/ viernes 16 de febrero de 2018

Anatomia de lo social

El error es un arma que acaba siempre por dispararse contra el que la emplea

Concepción Arenal

Responsabilidades

Una vez concluidas las precampañas electorales, particularmente de quienes son aspirantes a ocupar la silla presidencial, se ha iniciado otro proceso considerado como un intermedio hasta antes de iniciar formal y legalmente las campañas de los ya presumibles candidatos, pues todo parece indicar no habrá sorpresas, serán los mismos contendientes de la previa; por tal motivo, la ocupación de los partidos se centra ahora en buscar “nuevas” estrategias cuyo propósito sea el de conseguir, hasta hoy no lo han logrado, posicionarse en las preferencias de los votantes.

Esa debe ser la responsabilidad de los institutos políticos: diseñar alguna fórmula para convencer sin usar la descalificación y, sobretodo, evitar mantener esas viejas formas de sometimiento vistas en estas “farsas” de precampaña; los argumentos usados, aunque fueran en eventos aparentemente internos, no sirvieron de nada, posicionar a una persona requería seriedad y verdad, ya no más promesas y sí la presentación de proyectos de trabajo para el futuro inmediato. Nada de eso se vio, por lo menos en los spots televisados; aunque los fines no se consiguieron, sí sirvió para justificar la millonarias cantidades gastadas en propaganda e imagen.

A pesar de catalogarse como históricas, será por su tiempo y por los miles de millones de pesos a gastarse, las campañas tendrán otro sentido de interpretación, en cuanto ya no serán solo los partidos a cuestionar, sino también sus candidatos; es decir, todavía hasta antes de las pasadas elecciones se hablaba de valorar a la persona, no a los partidos; actualmente se cuestiona a los partidos y a quienes han designado para representarlos en esta lucha por el poder, la inercia de las malas artes en la administración serán las dificultades a vencer.

En una especie de evaluación popular, la postura de los aspirantes parecía no distinguirse, el discurso centrado en la descalificación ha sido usado desde hace mucho tiempo, cuando hubo escisiones al interior del partido hegemónico; unos querían, otros no los dejaban, esa fue una de las primeras debilidades de ese partido, la división permitió la coexistencia de intereses particulares y la apropiación compartida del poder, en independencia a los colores o siglas utilizadas. Se aperturaron, casi en el descaro, las componendas y los arreglos. Fluyeron y distribuyeron los recursos económicos para beneficiar y acallar expresiones contrarias a lo establecido por los gobernantes en turno. Se diluyeron las voces de reclamo sumándose en favor del gobierno y se instalaron en contra de los intereses populares.

Con todo lo observado hasta aquí, también se han podido escuchar clamores ciudadanos ante lo absurdo de algunas propuestas, aprovechándose de la supuesta experiencia en el manejo de los programas orientados a beneficiar a la gente, en otros casos se apropian de algunos limitados logros de administraciones anteriores para hacerlos suyos. Afortunadamente la verdad salta a la vista, no se trata de experiencia, se trata de hacer las cosas en beneficio de la colectividad, cuando se vea lo contrario, existe la posibilidad de darle certeza a esos discursos llenos de demagogia, entendida ésta como una forma de convencer para alcanzar ambiciones políticas.

En la siguiente oportunidad electoral será importante revisar detenidamente las aspiraciones y los objetivos propuestos para realizarse en un sexenio presentadas por los aspirantes, además de valorar su comportamiento como servidor público, así como sus resultados; de alguna manera, desde esta perspectiva, se tendrá la posibilidad de elegir al mejor candidato, desentendiéndose de sus orígenes partidistas.

No se puede desechar la posibilidad de valorar la experiencia de los candidatos, al contrario, deben alentar las decisiones personales considerando sus resultados, los errores deben evitarse a toda costa, más aun cuando su recurrencia le cuesta al pueblo, pagando lo que no se debe pagar, como ocurre en lo cotidiano; bienes, servicios y productos de primera necesidad se alejan cada día de los bajos y limitados salarios obtenidos por un trabajador.

Aunque faltan muchos días para la formalidad oficial y retomar las campañas, la breve ausencia de tanta propaganda permitirá, una vez más, concientizarse de la realidad, este año ni siquiera se habló de una cuesta en el mes inicial, al parecer se estará padeciendo el fenómeno durante todo el año; el incremento a las estadísticas, aunque se pretenda demostrar lo contrario, se dará en una gran diversidad de rubros, la pobreza seguirá tan vigente como el desempleo, y aunque exista indignación no habrá, ya lo prohíbe la ley, manifestaciones para repudiar a quienes tienen la responsabilidad de cumplir con sus obligaciones, otorgándoles ese derecho constitucional a los ciudadanos.

Como muestra de lo comentado, se tiene el constante aumento a la gasolina, solo maldiciones mentales en contra de las autoridades, pues a pesar de ello nada detiene esa maléfica liberación arbitraria de precios y sus consecuencias; lo grave se presenta cuando el pueblo se conflictúa a sí mismo, unos por reclamar el abuso en los precios y otros por defenderlo, bajo el argumento de los aumentos a las gasolinas. Pareciera es una estrategia del gobierno para eludir, una vez más, sus responsabilidades.

Ante las evidencias contundentes y reales, será una responsabilidad popular acabar con tanto abuso sin la necesidad de enfrentarse al sistema, solo basta con hacer ese análisis profundamente reflexivo, para encontrar respuesta y solución a esa problemática; el voto será el instrumento ideal, no hay tampoco necesidad de pensar en una revolución, perdida de antemano por la represión de la ley, pero sí con esa decisión depositada en la urna será uno de los buenos recursos para vencer esa inercia casi natural, así como también demostrar que se actúa con responsabilidad.

El error es un arma que acaba siempre por dispararse contra el que la emplea

Concepción Arenal

Responsabilidades

Una vez concluidas las precampañas electorales, particularmente de quienes son aspirantes a ocupar la silla presidencial, se ha iniciado otro proceso considerado como un intermedio hasta antes de iniciar formal y legalmente las campañas de los ya presumibles candidatos, pues todo parece indicar no habrá sorpresas, serán los mismos contendientes de la previa; por tal motivo, la ocupación de los partidos se centra ahora en buscar “nuevas” estrategias cuyo propósito sea el de conseguir, hasta hoy no lo han logrado, posicionarse en las preferencias de los votantes.

Esa debe ser la responsabilidad de los institutos políticos: diseñar alguna fórmula para convencer sin usar la descalificación y, sobretodo, evitar mantener esas viejas formas de sometimiento vistas en estas “farsas” de precampaña; los argumentos usados, aunque fueran en eventos aparentemente internos, no sirvieron de nada, posicionar a una persona requería seriedad y verdad, ya no más promesas y sí la presentación de proyectos de trabajo para el futuro inmediato. Nada de eso se vio, por lo menos en los spots televisados; aunque los fines no se consiguieron, sí sirvió para justificar la millonarias cantidades gastadas en propaganda e imagen.

A pesar de catalogarse como históricas, será por su tiempo y por los miles de millones de pesos a gastarse, las campañas tendrán otro sentido de interpretación, en cuanto ya no serán solo los partidos a cuestionar, sino también sus candidatos; es decir, todavía hasta antes de las pasadas elecciones se hablaba de valorar a la persona, no a los partidos; actualmente se cuestiona a los partidos y a quienes han designado para representarlos en esta lucha por el poder, la inercia de las malas artes en la administración serán las dificultades a vencer.

En una especie de evaluación popular, la postura de los aspirantes parecía no distinguirse, el discurso centrado en la descalificación ha sido usado desde hace mucho tiempo, cuando hubo escisiones al interior del partido hegemónico; unos querían, otros no los dejaban, esa fue una de las primeras debilidades de ese partido, la división permitió la coexistencia de intereses particulares y la apropiación compartida del poder, en independencia a los colores o siglas utilizadas. Se aperturaron, casi en el descaro, las componendas y los arreglos. Fluyeron y distribuyeron los recursos económicos para beneficiar y acallar expresiones contrarias a lo establecido por los gobernantes en turno. Se diluyeron las voces de reclamo sumándose en favor del gobierno y se instalaron en contra de los intereses populares.

Con todo lo observado hasta aquí, también se han podido escuchar clamores ciudadanos ante lo absurdo de algunas propuestas, aprovechándose de la supuesta experiencia en el manejo de los programas orientados a beneficiar a la gente, en otros casos se apropian de algunos limitados logros de administraciones anteriores para hacerlos suyos. Afortunadamente la verdad salta a la vista, no se trata de experiencia, se trata de hacer las cosas en beneficio de la colectividad, cuando se vea lo contrario, existe la posibilidad de darle certeza a esos discursos llenos de demagogia, entendida ésta como una forma de convencer para alcanzar ambiciones políticas.

En la siguiente oportunidad electoral será importante revisar detenidamente las aspiraciones y los objetivos propuestos para realizarse en un sexenio presentadas por los aspirantes, además de valorar su comportamiento como servidor público, así como sus resultados; de alguna manera, desde esta perspectiva, se tendrá la posibilidad de elegir al mejor candidato, desentendiéndose de sus orígenes partidistas.

No se puede desechar la posibilidad de valorar la experiencia de los candidatos, al contrario, deben alentar las decisiones personales considerando sus resultados, los errores deben evitarse a toda costa, más aun cuando su recurrencia le cuesta al pueblo, pagando lo que no se debe pagar, como ocurre en lo cotidiano; bienes, servicios y productos de primera necesidad se alejan cada día de los bajos y limitados salarios obtenidos por un trabajador.

Aunque faltan muchos días para la formalidad oficial y retomar las campañas, la breve ausencia de tanta propaganda permitirá, una vez más, concientizarse de la realidad, este año ni siquiera se habló de una cuesta en el mes inicial, al parecer se estará padeciendo el fenómeno durante todo el año; el incremento a las estadísticas, aunque se pretenda demostrar lo contrario, se dará en una gran diversidad de rubros, la pobreza seguirá tan vigente como el desempleo, y aunque exista indignación no habrá, ya lo prohíbe la ley, manifestaciones para repudiar a quienes tienen la responsabilidad de cumplir con sus obligaciones, otorgándoles ese derecho constitucional a los ciudadanos.

Como muestra de lo comentado, se tiene el constante aumento a la gasolina, solo maldiciones mentales en contra de las autoridades, pues a pesar de ello nada detiene esa maléfica liberación arbitraria de precios y sus consecuencias; lo grave se presenta cuando el pueblo se conflictúa a sí mismo, unos por reclamar el abuso en los precios y otros por defenderlo, bajo el argumento de los aumentos a las gasolinas. Pareciera es una estrategia del gobierno para eludir, una vez más, sus responsabilidades.

Ante las evidencias contundentes y reales, será una responsabilidad popular acabar con tanto abuso sin la necesidad de enfrentarse al sistema, solo basta con hacer ese análisis profundamente reflexivo, para encontrar respuesta y solución a esa problemática; el voto será el instrumento ideal, no hay tampoco necesidad de pensar en una revolución, perdida de antemano por la represión de la ley, pero sí con esa decisión depositada en la urna será uno de los buenos recursos para vencer esa inercia casi natural, así como también demostrar que se actúa con responsabilidad.