/ viernes 30 de octubre de 2020

Anatomía de lo Social | Mis tres amigos y las peregrinaciones

He de confesar la ignorancia hacia las disposiciones de las autoridades respecto de las correspondientes medidas cautelares en el enfrentamiento a la pandemia, esa levedad, observada en muchas personas, ha servido e influenciado para descuidadamente retornar a las actividades “normales” haciendo de la lado la pertinencia obligada en el cuidado de la salud; es decir, la gente ha pretendido, con su comportamiento, suponer que la crisis por la pandemia se ha terminado; por ello, en consideración a lo dicho, otra vez, la reunión de los amigos, la realizaremos con el uso de la tecnología, dejándole la responsabilidad para la organización al amigo de la bonanza, al contar con los recursos para tal fin.

Definida la hora y la plataforma que usaríamos para la reunión virtual, todos estábamos en espera de que el sistema y el anfitrión nos permitieran el acceso, pues ya se tenía la clave y el “ID” para ingresar; con el ánimo de saludarnos, casi al mismo tiempo pudimos ingresar para poder iniciar nuestra conversación. Una vez instalados, el amigo de la mesura propuso alzáramos las tazas de café como para completar los elementos de un ritual por sí mismo atípico; como si hubiera sido un brindis, todos hicimos el movimiento, deseándonos salud y bienestar.

Esta vez le toco al amigo de las constantes contradicciones hacer, en primer lugar, el uso de la palabra. Como bien saben -inicio su comentario- soy de convicciones religiosas muy profundas -así nos consta- y por eso hoy quiero compartirles que vengo muy fortalecido en la fe, pues apenas hace un par de días caminé en una pequeña procesión al altar de San Judas Tadeo, ubicado allá por la parte poniente del estado, casi al ingreso del municipio de Calpulalpan; convocatoria que reunió a cientos de feligreses.

Por otro lado -prosiguió- estoy preparando mi bicicleta para irme a la Basílica de Guadalupe a visitar el santuario de la Virgen del Tepeyac, cumpliendo una manda de hace muchos años, aunque antes lo hacía caminando, pero ahora, con el problema de la circulación en mis piernas, opté por la bicicleta.

Espera un momento -le interrumpió el amigo de la buena posición económica-, bien sabes que todos los reunidos profesamos, con alta convicción de fe, la creencia sobre la existencia de seres divinos que nos protegen, lo que no se pone en entredicho, sin embargo, me parece, que debes estar consciente de que a tu edad, ya no debes exponerte en esos eventos, donde pones en riesgo tu salud y, por supuesto tu integridad; así es que yo te recomendaría cambiaras la forma de manifestar tu compromiso y tu fe.

Es muy complicado -le refutó el interpelado- las creencias, además de las tradiciones, no son fáciles de recomponer, a pesar de lo que estamos padeciendo, las personas mantienen su confianza y comunión con Dios, a través de las visitas a los templos y llevándoles alguna ofrenda, en señal de agradecimiento por los favores recibidos.

Sin duda -intervino el amigo de la mesura- las opiniones, como en todo serán distintas, aquí, me parece, se deben valorar, las condiciones que han impedido un comportamiento al que estábamos acostumbrados; y las medidas preventivas para cuidarnos también deben ser valoradas; en estas modificaciones culturales, por supuesto que eso no modifica nuestras creencias ni nuestra fe, por el contrario, debe fortalecerlas en el sentido de que en nuestro interior radica todo esa fuerza espiritual que no mantiene bajo ese manto protector.

Así es que -continuó con la voz- debemos aceptar que, a pesar de las aparentes prohibiciones, lo demás se mantendrá firme; por ejemplo, el cerrar los espacios, como en la Basílica de Guadalupe, habrá quienes se atrevan a desacatar las restricciones, pero también habrá otros que harán con estas limitaciones un refugio para su paz interna y espiritual.

He de confesar la ignorancia hacia las disposiciones de las autoridades respecto de las correspondientes medidas cautelares en el enfrentamiento a la pandemia, esa levedad, observada en muchas personas, ha servido e influenciado para descuidadamente retornar a las actividades “normales” haciendo de la lado la pertinencia obligada en el cuidado de la salud; es decir, la gente ha pretendido, con su comportamiento, suponer que la crisis por la pandemia se ha terminado; por ello, en consideración a lo dicho, otra vez, la reunión de los amigos, la realizaremos con el uso de la tecnología, dejándole la responsabilidad para la organización al amigo de la bonanza, al contar con los recursos para tal fin.

Definida la hora y la plataforma que usaríamos para la reunión virtual, todos estábamos en espera de que el sistema y el anfitrión nos permitieran el acceso, pues ya se tenía la clave y el “ID” para ingresar; con el ánimo de saludarnos, casi al mismo tiempo pudimos ingresar para poder iniciar nuestra conversación. Una vez instalados, el amigo de la mesura propuso alzáramos las tazas de café como para completar los elementos de un ritual por sí mismo atípico; como si hubiera sido un brindis, todos hicimos el movimiento, deseándonos salud y bienestar.

Esta vez le toco al amigo de las constantes contradicciones hacer, en primer lugar, el uso de la palabra. Como bien saben -inicio su comentario- soy de convicciones religiosas muy profundas -así nos consta- y por eso hoy quiero compartirles que vengo muy fortalecido en la fe, pues apenas hace un par de días caminé en una pequeña procesión al altar de San Judas Tadeo, ubicado allá por la parte poniente del estado, casi al ingreso del municipio de Calpulalpan; convocatoria que reunió a cientos de feligreses.

Por otro lado -prosiguió- estoy preparando mi bicicleta para irme a la Basílica de Guadalupe a visitar el santuario de la Virgen del Tepeyac, cumpliendo una manda de hace muchos años, aunque antes lo hacía caminando, pero ahora, con el problema de la circulación en mis piernas, opté por la bicicleta.

Espera un momento -le interrumpió el amigo de la buena posición económica-, bien sabes que todos los reunidos profesamos, con alta convicción de fe, la creencia sobre la existencia de seres divinos que nos protegen, lo que no se pone en entredicho, sin embargo, me parece, que debes estar consciente de que a tu edad, ya no debes exponerte en esos eventos, donde pones en riesgo tu salud y, por supuesto tu integridad; así es que yo te recomendaría cambiaras la forma de manifestar tu compromiso y tu fe.

Es muy complicado -le refutó el interpelado- las creencias, además de las tradiciones, no son fáciles de recomponer, a pesar de lo que estamos padeciendo, las personas mantienen su confianza y comunión con Dios, a través de las visitas a los templos y llevándoles alguna ofrenda, en señal de agradecimiento por los favores recibidos.

Sin duda -intervino el amigo de la mesura- las opiniones, como en todo serán distintas, aquí, me parece, se deben valorar, las condiciones que han impedido un comportamiento al que estábamos acostumbrados; y las medidas preventivas para cuidarnos también deben ser valoradas; en estas modificaciones culturales, por supuesto que eso no modifica nuestras creencias ni nuestra fe, por el contrario, debe fortalecerlas en el sentido de que en nuestro interior radica todo esa fuerza espiritual que no mantiene bajo ese manto protector.

Así es que -continuó con la voz- debemos aceptar que, a pesar de las aparentes prohibiciones, lo demás se mantendrá firme; por ejemplo, el cerrar los espacios, como en la Basílica de Guadalupe, habrá quienes se atrevan a desacatar las restricciones, pero también habrá otros que harán con estas limitaciones un refugio para su paz interna y espiritual.