El pesimista se queja del viento; el optimista
espera que cambie; el realista ajusta las velas.
William George Ward
Ante el infortunio de la tragedia provocada por el huracán "Otis", considerado con categoría 5, y a pesar del tiempo transcurrido, no ha sido posible la evaluación real de los daños causados, en consecuencia, las estimaciones y la necesidad de considerar el presupuesto para resarcir el daño todavía no ha sido cuantificado. Basado en lo dicho y sin consideración a las circunstancias, hay quienes se han aprovechado de esto, politizando en exceso el evento, propiciando una serie de críticas, principalmente de aquellos cuyas afiliaciones partidistas son ajenas al actual gobierno; culpando, con mucha parcialidad, la supuesta indiferencia de los trabajos realizados para atender a los damnificados.
Bajo esta premisa, se vinieron en avalancha las culpabilidades y las omisiones, responsabilizando al gobierno por no atender con prontitud los comunicados, algunos provenientes del extranjero, sin tomar en cuenta las providencias necesarias para alertar a la población, con las precauciones pertinentes, así se dice, se hubiera evitado la desgracia.
Ante intereses políticos particulares, antes de cuestionar con tanta vehemencia, los detractores deberían de considerar que la ineficiencia e inexistencia de protocolos preventivos diluyen, o hasta la ignorancia, cualquier pronóstico de los futuros acontecimientos relativos a este tipo de fenómenos meteorológicos, además de reconocer que, en términos comparativos, en sexenios anteriores han ocurrido situaciones semejantes y tampoco pudieron prevenir este tipo de desgracias y la pronta reparación de los daños sufridos, por lo tanto, sería mejor construir, proponer, sugerir, las actividades remediales para cuando así sea necesario, y no confundir a la gente con declaraciones sin un sentido de resolución de los problemas.
A pesar de las confrontaciones, de los impedimentos para permitir el acceso de la ayuda humanitaria, de los abusos y saqueos, la arbitrariedad de algunas autoridades, comunes en este tipo de circunstancias, finalmente ya se han dado los primeros pasos para acercar los insumos necesarios a los damnificados; desde luego, no se puede soslayar la sinergia establecida por las organizaciones de la sociedad civil, instituciones educativas de los diferentes niveles, todo en conjunto, se puede entender como una iniciativa ciudadana que, como siempre, ha dado muestras de solidaridad para con sus semejantes cuando atraviesan por enormes dificultades provocadas por la naturaleza.
- Sin hacer una apología de los trabajos del gobierno, que les son obligatorios, no solo en la participación de las fuerzas castrenses y de la Marina en la distribución de víveres, en la organización para distribuirlos, o bien por los anunciados programas gubernamentales de apoyo en dinero, al respecto ya hubo manifiesto, o anuncio, sobre el plan de reconstrucción y apoyo para Guerrero, destinando una cantidad de cerca de 62 mil millones de pesos, así como también se anunció el adelanto del pago a todos los programas de bienestar, incluyéndose becas para los jóvenes que construyen el futuro para que apoyen en las labores de limpieza de calles y reconstrucción, además, también se dijo que quedarán exentos del pago de luz e impuestos durante cuatro meses, así como se les entregaran enseres y despensas, no habrá cobro de impuestos y a los hogares dañados se les entregará una suma de entre 8 mil y hasta 60 mil pesos, según el daño sufrido.
A pesar de los ofrecimientos, donde, al parecer, solo se mencionan específicamente al puerto de Acapulco y a Coyuca de Benítez, en este sentido se han originado reproches, bajo el supuesto de que al parecer se han excluido otros lugares, ciudades y comunidades rurales que no están integradas al Plan, generándose con ello una preocupación e incertidumbre, pues se dice que todos deben ser tratados por igual, más aun cuando la necesidad es mayor, bajo el argumento, muy válido, de que los daños sufridos en muchos edificios públicos que tienen fines comerciales y de servicios siempre tienen un seguro que los respalde. No así la gente del campo que perdió la gran mayoría de sus cosechas, mejor dicho, de lo sembrado.
En otro tipo de desastres, al parecer olvidados por los políticos, en particular de los actuales opositores, es aquel provocado por el hombre, por mencionar alguno, sobre el derrame de desechos tóxicos cuya presunta responsabilidad es del famoso Grupo México y que, hasta la fecha, se encuentra impune, lo que no se olvida son los 40 mil metros cúbicos de ácido sulfúrico derramado en los ríos Sonora y Bacanuchi, esta perversa acción contaminó 270 kilómetros de territorio y afectó a 8 municipios con alrededor de 25 mil ciudadanos, este evento, no natural, fue calificado en su momento como el peor desastre ambiental de la historia de la minería en el país. A pesar de la gravedad, los dueños del corporativo alegaron que fue un accidente, cuando evidentemente hubo negligencia e incumplimiento de las supuestas actividades remediales.
“Sabrán” los de la oposición de los daños causados por ese corporativo cuyo dueño, Germán Larrea, ha estado en graves problemas, específicamente en los asuntos de la reparación de los daños, por supuesto que sí, aunque quizá se encuentre protegido para no saldar una cuenta total de 2 mil millones de pesos, “sabrán” de todo el daño provocado a la naturaleza, por la contaminación del agua, el aire, de la flora y la fauna, sabrán de las indemnizaciones a los afectados, seguramente que sí, pero se esconden criticando lo que ellos no han querido atender, con sus omisiones han evitado que la ley se aplique conforme corresponda.
Finalmente, si todos cumplieran con sus compromisos y estuvieran dispuestos a atender o a ofrecer la ayuda humanitaria, sin nada de politiquerías, es casi seguro que cualquier tipo de desastre tendría el apoyo solidario de todos.