/ viernes 3 de mayo de 2019

ANATOMÍA DE LO SOCIAL

El reinicio de las actividades cotidianas

El trabajo más productivo es el que sale de las manos de un hombre contento

Víctor Pauchet

Después del receso en las actividades, los quehaceres cotidianos aparecieron en el entorno de quienes tuvieron la oportunidad de disfrutar este espacio en el tiempo; sin embargo, a pesar de haberse concluido, hubo quienes aprovecharon la celebración intermedia de esta semana para prolongar las “vacaciones” con la justificación de regresar con ganas renovadas al ejercicio de sus tareas; en contrasentido, también el desánimo hizo presa entre algunos burócratas y estudiantes, cuya actitud dejaba entrever una antipatía hacia el regreso a sus labores acostumbradas.

Como quiera que haya sido, lo cierto es la inevitabilidad de cumplir con las responsabilidades, sean laborales o educativos, dándole continuidad a los compromisos institucionales, en aras de beneficiar a la colectividad; en este sentido, el reinicio de las actividades obligan a todos, con su trabajo, a ser parte de una estructura social a la que se pertenece, para mantener una constante en esa búsqueda del cambio particular y general.

En otros casos, la ruptura con la rutina provocó, además, la separación y desatención natural con los problemas comunes, y ahora, por naturaleza, habrán, de igual manera, retomarse; por eso, habrá de hacerse referencia, por separado, sobre algo de lo que se quedó en la ignorancia pasajera; con mayor relevancia, por ejemplo, el asunto de la “nueva” reforma educativa. Aunque fue un tema de comentarios anteriores, no se puede evitar, desde luego, comentar, las diferentes posturas de aquellos personajes, cuyo papel, en la formulación de leyes, debiera obligarlos a hacer propuestas en favor de la educación; es decir, la politización del sistema educativo, solo ha provocado las grandes diferencias, sin importarles el sujeto más importante de los procesos educativos, los estudiantes; entendido, desde una postura filosófica, como la razón de ser de todo aquello que lo circunda.

Por eso, la educación, se encuentra, desde hace mucho tiempo, pervertida por los intereses mezquinos de algunos legisladores; los desacuerdos por la “nuevas” formas solo siguen propiciando el desaliento de los usuarios; las culpabilidades “compartidas”, solo han servido para mermar, la pretendida excelencia y, por obviedad, las deficiencias en todos los procesos, no solo en los que se refieren a la enseñanza y el aprendizaje, sino también en los ámbitos de la misma administración educativa.

Bajo estas consideraciones, por supuesto, queda la molestia, por los rezagos, como si nada pudiera satisfacer a quienes se oponen a la implementación de las medidas correspondientes para mejorar; le corresponde ahora, a la oposición, otorgar el beneficio de la duda; deben dejar que se aplique el modelo, cuestionándolo cuando se encuentren las reales deficiencias; no ahora, pues si existiera un interés genuino por lo niños, niñas y jóvenes, como lo expresan, no tendrían por qué objetar tantas “aparentes” buenas intenciones.

Argumentar la presión de los grupos sindicales, particularmente de aquellos opositores al régimen normal del sindicalismo, solo es un pretexto, para mover reflectores, y construir una imagen parecida, o casi igual, a la que en otros tiempos se cuestionaba. En el lenguaje de la política, se puede decir que “hoy es el momento” para lograr acuerdos convenientes; no personales, y sí, para mejorar lo que tanto se ha pretendido: La buena educación de los mexicanos.

Los mecanismos pueden ser tan simples como simple puede ser el compromiso para la educación; y como una sugerencia, bastaría echarle una mirada al pasado, para aprender de sus lecciones; en una primera instancia, y de una vez por todas, despolitizar la educación, limitar la participación de las organizaciones sindicales y actuar con honestidad en todo aquello que tiene que ver con la superación y actualización de los profesores en todos sus aspectos.

En la intención de involucrar a los paterfamilias en los procesos educativos, quizá puedan encontrarse deficiencias estructurales; sin ser esto una contradicción, pues en las reglas operativas, deberán precisarse hasta donde es la intervención de ellos, de lo contrario, se convertirán en fiscalizadores de todo el personal, convirtiéndose, además, en sancionadores y ejecutores de quien, según su criterio, no cumpla con sus obligaciones.

Sin pretender ser pragmático, para estos casos, se puede afirmar que el tiempo pasado fue mejor; los alumnos no sabían de juntas de consejo técnico, ni de asambleas sindicales; mucho menos de las obligaciones de una dependencia que se encargaba de administrar y dirigir la educación del país; el trabajo se quedaba en las aulas durante los horarios de clases, así como las tareas se dejaban para realizarlas en la casa, al otro día todo era normalidad, esa rutina se cumplía diariamente; lo importante, en consecuencia, eran los resultados, los alumno eran obedientes a sus obligaciones, los maestros, muchos de ellos castigadores, eran reconocidos por su papel en la superación de sus estudiantes; las familias confiaban a sus hijos a la escuela, para que les ayudara a formarlos, sin descargar, como se hace ahora, la responsabilidad del cuidado de los hijos.

Finalmente, la educación seguirá siendo el factor para el progreso y el desarrollo de los pueblos, por lo tanto, es obligación del estado, ofrecerla de acuerdo a los preceptos constitucionales, no solo desde la perspectiva del derecho, sino también de las obligaciones; eso, quizá sea una de las formas para acabar con tanto caos e incertidumbre, evitando seguir en la crisis estructural del sistema.

Como una burda imitación por persistir en el asunto de la educación, porque al parecer ese fue el tema recurrente de la semana, ya solo queda como una sinopsis, comentar, brevemente, lo ocurrido en el transcurso de esta semana, próxima a terminar; uno de ellos el secuestro del centro capitalino, por una organización, supuestamente de campesinos; donde el problema no fue su manifestación, sino el terrible caos que se originó en las principales calles de la ciudad; luego las autoridades de vialidad, con mucha indiferencia, eran promotores del mismo caos; al obstruir la circulación; deteniendo a los automovilistas hasta que el semáforo permitiera el paso, lo malo es que las calles cerradas no necesitaban de ese organizador de las vialidades; lo cierto es que con estos problemas, rápidamente se olvidaron las vacaciones y se reiniciaron las actividades cotidianas.

El reinicio de las actividades cotidianas

El trabajo más productivo es el que sale de las manos de un hombre contento

Víctor Pauchet

Después del receso en las actividades, los quehaceres cotidianos aparecieron en el entorno de quienes tuvieron la oportunidad de disfrutar este espacio en el tiempo; sin embargo, a pesar de haberse concluido, hubo quienes aprovecharon la celebración intermedia de esta semana para prolongar las “vacaciones” con la justificación de regresar con ganas renovadas al ejercicio de sus tareas; en contrasentido, también el desánimo hizo presa entre algunos burócratas y estudiantes, cuya actitud dejaba entrever una antipatía hacia el regreso a sus labores acostumbradas.

Como quiera que haya sido, lo cierto es la inevitabilidad de cumplir con las responsabilidades, sean laborales o educativos, dándole continuidad a los compromisos institucionales, en aras de beneficiar a la colectividad; en este sentido, el reinicio de las actividades obligan a todos, con su trabajo, a ser parte de una estructura social a la que se pertenece, para mantener una constante en esa búsqueda del cambio particular y general.

En otros casos, la ruptura con la rutina provocó, además, la separación y desatención natural con los problemas comunes, y ahora, por naturaleza, habrán, de igual manera, retomarse; por eso, habrá de hacerse referencia, por separado, sobre algo de lo que se quedó en la ignorancia pasajera; con mayor relevancia, por ejemplo, el asunto de la “nueva” reforma educativa. Aunque fue un tema de comentarios anteriores, no se puede evitar, desde luego, comentar, las diferentes posturas de aquellos personajes, cuyo papel, en la formulación de leyes, debiera obligarlos a hacer propuestas en favor de la educación; es decir, la politización del sistema educativo, solo ha provocado las grandes diferencias, sin importarles el sujeto más importante de los procesos educativos, los estudiantes; entendido, desde una postura filosófica, como la razón de ser de todo aquello que lo circunda.

Por eso, la educación, se encuentra, desde hace mucho tiempo, pervertida por los intereses mezquinos de algunos legisladores; los desacuerdos por la “nuevas” formas solo siguen propiciando el desaliento de los usuarios; las culpabilidades “compartidas”, solo han servido para mermar, la pretendida excelencia y, por obviedad, las deficiencias en todos los procesos, no solo en los que se refieren a la enseñanza y el aprendizaje, sino también en los ámbitos de la misma administración educativa.

Bajo estas consideraciones, por supuesto, queda la molestia, por los rezagos, como si nada pudiera satisfacer a quienes se oponen a la implementación de las medidas correspondientes para mejorar; le corresponde ahora, a la oposición, otorgar el beneficio de la duda; deben dejar que se aplique el modelo, cuestionándolo cuando se encuentren las reales deficiencias; no ahora, pues si existiera un interés genuino por lo niños, niñas y jóvenes, como lo expresan, no tendrían por qué objetar tantas “aparentes” buenas intenciones.

Argumentar la presión de los grupos sindicales, particularmente de aquellos opositores al régimen normal del sindicalismo, solo es un pretexto, para mover reflectores, y construir una imagen parecida, o casi igual, a la que en otros tiempos se cuestionaba. En el lenguaje de la política, se puede decir que “hoy es el momento” para lograr acuerdos convenientes; no personales, y sí, para mejorar lo que tanto se ha pretendido: La buena educación de los mexicanos.

Los mecanismos pueden ser tan simples como simple puede ser el compromiso para la educación; y como una sugerencia, bastaría echarle una mirada al pasado, para aprender de sus lecciones; en una primera instancia, y de una vez por todas, despolitizar la educación, limitar la participación de las organizaciones sindicales y actuar con honestidad en todo aquello que tiene que ver con la superación y actualización de los profesores en todos sus aspectos.

En la intención de involucrar a los paterfamilias en los procesos educativos, quizá puedan encontrarse deficiencias estructurales; sin ser esto una contradicción, pues en las reglas operativas, deberán precisarse hasta donde es la intervención de ellos, de lo contrario, se convertirán en fiscalizadores de todo el personal, convirtiéndose, además, en sancionadores y ejecutores de quien, según su criterio, no cumpla con sus obligaciones.

Sin pretender ser pragmático, para estos casos, se puede afirmar que el tiempo pasado fue mejor; los alumnos no sabían de juntas de consejo técnico, ni de asambleas sindicales; mucho menos de las obligaciones de una dependencia que se encargaba de administrar y dirigir la educación del país; el trabajo se quedaba en las aulas durante los horarios de clases, así como las tareas se dejaban para realizarlas en la casa, al otro día todo era normalidad, esa rutina se cumplía diariamente; lo importante, en consecuencia, eran los resultados, los alumno eran obedientes a sus obligaciones, los maestros, muchos de ellos castigadores, eran reconocidos por su papel en la superación de sus estudiantes; las familias confiaban a sus hijos a la escuela, para que les ayudara a formarlos, sin descargar, como se hace ahora, la responsabilidad del cuidado de los hijos.

Finalmente, la educación seguirá siendo el factor para el progreso y el desarrollo de los pueblos, por lo tanto, es obligación del estado, ofrecerla de acuerdo a los preceptos constitucionales, no solo desde la perspectiva del derecho, sino también de las obligaciones; eso, quizá sea una de las formas para acabar con tanto caos e incertidumbre, evitando seguir en la crisis estructural del sistema.

Como una burda imitación por persistir en el asunto de la educación, porque al parecer ese fue el tema recurrente de la semana, ya solo queda como una sinopsis, comentar, brevemente, lo ocurrido en el transcurso de esta semana, próxima a terminar; uno de ellos el secuestro del centro capitalino, por una organización, supuestamente de campesinos; donde el problema no fue su manifestación, sino el terrible caos que se originó en las principales calles de la ciudad; luego las autoridades de vialidad, con mucha indiferencia, eran promotores del mismo caos; al obstruir la circulación; deteniendo a los automovilistas hasta que el semáforo permitiera el paso, lo malo es que las calles cerradas no necesitaban de ese organizador de las vialidades; lo cierto es que con estos problemas, rápidamente se olvidaron las vacaciones y se reiniciaron las actividades cotidianas.