/ viernes 16 de agosto de 2019

ANATOMÍA DE LO SOCIAL

Impunidad

Un estado donde queden impunes la insolencia y la libertad de hacerlo todo termina por hundirse en el abismo.

Sófocles

Siempre habrá culpables para castigar, así ha ocurrido, casi siempre, en los inicios de los diferentes periodos del gobierno federal en contra de quienes son convertidos en personajes sensibles ante las autoridades; agregándosele, además, el hecho de una intención implícita, en la demostración del interés y cumplimiento de algunas promesas ofrecidas al pueblo en tiempos de campaña, aprovechando, como en este caso, cualquier oportunidad radicalizada en torno a un fenómeno especifico, dígase corrupción e impunidad, sustentadas con el argumento sobre la irresponsabilidad en el cumplimiento de las obligaciones; peor aún, cuando existen evidencias de causar afectaciones al erario, es decir, cuando las malas artes de cualquier funcionario han lesionado las finanzas nacionales al actuar bajo el amparo de la institucionalidad.

Así se ha percibido la magnificada detención de la extitular de dos de las dependencias más influyentes, por las características del aparente beneficio en la colectividad popular, en las estructuras del gobierno, la referida, vinculada hoy a un proceso por el desvío de miles de millones de pesos sustraídos de un presupuesto destinado a los programas de beneficio social; en consecuencia, además de eliminar programas y reducir presupuestos, afectaron de manera considerable a las personas que se encontraban en situaciones de precariedad, manteniéndolas en los estándares de la pobreza extrema.

Desde luego, inevitablemente, el evento ha sido polemizado, cuestionándose desde diferentes perspectivas; para muchos de los comunes se habla del reconocimiento a la aplicación de las leyes en contra de la impunidad y la corrupción, para otros solo representa una postura mediática para distraer la atención del pueblo y hacer omisión de otros problemas de que en el futuro habrán de causar serios problemas, particularmente a la economía nacional. También puede decirse, aunque parezca una contradicción, la encomienda a los juzgadores de aplicar, en términos de ley, las sanciones correspondientes a esta malversación de los recursos del pueblo.

A pesar de la “invitación hecha por el Ejecutivo a no festinar sobre el asunto ni hacer campañas de linchamiento, tal solicitud no ha sido considerada, por el contrario, en contrasentido, se han aprovechado las circunstancias para obtener beneficios particulares, basados en las circunstancias actuales, en razón del encarcelamiento, seguramente temporal, de la vituperada exfuncionaria.

Son estas las razones que contribuyen al escepticismo sobre la verdadera aplicación de la justicia, como ejemplo, la del exgobernador de Veracruz y de la actualmente renacida “lideresa” sindical, así se le considera todavía por algunos sectores. Por lo tanto, todo parece indicar que existen elementos suficientes para considerar como una perfecta analogía estos casos con el de la exjefa de gobierno del extinto Distrito Federal.

No pueden soslayarse los señalamientos del juzgador que tiene, dentro de su competencia, el asunto de Robles Berlanga, en una primera instancia determina el comportamiento doloso, al tener, además de permitirlo, conocimiento pleno de las actuaciones de algunos subordinados en el trámite y tergiversación del dinero, motivo, se dice, único de su aprehensión.

Se le atribuyen, entre más cosas, no solo el desvío de los 5 mil millones, sino además sobre la omisión de informar las irregularidades en la malversación, de igual manera, la responsabilidad en el delito de ejercicio indebido de funciones, propiciando con ello el daño multicitado.

De lo cuestionado, prevalece el comentario del lavatorio de manos del Ejecutivo al decir que “no hay consigna” en contra de nadie, sin embargo, también, curándose en salud, dijo que no será tapadera e nadie. En el discurso, se pudo entender la recomendación a los funcionarios públicos para que no caigan en las tentaciones del poder y no vean en el cargo la oportunidad para enriquecerse, tener bienes materiales, y no actúen como acomplejados, adjudicándose inmediatamente de mansiones, carros y sirviéndose de achichincles, resulta obvio considerar que quienes escucharon “seguirán” a pie juntillas la exigencia presidencial.

Impunidad

Un estado donde queden impunes la insolencia y la libertad de hacerlo todo termina por hundirse en el abismo.

Sófocles

Siempre habrá culpables para castigar, así ha ocurrido, casi siempre, en los inicios de los diferentes periodos del gobierno federal en contra de quienes son convertidos en personajes sensibles ante las autoridades; agregándosele, además, el hecho de una intención implícita, en la demostración del interés y cumplimiento de algunas promesas ofrecidas al pueblo en tiempos de campaña, aprovechando, como en este caso, cualquier oportunidad radicalizada en torno a un fenómeno especifico, dígase corrupción e impunidad, sustentadas con el argumento sobre la irresponsabilidad en el cumplimiento de las obligaciones; peor aún, cuando existen evidencias de causar afectaciones al erario, es decir, cuando las malas artes de cualquier funcionario han lesionado las finanzas nacionales al actuar bajo el amparo de la institucionalidad.

Así se ha percibido la magnificada detención de la extitular de dos de las dependencias más influyentes, por las características del aparente beneficio en la colectividad popular, en las estructuras del gobierno, la referida, vinculada hoy a un proceso por el desvío de miles de millones de pesos sustraídos de un presupuesto destinado a los programas de beneficio social; en consecuencia, además de eliminar programas y reducir presupuestos, afectaron de manera considerable a las personas que se encontraban en situaciones de precariedad, manteniéndolas en los estándares de la pobreza extrema.

Desde luego, inevitablemente, el evento ha sido polemizado, cuestionándose desde diferentes perspectivas; para muchos de los comunes se habla del reconocimiento a la aplicación de las leyes en contra de la impunidad y la corrupción, para otros solo representa una postura mediática para distraer la atención del pueblo y hacer omisión de otros problemas de que en el futuro habrán de causar serios problemas, particularmente a la economía nacional. También puede decirse, aunque parezca una contradicción, la encomienda a los juzgadores de aplicar, en términos de ley, las sanciones correspondientes a esta malversación de los recursos del pueblo.

A pesar de la “invitación hecha por el Ejecutivo a no festinar sobre el asunto ni hacer campañas de linchamiento, tal solicitud no ha sido considerada, por el contrario, en contrasentido, se han aprovechado las circunstancias para obtener beneficios particulares, basados en las circunstancias actuales, en razón del encarcelamiento, seguramente temporal, de la vituperada exfuncionaria.

Son estas las razones que contribuyen al escepticismo sobre la verdadera aplicación de la justicia, como ejemplo, la del exgobernador de Veracruz y de la actualmente renacida “lideresa” sindical, así se le considera todavía por algunos sectores. Por lo tanto, todo parece indicar que existen elementos suficientes para considerar como una perfecta analogía estos casos con el de la exjefa de gobierno del extinto Distrito Federal.

No pueden soslayarse los señalamientos del juzgador que tiene, dentro de su competencia, el asunto de Robles Berlanga, en una primera instancia determina el comportamiento doloso, al tener, además de permitirlo, conocimiento pleno de las actuaciones de algunos subordinados en el trámite y tergiversación del dinero, motivo, se dice, único de su aprehensión.

Se le atribuyen, entre más cosas, no solo el desvío de los 5 mil millones, sino además sobre la omisión de informar las irregularidades en la malversación, de igual manera, la responsabilidad en el delito de ejercicio indebido de funciones, propiciando con ello el daño multicitado.

De lo cuestionado, prevalece el comentario del lavatorio de manos del Ejecutivo al decir que “no hay consigna” en contra de nadie, sin embargo, también, curándose en salud, dijo que no será tapadera e nadie. En el discurso, se pudo entender la recomendación a los funcionarios públicos para que no caigan en las tentaciones del poder y no vean en el cargo la oportunidad para enriquecerse, tener bienes materiales, y no actúen como acomplejados, adjudicándose inmediatamente de mansiones, carros y sirviéndose de achichincles, resulta obvio considerar que quienes escucharon “seguirán” a pie juntillas la exigencia presidencial.