/ viernes 9 de agosto de 2019

ANATOMÍA DE LO SOCIAL

Las canastas básicas

La sociedad está dividida en dos grandes clases; la de los que tienen más comida que apetito y la de los que tienen más apetito que comida

Chamfort

Aunque pudiera parecer lo contrario, la reciente declaración de un senador en los medios informáticos, dígase redes sociales, sobre los gastos excesivos de la presidencia, relacionados con la compra de alimentos, sirvió para provocar el malestar de muchos, pues más allá de los números utilizados, se evidenciaron, los enormes gastos en estos rubros, por demás abusivos; obviamente, no solo atribuidos a esta nueva administración, sino además, en las precedentes; en consecuencia, esto ha permitido hacer las comparaciones pertinentes entre los presupuestos ejercidos por los gobiernos y el pueblo, el de los pobres.

Tampoco se puede negar, la imagen mediática, conseguida por él desconocido senador, ante tamañas declaraciones, por lo tanto, su nombre ha figurado ya en la gran mayoría de los medios de comunicación; desde los comentarios iniciales, hasta su justificación que, finalmente, sin negarlo, sus verdaderas y dolosas intenciones eran tener publicidad gratuita.

En el asunto de las comparaciones, los datos demuestran las enormes cantidades de dinero gastados, en comida, ni siquiera en alimentos, lo que de alguna manera supone un agravio para quienes menos tienen, por ejemplo, en el periodo de 2006 al 2012, tan solo en el primer trimestre del último año, el gasto en perecederos rebasó los cuatro millones de pesos, distribuidos en galletas de marca, agua embotellada, perecederos, quesos y lácteos, pan, tortilla, carnes, pescados y mariscos, entre otros, productos “muy parecidos” a una canasta básica.

En el periodo de 2006 al 2012, también hubo excesos, donde aparecieron en los presupuestos, la compra de artículos de tocador, obviamente, también en los alimentos, cantidades exageradas, en estos rubros, así como las multimillonarias cantidades gastadas en la seguridad personal.

No solo en los gobiernos anteriores hubo derroche de dinero, el sindicato petrolero, también hizo gala de impunidad derrochadora, bastando solo algunos ejemplos para demostrar el abuso y la burla para los pobres. Se compraron dos piezas de jícamas en la cantidad de 9 mil 584 pesos y 12 mil 876 pesos en aceitunas, 92 mil 35 en abarrotes y casi 120 mil en frutas; en este sentido se manifestó el abuso y el poder en tales aberraciones “alimentarias”.

Justificado el comentario, el señalado gobierno, argumentó, sobre la información proporcionada por el legislador, de ser, además de falsa, perteneció al gobierno próximo pasado; y como si hubiera sido una respuesta a los señalamientos, se hicieron algunas declaraciones por el ejecutivo, respecto de pretender lograr una autosuficiencia alimentaria, es decir, producir lo que se consume para evitar las importaciones; asegurando que se le dará al campo lo que por muchos años ha sido su demanda.

Ante la simpleza de los números, la realidad, supera la diferencia entre lo dicho y lo ahora observado, el aprovechamiento del poder y la autoridad, han propiciado, el descuido institucional para con los necesitados; por ello, tal vez, la intención de incorporar nuevos productos a la canasta básica, sea, como dice el presidente “Es para la gente pobre y humilde pueda comprar estos productos y nadie en México padezca hambre de desnutrición…” mensaje al inicio del Programa Nacional de Seguridad Alimentaria, realizado en San Luís Potosí; así como el anuncio de incorporación de 17 productos adicionales a los 23 existentes de la canasta básica; de lo anterior, puede, también, señalarse algunas de las omisiones discursivas que, por supuesto, tienen relación con el Programa.

En una primera instancia, de los productos incorporados, se hacen notar algunos de ellos, sin determinar a juicio de quien fueron incorporados, desde luego, así se percibe, no fue ningún nutriólogo, sino de alguien que, siguiendo un sentido, en apariencia común, sugirió esa adición a lo básico; entre los que se destacan, las carnes, las pilas, y endulzantes `para algunas bebidas.

De alguna manera, seguramente, se hicieron algunos análisis para aumentar estos productos, con la intención expresa de ayudar a combatir los índices de pobreza y de alimentación; también, puede reconocerse el hecho de agregar productos propios de la región, reduciendo gastos de trasporte y perdidas de los productos perecederos, desafortunadamente, no todos los estados, en este caso, no tienen, las mismas posibilidades de producción.

Al final, lo más importante, no se dijo cuánto costaría cada “canasta” y cuanto habría de durar, si es para una semana, o más, de cualquier forma, comprar, 40 productos, aunque sea por separado, seguirá siendo el mismo calvario, comprar carne, no será nada fácil, ni con todas las buenas intenciones del mundo.

Con todo lo expuesto, se insiste, no será nada fácil, la adquisición de los productos de la canasta básica por los pobres y los humildes, como tampoco será nada fácil, evitar que se sigan haciendo gastos superfluos en las esferas del gobierno y sus instituciones, por lo tanto, mientras no se den cambios radicales al respecto, seguiremos teniendo varías “canastas básicas”.

Las canastas básicas

La sociedad está dividida en dos grandes clases; la de los que tienen más comida que apetito y la de los que tienen más apetito que comida

Chamfort

Aunque pudiera parecer lo contrario, la reciente declaración de un senador en los medios informáticos, dígase redes sociales, sobre los gastos excesivos de la presidencia, relacionados con la compra de alimentos, sirvió para provocar el malestar de muchos, pues más allá de los números utilizados, se evidenciaron, los enormes gastos en estos rubros, por demás abusivos; obviamente, no solo atribuidos a esta nueva administración, sino además, en las precedentes; en consecuencia, esto ha permitido hacer las comparaciones pertinentes entre los presupuestos ejercidos por los gobiernos y el pueblo, el de los pobres.

Tampoco se puede negar, la imagen mediática, conseguida por él desconocido senador, ante tamañas declaraciones, por lo tanto, su nombre ha figurado ya en la gran mayoría de los medios de comunicación; desde los comentarios iniciales, hasta su justificación que, finalmente, sin negarlo, sus verdaderas y dolosas intenciones eran tener publicidad gratuita.

En el asunto de las comparaciones, los datos demuestran las enormes cantidades de dinero gastados, en comida, ni siquiera en alimentos, lo que de alguna manera supone un agravio para quienes menos tienen, por ejemplo, en el periodo de 2006 al 2012, tan solo en el primer trimestre del último año, el gasto en perecederos rebasó los cuatro millones de pesos, distribuidos en galletas de marca, agua embotellada, perecederos, quesos y lácteos, pan, tortilla, carnes, pescados y mariscos, entre otros, productos “muy parecidos” a una canasta básica.

En el periodo de 2006 al 2012, también hubo excesos, donde aparecieron en los presupuestos, la compra de artículos de tocador, obviamente, también en los alimentos, cantidades exageradas, en estos rubros, así como las multimillonarias cantidades gastadas en la seguridad personal.

No solo en los gobiernos anteriores hubo derroche de dinero, el sindicato petrolero, también hizo gala de impunidad derrochadora, bastando solo algunos ejemplos para demostrar el abuso y la burla para los pobres. Se compraron dos piezas de jícamas en la cantidad de 9 mil 584 pesos y 12 mil 876 pesos en aceitunas, 92 mil 35 en abarrotes y casi 120 mil en frutas; en este sentido se manifestó el abuso y el poder en tales aberraciones “alimentarias”.

Justificado el comentario, el señalado gobierno, argumentó, sobre la información proporcionada por el legislador, de ser, además de falsa, perteneció al gobierno próximo pasado; y como si hubiera sido una respuesta a los señalamientos, se hicieron algunas declaraciones por el ejecutivo, respecto de pretender lograr una autosuficiencia alimentaria, es decir, producir lo que se consume para evitar las importaciones; asegurando que se le dará al campo lo que por muchos años ha sido su demanda.

Ante la simpleza de los números, la realidad, supera la diferencia entre lo dicho y lo ahora observado, el aprovechamiento del poder y la autoridad, han propiciado, el descuido institucional para con los necesitados; por ello, tal vez, la intención de incorporar nuevos productos a la canasta básica, sea, como dice el presidente “Es para la gente pobre y humilde pueda comprar estos productos y nadie en México padezca hambre de desnutrición…” mensaje al inicio del Programa Nacional de Seguridad Alimentaria, realizado en San Luís Potosí; así como el anuncio de incorporación de 17 productos adicionales a los 23 existentes de la canasta básica; de lo anterior, puede, también, señalarse algunas de las omisiones discursivas que, por supuesto, tienen relación con el Programa.

En una primera instancia, de los productos incorporados, se hacen notar algunos de ellos, sin determinar a juicio de quien fueron incorporados, desde luego, así se percibe, no fue ningún nutriólogo, sino de alguien que, siguiendo un sentido, en apariencia común, sugirió esa adición a lo básico; entre los que se destacan, las carnes, las pilas, y endulzantes `para algunas bebidas.

De alguna manera, seguramente, se hicieron algunos análisis para aumentar estos productos, con la intención expresa de ayudar a combatir los índices de pobreza y de alimentación; también, puede reconocerse el hecho de agregar productos propios de la región, reduciendo gastos de trasporte y perdidas de los productos perecederos, desafortunadamente, no todos los estados, en este caso, no tienen, las mismas posibilidades de producción.

Al final, lo más importante, no se dijo cuánto costaría cada “canasta” y cuanto habría de durar, si es para una semana, o más, de cualquier forma, comprar, 40 productos, aunque sea por separado, seguirá siendo el mismo calvario, comprar carne, no será nada fácil, ni con todas las buenas intenciones del mundo.

Con todo lo expuesto, se insiste, no será nada fácil, la adquisición de los productos de la canasta básica por los pobres y los humildes, como tampoco será nada fácil, evitar que se sigan haciendo gastos superfluos en las esferas del gobierno y sus instituciones, por lo tanto, mientras no se den cambios radicales al respecto, seguiremos teniendo varías “canastas básicas”.