/ viernes 3 de abril de 2020

Anatomía de lo Social | Divergencias

Nada es veneno, todo es veneno: a diferencia está en la dosis.

Paracelso

Mientras las autoridades de salud se preocupan por mantener informada a la población, a través de conferencias y otros medios de comunicación, sobre el desarrollo -fases- de la pandemia ocasionada por el Covid-19; por otro lado, en la población, existe mucho escepticismo, cuando en lo cotidiano se observa un comportamiento natural en las actividades de las personas, tal vez sea por la falta de conocimiento del asunto o por negarse a la aceptación de una verdadera emergencia sanitaria, donde la vida de las personas se encuentra en riesgo.

En estas circunstancias, permeadas de contradicción, se decreta un estado de emergencia, con todas las intenciones de salvaguardar justamente la salud de la población, de ahí la recomendación de “quedarse en casa”, en específico dirigido a los mayores de sesenta años, los niños y niñas, las mujeres embarazadas, los hipertensos, diabéticos, etc. De igual manera, se orienta en las televisoras de cuáles son las actividades que pueden realizarse para aguantar, como se le ha llamado, entre otros tantos adjetivos, al encierro domiciliario.

En este sentido, hay quienes, por sus personales posibilidades cuentan con recursos tecnológicos. Juegos de mesa, espacios especiales, como ocurre con los “artistas” que arengan a quienes los ven en la televisión, para que se haga lo mismo que ellos, olvidando que la mayoría de la gente no tiene las mismas condiciones de vida.

Más allá de la supuesta influencia mediática para resguardarse en casa y mantener una sana distancia, las autoridades de salud han tomado la decisión de establecer los límites necesarios aplicables a todos los espacios públicos donde pudieran concentrarse más de cincuenta personas, para evitar posibles contagios del nuevo virus; desde luego, esto debe observarse en los tres niveles de gobierno, donde cada uno tendrá que hacer lo que le corresponde.

Con la pretensión de acotar la emergencia sanitaria sin afectar el funcionamiento económico del país, se han implementado una serie de medidas que así lo permitan, para ello se han dispuesto una serie de actividades esenciales, así les denominaron, que no serán suspendidas, entre tantas, se encuentran en una primera instancia las del sector salud, por obviedad, considerada así para atender la emergencia sanitaria, junto con todos sus servicios; de igual manera la de seguridad pública y protección ciudadana; también se encuentran incluidos los servicios que se realizan en el Sistema de Administración Tributaria, las que generan y distribuyen los alimentos, es decir, los mercados, tiendas de autoservicio, abarrotes y venta de alimentos preparados; transporte público, telecomunicaciones y medios de comunicación, por señalar algunos de ellos, y que, de alguna manera, suponen y garantizan, como ya se dijo antes, una estabilidad desde el punto de vista económico y de asistencia social.

Evidentemente, lo que surge por decreto, aunque sea para un beneficio colectivo, no siempre se considera bajo ese razonamiento, pues la realidad supera cualquier tipo de buenas intenciones, en este caso, la propuesta de las autoridades al liberar algunas de las actividades esenciales, parece facultar a las personas a deslindarse de las responsabilidades sobre el cuidado individual, bajo un comportamiento, aunque rutinario, que soslaya las indicaciones para cuidar su integridad; polarizando las actividades de quienes se quedan en casa y los que por las circunstancias no pueden hacerlo.

Bajo estas consideraciones, la divergencia observada se opone al cumplimiento y permite la libertad del hacer de la vida diaria junto con sus actores; por eso encontramos a las personas, saludarse de mano, del beso en la mejilla, de las parejas, el beso natural, y por consiguiente, las relaciones de tipo sexual, sin suponer siquiera, que en esos apartados se guarde la sana distancia.

Finalmente, entre lo decretado, lo liberado y lo realizado en la cotidianidad de la vida, se pueden percibir, a los escépticos en su comportamiento y a los temerosos por el peligro del contagio, justamente ahí es donde quedan establecidas las divergencias.

Nada es veneno, todo es veneno: a diferencia está en la dosis.

Paracelso

Mientras las autoridades de salud se preocupan por mantener informada a la población, a través de conferencias y otros medios de comunicación, sobre el desarrollo -fases- de la pandemia ocasionada por el Covid-19; por otro lado, en la población, existe mucho escepticismo, cuando en lo cotidiano se observa un comportamiento natural en las actividades de las personas, tal vez sea por la falta de conocimiento del asunto o por negarse a la aceptación de una verdadera emergencia sanitaria, donde la vida de las personas se encuentra en riesgo.

En estas circunstancias, permeadas de contradicción, se decreta un estado de emergencia, con todas las intenciones de salvaguardar justamente la salud de la población, de ahí la recomendación de “quedarse en casa”, en específico dirigido a los mayores de sesenta años, los niños y niñas, las mujeres embarazadas, los hipertensos, diabéticos, etc. De igual manera, se orienta en las televisoras de cuáles son las actividades que pueden realizarse para aguantar, como se le ha llamado, entre otros tantos adjetivos, al encierro domiciliario.

En este sentido, hay quienes, por sus personales posibilidades cuentan con recursos tecnológicos. Juegos de mesa, espacios especiales, como ocurre con los “artistas” que arengan a quienes los ven en la televisión, para que se haga lo mismo que ellos, olvidando que la mayoría de la gente no tiene las mismas condiciones de vida.

Más allá de la supuesta influencia mediática para resguardarse en casa y mantener una sana distancia, las autoridades de salud han tomado la decisión de establecer los límites necesarios aplicables a todos los espacios públicos donde pudieran concentrarse más de cincuenta personas, para evitar posibles contagios del nuevo virus; desde luego, esto debe observarse en los tres niveles de gobierno, donde cada uno tendrá que hacer lo que le corresponde.

Con la pretensión de acotar la emergencia sanitaria sin afectar el funcionamiento económico del país, se han implementado una serie de medidas que así lo permitan, para ello se han dispuesto una serie de actividades esenciales, así les denominaron, que no serán suspendidas, entre tantas, se encuentran en una primera instancia las del sector salud, por obviedad, considerada así para atender la emergencia sanitaria, junto con todos sus servicios; de igual manera la de seguridad pública y protección ciudadana; también se encuentran incluidos los servicios que se realizan en el Sistema de Administración Tributaria, las que generan y distribuyen los alimentos, es decir, los mercados, tiendas de autoservicio, abarrotes y venta de alimentos preparados; transporte público, telecomunicaciones y medios de comunicación, por señalar algunos de ellos, y que, de alguna manera, suponen y garantizan, como ya se dijo antes, una estabilidad desde el punto de vista económico y de asistencia social.

Evidentemente, lo que surge por decreto, aunque sea para un beneficio colectivo, no siempre se considera bajo ese razonamiento, pues la realidad supera cualquier tipo de buenas intenciones, en este caso, la propuesta de las autoridades al liberar algunas de las actividades esenciales, parece facultar a las personas a deslindarse de las responsabilidades sobre el cuidado individual, bajo un comportamiento, aunque rutinario, que soslaya las indicaciones para cuidar su integridad; polarizando las actividades de quienes se quedan en casa y los que por las circunstancias no pueden hacerlo.

Bajo estas consideraciones, la divergencia observada se opone al cumplimiento y permite la libertad del hacer de la vida diaria junto con sus actores; por eso encontramos a las personas, saludarse de mano, del beso en la mejilla, de las parejas, el beso natural, y por consiguiente, las relaciones de tipo sexual, sin suponer siquiera, que en esos apartados se guarde la sana distancia.

Finalmente, entre lo decretado, lo liberado y lo realizado en la cotidianidad de la vida, se pueden percibir, a los escépticos en su comportamiento y a los temerosos por el peligro del contagio, justamente ahí es donde quedan establecidas las divergencias.