/ viernes 9 de abril de 2021

Anatomía de lo Social | Migración

Viajar es el paraíso de los necios. Nuestro primer viaje nos descubre la indiferencia de los lugares.

Emerson

Como una nueva oportunidad, para atender el fenómeno de la migración, así se entiende a partir del acercamiento, vía telefónica, entre los países de México y Estados Unidos, representados por el presidente, junto con el canciller, así como la vicepresidenta del vecino país del norte; donde se establecieron algunos criterios, de acuerdo a un comunicado emitido por el área de comunicación de la Presidencia de la República, respecto de los mecanismos de cooperación, entre otras cosas, para una migración regular, ordenada y segura, de igual forma, sobre el respeto de los derechos humanos de los migrantes, y al combate de las redes trasnacionales de tráfico de personas. Bajo esta premisa habrán de considerarse, así se estima, tres aspectos fundamentales, en primera instancia, la reglamentación, o quizá, la definición por ley para definir un proceso que implique regular, ordenar y ofrecer la seguridad de quienes pretenden llegar a los Estados Unidos, en el afán de asegurarse una vida decorosa, no encontrada en sus países de origen.

De alguna manera, sin la pretensión de asegurarlo, debiera ser, como medida preventiva, el ofrecerles, a los posibles migrantes, las posibilidades de encontrar una fuente de empleo, así como la seguridad de tener una vida libre de violencia y de peligro; aunque esto pareciera un paliativo, si evitaría el flujo excesivo de migrantes, se reducirían, además, los costos por la “ayuda humanitaria”, que se les otorga a estos viajeros temporales, sin ser esto, la solución única a la problemática.

En la comunicación, también se destacó el interés para atender de manera especial a los niños y las niñas que, en independencia a cualquier circunstancia y condiciones, se encuentran en la indefensión por su minoría de edad; por supuesto que al considerar las posibilidades de normar este fenómeno, habrían que determinarse cuales fueron las causas de la salida de su lugar natal, quienes les alentaron para viajar y, sobretodo, cual fue el papel de la familia, mejor dicho de los padres, para permitirles una aventura tan incierta como insegura; por cierto, bien ilustrada en la “coincidentemente” aparición y encuentro de un niño migrante, supuestamente abandonado en el desierto, argumentando que había viajado junto con un grupo de personas quienes lo dejaron solo y a su suerte, afortunado él, de haber encontrado las bondades del personal de una patrulla fronteriza, quien lo interroga, ayuda y canaliza a un centro de ayuda para su atención, aunque según se sabe, no se conoce el nombre real del niño, su lugar de origen, ni tampoco la identidad de su “benefactor”.

Si bien es cierto el interés por respetar los derechos humanos de las personas, también debe exigirse, como una obligación, evitar comentarios mal intencionados, en algunos casos manipulados, cuando se cuestionan y critican severamente, lo que concierne a la alimentación y el alojamiento que se les ofrece en aquellos lugares donde se establecen albergues para su atención, esto sería una prueba reciproca de la ayuda y el respeto a la dignidad humana, desde luego, todo en la medida de las posibilidades, de quienes se las ofrecen.

Un tema aparte se refirió al llamado tráfico de personas, donde tendría que establecerse, con mucha precisión, los criterios para normar hasta donde llegaría la responsabilidad de los actores en este tipo de procedimientos, desde luego, sin justificarlo, si es importante aclarar las dimensiones del fenómeno, pues se considera la existencia de una corresponsabilidad compartida, pues no se puede soslayar la aceptación tácita de la mayoría de migrantes para ser transportados de un lugar a otro, específicamente de un país a otro. De cualquier forma, como se ha dicho en otras ocasiones, el interés y las buenas intenciones deben reconocerse, aunque, generalmente estas sean rebasadas por la vigencia de los problemas, en este caso de quienes quieren salir presurosos del país originario; por ello y mientras tanto, aunque se libren acuerdos y leyes, se sigan presentando coincidencias, seguramente seguirán existiendo, los “traficantes”, polleros, ilegales, mojados, entre otros, además dispuestos a pagar, en muchos casos, la ayuda para el tránsito, pues todos ellos le seguirán abonando al crecimiento exponencial de la migración.

Viajar es el paraíso de los necios. Nuestro primer viaje nos descubre la indiferencia de los lugares.

Emerson

Como una nueva oportunidad, para atender el fenómeno de la migración, así se entiende a partir del acercamiento, vía telefónica, entre los países de México y Estados Unidos, representados por el presidente, junto con el canciller, así como la vicepresidenta del vecino país del norte; donde se establecieron algunos criterios, de acuerdo a un comunicado emitido por el área de comunicación de la Presidencia de la República, respecto de los mecanismos de cooperación, entre otras cosas, para una migración regular, ordenada y segura, de igual forma, sobre el respeto de los derechos humanos de los migrantes, y al combate de las redes trasnacionales de tráfico de personas. Bajo esta premisa habrán de considerarse, así se estima, tres aspectos fundamentales, en primera instancia, la reglamentación, o quizá, la definición por ley para definir un proceso que implique regular, ordenar y ofrecer la seguridad de quienes pretenden llegar a los Estados Unidos, en el afán de asegurarse una vida decorosa, no encontrada en sus países de origen.

De alguna manera, sin la pretensión de asegurarlo, debiera ser, como medida preventiva, el ofrecerles, a los posibles migrantes, las posibilidades de encontrar una fuente de empleo, así como la seguridad de tener una vida libre de violencia y de peligro; aunque esto pareciera un paliativo, si evitaría el flujo excesivo de migrantes, se reducirían, además, los costos por la “ayuda humanitaria”, que se les otorga a estos viajeros temporales, sin ser esto, la solución única a la problemática.

En la comunicación, también se destacó el interés para atender de manera especial a los niños y las niñas que, en independencia a cualquier circunstancia y condiciones, se encuentran en la indefensión por su minoría de edad; por supuesto que al considerar las posibilidades de normar este fenómeno, habrían que determinarse cuales fueron las causas de la salida de su lugar natal, quienes les alentaron para viajar y, sobretodo, cual fue el papel de la familia, mejor dicho de los padres, para permitirles una aventura tan incierta como insegura; por cierto, bien ilustrada en la “coincidentemente” aparición y encuentro de un niño migrante, supuestamente abandonado en el desierto, argumentando que había viajado junto con un grupo de personas quienes lo dejaron solo y a su suerte, afortunado él, de haber encontrado las bondades del personal de una patrulla fronteriza, quien lo interroga, ayuda y canaliza a un centro de ayuda para su atención, aunque según se sabe, no se conoce el nombre real del niño, su lugar de origen, ni tampoco la identidad de su “benefactor”.

Si bien es cierto el interés por respetar los derechos humanos de las personas, también debe exigirse, como una obligación, evitar comentarios mal intencionados, en algunos casos manipulados, cuando se cuestionan y critican severamente, lo que concierne a la alimentación y el alojamiento que se les ofrece en aquellos lugares donde se establecen albergues para su atención, esto sería una prueba reciproca de la ayuda y el respeto a la dignidad humana, desde luego, todo en la medida de las posibilidades, de quienes se las ofrecen.

Un tema aparte se refirió al llamado tráfico de personas, donde tendría que establecerse, con mucha precisión, los criterios para normar hasta donde llegaría la responsabilidad de los actores en este tipo de procedimientos, desde luego, sin justificarlo, si es importante aclarar las dimensiones del fenómeno, pues se considera la existencia de una corresponsabilidad compartida, pues no se puede soslayar la aceptación tácita de la mayoría de migrantes para ser transportados de un lugar a otro, específicamente de un país a otro. De cualquier forma, como se ha dicho en otras ocasiones, el interés y las buenas intenciones deben reconocerse, aunque, generalmente estas sean rebasadas por la vigencia de los problemas, en este caso de quienes quieren salir presurosos del país originario; por ello y mientras tanto, aunque se libren acuerdos y leyes, se sigan presentando coincidencias, seguramente seguirán existiendo, los “traficantes”, polleros, ilegales, mojados, entre otros, además dispuestos a pagar, en muchos casos, la ayuda para el tránsito, pues todos ellos le seguirán abonando al crecimiento exponencial de la migración.