/ viernes 5 de febrero de 2021

Anatomía de lo Social | Epifanías

El futuro no pertenece a nadie. No hay precursores, no existen más que rezagados.

Jean Cocteau

En algún momento de la vida, se supone, habrá quienes se llenen de nostalgia por recordar, en un momento dado, hasta comparar, eventos ocurridos en ese proceso natural de desarrollo, desde la niñez, donde los juegos callejeros eran tan especiales por no necesitar más que el ingenio para realizarlos, otros, ya definidos como tal, eran juegos acompañados de cantos, para las mujeres, otros de ciertas reglas para los hombres, así trascurrió los niños y las niñas sin la preocupación, tampoco, del peligro por estar en la calle, muchas veces hasta muy tarde, eso, obvio, se ha quedado atrás, la tecnología ha rebasado los ingenios naturales, acorralando y cautivando la mentalidad infantil, en juegos llenos de tedio y aburrimiento, lo peor, atiborrados de violencia, de ahí, aunque no sea el único factor, esta actitud agresiva permea casi todos los espacios de la sociedad; ahora solo queda la añoranza de tiempos idos.

En el proceso evolutivo, no solo del individuo sino de todo el contexto, también han sido evidentes otras actividades humanas, como la educación, por ejemplo, ir a la escuela, además de la obligatoriedad, por ser la añeja fórmula de darle a los hijos la mejor “herencia” constituía, más allá de los planes y programas, uno de los espacios de aprendizaje más importantes, donde se crecían las relaciones interpersonales, se fomentaban los valores, a través de la educación cívica, en donde el reclamo de los padres no existía, solo la encomienda al maestro por ayudar, sin menoscabo de las formas; hoy, todo se ha trasformado, los comportamientos de la gran mayoría de los actores de este proceso se han ido adaptando a las circunstancias, los padres exigen respeto para sus hijos, aun cuando han sido ellos los promotores de la desobediencia, sin el cuidado del cumplimiento a las obligaciones, la falta de respeto a sus iguales y sus mayores; por supuesto entonces que la nostalgia llega a partir de lo vivido.

No se puede evitar la mención respecto de las actividades laborales de las personas, en aquellos tiempos cuando te ofrecían oportunidad de trabajar, por ejemplo, en una fábrica, los propietarios otorgaban la capacitación correspondiente, casi siempre durante un periodo de tres meses, lo mejor cuando anunciaban tu contratación, asegurando un salario digno, prestaciones de acuerdo a la ley, así como la incorporación a un régimen de salud; lamentable observar lo cotidiano, la carencia de espacios de trabajo, propicia, además del desempleo, la desesperación entre quienes necesitan trabajar para el sostenimiento de las familias; añoranza por aquellos tiempos, en donde no importaba tanto los estudios, en virtud de la disposición e interés para realizar las actividades propias del empleo; esto le daba sustento a la economía del país.

Desde luego, cómo evitar el recuerdo sobre las acciones que se realizaban por los responsables del sector salud en la atención de las enfermedades, la medicina preventiva hacia lo suyo, casi todo estaba bajo control, hasta que, entre otras cosas, se fueron modificando los procesos de producción, la tierra y el trabajo se convirtió en botín de muchos, lo grave fue cuando se usaron elementos químicos para la producción de alimentos, antaño naturales, hoy convertidos en mutantes, de ahí la aparición de nuevas enfermedades, cuyos tratamientos hoy en día muy costosos en su tratamiento, quien no recuerda, los alimentos auténticamente naturales, tan solo en su sabor, hoy pobremente imitados, y ante la necesidad de consumirlos, queda solo el buen recuerdo.

Inevitable la referencia al buen arte de hacer política, los gobiernos surgidos con esas intenciones, trabajaban con constancia, sobre todo, a pesar de muchos inconvenientes, le ofrecían al pueblo, lo constitucionalmente establecido, desde luego, la referencia es en algunas décadas atrás, cuando quienes, por razones específicas, tenían empleos federales, privilegiados por supuesto, pero comprometidos, con el ejercicio de sus funciones; el tiempo ha cambiado, sin embargo, quedan las nuevas oportunidades, quizá no para volver al pasado, pero si para recuperar lo perdido, quizá pueda ser posible o quizá también todo se quede en la simpleza de una simples epifanías.

El futuro no pertenece a nadie. No hay precursores, no existen más que rezagados.

Jean Cocteau

En algún momento de la vida, se supone, habrá quienes se llenen de nostalgia por recordar, en un momento dado, hasta comparar, eventos ocurridos en ese proceso natural de desarrollo, desde la niñez, donde los juegos callejeros eran tan especiales por no necesitar más que el ingenio para realizarlos, otros, ya definidos como tal, eran juegos acompañados de cantos, para las mujeres, otros de ciertas reglas para los hombres, así trascurrió los niños y las niñas sin la preocupación, tampoco, del peligro por estar en la calle, muchas veces hasta muy tarde, eso, obvio, se ha quedado atrás, la tecnología ha rebasado los ingenios naturales, acorralando y cautivando la mentalidad infantil, en juegos llenos de tedio y aburrimiento, lo peor, atiborrados de violencia, de ahí, aunque no sea el único factor, esta actitud agresiva permea casi todos los espacios de la sociedad; ahora solo queda la añoranza de tiempos idos.

En el proceso evolutivo, no solo del individuo sino de todo el contexto, también han sido evidentes otras actividades humanas, como la educación, por ejemplo, ir a la escuela, además de la obligatoriedad, por ser la añeja fórmula de darle a los hijos la mejor “herencia” constituía, más allá de los planes y programas, uno de los espacios de aprendizaje más importantes, donde se crecían las relaciones interpersonales, se fomentaban los valores, a través de la educación cívica, en donde el reclamo de los padres no existía, solo la encomienda al maestro por ayudar, sin menoscabo de las formas; hoy, todo se ha trasformado, los comportamientos de la gran mayoría de los actores de este proceso se han ido adaptando a las circunstancias, los padres exigen respeto para sus hijos, aun cuando han sido ellos los promotores de la desobediencia, sin el cuidado del cumplimiento a las obligaciones, la falta de respeto a sus iguales y sus mayores; por supuesto entonces que la nostalgia llega a partir de lo vivido.

No se puede evitar la mención respecto de las actividades laborales de las personas, en aquellos tiempos cuando te ofrecían oportunidad de trabajar, por ejemplo, en una fábrica, los propietarios otorgaban la capacitación correspondiente, casi siempre durante un periodo de tres meses, lo mejor cuando anunciaban tu contratación, asegurando un salario digno, prestaciones de acuerdo a la ley, así como la incorporación a un régimen de salud; lamentable observar lo cotidiano, la carencia de espacios de trabajo, propicia, además del desempleo, la desesperación entre quienes necesitan trabajar para el sostenimiento de las familias; añoranza por aquellos tiempos, en donde no importaba tanto los estudios, en virtud de la disposición e interés para realizar las actividades propias del empleo; esto le daba sustento a la economía del país.

Desde luego, cómo evitar el recuerdo sobre las acciones que se realizaban por los responsables del sector salud en la atención de las enfermedades, la medicina preventiva hacia lo suyo, casi todo estaba bajo control, hasta que, entre otras cosas, se fueron modificando los procesos de producción, la tierra y el trabajo se convirtió en botín de muchos, lo grave fue cuando se usaron elementos químicos para la producción de alimentos, antaño naturales, hoy convertidos en mutantes, de ahí la aparición de nuevas enfermedades, cuyos tratamientos hoy en día muy costosos en su tratamiento, quien no recuerda, los alimentos auténticamente naturales, tan solo en su sabor, hoy pobremente imitados, y ante la necesidad de consumirlos, queda solo el buen recuerdo.

Inevitable la referencia al buen arte de hacer política, los gobiernos surgidos con esas intenciones, trabajaban con constancia, sobre todo, a pesar de muchos inconvenientes, le ofrecían al pueblo, lo constitucionalmente establecido, desde luego, la referencia es en algunas décadas atrás, cuando quienes, por razones específicas, tenían empleos federales, privilegiados por supuesto, pero comprometidos, con el ejercicio de sus funciones; el tiempo ha cambiado, sin embargo, quedan las nuevas oportunidades, quizá no para volver al pasado, pero si para recuperar lo perdido, quizá pueda ser posible o quizá también todo se quede en la simpleza de una simples epifanías.