/ viernes 12 de junio de 2020

Anatomía de lo social | Decepciones

Debemos aceptar la decepción finita, pero nunca perder la infinita esperanza.

Martin Luther King

Sin lugar a dudas, la postura institucionalizada utiliza percepciones y lenguajes particulares cuando se trata de hablar de las acciones realizadas por el gobierno, casi siempre, exaltando una serie de logros, cuya realidad contradice los discursos, es decir, basta mirar los que ocurre en el contexto social para observar las realidades escondidas en las estadísticas oficiales, en específico de la situación económica prevaleciente en el país; hay regodeo por evidenciar la recaudación de recursos a través del pago de impuestos de los contribuyentes, sin embargo, no se dice hacia dónde habrán de dirigirse las multimillonarias cantidades recaudadas, a pesar de tener conciencia plena de las necesidades que existen en diversos sectores, como ejemplo, en la salud.


Con el aval del Ejecutivo, existe el argumento de establecer condiciones de mejora a partir del mes de julio, cuando entre en vigor el nuevo Tratado de Libre Comercio, así como la reanudación de operaciones de algunas industrias detenidas por causa de la pandemia, ocasionándose, por supuesto, una situación muy complicada, como la ocurrida en el trimestre de abril, mayo y junio, comparativamente, se dice entonces que al final del mismo iremos hacia adelante.


De cualquier manera, es inevitable señalar que la pérdida de empleos ha superado varias centenas de miles, quedando en la indefensión, por obviedad, las personas que fueran separadas de sus fuentes de ingreso, aunque se presuma una posible recuperación de los mismos.


Para quienes viven una realidad tangible, las palabras del mandatario no satisfacen sus necesidades, por el contrario, se han decepcionado por tantas malas actuaciones de los actuales funcionarios del Gobierno federal, evidenciadas por el aumento de las personas en condiciones de pobreza observadas en muchos lugares, tratando de vender, entre la gente, algunos productos, desde modestas artesanías hasta dulces, con el propósito de allegarse un ingreso que les permita atender a sus familias, desafortunadamente, muchas veces son ignorados y, los menos, reciben el apoyo solidario de gente que les regala una moneda, convirtiéndolos, prácticamente, en indigentes.


No se pueden soslayar tampoco los problemas adyacentes a la devaluación del peso en relación al dólar, así como la baja en el precio del petróleo, aunque se diga que esto no es atribuible a la actual administración, lo cierto es que justamente ahora se viven las consecuencias, las justificaciones sobran, pues la moneda nacional necesita de más de veinte pesos para cambiarlo por un dólar.


Por otro lado, la efímera disminución de los precios de la gasolina ya empieza a diluirse, algunos piensan que el combustible, gasolina magna, rebasará también los veinte pesos por litro; ni que decirse de los costos de la electricidad, se empiezan a observar cobros excesivos y hasta arbitrarios, esto, como consecuencia, también ha traído decepción en muchos mexicanos que esperaban se cumpliera con lo prometido.


Más allá de la decepción, hay acciones que intrigan a la gente y que la confunden; no se trata de información falsa, se trata de acciones observadas, como en el caso de tanto discurso para cuidarse de los contagios provocados por el virus de la Covid-19 y los funcionarios que acuden a las “famosas” reuniones matinales, ninguno se nota que tenga los cuidados sugeridos, no se usa el cubre-bocas, ni se nota que se laven las manos o usen gel antibacterial, generándose un mayor escepticismo entre quienes han procurado seguir las recomendaciones de las autoridades de la salud; quizá por eso, cuando se anunció el inicio de algunas de las actividades no esenciales, las calles se inundaron de gente, como si ya se hubiera cambiado el color del semáforo; mal ejemplo y peores decisiones.


Debemos aceptar la decepción finita, pero nunca perder la infinita esperanza.

Martin Luther King

Sin lugar a dudas, la postura institucionalizada utiliza percepciones y lenguajes particulares cuando se trata de hablar de las acciones realizadas por el gobierno, casi siempre, exaltando una serie de logros, cuya realidad contradice los discursos, es decir, basta mirar los que ocurre en el contexto social para observar las realidades escondidas en las estadísticas oficiales, en específico de la situación económica prevaleciente en el país; hay regodeo por evidenciar la recaudación de recursos a través del pago de impuestos de los contribuyentes, sin embargo, no se dice hacia dónde habrán de dirigirse las multimillonarias cantidades recaudadas, a pesar de tener conciencia plena de las necesidades que existen en diversos sectores, como ejemplo, en la salud.


Con el aval del Ejecutivo, existe el argumento de establecer condiciones de mejora a partir del mes de julio, cuando entre en vigor el nuevo Tratado de Libre Comercio, así como la reanudación de operaciones de algunas industrias detenidas por causa de la pandemia, ocasionándose, por supuesto, una situación muy complicada, como la ocurrida en el trimestre de abril, mayo y junio, comparativamente, se dice entonces que al final del mismo iremos hacia adelante.


De cualquier manera, es inevitable señalar que la pérdida de empleos ha superado varias centenas de miles, quedando en la indefensión, por obviedad, las personas que fueran separadas de sus fuentes de ingreso, aunque se presuma una posible recuperación de los mismos.


Para quienes viven una realidad tangible, las palabras del mandatario no satisfacen sus necesidades, por el contrario, se han decepcionado por tantas malas actuaciones de los actuales funcionarios del Gobierno federal, evidenciadas por el aumento de las personas en condiciones de pobreza observadas en muchos lugares, tratando de vender, entre la gente, algunos productos, desde modestas artesanías hasta dulces, con el propósito de allegarse un ingreso que les permita atender a sus familias, desafortunadamente, muchas veces son ignorados y, los menos, reciben el apoyo solidario de gente que les regala una moneda, convirtiéndolos, prácticamente, en indigentes.


No se pueden soslayar tampoco los problemas adyacentes a la devaluación del peso en relación al dólar, así como la baja en el precio del petróleo, aunque se diga que esto no es atribuible a la actual administración, lo cierto es que justamente ahora se viven las consecuencias, las justificaciones sobran, pues la moneda nacional necesita de más de veinte pesos para cambiarlo por un dólar.


Por otro lado, la efímera disminución de los precios de la gasolina ya empieza a diluirse, algunos piensan que el combustible, gasolina magna, rebasará también los veinte pesos por litro; ni que decirse de los costos de la electricidad, se empiezan a observar cobros excesivos y hasta arbitrarios, esto, como consecuencia, también ha traído decepción en muchos mexicanos que esperaban se cumpliera con lo prometido.


Más allá de la decepción, hay acciones que intrigan a la gente y que la confunden; no se trata de información falsa, se trata de acciones observadas, como en el caso de tanto discurso para cuidarse de los contagios provocados por el virus de la Covid-19 y los funcionarios que acuden a las “famosas” reuniones matinales, ninguno se nota que tenga los cuidados sugeridos, no se usa el cubre-bocas, ni se nota que se laven las manos o usen gel antibacterial, generándose un mayor escepticismo entre quienes han procurado seguir las recomendaciones de las autoridades de la salud; quizá por eso, cuando se anunció el inicio de algunas de las actividades no esenciales, las calles se inundaron de gente, como si ya se hubiera cambiado el color del semáforo; mal ejemplo y peores decisiones.