/ viernes 19 de junio de 2020

Anatomía de lo Social | Hijo-padre-hijo

Un homenaje a todos los padres en su día, en especial a Don Arturo Duen Rosete por el gran legado a sus hijos

Más allá del origen de esta minimizada celebración, en relación a otras del mismo carácter, así como de quien pudiera ser considerado como el precursor de la misma. El Día del Padre, a celebrarse el próximo domingo, puede considerarse como un homenaje a quien ha representado una gran diversidad de roles en el contexto de las familias nucleares, entre otros, el de ser el principal proveedor para atender todas las necesidades principales de esta institución primaria, considerado también como el pilar de la fuerza y del castigo, guía en la formación de valores como la honestidad, responsabilidad, trabajo, respeto, desde luego hay muchos más, para convertir a sus hijos en hombres de bien, bajo esta serie de principios inculcados.

Esa es la imagen del hombre, cuyas virtudes poco han sido reconocidas, sin embargo, su papel altamente protagónico ha dejado un profundo legado pues, sin estar en competencia con la madre, los logros obtenidos por los hijos han sido, y serán, bajo su tutela y observancia, una de las grandes herencias del comportamiento y éxito de sus hijos. Cuando menos, así se ha estimado por mucho tiempo, la exigencia y el aliento para salir adelante han sido argumentos sostenidos y repetidos durante el devenir de los tiempos.

Seguramente, para quienes crecieron bajo ese riguroso ordenamiento, las dificultades solo quedan como una buena enseñanza, el valor, influencia paterna, establece los parámetros a seguir; el papá, por su experiencia, reduce las posibilidades de equivocarse, más aún cuando sus consejos son para el beneficio de la familia. Ante las circunstancias y elementos, no puede negarse todo aquello que identifica al hombre y el papel representado.

Aun cuando las condiciones actuales no permitirán una celebración apropiada, es posible suponer que en el festejo del Día del Padre, no serán omitidas las felicitaciones y los regalos, dichoso entonces deberá sentirse el papá cuyos hijos le admiran y le respetan, pero sobre todo por poder observar el resultado de muchos años de esfuerzo y sacrificio para darles a sus hijos todo aquello que ha estado dentro de sus posibilidades.

Desde luego, como si fueran miles de analogías, el reconocimiento a esos hombres que multiplicaron con sus experiencias, el desarrollo de otros pensamientos, quizá más libres, pero quedando con la conciencia tranquila, por haber cumplido con su deber de padre, por ello, así se considera, no pudiera haber otro mejor ejemplo a seguir, en consecuencia, merecidos serán los homenajes, las fiestas y los regalos en el próximo día del padre.

En una conversión por la naturaleza de la vida, quien fueron hijos, hoy se han convertido en padres, aunque, muchos, después de formarse bajo la exigencia, el rigor, y hasta un golpe correctivo, desafortunadamente, han equivocado el camino de esa reproducción del carácter férreo para convertirlo en una conducta de apapacho y consentimiento, muchas veces bajo un argumento, por supuesto equivocado, al decir que no quisieran que los hijos vivieran bajo un régimen arbitrario y de castigo, dicho de otra manera, como si la vida hubiera sido traumatizante, los hijos no deben vivir, bajo esos esquemas, y por ello, hoy les otorgan todo tipo de consideraciones y facilidades para un comportamiento absurdo e irresponsable.

Sin legitimar esas formas, la sociedad refleja la independencia de un hijo, aunque siga viviendo bajo el techo de los padres, el derroche de dinero, supuestamente, presupuestado para las tareas escolares y progreso académico, la permisibilidad de llegar a la casa a altas horas de la noche, no pocas veces, en estado alcohólico, o peor aún, bajo esos influjos, haber provocado un accidente; solo basta ver los fines de semana, no ahorita por la contingencia, las cantinas, hoy llamadas antros, donde los jovencitos, menores de edad, dejan el dinero producto del esfuerzo de sus padres.

Un homenaje a todos los padres en su día, en especial a Don Arturo Duen Rosete por el gran legado a sus hijos

Más allá del origen de esta minimizada celebración, en relación a otras del mismo carácter, así como de quien pudiera ser considerado como el precursor de la misma. El Día del Padre, a celebrarse el próximo domingo, puede considerarse como un homenaje a quien ha representado una gran diversidad de roles en el contexto de las familias nucleares, entre otros, el de ser el principal proveedor para atender todas las necesidades principales de esta institución primaria, considerado también como el pilar de la fuerza y del castigo, guía en la formación de valores como la honestidad, responsabilidad, trabajo, respeto, desde luego hay muchos más, para convertir a sus hijos en hombres de bien, bajo esta serie de principios inculcados.

Esa es la imagen del hombre, cuyas virtudes poco han sido reconocidas, sin embargo, su papel altamente protagónico ha dejado un profundo legado pues, sin estar en competencia con la madre, los logros obtenidos por los hijos han sido, y serán, bajo su tutela y observancia, una de las grandes herencias del comportamiento y éxito de sus hijos. Cuando menos, así se ha estimado por mucho tiempo, la exigencia y el aliento para salir adelante han sido argumentos sostenidos y repetidos durante el devenir de los tiempos.

Seguramente, para quienes crecieron bajo ese riguroso ordenamiento, las dificultades solo quedan como una buena enseñanza, el valor, influencia paterna, establece los parámetros a seguir; el papá, por su experiencia, reduce las posibilidades de equivocarse, más aún cuando sus consejos son para el beneficio de la familia. Ante las circunstancias y elementos, no puede negarse todo aquello que identifica al hombre y el papel representado.

Aun cuando las condiciones actuales no permitirán una celebración apropiada, es posible suponer que en el festejo del Día del Padre, no serán omitidas las felicitaciones y los regalos, dichoso entonces deberá sentirse el papá cuyos hijos le admiran y le respetan, pero sobre todo por poder observar el resultado de muchos años de esfuerzo y sacrificio para darles a sus hijos todo aquello que ha estado dentro de sus posibilidades.

Desde luego, como si fueran miles de analogías, el reconocimiento a esos hombres que multiplicaron con sus experiencias, el desarrollo de otros pensamientos, quizá más libres, pero quedando con la conciencia tranquila, por haber cumplido con su deber de padre, por ello, así se considera, no pudiera haber otro mejor ejemplo a seguir, en consecuencia, merecidos serán los homenajes, las fiestas y los regalos en el próximo día del padre.

En una conversión por la naturaleza de la vida, quien fueron hijos, hoy se han convertido en padres, aunque, muchos, después de formarse bajo la exigencia, el rigor, y hasta un golpe correctivo, desafortunadamente, han equivocado el camino de esa reproducción del carácter férreo para convertirlo en una conducta de apapacho y consentimiento, muchas veces bajo un argumento, por supuesto equivocado, al decir que no quisieran que los hijos vivieran bajo un régimen arbitrario y de castigo, dicho de otra manera, como si la vida hubiera sido traumatizante, los hijos no deben vivir, bajo esos esquemas, y por ello, hoy les otorgan todo tipo de consideraciones y facilidades para un comportamiento absurdo e irresponsable.

Sin legitimar esas formas, la sociedad refleja la independencia de un hijo, aunque siga viviendo bajo el techo de los padres, el derroche de dinero, supuestamente, presupuestado para las tareas escolares y progreso académico, la permisibilidad de llegar a la casa a altas horas de la noche, no pocas veces, en estado alcohólico, o peor aún, bajo esos influjos, haber provocado un accidente; solo basta ver los fines de semana, no ahorita por la contingencia, las cantinas, hoy llamadas antros, donde los jovencitos, menores de edad, dejan el dinero producto del esfuerzo de sus padres.