/ viernes 18 de diciembre de 2020

Anatomía de lo Social | Deseos

Los deseos en nuestra vida forman una / cadena, cuyos eslabones son las esperanzas.

Séneca

A punto de terminar este año, permeado de grandes y graves problemas, su culminación, sin duda, habrá de trastocar no solo las relaciones interpersonales-familiares, sino también todas las manifestaciones culturales, particularmente en las tradiciones de la navidad, así como la preparación de un nuevo año, evidentemente, desde luego, el factor preponderante para estos cambios es el ignominioso virus de la Covid-19, cuya presencia modificó los estilos de vida de la gran mayoría de las personas; los menos, descalificando el problema de salud, seguramente, como si nada pasara, se han mantenido en una misma dinámica y, con seguridad, habrán de realizar sus festejos tal y como han estado acostumbrados, arriesgando su seguridad al congregarse en numerosos grupos de familia y amigos.

Más allá de cualquier forma de comportamiento en las fiestas decembrinas, lo que al parecer no cambiará serán la formulación de los deseos, aunque ahora serán con otras intenciones, totalmente opuestos, a aquellos diseñados para el crecimiento personal, o bien de los previamente sustentados en los colores de la ropa interior, cuyos objetivos se circunscriben en el amor y el dinero, y algunos por el bienestar familiar.

Bajo estas consideraciones, se pueden pronosticar, aunque no sean doce, uno primario, referido justamente al ámbito de la salud; donde se espera que la vacuna antiviral, realmente sirva para contrarrestar la pandemia, además se distribuya de una manera pronta y equitativa, no solo para los grupos de edad vulnerable, sino para todos los actores intervinientes en la atención de los pacientes en niveles de gravedad, en consecuencia, este tipo de profesionales serían también altamente propensos para la adquisición del virus.

Esto parece indicar que millones de personas quedarían satisfechos si se interrumpe el fenómeno y que la vida recobre sus añejas formas de enfrentarla, dejando a un lado la llamada nueva normalidad, donde la felicidad, cuando menos en este sentido, daría la tranquilidad y, por supuesto, la salud recobrada.

Para la familia, otro de los deseos, directamente vinculados al anterior, sería el regreso a las actividades presenciales en las instituciones educativas, regresándole ese papel social a los maestros, pues en las condiciones actuales, sin señalar a ningún responsable, ese rol ha recaído especialmente en las mamás, quienes se han esforzado por cumplir con las exigencias académicas escolares, sin embargo, aunque se diga lo contrario, los niveles de aprovechamiento quedarán situados muy por debajo de los estándares logrados cuando la enseñanza se compartía en los salones de clase; luego entonces, ese deseo, respecto de la educación, regresaría a que todos los actores involucrados en las tareas educativas, ejerzan el papel que a cada quien le corresponde.

Las clases trabajadoras seguramente aspiran, a través de los deseos, que las fuentes laborales puedan restablecerse, no únicamente por el trabajo en sí mismo, sino por todo lo que representa, especialmente en lo relativo a la manutención de la familia en todos sus aspectos, o mejor dicho, como lo refiere la sociología, en todas sus funciones, por eso, es legítima esa aspiración; también, si eso pudiera ocurrir, en el año siguiente nuevamente se podría recuperar la calidad de vida anterior, así como las necesarias percepciones económicas.

Dentro de las posibilidades, mejor dicho, de las esperanzas, hay quienes esperan la sensibilización de los gobernantes, cuyas decisiones unilaterales. han afectado las posibilidades de contribución social, ignorando a las organizaciones, cuya misión, justamente, es de colaborar, de acuerdo a los objetos sociales establecidos en las respectivas actas constitutivas, en aquellas acciones donde las instituciones no alcanzan a llegar, por supuesto, que se espera, el análisis respectivo para otorgarle, a las organizaciones, aquellas facultades, basadas en la ley, para atender las demandas de programas sociales y aumentar, con su participación, el número de beneficiarios.

Muy a pesar de las condiciones actuales y de todas las necesidades no atendidas, todavía quedan las esperanzas basadas en las creencias religiosas, sustentadas en la fe de las personas; para cambiar lo que en el presente año se ha quedado, para cambiar, así se espera, lo que traiga felicidad y prosperidad..

Los deseos en nuestra vida forman una / cadena, cuyos eslabones son las esperanzas.

Séneca

A punto de terminar este año, permeado de grandes y graves problemas, su culminación, sin duda, habrá de trastocar no solo las relaciones interpersonales-familiares, sino también todas las manifestaciones culturales, particularmente en las tradiciones de la navidad, así como la preparación de un nuevo año, evidentemente, desde luego, el factor preponderante para estos cambios es el ignominioso virus de la Covid-19, cuya presencia modificó los estilos de vida de la gran mayoría de las personas; los menos, descalificando el problema de salud, seguramente, como si nada pasara, se han mantenido en una misma dinámica y, con seguridad, habrán de realizar sus festejos tal y como han estado acostumbrados, arriesgando su seguridad al congregarse en numerosos grupos de familia y amigos.

Más allá de cualquier forma de comportamiento en las fiestas decembrinas, lo que al parecer no cambiará serán la formulación de los deseos, aunque ahora serán con otras intenciones, totalmente opuestos, a aquellos diseñados para el crecimiento personal, o bien de los previamente sustentados en los colores de la ropa interior, cuyos objetivos se circunscriben en el amor y el dinero, y algunos por el bienestar familiar.

Bajo estas consideraciones, se pueden pronosticar, aunque no sean doce, uno primario, referido justamente al ámbito de la salud; donde se espera que la vacuna antiviral, realmente sirva para contrarrestar la pandemia, además se distribuya de una manera pronta y equitativa, no solo para los grupos de edad vulnerable, sino para todos los actores intervinientes en la atención de los pacientes en niveles de gravedad, en consecuencia, este tipo de profesionales serían también altamente propensos para la adquisición del virus.

Esto parece indicar que millones de personas quedarían satisfechos si se interrumpe el fenómeno y que la vida recobre sus añejas formas de enfrentarla, dejando a un lado la llamada nueva normalidad, donde la felicidad, cuando menos en este sentido, daría la tranquilidad y, por supuesto, la salud recobrada.

Para la familia, otro de los deseos, directamente vinculados al anterior, sería el regreso a las actividades presenciales en las instituciones educativas, regresándole ese papel social a los maestros, pues en las condiciones actuales, sin señalar a ningún responsable, ese rol ha recaído especialmente en las mamás, quienes se han esforzado por cumplir con las exigencias académicas escolares, sin embargo, aunque se diga lo contrario, los niveles de aprovechamiento quedarán situados muy por debajo de los estándares logrados cuando la enseñanza se compartía en los salones de clase; luego entonces, ese deseo, respecto de la educación, regresaría a que todos los actores involucrados en las tareas educativas, ejerzan el papel que a cada quien le corresponde.

Las clases trabajadoras seguramente aspiran, a través de los deseos, que las fuentes laborales puedan restablecerse, no únicamente por el trabajo en sí mismo, sino por todo lo que representa, especialmente en lo relativo a la manutención de la familia en todos sus aspectos, o mejor dicho, como lo refiere la sociología, en todas sus funciones, por eso, es legítima esa aspiración; también, si eso pudiera ocurrir, en el año siguiente nuevamente se podría recuperar la calidad de vida anterior, así como las necesarias percepciones económicas.

Dentro de las posibilidades, mejor dicho, de las esperanzas, hay quienes esperan la sensibilización de los gobernantes, cuyas decisiones unilaterales. han afectado las posibilidades de contribución social, ignorando a las organizaciones, cuya misión, justamente, es de colaborar, de acuerdo a los objetos sociales establecidos en las respectivas actas constitutivas, en aquellas acciones donde las instituciones no alcanzan a llegar, por supuesto, que se espera, el análisis respectivo para otorgarle, a las organizaciones, aquellas facultades, basadas en la ley, para atender las demandas de programas sociales y aumentar, con su participación, el número de beneficiarios.

Muy a pesar de las condiciones actuales y de todas las necesidades no atendidas, todavía quedan las esperanzas basadas en las creencias religiosas, sustentadas en la fe de las personas; para cambiar lo que en el presente año se ha quedado, para cambiar, así se espera, lo que traiga felicidad y prosperidad..