/ viernes 19 de julio de 2019

ANATOMÍA DE LO SOCIAL

Los programas sociales

No son los deberes lo que le quitan al hombre independencia; son los compromisos

Louis de Bonald

Cuestionado, como casi todo lo hecho hasta ahora por el actual gobierno, ha sido la modificación a los programas sociales, no solo en su nombre, sino en sus formas de operación, así como en la distribución de los recursos; con la pretensión, así se entiende, de legitimar las propuestas hechas durante todo el proceso en la conquista de las preferencias ciudadanas. Sin embargo, pareciera, esos cambios se han parcializado, para darle un enfoque surgido en el centro del poder ejecutivo, desde luego, con la corresponsabilidad de las autoridades correspondientes.

No debe soslayarse que la esencia de los programas sociales, se circunscribe en las necesidades del pueblo, base fundamental para su creación; desde sus orígenes, hasta la actualidad, obviamente, de acuerdo a las condiciones particulares en el contexto temporal, de así como también, a las estructuras sociales que se encontraban en condiciones de vulnerabilidad, ésta característica, sin dudarlo, ha permeado todos esos programas de asistencia, dicho de otra forma, la vulnerabilidad, particularmente la pobreza, ha sido uno de los principales factores en el diseño de las formas de ayuda para enfrentar esos problemas anquilosados desde hace mucho tiempo.

Como referencia temporal, se puede mencionar el “Programa Bracero”, surgido hace 74 años, siendo una alternativa, primero para enfrentar la pobreza y, en consecuencia, la satisfacción de las necesidades de la familia. En el ámbito de la salud, durante el mismo periodo de gobierno, 1940-1946, se crea el Instituto Mexicano del Seguro Social, cuyo propósito original fue la eliminación en las condiciones de insalubridad en que vivían millones de mexicanos; así como las dificultades que se tenían, cuando había la necesidad de contar con la intervención de un médico para devolverle la salud a un enfermo.

Bajo estas consideraciones, se puede concebir la idea de que, en efecto, los programas sociales, llevan, implícitamente, la atención a una necesidad de las personas beneficiarias, y adicionalmente, la entrega de un recurso económico para ayudarse en la adquisición de aquellos productos para satisfacer alguna, o algunas necesidades; por lo tanto, en esencia, un programa social, debe servir, entre otras tantas cosas, para ayudar en el desarrollo de las personas, procurando su bienestar y mejora en sus condiciones económicas y sociales.

Desde una perspectiva particular, la intención es señalar, el papel preponderante que desempeñan este tipo de programas en el beneficio colectivo, aunque también, debe decirse, la ineficacia de los mismos, en cuanto se pervierten los objetivos principales; sin importar el nombre, la fusión de los programas o quienes los administran. Es ahí donde, se encuentran los problemas que deben suprimirse.

En este sentido, no puede negarse, que los recursos destinados para mejorar las condiciones de un grupo en vulnerabilidad, se supone, son bien invertidos; obvio, siempre y cuando se apliquen correctamente; no así cuando a pesar de la existencia de las reglas de operación, éstas no se cumplen al pie de la letra; pervirtiéndose los programas y el manoseo indiscriminado de los recursos.

En el desacuerdo por la precipitada eliminación de algunos programas, se ha provocado, además de la incertidumbre, la desconfianza hacia el gobierno, al evidenciarse, el descuido o la falta de planeación para la implementación de los nuevos programas, de alguna manera, ante lo inevitable, sería ´prudente, por parte de las autoridades de gobierno, tomar rápidamente, previo análisis y estudios de factibilidad, la formas de distribución y aplicación de los multicitados programas de asistencia social, pues se han dejado en la indefensión a miles de mexicanos.

Por supuesto que, se entiende, habrá de necesitarse algún tiempo para resolver la crisis provocada por tanto cambio; sobre todo en una auténtica selección de los beneficiarios, sin permitirse, bajo ninguna circunstancia, favorecer a quienes no tienen la necesidad de recibir ningún beneficio; solo de esta manera, se posibilita, la recuperación de la credibilidad ciudadana, otorgándole las garantías a quien se debe, sin discriminación, y sí, para favorecer las condiciones de vida, dignas e igualitarias, para quienes, especialmente, viven todavía en condiciones de pobreza extrema, luego entonces, podrá decirse que muchas de las garantías individuales deben quedarse bajo la tutela de los programas sociales.

Los programas sociales

No son los deberes lo que le quitan al hombre independencia; son los compromisos

Louis de Bonald

Cuestionado, como casi todo lo hecho hasta ahora por el actual gobierno, ha sido la modificación a los programas sociales, no solo en su nombre, sino en sus formas de operación, así como en la distribución de los recursos; con la pretensión, así se entiende, de legitimar las propuestas hechas durante todo el proceso en la conquista de las preferencias ciudadanas. Sin embargo, pareciera, esos cambios se han parcializado, para darle un enfoque surgido en el centro del poder ejecutivo, desde luego, con la corresponsabilidad de las autoridades correspondientes.

No debe soslayarse que la esencia de los programas sociales, se circunscribe en las necesidades del pueblo, base fundamental para su creación; desde sus orígenes, hasta la actualidad, obviamente, de acuerdo a las condiciones particulares en el contexto temporal, de así como también, a las estructuras sociales que se encontraban en condiciones de vulnerabilidad, ésta característica, sin dudarlo, ha permeado todos esos programas de asistencia, dicho de otra forma, la vulnerabilidad, particularmente la pobreza, ha sido uno de los principales factores en el diseño de las formas de ayuda para enfrentar esos problemas anquilosados desde hace mucho tiempo.

Como referencia temporal, se puede mencionar el “Programa Bracero”, surgido hace 74 años, siendo una alternativa, primero para enfrentar la pobreza y, en consecuencia, la satisfacción de las necesidades de la familia. En el ámbito de la salud, durante el mismo periodo de gobierno, 1940-1946, se crea el Instituto Mexicano del Seguro Social, cuyo propósito original fue la eliminación en las condiciones de insalubridad en que vivían millones de mexicanos; así como las dificultades que se tenían, cuando había la necesidad de contar con la intervención de un médico para devolverle la salud a un enfermo.

Bajo estas consideraciones, se puede concebir la idea de que, en efecto, los programas sociales, llevan, implícitamente, la atención a una necesidad de las personas beneficiarias, y adicionalmente, la entrega de un recurso económico para ayudarse en la adquisición de aquellos productos para satisfacer alguna, o algunas necesidades; por lo tanto, en esencia, un programa social, debe servir, entre otras tantas cosas, para ayudar en el desarrollo de las personas, procurando su bienestar y mejora en sus condiciones económicas y sociales.

Desde una perspectiva particular, la intención es señalar, el papel preponderante que desempeñan este tipo de programas en el beneficio colectivo, aunque también, debe decirse, la ineficacia de los mismos, en cuanto se pervierten los objetivos principales; sin importar el nombre, la fusión de los programas o quienes los administran. Es ahí donde, se encuentran los problemas que deben suprimirse.

En este sentido, no puede negarse, que los recursos destinados para mejorar las condiciones de un grupo en vulnerabilidad, se supone, son bien invertidos; obvio, siempre y cuando se apliquen correctamente; no así cuando a pesar de la existencia de las reglas de operación, éstas no se cumplen al pie de la letra; pervirtiéndose los programas y el manoseo indiscriminado de los recursos.

En el desacuerdo por la precipitada eliminación de algunos programas, se ha provocado, además de la incertidumbre, la desconfianza hacia el gobierno, al evidenciarse, el descuido o la falta de planeación para la implementación de los nuevos programas, de alguna manera, ante lo inevitable, sería ´prudente, por parte de las autoridades de gobierno, tomar rápidamente, previo análisis y estudios de factibilidad, la formas de distribución y aplicación de los multicitados programas de asistencia social, pues se han dejado en la indefensión a miles de mexicanos.

Por supuesto que, se entiende, habrá de necesitarse algún tiempo para resolver la crisis provocada por tanto cambio; sobre todo en una auténtica selección de los beneficiarios, sin permitirse, bajo ninguna circunstancia, favorecer a quienes no tienen la necesidad de recibir ningún beneficio; solo de esta manera, se posibilita, la recuperación de la credibilidad ciudadana, otorgándole las garantías a quien se debe, sin discriminación, y sí, para favorecer las condiciones de vida, dignas e igualitarias, para quienes, especialmente, viven todavía en condiciones de pobreza extrema, luego entonces, podrá decirse que muchas de las garantías individuales deben quedarse bajo la tutela de los programas sociales.