/ viernes 17 de mayo de 2019

ANATOMÍA DE LO SOCIAL

Contaminación

La naturaleza es hostil porque no la conocemos: sus crueldades representan la venganza contra nuestra indiferencia

Santiago Ramón y Cajal

Absurdo es el comportamiento del hombre cuando se atenta contra la naturaleza, a pesar de saber cuáles serán las consecuencias en el futuro, originadas en principio por los altos índices de contaminación, por lo tanto, entre sus efectos será la desaparición de los seres vivos; aunque pareciera una tragedia a largo plazo, las advertencias para cuidar el medio ambiente han sido parcialmente ignoradas por quienes, se supone, deberían cuidarlo. Sin embargo, el avance de su autodestrucción avanza de manera inexorable.

Más allá de ser parte de un espacio territorial designado por las autoridades de gobierno, dígase megalópolis, lo cierto es la observancia de cómo, paulatinamente, la contaminación se va extendiendo por toda esta región del país, en Tlaxcala, sin ser excepción, ya ha podido observarse con mucha claridad la invasión de productos químicos en el aire, dicho de otra manera, el smog proveniente de la Ciudad y Estado de México ha llegado a nuestra tierra, provocando algunos problemas respiratorios en los habitantes, particularmente en niños y adultos mayores.

Desde luego, no se puede responsabilizar en específico a esos lugares donde fluye la contaminación cotidianamente, su establecimiento puede considerase como una forma de vida ya casi natural; lo grave es para la gente que paga con su salud el progreso de la sociedad, en este caso para nuestro estado; la evidencia es el denso humo que se aprecia en la atmósfera.

Particularizando, no puede ni debe soslayarse la negligencia ciudadana, aquí se ha ignorado el cuidado del medioambiente, no de ahora, sino desde hace mucho tiempo, en lugares donde podía disfrutarse la generosidad de la naturaleza; hoy son centros de acopio de basura y suciedad, propiciada por la necedad de la gente y, además, por el descuido de las autoridades; esa falta de prevención nos ubica en un lugar próximo al colapso.

De nada, o casi nada, servirán las alternativas de conservación del ambiente en tres de sus elementos más importantes, desde luego hay otros: aire, agua y suelo, van perdiendo en la batalla contra los contaminantes.

En el aire, las partículas -humo- procedentes de las fábricas, el monóxido de carbono emitido por los automóviles, se van acumulando en la extensión atmosférica, propiciando una contaminación continua, factor que ha provocado los males respiratorios, quebrantando la salud y, en muchos casos, la provocación de la muerte.

El agua, líquido indispensable para la vida, se ha convertido en receptor de componentes “extraños” plagados de micro-organismos, residuos de productos químicos, restos industriales, además de otras aguas residuales; desde luego, el resultado de todos estos elementos dañinos está terminando con este recurso natural; en el consumo humano, también han provocado daños irreversibles en la salud de quien la consume, mal para las especies de seres vivos.

La tierra, vinculada necesariamente con los otros dos elementos, no puede realizar sus funciones de producción de alimentos, cuando lo hace, lo que sale de ella no reúne los requisitos indispensables para alimentar a la gente, por el contario, su consumo ha generado una gran cantidad de enfermedades desconocidas; por lo tanto, la vida de los seres vivos se encuentra en riesgo.

Una vez causado el daño a los ecosistemas ambientales, la vida del hombre, los animales y las plantas son tan frágiles que tienden a desaparecer; entonces, la importancia en su atención no radica solo en la simpleza de un comentario, sino en la necesidad de crear formas de atención para resolver un problema constante y creciente: la contaminación.

Posiblemente, no se creía en el perjuicio de la naturaleza, obvio, en particular de Tlaxcala, por sus condiciones geográficas, y de la ocupación en el sector primario de la mayoría de la población, la persistencia en el error seguirá trayendo nuevos males y enfermedades, en un acompañamiento perverso del crecimiento demográfico y la destrucción de reservas naturales, es decir, el hombre se instala y el hombre destruye esos espacios donde ha quedado asentado; la incompetencia social permea el crecimiento de los problemas de la naturaleza.

Se puede decir entonces que en este tiempo cualquier medida de prevención será inútil; por ejemplo, la suspensión de clases en las escuelas solo es un paliativo momentáneo, eso no resuelve el problema de fondo, solo sirve para cuidar parcialmente, dicho de alguna manera, la integridad de los estudiantes.

La restricción en el uso del automóvil y la aplicación del programa Hoy no Circula tampoco resolverán los problemas creados por la contaminación, en este caso, la exigencia debe ser mayor, si detectarán vehículos en mal estado, deberán retirarse definitivamente de la circulación; las medidas institucionales por la dependencia encargada de la ecología deberá sancionar a quienes incumplan con la obligación de mantener en buen estado los vehículos de su propiedad.

Estos comentarios, en apariencia muy aislados, tienen un significado, primero, reconstruir una cultura de preservación del ambiente, después extender esas fórmulas a toda la ciudadanía, niños, niñas, jóvenes, adultos, para que contribuyan a cuidar el mundo en que viven; quizá todavía sea tiempo, por lo tanto, deberán, también, asignarse los recursos económicos suficientes para cuidar lo poco que queda del planeta, desde luego, en una primera instancia, la parte que nos corresponde.

Como una recomendación, hagámosle caso a la publicidad en el cuidado de la salud, hay que evitar la realización de actividades físicas al aire libre, resguardarse de los efectos del calor; no prender fuego en zonas restringidas, no al uso del plástico y desechables de unicel, entre otras tantas cosas.

Finalmente, la preocupación por cuidar el ambiente debe ser espontaneo, sin hacerse por obligación, mejor que se haga por cuidar el mundo donde habrán de vivir nuestros hijos, eso es lo verdaderamente importante, dejar como una buena herencia, un mundo donde la vida pueda desarrollarse y multiplicarse, si actuamos en contrasentido, prontamente, los seres vivos, sucumbiremos ante la contaminación.

Contaminación

La naturaleza es hostil porque no la conocemos: sus crueldades representan la venganza contra nuestra indiferencia

Santiago Ramón y Cajal

Absurdo es el comportamiento del hombre cuando se atenta contra la naturaleza, a pesar de saber cuáles serán las consecuencias en el futuro, originadas en principio por los altos índices de contaminación, por lo tanto, entre sus efectos será la desaparición de los seres vivos; aunque pareciera una tragedia a largo plazo, las advertencias para cuidar el medio ambiente han sido parcialmente ignoradas por quienes, se supone, deberían cuidarlo. Sin embargo, el avance de su autodestrucción avanza de manera inexorable.

Más allá de ser parte de un espacio territorial designado por las autoridades de gobierno, dígase megalópolis, lo cierto es la observancia de cómo, paulatinamente, la contaminación se va extendiendo por toda esta región del país, en Tlaxcala, sin ser excepción, ya ha podido observarse con mucha claridad la invasión de productos químicos en el aire, dicho de otra manera, el smog proveniente de la Ciudad y Estado de México ha llegado a nuestra tierra, provocando algunos problemas respiratorios en los habitantes, particularmente en niños y adultos mayores.

Desde luego, no se puede responsabilizar en específico a esos lugares donde fluye la contaminación cotidianamente, su establecimiento puede considerase como una forma de vida ya casi natural; lo grave es para la gente que paga con su salud el progreso de la sociedad, en este caso para nuestro estado; la evidencia es el denso humo que se aprecia en la atmósfera.

Particularizando, no puede ni debe soslayarse la negligencia ciudadana, aquí se ha ignorado el cuidado del medioambiente, no de ahora, sino desde hace mucho tiempo, en lugares donde podía disfrutarse la generosidad de la naturaleza; hoy son centros de acopio de basura y suciedad, propiciada por la necedad de la gente y, además, por el descuido de las autoridades; esa falta de prevención nos ubica en un lugar próximo al colapso.

De nada, o casi nada, servirán las alternativas de conservación del ambiente en tres de sus elementos más importantes, desde luego hay otros: aire, agua y suelo, van perdiendo en la batalla contra los contaminantes.

En el aire, las partículas -humo- procedentes de las fábricas, el monóxido de carbono emitido por los automóviles, se van acumulando en la extensión atmosférica, propiciando una contaminación continua, factor que ha provocado los males respiratorios, quebrantando la salud y, en muchos casos, la provocación de la muerte.

El agua, líquido indispensable para la vida, se ha convertido en receptor de componentes “extraños” plagados de micro-organismos, residuos de productos químicos, restos industriales, además de otras aguas residuales; desde luego, el resultado de todos estos elementos dañinos está terminando con este recurso natural; en el consumo humano, también han provocado daños irreversibles en la salud de quien la consume, mal para las especies de seres vivos.

La tierra, vinculada necesariamente con los otros dos elementos, no puede realizar sus funciones de producción de alimentos, cuando lo hace, lo que sale de ella no reúne los requisitos indispensables para alimentar a la gente, por el contario, su consumo ha generado una gran cantidad de enfermedades desconocidas; por lo tanto, la vida de los seres vivos se encuentra en riesgo.

Una vez causado el daño a los ecosistemas ambientales, la vida del hombre, los animales y las plantas son tan frágiles que tienden a desaparecer; entonces, la importancia en su atención no radica solo en la simpleza de un comentario, sino en la necesidad de crear formas de atención para resolver un problema constante y creciente: la contaminación.

Posiblemente, no se creía en el perjuicio de la naturaleza, obvio, en particular de Tlaxcala, por sus condiciones geográficas, y de la ocupación en el sector primario de la mayoría de la población, la persistencia en el error seguirá trayendo nuevos males y enfermedades, en un acompañamiento perverso del crecimiento demográfico y la destrucción de reservas naturales, es decir, el hombre se instala y el hombre destruye esos espacios donde ha quedado asentado; la incompetencia social permea el crecimiento de los problemas de la naturaleza.

Se puede decir entonces que en este tiempo cualquier medida de prevención será inútil; por ejemplo, la suspensión de clases en las escuelas solo es un paliativo momentáneo, eso no resuelve el problema de fondo, solo sirve para cuidar parcialmente, dicho de alguna manera, la integridad de los estudiantes.

La restricción en el uso del automóvil y la aplicación del programa Hoy no Circula tampoco resolverán los problemas creados por la contaminación, en este caso, la exigencia debe ser mayor, si detectarán vehículos en mal estado, deberán retirarse definitivamente de la circulación; las medidas institucionales por la dependencia encargada de la ecología deberá sancionar a quienes incumplan con la obligación de mantener en buen estado los vehículos de su propiedad.

Estos comentarios, en apariencia muy aislados, tienen un significado, primero, reconstruir una cultura de preservación del ambiente, después extender esas fórmulas a toda la ciudadanía, niños, niñas, jóvenes, adultos, para que contribuyan a cuidar el mundo en que viven; quizá todavía sea tiempo, por lo tanto, deberán, también, asignarse los recursos económicos suficientes para cuidar lo poco que queda del planeta, desde luego, en una primera instancia, la parte que nos corresponde.

Como una recomendación, hagámosle caso a la publicidad en el cuidado de la salud, hay que evitar la realización de actividades físicas al aire libre, resguardarse de los efectos del calor; no prender fuego en zonas restringidas, no al uso del plástico y desechables de unicel, entre otras tantas cosas.

Finalmente, la preocupación por cuidar el ambiente debe ser espontaneo, sin hacerse por obligación, mejor que se haga por cuidar el mundo donde habrán de vivir nuestros hijos, eso es lo verdaderamente importante, dejar como una buena herencia, un mundo donde la vida pueda desarrollarse y multiplicarse, si actuamos en contrasentido, prontamente, los seres vivos, sucumbiremos ante la contaminación.