/ viernes 13 de agosto de 2021

Anatomía de lo Social | INE

La democracia es el proceso que garantiza que no seamos gobernados mejor de lo que nos merecemos.

George Bernard Shaw

Como un acto de burla, puede entenderse la declaratoria sobre la aprobación, ocurrida hace un par de días, sobre el financiamiento público que recibirán los partidos en el siguiente año, desde luego aquellos que cuentan con registro nacional, bajo el argumento legal establecido en el artículo 41 constitucional; fijando una cifra de 5,821 millones de pesos, considerándose que la cantidad no está sujeta a negociación, como lo dijera el consejero presidente del INE, basándose en una metodología de cálculo sustentada en la ley.

Complementando el discurso del funcionario, señalo que ni la Cámara de Diputados puede debatir la forma de calcular el presupuesto, aunque tenga la facultad de determinar el presupuesto anual de la federación; obviamente, “defiende” la postura legal, pero sobre todo se hace evidente los intereses personales y, posiblemente, institucionales.

Más adelante comentó que la liberación de este recurso les permite a las distintas fuerzas políticas la participación en las contiendas electorales, permitiéndoles, además, las oportunidades reales de ganar; aunque el dinero no garantiza el triunfo, pero sí la posibilidad de conectarse con la ciudadanía, siendo una forma de reconocer la participación con equidad de las minorías y mayorías en la competencia electoral.

Después de las paráfrasis, sirvan las premisas anteriores para someterlas a un juicio particular; por supuesto, que la absurda cantidad de más de cinco mil millones, usados para elegir a los representantes del pueblo, merecen, aunque digan que la ley, a través de los legisladores, no tiene facultades para inmiscuirse en la fórmula para determinarla; si debe ser posible, como ha ocurrido en otras ocasiones, modificar la Constitución, para acabar con un imperio que supuestamente debe ser el árbitro, sin parcialidad, para sancionar toda violación a las leyes electorales.

Por otro lado, en total contradicción a la supuesta participación ciudadana y sus resultados, además fincados en una experiencia de más de siete años, se dice que el dinero no es determinante para determinar el triunfo en las urnas; luego entonces. Para que la exigencia de pedir esa aberrante cantidad, en independencia de las actividades para las elecciones, es decir, seis elecciones locales, y, en su caso, un referéndum de revocación de mandato, así como una consulta popular; evidentemente, ni siquiera tienen la magnitud de otras elecciones pasadas, por lo tanto, el dinero no es necesario; pues como se ha visto últimamente, no gana el que más gasta.

Para curarse en salud; obvio, ya con el “tamal” preparado, aunque todavía “crudo” los consejeros en sesión, aprobaron por unanimidad, el calendario de actividades y programa de trabajo que deberán seguir en la asignación del presupuesto que requiere el instituto; justificando la propuesta, entre los integrantes del consejo, se dice que habrá racionalidad en la distribución de los recursos, que se justifiquen las partidas, con el interés de cumplir con los objetivos que se propongan; finalmente, para tener los resultados esperados.

En las justificaciones, con un espléndido juego de palabras, el consejero Ciro Murayama, dice que no hay que tapar al niño, sin antes arrullarlo, o bien que no se puede andar jugando para ver si hay cosas que funciones o no; al parecer se refería a que, la democracia, no es un juego para ver si se le ayuda o no, por el contrario, debe ser obligatorio para construir una auténtica democracia; evidente e incomprensible, habrá que esperar para saber cuál era la verdadera intención del doctor.

De alguna manera, se puede entender, la defensa de los privilegios que por muchos años han tenido todos los consejeros del Instituto; por ello, pueden inventarse proyectos “de gran calado” pretendiendo que eso les resolverá su posición defensora de la democracia y los valores que los rigen, sin embargo, si estuvieran de acuerdo con la democracia, no fingirían la posibilidad de elegir nuevos funcionarios del INE, ni se atreverían a maquillar los supuestos exámenes de oposición para seleccionar a quienes estén mejor posicionados para ser parte del Servicio Profesional Electoral; lo mejor sería renunciar a sus cargos y sus prebendas; como esos 2 millones 346 mil pesos que gastaron en alimentos los consejeros, bueno, no todos; entonces, se nota que no hay racionalidad, respeto ni conciencia democrática.

Bueno, como no hay lucha que la que no se hace, seguramente, los consejeros, se mantendrán en esa postura de cuidar, sus particulares intereses, mientras el pueblo, seguirá luchando por mantener viva la posibilidad de que algún día, aparezca el auténtico salvador de las causas populares; de igual manera la esperanza de que las condiciones de vida se mejoren, que el dinero se distribuya para el beneficio colectivo; entonces sí tendrán valor las palabras de Murayama; que para ellos no importa quien gane; mientras para los comunes, el ganador, debe ser un cuidador de la democracia y un luchador por los intereses de la colectividad.

La democracia es el proceso que garantiza que no seamos gobernados mejor de lo que nos merecemos.

George Bernard Shaw

Como un acto de burla, puede entenderse la declaratoria sobre la aprobación, ocurrida hace un par de días, sobre el financiamiento público que recibirán los partidos en el siguiente año, desde luego aquellos que cuentan con registro nacional, bajo el argumento legal establecido en el artículo 41 constitucional; fijando una cifra de 5,821 millones de pesos, considerándose que la cantidad no está sujeta a negociación, como lo dijera el consejero presidente del INE, basándose en una metodología de cálculo sustentada en la ley.

Complementando el discurso del funcionario, señalo que ni la Cámara de Diputados puede debatir la forma de calcular el presupuesto, aunque tenga la facultad de determinar el presupuesto anual de la federación; obviamente, “defiende” la postura legal, pero sobre todo se hace evidente los intereses personales y, posiblemente, institucionales.

Más adelante comentó que la liberación de este recurso les permite a las distintas fuerzas políticas la participación en las contiendas electorales, permitiéndoles, además, las oportunidades reales de ganar; aunque el dinero no garantiza el triunfo, pero sí la posibilidad de conectarse con la ciudadanía, siendo una forma de reconocer la participación con equidad de las minorías y mayorías en la competencia electoral.

Después de las paráfrasis, sirvan las premisas anteriores para someterlas a un juicio particular; por supuesto, que la absurda cantidad de más de cinco mil millones, usados para elegir a los representantes del pueblo, merecen, aunque digan que la ley, a través de los legisladores, no tiene facultades para inmiscuirse en la fórmula para determinarla; si debe ser posible, como ha ocurrido en otras ocasiones, modificar la Constitución, para acabar con un imperio que supuestamente debe ser el árbitro, sin parcialidad, para sancionar toda violación a las leyes electorales.

Por otro lado, en total contradicción a la supuesta participación ciudadana y sus resultados, además fincados en una experiencia de más de siete años, se dice que el dinero no es determinante para determinar el triunfo en las urnas; luego entonces. Para que la exigencia de pedir esa aberrante cantidad, en independencia de las actividades para las elecciones, es decir, seis elecciones locales, y, en su caso, un referéndum de revocación de mandato, así como una consulta popular; evidentemente, ni siquiera tienen la magnitud de otras elecciones pasadas, por lo tanto, el dinero no es necesario; pues como se ha visto últimamente, no gana el que más gasta.

Para curarse en salud; obvio, ya con el “tamal” preparado, aunque todavía “crudo” los consejeros en sesión, aprobaron por unanimidad, el calendario de actividades y programa de trabajo que deberán seguir en la asignación del presupuesto que requiere el instituto; justificando la propuesta, entre los integrantes del consejo, se dice que habrá racionalidad en la distribución de los recursos, que se justifiquen las partidas, con el interés de cumplir con los objetivos que se propongan; finalmente, para tener los resultados esperados.

En las justificaciones, con un espléndido juego de palabras, el consejero Ciro Murayama, dice que no hay que tapar al niño, sin antes arrullarlo, o bien que no se puede andar jugando para ver si hay cosas que funciones o no; al parecer se refería a que, la democracia, no es un juego para ver si se le ayuda o no, por el contrario, debe ser obligatorio para construir una auténtica democracia; evidente e incomprensible, habrá que esperar para saber cuál era la verdadera intención del doctor.

De alguna manera, se puede entender, la defensa de los privilegios que por muchos años han tenido todos los consejeros del Instituto; por ello, pueden inventarse proyectos “de gran calado” pretendiendo que eso les resolverá su posición defensora de la democracia y los valores que los rigen, sin embargo, si estuvieran de acuerdo con la democracia, no fingirían la posibilidad de elegir nuevos funcionarios del INE, ni se atreverían a maquillar los supuestos exámenes de oposición para seleccionar a quienes estén mejor posicionados para ser parte del Servicio Profesional Electoral; lo mejor sería renunciar a sus cargos y sus prebendas; como esos 2 millones 346 mil pesos que gastaron en alimentos los consejeros, bueno, no todos; entonces, se nota que no hay racionalidad, respeto ni conciencia democrática.

Bueno, como no hay lucha que la que no se hace, seguramente, los consejeros, se mantendrán en esa postura de cuidar, sus particulares intereses, mientras el pueblo, seguirá luchando por mantener viva la posibilidad de que algún día, aparezca el auténtico salvador de las causas populares; de igual manera la esperanza de que las condiciones de vida se mejoren, que el dinero se distribuya para el beneficio colectivo; entonces sí tendrán valor las palabras de Murayama; que para ellos no importa quien gane; mientras para los comunes, el ganador, debe ser un cuidador de la democracia y un luchador por los intereses de la colectividad.