/ viernes 29 de abril de 2022

Anatomía de lo Social | Hambre

Antes de dar al pueblo sacerdotes, soldados y maestros, sería oportuno saber si no se está muriendo de hambre.

León Tolstoi

Desafortunadamente, uno de los graves problemas, quizá poco considerados, que enfrenta la humanidad es la falta de alimentos para vivir; atribuyéndole, en la actualidad a dos fenómenos, aun manifiestos, causantes de una mortalidad muy alta, en primera instancia, la aparentemente disminuida pandemia, provocada por el Covid-19, que ha dejado, en la indefensión económica y alimentaria a millones de personas; por otro lado, el aumento al índice de precios, provocado por la lucha armada iniciada por Rusia en contra de Ucrania.

De alguna manera, se les puede atribuir, parcialmente, a estos dos eventos, la recurrencia del problema de la alimentación; Sin embargo, el problema del hambre ha evolucionado de manera constante desde el año dos mil quince; causada por el aumento de los precios, es decir, como lo ha reconocido la representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, Lina Pohl, en reciente entrevista.

Desde una perspectiva particular, sin la pretensión de ser muy pragmático; la consecuencia principal de los problemas alimentarios, fue la irreparable disminución de fuentes de trabajo, evidentemente, los recursos económicos, fueron tan desastrosos, que resultaron un adicional al problema de la salud, asociados, entonces en perversa dicotomía virus y hambre, se aumentaron los índices de mortalidad, ante la indiferencia de muchos para resolver ambos problemas.

No se puede negar, que también el conflicto armado ha hecho lo suyo, al ser los dos países, Rusia y Ucrania, grandes exportadores de granos básicos, las limitaciones y dificultades para mantenerse en ese estatus dentro del comercio, ha provocado un aumento en los precios de sus productos, causando la imposibilidad de la compra, al no tener los recursos suficientes para ello.

Por supuesto, esto incluye a México al ser un país importador de productos alimentarios y de fertilización para la tierra, luego entonces, por donde quiera que se le vea, el pronóstico no es nada halagüeño; al suponerse, la incapacidad en la producción de alimentos; por ello es imperioso, se considere, por parte de las autoridades del ramo, desarrollar alternativas o estrategias para asegurar la producción, adelantarse en la adquisición de los insumos necesarios para no depender totalmente de otros países, mejor posesionados en este ámbito de aprovechamiento de los recursos de la tierra; para lograr, cuando menos, una precaria autosuficiencia alimentaria.

Aunque las intenciones del gobierno, para atender las demandas sociales, puedan entenderse como alentadoras, la realidad puede rebasarlas, hasta ahora, no se han hecho evidentes, ningún proyecto o programa, que pueda salvaguardar los derechos de la colectividad; asociando la creación de fuentes de empleo con la producción de alimentos, propiciando con ello, las posibilidades adquisitivas y disminuyendo, entre otras cosas, la desnutrición y el desarrollo normal de las personas,

  • Parece contradictorio, en muchos casos, que el hambre sea solamente por la falta de productos, circunstancia que no se define totalmente, pues existe una producción suficiente para alimentar a toda la población demandante, lo lamentable, es cuando no se puede comprar lo que se necesita.

De alguna manera, quienes tienen la posibilidad de llegar a los centros de abastecimiento de alimentos, mercados o plazas comerciales, se pueden observar la enorme cantidad productos, que se llegan a quedar en esos lugares, al no ser vendidos, en muchas ocasiones hasta desperdiciados.

En esta parte es cuando debería existir una conciencia colectiva y participativa; vinculatoria entre los oferentes y los compradores, siendo justos en sus precios, considerando las limitaciones de muchos en su poder de compra; unos, los primeros, no desperdiciar ni "tirar" lo que no se vendió y los otros, tener, alimentos, aunque elementales, para tener una alimentación nutritiva y saludable.

Obvio, al gobierno le corresponde hacer su parte, otorgar subsidios, facilitar la compra de insumos y fertilizantes, cuyo fin sea el lograr la producción de alimentos que satisfagan los requerimientos de vendedores y compradores con justicia en sus respectivas necesidades, tal vez, con ello, se pueda disminuir todos los efectos que son acarreados por el hambre.

Finalmente, cuando este fenómeno sea debidamente atendido, no solamente se lograrán la satisfacción de las necesidades primarias, sino, además, la gente, tendrá la oportunidad de mejorar, sus condiciones de vida, hoy vistas con mucha precariedad.

Antes de dar al pueblo sacerdotes, soldados y maestros, sería oportuno saber si no se está muriendo de hambre.

León Tolstoi

Desafortunadamente, uno de los graves problemas, quizá poco considerados, que enfrenta la humanidad es la falta de alimentos para vivir; atribuyéndole, en la actualidad a dos fenómenos, aun manifiestos, causantes de una mortalidad muy alta, en primera instancia, la aparentemente disminuida pandemia, provocada por el Covid-19, que ha dejado, en la indefensión económica y alimentaria a millones de personas; por otro lado, el aumento al índice de precios, provocado por la lucha armada iniciada por Rusia en contra de Ucrania.

De alguna manera, se les puede atribuir, parcialmente, a estos dos eventos, la recurrencia del problema de la alimentación; Sin embargo, el problema del hambre ha evolucionado de manera constante desde el año dos mil quince; causada por el aumento de los precios, es decir, como lo ha reconocido la representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, Lina Pohl, en reciente entrevista.

Desde una perspectiva particular, sin la pretensión de ser muy pragmático; la consecuencia principal de los problemas alimentarios, fue la irreparable disminución de fuentes de trabajo, evidentemente, los recursos económicos, fueron tan desastrosos, que resultaron un adicional al problema de la salud, asociados, entonces en perversa dicotomía virus y hambre, se aumentaron los índices de mortalidad, ante la indiferencia de muchos para resolver ambos problemas.

No se puede negar, que también el conflicto armado ha hecho lo suyo, al ser los dos países, Rusia y Ucrania, grandes exportadores de granos básicos, las limitaciones y dificultades para mantenerse en ese estatus dentro del comercio, ha provocado un aumento en los precios de sus productos, causando la imposibilidad de la compra, al no tener los recursos suficientes para ello.

Por supuesto, esto incluye a México al ser un país importador de productos alimentarios y de fertilización para la tierra, luego entonces, por donde quiera que se le vea, el pronóstico no es nada halagüeño; al suponerse, la incapacidad en la producción de alimentos; por ello es imperioso, se considere, por parte de las autoridades del ramo, desarrollar alternativas o estrategias para asegurar la producción, adelantarse en la adquisición de los insumos necesarios para no depender totalmente de otros países, mejor posesionados en este ámbito de aprovechamiento de los recursos de la tierra; para lograr, cuando menos, una precaria autosuficiencia alimentaria.

Aunque las intenciones del gobierno, para atender las demandas sociales, puedan entenderse como alentadoras, la realidad puede rebasarlas, hasta ahora, no se han hecho evidentes, ningún proyecto o programa, que pueda salvaguardar los derechos de la colectividad; asociando la creación de fuentes de empleo con la producción de alimentos, propiciando con ello, las posibilidades adquisitivas y disminuyendo, entre otras cosas, la desnutrición y el desarrollo normal de las personas,

  • Parece contradictorio, en muchos casos, que el hambre sea solamente por la falta de productos, circunstancia que no se define totalmente, pues existe una producción suficiente para alimentar a toda la población demandante, lo lamentable, es cuando no se puede comprar lo que se necesita.

De alguna manera, quienes tienen la posibilidad de llegar a los centros de abastecimiento de alimentos, mercados o plazas comerciales, se pueden observar la enorme cantidad productos, que se llegan a quedar en esos lugares, al no ser vendidos, en muchas ocasiones hasta desperdiciados.

En esta parte es cuando debería existir una conciencia colectiva y participativa; vinculatoria entre los oferentes y los compradores, siendo justos en sus precios, considerando las limitaciones de muchos en su poder de compra; unos, los primeros, no desperdiciar ni "tirar" lo que no se vendió y los otros, tener, alimentos, aunque elementales, para tener una alimentación nutritiva y saludable.

Obvio, al gobierno le corresponde hacer su parte, otorgar subsidios, facilitar la compra de insumos y fertilizantes, cuyo fin sea el lograr la producción de alimentos que satisfagan los requerimientos de vendedores y compradores con justicia en sus respectivas necesidades, tal vez, con ello, se pueda disminuir todos los efectos que son acarreados por el hambre.

Finalmente, cuando este fenómeno sea debidamente atendido, no solamente se lograrán la satisfacción de las necesidades primarias, sino, además, la gente, tendrá la oportunidad de mejorar, sus condiciones de vida, hoy vistas con mucha precariedad.