un sentimiento; sin embargo, debe ser más valioso restablecer las formas originales de decirlo; buscar el momento y los recursos, para lograr que la amistad se mantenga y se fortalezca, bien puede ser la reunión y la charla; sin hacer uso, en ningún momento, de eso que distrae e interrumpe, la tecnología deberá guardarse para otras ocasiones.

En el espacio donde las diversas formas del amor se desarrollan, también debe procurarse la comunicación, refiriéndome a la familia y todos sus integrantes; sin permitir el uso de distractores que entorpezcan las relaciones y provoquen la distancia entre sus miembros; que las reuniones no se conviertan en espacios propicios para hablar y mandar mensajes a otras personas: el valor de las reuniones familiares debe anteponerse a cualquier interferencia.

En la diversidad de interpretar las emociones y los sentimientos, así como de las diversas formas de demostrarlo, se va diluyendo la esencia misma de esos valores fundamentales en las personas, convirtiéndolos en objetos y tecnología, esa deshumanización que rompe con las antiguas formas del glamur y el romanticismo, le van quitando paulatinamente esa sensibilidad al ser humano, por eso, el crecimiento desmedido de la esquizofrenia, la agresividad y la violencia, justamente, si se toma en consideración este punto de vista, se identificará fácilmente esa pérdida de valores, llevando a la colectividad al caos y la indiferencia.

Tal vez pudiera parecer exagerado el comentario, sin embargo, cuando se pueda tener el cuidado de hacer un alto en el comportamiento natural de la vida diaria, habrá de reconocerse que, desde esa primera agencia socializadora, entendida como la familia, se ha ido permitiendo el deterioro en la forma de demostrar los sentimientos magnificados en el día del amor y la amistad, los padres serían, desde esta perspectiva, los primeros responsables, al sugerir como distracción el uso del celular y todos esos modernos aparatos que distraen, y al mismo tiempo los desobligan de sus responsabilidades.

Esos comportamientos se extienden fuera de ese contexto familiar, ya en la integración con la colectividad, se suman sujetos en las mismas condiciones y circunstancias, donde casi todos, circulan con los modernos aparatos de comunicación pegados al oído, lo que acurre entonces a su alrededor pasa inadvertido, como inadvertidas pasan el resto de las personas, en consecuencia, las relaciones interpersonales se han desbaratado.

Con todo lo que ocurre entonces los valores mencionados se han ido diluyendo, la forma actual de esta celebración puede cambiarse en el futuro, transformando las verdaderas relaciones entre iguales, en solo un simulacro de emociones y afectos, quedando solo el compromiso o el requisito para cubrir una fecha hasta hoy todavía festejada.

Ante lo inevitable, debe ser imperioso cambiar estas “modernas” formas de actuar, partiendo desde el grupo primario familiar, para después llevarlo a la colectividad, haciendo una reingeniería de los valores, recobrando las “antiguas” pautas de comportamiento, bajo el supuesto de recuperar lo perdido; si esto pudiera lograrse, se tendría la oportunidad de establecer esas “nuevas” formas de comunicación, en consecuencia, se podría recuperar la comunicación personalizada y la demostración de los sentimientos y los afectos, sin considerar los costos que eso implica, luego entonces, de esta manera se pueda lograr, que el amor y la amistad recobren sus tradicionales formas de expresarse así como el ser y sentir de las personas.

Friedrich Nietzsche

“Todo lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y del mal”