/ viernes 25 de febrero de 2022

Anatomía de lo Social | Mis tres amigos y el Día de la Bandera

Al grave redoblar de los tambores, Marcando el paso con marcial donaire, La tropa marcha, desplegando al aire La enseña nacional de tres colores…

Parcialmente acostumbrado de ver los cambios sufridos en la capital, desde su expansión demográfica, junto con su infraestructura; por supuesto, de la trasformación en sus vialidades, así como de su desarrollo generacional, evidente en el encuentro con personas desconocidas en las calles, sin mediar opción de elegir espacios de recreación o esparcimiento, pues no las hay; solo queda el espacio para los añejos recuerdos de quienes crecimos en este lugar lleno de historia y de grandes experiencias. Ese era mi pensamiento mientras disfrutaba de la sombra en una banca de las que circundan el zócalo, añorando también los eventos de celebración y conmemoración realizados en ese mismo lugar.

Ahí me encontró el amigo de la siempre cordial palabra, ocupando uno de los espacios en el que me encontraba, otra vez recordando -me dijo- aquello que nunca volverá, y de lo que solo nos queda en nuestra historia de vida, la que, quizá, podamos compartir entre quienes nos siguen los pasos y que hoy son todavía jóvenes.

Concluido el comentario, nos levantamos para encaminarnos al lugar de nuestras tradicionales reuniones, juntos y abrazados, gesto que ya no existe ni entre los niños de ahora, ese brazo sobre el hombro, que evidencia no solo una amistad, sino la hermandad construida a lo largo del tiempo, la nuestra, desde hace casi cinco décadas.

Finalmente llegamos al lugar, donde ya se encontraba el amigo de la beligerancia y contradicción cuando los comentarios no le satisfacían, por lo otro, un gran amigo como los demás; instalados cada quién en su silla, vimos llegar a quien, merecidamente por su trabajo, tiene una posición económicamente de mucha holgura. Al sabernos completos, de inmediato solicitamos se nos sirviera la infaltable taza del sabroso y aromático café; en la espera del servicio, el recién llegado colocó sobre la mesa una serie de periódicos que le sirvieron, así lo entendimos, para iniciar su comentario.

En el uso de la voz, preguntó: ¿Cómo ven el conflicto de Ucrania con la Rusia? A mí me parece -prosiguió- que es un tema importante que puede llegar a afectarnos como país, por lo tanto, sería bueno que habláramos del asunto y que, además, pudiéramos elegir cual sería nuestra postura al respecto…

Espera un momento -lo atajó el amigo de las contras-, en primer lugar, no opines si no sabes del conflicto, no por leer un periódico ya tienes la calidad moral para comentarlo, mucho menos para atreverte a sugerir qué postura debemos tomar, es decir, esto no es de votaciones, es de un análisis minucioso, pero además del conocimiento real del conflicto, sobre sus antecedentes y de los intereses generales y particulares que lo promueven…

Bueno, tienes razón esta vez -le respondieron-, pero de todos modos les sugiero hablemos de la celebración de nuestro lábaro patrio, pues ayer fue un aniversario para homenajearla, sin la autorización general de todos modos se mantuvo en el tema, hasta vino a mi mente cuando hacíamos los honores, cada lunes, en el patio de la recién destruida escuela Luis G. Salamanca, todos los lunes, y organizada por cada grupo, mucha disciplina entonces, respetuosamente el saludo al paso de la bandera y en todo el acto cívico, una participación de todos, desde el maestro de ceremonias y de quien recitaba; entonces, creo, se nos fomentó el amor a la patria. Muy emocionado terminó su comentario…

Creo -dijo el amigo de la mesura- nos has contagiado a todos con estas anécdotas y recuerdos escolares, que buena falta hace hoy en día en nuestras instituciones educativas, porque, precisamente eso es lo que nos da identidad y pertenencia, más allá de todo conflicto y problema, temas importantes, además, de la simpleza de un homenaje…

Es cierto -interrumpió el amigo de las negaciones, aunque esta vez no fue para eso- el tema del Día de la Bandera no se quedaba solo en el día 24 de febrero, se hablaba de su naturaleza, así como de sus modificaciones; todas permeadas de causas y acontecimientos, generalmente por los problemas en el gobierno…

Es cierto -le interrumpió quien le había precedido-, no solamente es el estandarte en sí mismo, sino por todo el legado histórico que nos ha dejado, ni porque tampoco en el 2008 haya ganado un concurso que la definió como la más bonita del mundo; es mejor mencionar cuando en el México independiente Agustín de Iturbide presentó la primera bandera del México independiente, es decir, en la caída del imperio español y el fin de la guerra de independencia que duró once años; al consumarse la guerra se emitió un decreto que modificó la bandera, manteniendo los colores tradicionales, distribuyéndose de manera vertical..

Les parece y pedimos otra taza de café y seguimos escuchando a nuestro amigo que, en otros tiempos fue profesor de historia en el Cobat -les dije-…

Con la aceptación de todos y mientras esperábamos el servicio -continuó el interrumpido- antes de continuar, es prudente recordar que el símbolo de la bandera tiene muchas representaciones, pero, sobre todo, aquello que promueve una conciencia de cambio, de renovación de los valores humanos, de ideologías, de mentes libres, de hombres y mujeres dispuestos al cambio... interrumpidos con la nueva taza de café, nos quedamos en espera de la continuidad…

Al grave redoblar de los tambores, Marcando el paso con marcial donaire, La tropa marcha, desplegando al aire La enseña nacional de tres colores…

Parcialmente acostumbrado de ver los cambios sufridos en la capital, desde su expansión demográfica, junto con su infraestructura; por supuesto, de la trasformación en sus vialidades, así como de su desarrollo generacional, evidente en el encuentro con personas desconocidas en las calles, sin mediar opción de elegir espacios de recreación o esparcimiento, pues no las hay; solo queda el espacio para los añejos recuerdos de quienes crecimos en este lugar lleno de historia y de grandes experiencias. Ese era mi pensamiento mientras disfrutaba de la sombra en una banca de las que circundan el zócalo, añorando también los eventos de celebración y conmemoración realizados en ese mismo lugar.

Ahí me encontró el amigo de la siempre cordial palabra, ocupando uno de los espacios en el que me encontraba, otra vez recordando -me dijo- aquello que nunca volverá, y de lo que solo nos queda en nuestra historia de vida, la que, quizá, podamos compartir entre quienes nos siguen los pasos y que hoy son todavía jóvenes.

Concluido el comentario, nos levantamos para encaminarnos al lugar de nuestras tradicionales reuniones, juntos y abrazados, gesto que ya no existe ni entre los niños de ahora, ese brazo sobre el hombro, que evidencia no solo una amistad, sino la hermandad construida a lo largo del tiempo, la nuestra, desde hace casi cinco décadas.

Finalmente llegamos al lugar, donde ya se encontraba el amigo de la beligerancia y contradicción cuando los comentarios no le satisfacían, por lo otro, un gran amigo como los demás; instalados cada quién en su silla, vimos llegar a quien, merecidamente por su trabajo, tiene una posición económicamente de mucha holgura. Al sabernos completos, de inmediato solicitamos se nos sirviera la infaltable taza del sabroso y aromático café; en la espera del servicio, el recién llegado colocó sobre la mesa una serie de periódicos que le sirvieron, así lo entendimos, para iniciar su comentario.

En el uso de la voz, preguntó: ¿Cómo ven el conflicto de Ucrania con la Rusia? A mí me parece -prosiguió- que es un tema importante que puede llegar a afectarnos como país, por lo tanto, sería bueno que habláramos del asunto y que, además, pudiéramos elegir cual sería nuestra postura al respecto…

Espera un momento -lo atajó el amigo de las contras-, en primer lugar, no opines si no sabes del conflicto, no por leer un periódico ya tienes la calidad moral para comentarlo, mucho menos para atreverte a sugerir qué postura debemos tomar, es decir, esto no es de votaciones, es de un análisis minucioso, pero además del conocimiento real del conflicto, sobre sus antecedentes y de los intereses generales y particulares que lo promueven…

Bueno, tienes razón esta vez -le respondieron-, pero de todos modos les sugiero hablemos de la celebración de nuestro lábaro patrio, pues ayer fue un aniversario para homenajearla, sin la autorización general de todos modos se mantuvo en el tema, hasta vino a mi mente cuando hacíamos los honores, cada lunes, en el patio de la recién destruida escuela Luis G. Salamanca, todos los lunes, y organizada por cada grupo, mucha disciplina entonces, respetuosamente el saludo al paso de la bandera y en todo el acto cívico, una participación de todos, desde el maestro de ceremonias y de quien recitaba; entonces, creo, se nos fomentó el amor a la patria. Muy emocionado terminó su comentario…

Creo -dijo el amigo de la mesura- nos has contagiado a todos con estas anécdotas y recuerdos escolares, que buena falta hace hoy en día en nuestras instituciones educativas, porque, precisamente eso es lo que nos da identidad y pertenencia, más allá de todo conflicto y problema, temas importantes, además, de la simpleza de un homenaje…

Es cierto -interrumpió el amigo de las negaciones, aunque esta vez no fue para eso- el tema del Día de la Bandera no se quedaba solo en el día 24 de febrero, se hablaba de su naturaleza, así como de sus modificaciones; todas permeadas de causas y acontecimientos, generalmente por los problemas en el gobierno…

Es cierto -le interrumpió quien le había precedido-, no solamente es el estandarte en sí mismo, sino por todo el legado histórico que nos ha dejado, ni porque tampoco en el 2008 haya ganado un concurso que la definió como la más bonita del mundo; es mejor mencionar cuando en el México independiente Agustín de Iturbide presentó la primera bandera del México independiente, es decir, en la caída del imperio español y el fin de la guerra de independencia que duró once años; al consumarse la guerra se emitió un decreto que modificó la bandera, manteniendo los colores tradicionales, distribuyéndose de manera vertical..

Les parece y pedimos otra taza de café y seguimos escuchando a nuestro amigo que, en otros tiempos fue profesor de historia en el Cobat -les dije-…

Con la aceptación de todos y mientras esperábamos el servicio -continuó el interrumpido- antes de continuar, es prudente recordar que el símbolo de la bandera tiene muchas representaciones, pero, sobre todo, aquello que promueve una conciencia de cambio, de renovación de los valores humanos, de ideologías, de mentes libres, de hombres y mujeres dispuestos al cambio... interrumpidos con la nueva taza de café, nos quedamos en espera de la continuidad…