/ viernes 3 de julio de 2020

Anatomía de lo Social | Desacuerdos

El aumento del conocimiento depende por completo de la existencia del desacuerdo.

Karl Popper

Mientras la alegoría permanece todavía por la celebración de un triunfo pasado, también quedan las adulaciones de quienes comparten el ejercicio del poder, haciendo evidente la creación de una burbuja protectora ante los resultados, contrarios a lo ofrecido en la campaña. Todavía se guardan en la memoria de millones de mexicanos aquella frase: “no les voy a fallar, no se van a decepcionar, soy muy consciente de mi responsabilidad histórica, no quiero pasar a la historia como un mal presidente”, palabras textuales de quien hoy dirige los destinos de la nación, en ese discurso, frente a miles de mexicanos congregados en el zócalo capitalino, se percibía un cambio radical, aniquilador de un régimen destruido por las malas artes de aquellas autoridades cuya responsabilidad era conseguir una tranquilidad y paz social para los mexicanos.

Sin duda, así se concebían esos discursos, como una esperanza para el pueblo, pueblo necesitado de atención institucional, de mejorar sus condiciones de vida, pero sobre todo de conciliar nuevamente a su gobierno con la gente, era un pronóstico esperado, el cambio fue esperado por los millones de persona que, en un ejercicio democrático le otorgaron, mediante el voto, su confianza y el anhelo de lograr lo que tanto fue ofrecido; de inicio, un crecimiento económico del 4 % cada año mientras durara su gobierno; sin embargo, se prevé una caída de hasta el 10 %, sin responsabilizar únicamente al problema de salud que se padece desde hace más de tres meses.

En contrasentido, desafortunadamente para los que ofrecieron la 4T, se han presentado una serie de irregularidades que han confrontado a funcionarios del gabinete, miembros del partido hoy en el poder, esos desacuerdos y algunas malas decisiones, pareciera le están cobrando la factura, bajo una valoración estadística, es decir, al inicio del nuevo Gbierno el presidente tenía una aceptación del 81 por ciento, ahora se establece en los números una aceptación de apenas el 66 por ciento, esta variante, pareciera, encendió los focos de alerta, propiciando, la reestructuración, de un proyecto que, así se supone, renueve la aceptación entre la gente.

Más allá de la existencia de fuerzas contrarias al régimen, traducidas en manifestaciones de oposición al Gobierno; fenómenos recurrentes realizados por aquellos que perdieron poder y privilegios, queda otra vez la oportunidad de la reivindicación, sin tomar en cuenta si son partidos o exfuncionarios, lo importante es, o pudiera ser, cumplir con lo prometido.

Después de las reflexiones, se presentará, en un futuro muy cercano, una nueva posibilidad de consolidar un sistema o autodestruirse si no se presentan cambios significativos; en este sentido, también el efecto López Obrador hará los suyo, pues se estarían cobrando las facturas a quienes, aprovechando la imagen del hoy presidente, ganaron unas elecciones, aunque no tuvieran la capacidad y preparación para eso; esa es la gravedad de las cosas, quizá por ello, el presidente decidió salir nuevamente a las giras y recorridos al interior del país, los “baños de pueblo” que en el pasado le produjeron grandes frutos, hoy pueden revertirse si en el año que sigue, las cosas no cambian su estado actual.

La gente de hoy, muchos jóvenes principalmente, ya no se conforman con una dadiva mensual, se quiere la seguridad de un empleo, de una mejor educación, la salud individual y familiar como un aspecto prioritario; ya lo demás, por añadidura, se resolvería por sí mismo y su particular naturaleza.

Finalmente, sin responsabilizar a una sola persona, el trabajo, en colectivo, que pueda desempeñarse de aquí a las próximas elecciones del 2021, serán el factor principal para determinar si se mantiene un régimen o se termina cuando la gente se oponga a seguir viviendo solo de promesas y palabras; cuando eso ocurra, si pudiera lograrse, se acabarían las criticas populares, así como todos los desacuerdos.

El aumento del conocimiento depende por completo de la existencia del desacuerdo.

Karl Popper

Mientras la alegoría permanece todavía por la celebración de un triunfo pasado, también quedan las adulaciones de quienes comparten el ejercicio del poder, haciendo evidente la creación de una burbuja protectora ante los resultados, contrarios a lo ofrecido en la campaña. Todavía se guardan en la memoria de millones de mexicanos aquella frase: “no les voy a fallar, no se van a decepcionar, soy muy consciente de mi responsabilidad histórica, no quiero pasar a la historia como un mal presidente”, palabras textuales de quien hoy dirige los destinos de la nación, en ese discurso, frente a miles de mexicanos congregados en el zócalo capitalino, se percibía un cambio radical, aniquilador de un régimen destruido por las malas artes de aquellas autoridades cuya responsabilidad era conseguir una tranquilidad y paz social para los mexicanos.

Sin duda, así se concebían esos discursos, como una esperanza para el pueblo, pueblo necesitado de atención institucional, de mejorar sus condiciones de vida, pero sobre todo de conciliar nuevamente a su gobierno con la gente, era un pronóstico esperado, el cambio fue esperado por los millones de persona que, en un ejercicio democrático le otorgaron, mediante el voto, su confianza y el anhelo de lograr lo que tanto fue ofrecido; de inicio, un crecimiento económico del 4 % cada año mientras durara su gobierno; sin embargo, se prevé una caída de hasta el 10 %, sin responsabilizar únicamente al problema de salud que se padece desde hace más de tres meses.

En contrasentido, desafortunadamente para los que ofrecieron la 4T, se han presentado una serie de irregularidades que han confrontado a funcionarios del gabinete, miembros del partido hoy en el poder, esos desacuerdos y algunas malas decisiones, pareciera le están cobrando la factura, bajo una valoración estadística, es decir, al inicio del nuevo Gbierno el presidente tenía una aceptación del 81 por ciento, ahora se establece en los números una aceptación de apenas el 66 por ciento, esta variante, pareciera, encendió los focos de alerta, propiciando, la reestructuración, de un proyecto que, así se supone, renueve la aceptación entre la gente.

Más allá de la existencia de fuerzas contrarias al régimen, traducidas en manifestaciones de oposición al Gobierno; fenómenos recurrentes realizados por aquellos que perdieron poder y privilegios, queda otra vez la oportunidad de la reivindicación, sin tomar en cuenta si son partidos o exfuncionarios, lo importante es, o pudiera ser, cumplir con lo prometido.

Después de las reflexiones, se presentará, en un futuro muy cercano, una nueva posibilidad de consolidar un sistema o autodestruirse si no se presentan cambios significativos; en este sentido, también el efecto López Obrador hará los suyo, pues se estarían cobrando las facturas a quienes, aprovechando la imagen del hoy presidente, ganaron unas elecciones, aunque no tuvieran la capacidad y preparación para eso; esa es la gravedad de las cosas, quizá por ello, el presidente decidió salir nuevamente a las giras y recorridos al interior del país, los “baños de pueblo” que en el pasado le produjeron grandes frutos, hoy pueden revertirse si en el año que sigue, las cosas no cambian su estado actual.

La gente de hoy, muchos jóvenes principalmente, ya no se conforman con una dadiva mensual, se quiere la seguridad de un empleo, de una mejor educación, la salud individual y familiar como un aspecto prioritario; ya lo demás, por añadidura, se resolvería por sí mismo y su particular naturaleza.

Finalmente, sin responsabilizar a una sola persona, el trabajo, en colectivo, que pueda desempeñarse de aquí a las próximas elecciones del 2021, serán el factor principal para determinar si se mantiene un régimen o se termina cuando la gente se oponga a seguir viviendo solo de promesas y palabras; cuando eso ocurra, si pudiera lograrse, se acabarían las criticas populares, así como todos los desacuerdos.