/ viernes 21 de junio de 2019

ANATOMÍA DE LO SOCIAL

¿Xenofobia?

Existe en todos nosotros un fondo de humanidad mucho menos variable de lo que se cree.

Anatole France

Admitida, tácitamente, la “sugerencia” obligada para el gobierno mexicano de proclamarse como un tercer país seguro; así lo evidencian las acciones emprendidas para recibir a quienes, en independencia de sus particulares intereses, se encuentren bajo el supuesto de llegar a los Estados Unidos cruzando por suelo mexicano. Asimismo, también se han manifestado los exhortos del mandatario mexicano, en una petición al pueblo, bajo ciertos principios religiosos y humanos, para que no haya pronunciamientos ni actitudes de rechazo en contra de los migrantes.

En ese llamamiento, acompañado de ilustraciones académicas, por la definición del término de la xenofobia, así como el establecimiento del plan migratorio emergente, dejan en claro la complicada situación del país, pues más allá del discurso preventivo respecto del buen trato a los extranjeros, en particular de los centroamericanos, se presume ya un nuevo endeudamiento cuyo propósito sería resolver los problemas futuros a generarse en el arribo de miles de personas.

Desde luego, la interpretación oficial no alude con precisión acerca de cuáles serían los ejes rectores del plan emergente, como tampoco se han definido los espacios de alojamiento, en caso de necesidad, donde se resguardarán a tan singulares visitantes; desde esta perspectiva, no puede suponerse un maltrato ni repudio a los “indocumentados”, sino el cuestionamiento de cómo se atenderán las acciones de convivencia cuando se mezclen las personas sin distingo de su procedencia.

Sin embargo, muy a pesar de las buenas intenciones, es posible ocurran o se realicen actitudes de intolerancia hacia los migrantes, no por sus condiciones o características personales, sino por el sentido de defender aquello que se supone pertenece solo a los mexicanos; es decir, no habrá repudio a los extranjeros, pero tal vez sí se pueda manifestar la discriminación, por aquellas diferencias sobre la cultura, la economía y hasta la política.

No se pueden soslayar, desde luego, los principios fundamentales sobre los derechos humanos, como también los preceptos constitucionales cuyos postulados le permiten a quienes, por el simple hecho de pisar suelo mexicano, se convierten en sujetos defendibles por la misma constitución, que aplica de igual manera para los nacionales.

Solo como una referencia, se distinguen en favor de los migrantes, entre otros tantos, el derecho al libre tránsito, independientemente de su origen étnico o nacional; obviamente, cumpliendo con los requisitos verificables por el Instituto Nacional de Migración. Cuando un extranjero tenga un problema legal o migratorio, tiene derecho a recibir asistencia, así como el aviso al consulado correspondiente a fin de resolver su situación. En otro sentido, sin importar su situación jurídica, su nacionalidad y su pertenencia a un grupo étnico, no pueden ser causas para ser discriminado. Bajo estas condiciones constitucionales-legales, invariablemente, la xenofobia, en este caso, no existe en cuanto no se discrimine, se les permita el asilo y el refugio, todos aplicables, como se refirió en otras líneas, por el simple hecho de encontrarse en territorio nacional. desde luego, cumpliendo, también, con los requisitos existentes de la ley en la materia.

Desde una perspectiva particular, no hay necesidad de recomendaciones sobre el trato a otras personas, los mexicanos siempre han demostrado solidaridad cuando existen situaciones difíciles, compartir, en estos casos, lo que se tiene, no representa problemas, el problema se presenta cuando se tiene que compartir aquello que no se tiene, esa es la gran diferencia; la salud, el empleo, la vivienda, la alimentación, ciertamente son derechos universales, lo malo, puede ser, cuando se presente la incompetencia, ojalá y no, de las autoridades que serán responsables de llevar al cabo la medidas remediales de este fenómeno migratorio.

¿Xenofobia?

Existe en todos nosotros un fondo de humanidad mucho menos variable de lo que se cree.

Anatole France

Admitida, tácitamente, la “sugerencia” obligada para el gobierno mexicano de proclamarse como un tercer país seguro; así lo evidencian las acciones emprendidas para recibir a quienes, en independencia de sus particulares intereses, se encuentren bajo el supuesto de llegar a los Estados Unidos cruzando por suelo mexicano. Asimismo, también se han manifestado los exhortos del mandatario mexicano, en una petición al pueblo, bajo ciertos principios religiosos y humanos, para que no haya pronunciamientos ni actitudes de rechazo en contra de los migrantes.

En ese llamamiento, acompañado de ilustraciones académicas, por la definición del término de la xenofobia, así como el establecimiento del plan migratorio emergente, dejan en claro la complicada situación del país, pues más allá del discurso preventivo respecto del buen trato a los extranjeros, en particular de los centroamericanos, se presume ya un nuevo endeudamiento cuyo propósito sería resolver los problemas futuros a generarse en el arribo de miles de personas.

Desde luego, la interpretación oficial no alude con precisión acerca de cuáles serían los ejes rectores del plan emergente, como tampoco se han definido los espacios de alojamiento, en caso de necesidad, donde se resguardarán a tan singulares visitantes; desde esta perspectiva, no puede suponerse un maltrato ni repudio a los “indocumentados”, sino el cuestionamiento de cómo se atenderán las acciones de convivencia cuando se mezclen las personas sin distingo de su procedencia.

Sin embargo, muy a pesar de las buenas intenciones, es posible ocurran o se realicen actitudes de intolerancia hacia los migrantes, no por sus condiciones o características personales, sino por el sentido de defender aquello que se supone pertenece solo a los mexicanos; es decir, no habrá repudio a los extranjeros, pero tal vez sí se pueda manifestar la discriminación, por aquellas diferencias sobre la cultura, la economía y hasta la política.

No se pueden soslayar, desde luego, los principios fundamentales sobre los derechos humanos, como también los preceptos constitucionales cuyos postulados le permiten a quienes, por el simple hecho de pisar suelo mexicano, se convierten en sujetos defendibles por la misma constitución, que aplica de igual manera para los nacionales.

Solo como una referencia, se distinguen en favor de los migrantes, entre otros tantos, el derecho al libre tránsito, independientemente de su origen étnico o nacional; obviamente, cumpliendo con los requisitos verificables por el Instituto Nacional de Migración. Cuando un extranjero tenga un problema legal o migratorio, tiene derecho a recibir asistencia, así como el aviso al consulado correspondiente a fin de resolver su situación. En otro sentido, sin importar su situación jurídica, su nacionalidad y su pertenencia a un grupo étnico, no pueden ser causas para ser discriminado. Bajo estas condiciones constitucionales-legales, invariablemente, la xenofobia, en este caso, no existe en cuanto no se discrimine, se les permita el asilo y el refugio, todos aplicables, como se refirió en otras líneas, por el simple hecho de encontrarse en territorio nacional. desde luego, cumpliendo, también, con los requisitos existentes de la ley en la materia.

Desde una perspectiva particular, no hay necesidad de recomendaciones sobre el trato a otras personas, los mexicanos siempre han demostrado solidaridad cuando existen situaciones difíciles, compartir, en estos casos, lo que se tiene, no representa problemas, el problema se presenta cuando se tiene que compartir aquello que no se tiene, esa es la gran diferencia; la salud, el empleo, la vivienda, la alimentación, ciertamente son derechos universales, lo malo, puede ser, cuando se presente la incompetencia, ojalá y no, de las autoridades que serán responsables de llevar al cabo la medidas remediales de este fenómeno migratorio.