Los triunfadores tienen mucha suerte. Si o no lo crees, pregúntale a un fracasado.
Michael Levine
A pocos días de haber concluido las olimpiadas, es importante mencionar la muy desafortunada participación de los atletas mexicanos en los juegos celebrados en París, Francia; como siempre, la espera de estos eventos que permiten la reunión de miles de deportistas, como en este caso, en cuya edición participaron un total de 206 países en 24 disciplinas; México asistió con 109, de un total de 10,500 atletas. Sin perder la objetividad, los deportistas mexicanos, por los pésimos resultados, dejaron un amargo sabor de boca al conseguir únicamente 5 medallas; desde luego, sin minimizar a los ganadores por su éxito, no puede llamarse triunfo a un segundo o tercer lugar, de cualquier manera, dignificaron su presencia en esta justa deportiva.
Más allá de las estadísticas, que, por supuesto, dejarían en evidencia a los competidores, es importante hacer una valoración real o verdadera por el fracaso en las olimpiadas, que rebasan lo deportivo y trastocan otros ámbitos donde las autoridades del ramo deben asumir la responsabilidad de la conformación de los grupos, dígase equipos, y preparación de los atletas; luego entonces, el fracaso no es de unos cuantos, sino de la gran mayoría de los involucrados.
Por ejemplo, la titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, Ana Guevara, cuyo único mérito fue haber ganado un campeonato mundial de atletismo en 2003 y una medalla de plata dentro de la prueba de 400 metros planos en Atenas 2004; este fue el motivo para designarla como directora de un instituto que depende de la Secretaria de Educación Pública, cargo que le supone realizar el fomento, administración y regulación en materia de políticas públicas, vinculadas a la activación física de la población en general, aunque lo más importante se refiere a la regulación del deporte organizado, tanto aficionado como profesional; evidentemente, el ámbito de su competencia le obliga a formar atletas de alto rendimiento para lograr lugares de privilegio por el apoyo que, también se supone, se les debe proporcionar a los deportistas.
Después de muchos años al frente de esta Comisión, ha logrado conseguir, o permanecer, en un estado de confort, cuyo objetivo se traduce en la importancia de competir y no de ganar, filosofía de adiestramiento, no solo para la gente del deporte, también de otras áreas donde se da la competencia; su desinterés pudo notarse en su placentera estancia en Francia, donde se le veía disfrutar de unas “vacaciones” pagadas con el dinero del pueblo, sin embargo, cuando se le cuestionó al respecto, solo se atrevió a decir que con el dinero que gana puede hacer lo que quiera.
A partir de estas circunstancias, no se podía exigir que los representantes de México en las competencias olímpicas estuvieran obligados a conseguir 109 medallas, si el ejemplo fue suficiente, muchos atletas, con pena se dice, solo fueron a cumplir con el requisito de la participación, sin aspiraciones a nada, aunque, se insiste, no se les puede culpar totalmente porque además hay otros factores que influyen en el fracaso de este tipo de ventos mundialistas.
Aunque algunos medios informativos se han referido a la conquista de las cinco medallas como un acontecimiento histórico, la realidad solo puede entenderse en el contexto de la temporalidad, es decir, por el año de las acciones, se guardarán en un anecdotario, justamente para tenerlo en el libro de relatorías y de recuerdos, en fin, a pesar de lo glamoroso de la ceremonia de abanderamiento y de los premios económicos ofrecidos a los deportistas que ganaren, es necesario señalar dónde están los graves errores en la formación de los talentos deportivos.
Después de los cuestionamientos hechos para la autoridad, se deben de considerar otros factores que limitan al deporte, no solo el olímpico, sino en lo general; en este sentido se pueden señalar las enormes deficiencias y diferencia que se tienen en la infraestructura para la práctica del deporte, al final, como somos tercermundistas, pues habrá que conformarse con lo que se consiga, entonces, si no se tienen las instalaciones adecuadas, nunca estaremos en los niveles de otros países, por ejemplo, Estados Unidos y China, entre muchos otros, por ello, si se hiciera una evaluación comparativa, solo bastaría contar las medallas de oro, plata y bronce conquistadas por sus atletas.
En otro orden de ideas, también se debe mencionar que la mentalidad y conformismo tiene sometidos a los países, no solo a México, cuyas limitaciones económicas solo le aportan unos cuantos pesos al deporte, sin soslayar la buena rasurada que le dan las autoridades respectivas, con estas bases, los deportistas hacen de las competencias un viaje placentero, solo para medio cumplir con las responsabilidades que les atañen, los resultados: cinco medallas que justificaron la presencia de la delegación mexicana en París.
Y para concluir con los fracasos, se tiene al futbol de México, donde los intereses monetarios rebasan al deportivo, por eso no hubo participación en los juegos ya referidos, por eso la eliminación en la pasada copa del mundo y, la más reciente, la Copa América, donde ni siquiera se pudo pasar a una ronda superior.
Para terminar, mientras no se renueven los cuadros de dirección en el deporte, no se aumenten los recursos económicos para su práctica, mientras no se piense solo en competir y sí en ganar, se siga siendo el “ya merito” lo conseguíamos, luego entonces lo único que se podrá ver seguirán siendo los fracasos.