/ viernes 1 de noviembre de 2019

Anatomía de lo Social | Mis tres amigos y la tecnología

Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad; el mundo solo tendrá una generación de idiotas.

Albert Einstein

Circular en cualquier vehículo auto motor, o simplemente caminar por cualquier calle de nuestra bella capital tlaxcalteca, son el escenario perfecto para observar cómo, la gente, avanza distraída sin percibir, en muchos casos, lo que ocurre a su alrededor, todo debido al moderno aparato llamado celular, sin importar nivel socioeconómico, edad o actividad, la posesión de este tipo de tecnología es, actualmente, un artículo de primera necesidad, tratándose de la comunicación; desafortunadamente, el uso indebido, ha provocado graves problemas en el entorno.

No solo era un pensamiento sino, además, la evidencia física de lo percibido en el trayecto del camino hacia el lugar donde seguramente ya me esperaban mis amigos, pude observar a choferes de combi, transeúntes, vendedores, hasta parejas, entre otras tantas personas, ocupadas en atender llamadas, enviar mensajes, o estar dentro de las páginas del Facebook, eso los tenía verdaderamente cautivados, lo malo de esto, es que esta mala costumbre se ha convertido en hechos cotidianos.

Así llegué al lugar de la reunión, asombrado porque los reunidos, estaban terriblemente absortos usando el celular, tanto que casi no notaron mi presencia, hasta que, con un aplauso, pude recuperar su atención, momento en el que pudimos darnos el saludo de costumbre. Ya veo -les dije- que tampoco ustedes han podido sustraerse al “embrujo” del celular, ni siquiera pude verlos conversando, cuando eso era parte de la espera, es decir, si alguno de nosotros no hubiera llegado, pero bueno, cada quien sabe lo que hace y le conviene.

Apenas terminé el comentario cuando el amigo de la bonanza, se levantó para conectar su aparato a un contacto, disculpen, pero “me quedé” sin pila y bueno, mientras platicamos, que se cargue, aunque sea un poco; bueno, no va a tardar mucho, lo dijo en tono de presunción, pues mi I-phone, es de los caros y la verdad todos sus aditamentos, están hechos para realizar cargas rápidas, así podré, mientras estamos aquí, esperar al llenado de su batería.

Hasta ese momento el amigo de la cordura, reparó en la absurda distracción provocada por el celular, ofreciendo, para todos, una sentida disculpa, lamento -se dirigió a la concurrencia- haberme permitido abandonar nuestra tradicional forma de conversación, por atender cosas sin importancia –decía mientras mostraba su aparato de comunicación-, de alguna manera, sin que sea una acción inconsciente, me vi involucrado por el actuar de mucha gente; dejando de lado, lo más importante, la interacción con mis iguales.

Muy cierto -intervino el amigo de las contradicciones- hasta yo estaba enredado en estas malas acciones, y eso que mi teléfono, solo sirve para hacer llamadas y mandar mensajes de texto, sin embargo, también he sido testigo de cómo, la gente, se pierde con la dependencia de las redes sociales.

Aun no terminaba el comentario, cuando se levantó quien había conectado el aparato en la energía eléctrica desconectándolo; ya vieron –dijo- como casi no se necesitó de tanto tiempo para recuperar el poder de la comunicación, mientras hablaba ocupó su lugar y, de inmediato, ignorándonos a todos, empezó a mandar mensajes y “likes” a aquellos con quien estaba interconectado, permítanme tantito –nos-dijo. Solo mando una información y me incorporo a la plática.

Desafortunadamente, pasaron muchos minutos y el aludido no podía desligarse de sus acciones, asunto que, por obviedad, había causado malestar entre nosotros. Hasta se dijo que mejor pospusiéramos la reunión para otro día. En ese momento, todos nos miramos sorprendidos, pues era inimaginable que eso pudiera ocurrir entre nosotros.

Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad; el mundo solo tendrá una generación de idiotas.

Albert Einstein

Circular en cualquier vehículo auto motor, o simplemente caminar por cualquier calle de nuestra bella capital tlaxcalteca, son el escenario perfecto para observar cómo, la gente, avanza distraída sin percibir, en muchos casos, lo que ocurre a su alrededor, todo debido al moderno aparato llamado celular, sin importar nivel socioeconómico, edad o actividad, la posesión de este tipo de tecnología es, actualmente, un artículo de primera necesidad, tratándose de la comunicación; desafortunadamente, el uso indebido, ha provocado graves problemas en el entorno.

No solo era un pensamiento sino, además, la evidencia física de lo percibido en el trayecto del camino hacia el lugar donde seguramente ya me esperaban mis amigos, pude observar a choferes de combi, transeúntes, vendedores, hasta parejas, entre otras tantas personas, ocupadas en atender llamadas, enviar mensajes, o estar dentro de las páginas del Facebook, eso los tenía verdaderamente cautivados, lo malo de esto, es que esta mala costumbre se ha convertido en hechos cotidianos.

Así llegué al lugar de la reunión, asombrado porque los reunidos, estaban terriblemente absortos usando el celular, tanto que casi no notaron mi presencia, hasta que, con un aplauso, pude recuperar su atención, momento en el que pudimos darnos el saludo de costumbre. Ya veo -les dije- que tampoco ustedes han podido sustraerse al “embrujo” del celular, ni siquiera pude verlos conversando, cuando eso era parte de la espera, es decir, si alguno de nosotros no hubiera llegado, pero bueno, cada quien sabe lo que hace y le conviene.

Apenas terminé el comentario cuando el amigo de la bonanza, se levantó para conectar su aparato a un contacto, disculpen, pero “me quedé” sin pila y bueno, mientras platicamos, que se cargue, aunque sea un poco; bueno, no va a tardar mucho, lo dijo en tono de presunción, pues mi I-phone, es de los caros y la verdad todos sus aditamentos, están hechos para realizar cargas rápidas, así podré, mientras estamos aquí, esperar al llenado de su batería.

Hasta ese momento el amigo de la cordura, reparó en la absurda distracción provocada por el celular, ofreciendo, para todos, una sentida disculpa, lamento -se dirigió a la concurrencia- haberme permitido abandonar nuestra tradicional forma de conversación, por atender cosas sin importancia –decía mientras mostraba su aparato de comunicación-, de alguna manera, sin que sea una acción inconsciente, me vi involucrado por el actuar de mucha gente; dejando de lado, lo más importante, la interacción con mis iguales.

Muy cierto -intervino el amigo de las contradicciones- hasta yo estaba enredado en estas malas acciones, y eso que mi teléfono, solo sirve para hacer llamadas y mandar mensajes de texto, sin embargo, también he sido testigo de cómo, la gente, se pierde con la dependencia de las redes sociales.

Aun no terminaba el comentario, cuando se levantó quien había conectado el aparato en la energía eléctrica desconectándolo; ya vieron –dijo- como casi no se necesitó de tanto tiempo para recuperar el poder de la comunicación, mientras hablaba ocupó su lugar y, de inmediato, ignorándonos a todos, empezó a mandar mensajes y “likes” a aquellos con quien estaba interconectado, permítanme tantito –nos-dijo. Solo mando una información y me incorporo a la plática.

Desafortunadamente, pasaron muchos minutos y el aludido no podía desligarse de sus acciones, asunto que, por obviedad, había causado malestar entre nosotros. Hasta se dijo que mejor pospusiéramos la reunión para otro día. En ese momento, todos nos miramos sorprendidos, pues era inimaginable que eso pudiera ocurrir entre nosotros.