/ viernes 13 de marzo de 2020

Anatomía de lo Social | El día sin mujeres

Los razonamientos, a partir de observaciones particulares, pretendieron negar la participación de miles de mujeres en los movimientos convocados en aras de combatir la violencia, puede decirse feminicidios, así como el acoso y hostigamiento sexual que padecen este grupo de personas, el primero, referente a los atentados contra la vida, los segundos en relación a las insinuaciones de carácter sexual generalmente de los hombres hacia las mujeres.

Esto sería como el factor principal de los movimientos, sin embargo, en contrasentido, también se pudo notar a quienes no suspendieron sus actividades cotidianas, a pesar de tener el permiso correspondiente, los argumentos, aunque en apariencia simples, fueron acerca del cumplimiento de una obligación para llevar el sustento familiar, en otros casos por la naturaleza y responsabilidad en sus quehaceres, en especial aquellas que se dedican al cuidado de la salud, desde luego, se reconoce esta actitud al evitar poner en riesgo a las personas que se encontraban bajo su cuidado.

También es de reconocerse la decidida participación da las instituciones educativas, al organizar algunos eventos donde la temática principal fue, precisamente, el de abatir el acoso y el hostigamiento que ocurre en esos contextos, obvio, también en otras áreas donde la relación entre hombres y mujeres es común. Estas acciones generaron un compromiso, el del respeto, a partir de la reconstrucción de una cultura donde la convivencia armoniosa sea no solo respecto de los asuntos de índole sexual, sino además en el trato igualitario para todos.

Desde luego, también surgieron tantas preguntas como inquietudes en relación a los límites permisibles de una relación entre personas y hasta dónde ese trato puede llegar a entenderse como violencia o acoso sexual; luego entonces, posibilitar un comportamiento que no permita las insinuaciones, la solicitud de favores sexuales o bien otros contactos, verbales o físicos, que implícitamente sean considerados como tratamientos discriminatorios o atentatorios contra la integridad de las personas.

De los casos más recurrentes, según un estudio realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), “El acoso sexual está íntimamente ligado con el poder y con frecuencia se lleva a cabo en sociedad que tratan a las mujeres como objetos sexuales y ciudadanos de segunda clase”, en este sentido, pareciera obvio, la cosificación de la mujer como simple objeto de placer y de compañía. Desde luego, es importante aclarar que si estas acciones no son permitidas o deseadas, sí se consideran como agresivas; si por el contrario se encuentra la permisibilidad de la persona no se considera como tal.

En el acuerdo y aceptación de los riesgos en el supuesto de incurrir en este tipo de violencia, es importante mencionar cuales serían, entre otros muchos las acciones consideradas como acoso sexual, como por ejemplo: contar chistes de carácter sexual, mostrar fotos o dibujos (pornografía); cartas, correos, llamadas telefónicas de ese carácter; clasificar a las personas en razón de sus atributos físicos, comentarios sobre la ropa y arreglo de las personas. Sin duda, esto debe ser como una alerta para quienes, en su momento, se han atrevido a cometer este tipo de acciones legalmente prohibidas; bajo el riesgo de sufrir algún tipo de sanción, de acuerdo a la gravedad del caso.

Más allá de los conceptos y su gran diversidad de acepciones, no se puede soslayar el hecho o el cuestionamiento de ¿hasta dónde estarán las posibilidades de la autoridad para atender los señalamientos que se hagan, en relación al acoso sexual?, si se hace en comparación con los atentados contra la vida, así como la poca respuesta sobre la resolución de los miles de casos ocurridos a lo largo y ancho del país, puede pronosticarse, no la incompetencia, sino la incapacidad y falta de personal vinculado, por ley, a resolver esta problemática.

Ojalá que no se perviertan las demandas y los reclamos de las mujeres, que no se hagan acusaciones sin fundamento; de igual manera, se establezcan los compromisos y responsabilidades, sobre el respeto mutuo.

Los razonamientos, a partir de observaciones particulares, pretendieron negar la participación de miles de mujeres en los movimientos convocados en aras de combatir la violencia, puede decirse feminicidios, así como el acoso y hostigamiento sexual que padecen este grupo de personas, el primero, referente a los atentados contra la vida, los segundos en relación a las insinuaciones de carácter sexual generalmente de los hombres hacia las mujeres.

Esto sería como el factor principal de los movimientos, sin embargo, en contrasentido, también se pudo notar a quienes no suspendieron sus actividades cotidianas, a pesar de tener el permiso correspondiente, los argumentos, aunque en apariencia simples, fueron acerca del cumplimiento de una obligación para llevar el sustento familiar, en otros casos por la naturaleza y responsabilidad en sus quehaceres, en especial aquellas que se dedican al cuidado de la salud, desde luego, se reconoce esta actitud al evitar poner en riesgo a las personas que se encontraban bajo su cuidado.

También es de reconocerse la decidida participación da las instituciones educativas, al organizar algunos eventos donde la temática principal fue, precisamente, el de abatir el acoso y el hostigamiento que ocurre en esos contextos, obvio, también en otras áreas donde la relación entre hombres y mujeres es común. Estas acciones generaron un compromiso, el del respeto, a partir de la reconstrucción de una cultura donde la convivencia armoniosa sea no solo respecto de los asuntos de índole sexual, sino además en el trato igualitario para todos.

Desde luego, también surgieron tantas preguntas como inquietudes en relación a los límites permisibles de una relación entre personas y hasta dónde ese trato puede llegar a entenderse como violencia o acoso sexual; luego entonces, posibilitar un comportamiento que no permita las insinuaciones, la solicitud de favores sexuales o bien otros contactos, verbales o físicos, que implícitamente sean considerados como tratamientos discriminatorios o atentatorios contra la integridad de las personas.

De los casos más recurrentes, según un estudio realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), “El acoso sexual está íntimamente ligado con el poder y con frecuencia se lleva a cabo en sociedad que tratan a las mujeres como objetos sexuales y ciudadanos de segunda clase”, en este sentido, pareciera obvio, la cosificación de la mujer como simple objeto de placer y de compañía. Desde luego, es importante aclarar que si estas acciones no son permitidas o deseadas, sí se consideran como agresivas; si por el contrario se encuentra la permisibilidad de la persona no se considera como tal.

En el acuerdo y aceptación de los riesgos en el supuesto de incurrir en este tipo de violencia, es importante mencionar cuales serían, entre otros muchos las acciones consideradas como acoso sexual, como por ejemplo: contar chistes de carácter sexual, mostrar fotos o dibujos (pornografía); cartas, correos, llamadas telefónicas de ese carácter; clasificar a las personas en razón de sus atributos físicos, comentarios sobre la ropa y arreglo de las personas. Sin duda, esto debe ser como una alerta para quienes, en su momento, se han atrevido a cometer este tipo de acciones legalmente prohibidas; bajo el riesgo de sufrir algún tipo de sanción, de acuerdo a la gravedad del caso.

Más allá de los conceptos y su gran diversidad de acepciones, no se puede soslayar el hecho o el cuestionamiento de ¿hasta dónde estarán las posibilidades de la autoridad para atender los señalamientos que se hagan, en relación al acoso sexual?, si se hace en comparación con los atentados contra la vida, así como la poca respuesta sobre la resolución de los miles de casos ocurridos a lo largo y ancho del país, puede pronosticarse, no la incompetencia, sino la incapacidad y falta de personal vinculado, por ley, a resolver esta problemática.

Ojalá que no se perviertan las demandas y los reclamos de las mujeres, que no se hagan acusaciones sin fundamento; de igual manera, se establezcan los compromisos y responsabilidades, sobre el respeto mutuo.