/ viernes 13 de diciembre de 2019

Anatomía de lo Social | Obesidad

En una mente desordenada, como en un cuerpo desordenado, el sonido de la salud es imposible

Cicerón

En el desacuerdo generalizado por la dispensa en el aumento al pago de impuestos para quienes producen alimentos “chatarra”, también se ha polarizado la opinión del pueblo, en especial cuando de dinero se trata, más aún cuando los beneficiarios son los poseedores de la riqueza; seguirá siendo una aberración dejarle al rico todas las potestades para evitar el pago de los impuestos, siendo una obligación de todos aquellos cuyas actividades les representen un ingreso, desde el más modesto trabajador hasta los grandes empresarios cuyas fortunas no sufrirían ningún tipo de mermas.

En una asociación, en este caso del pago de impuestos con uno de salud pública, puede considerarse a lo primero como una opción para aplicar los recursos generados bajo estos conceptos, en el grave problema de la obesidad y el sobrepeso, así como de sus consecuencias colaterales, como la hipertensión, el sobrepeso y la diabetes; evidentemente el panorama no es nada halagador, menos aún si te toman en consideración las estadísticas emitidas por diferentes instancias dedicadas a diseñar encuestas y realizar investigaciones.

En otro sentido, más allá de las estadísticas, los impuestos y los problemas de salud pública, debe hacerse un análisis muy exhaustivo, donde también puedan agregarse los malos hábitos adquiridos por la población, así como aquellos que se imponen para equivocarse en la atención y satisfacción de las necesidades alimentarias; aquí también pueden determinarse las medidas pertinentes para aliviar un poco este grave problemas denominado: obesidad.

Las prohibiciones, como se ha visto en otros casos, no son suficientes en cuanto la población no esté dispuesta a contribuir para mejorar las condiciones de la salud, primero de la familia y en consecuencia del individuo en particular; dicho de otra manera, mientras no se cambien esos malos hábitos construidos por la influencia mediática y la mercadotecnia, poco podrá hacerse en favor de la salud.

Por ejemplo, se debe evitar el alto consumo de bebidas endulzadas, en particular las de cola, con el propósito de eludir la estadística en las características ya descritas, en este sentido, las dificultades son muy altas, pues en lo cotidiano el refresco forma parte infaltable en la dieta del mexicano; la comida sin refresco no sabe igual que si fuera con agua natural; ni qué decir del gasto, una botella de tres litros de la gaseosa cuesta mucho más que un garrafón de agua de veinte litros; por eso los números son muy altos, los padres inculcan en sus hijos el consumo del refresco, a pesar de que con eso se limiten en la compra de otros productos cuyo beneficio sería mucho, pero el gusto es muy poco, se les ha enseñado a ser melindrosos y autorizarles dejen una comida, digamos de verduras, nutritiva y saludable.

También, hay que decirlo, el consumo de frituras se ha incrementado en altos porcentajes, pues si los aderezamos con la flojera de la familia, se prefiere comprar “chatarra” antes que preparar un desayuno nutritivo, por eso, en las loncheras de los niños se pueden encontrar desde frituras, jugos enlatados y pastelillos, antes que un agua de frutas o una torta de frijoles, que serían mucho mejor alimento y representarían un ahorro de dinero.

Evidentemente, no solo puede responsabilizarse a los legisladores la dispensa en los impuestos, sino, además, deben tenerse en consideración las convocatorias para mejorar las cuestiones culturales en las malas formas de alimentarse, con esto se enfrentarían diferentes problemas, verbigracia, no seguir contribuyendo en el aumento de la riqueza de los empresarios “chatarristas” y si, mejorar los alimentos con el consumo de futas y verduras.

Aunque pareciera un comercial, el consumo de frutas y verduras, cuestionado muchas veces, solo debe sujetarse a una comparativa de precios y nutrientes, una bolsa de frituras equivale a una manzana y dos plátanos, un refresco para cuatro personas, puede sustituirse, por agua natural de jamaica o de limón, obvio, sin mucha azúcar, si esto pudiera lograrse, sin necesidad de intervenciones institucionales externas, la salud de las personas podría mejorarse.

En una mente desordenada, como en un cuerpo desordenado, el sonido de la salud es imposible

Cicerón

En el desacuerdo generalizado por la dispensa en el aumento al pago de impuestos para quienes producen alimentos “chatarra”, también se ha polarizado la opinión del pueblo, en especial cuando de dinero se trata, más aún cuando los beneficiarios son los poseedores de la riqueza; seguirá siendo una aberración dejarle al rico todas las potestades para evitar el pago de los impuestos, siendo una obligación de todos aquellos cuyas actividades les representen un ingreso, desde el más modesto trabajador hasta los grandes empresarios cuyas fortunas no sufrirían ningún tipo de mermas.

En una asociación, en este caso del pago de impuestos con uno de salud pública, puede considerarse a lo primero como una opción para aplicar los recursos generados bajo estos conceptos, en el grave problema de la obesidad y el sobrepeso, así como de sus consecuencias colaterales, como la hipertensión, el sobrepeso y la diabetes; evidentemente el panorama no es nada halagador, menos aún si te toman en consideración las estadísticas emitidas por diferentes instancias dedicadas a diseñar encuestas y realizar investigaciones.

En otro sentido, más allá de las estadísticas, los impuestos y los problemas de salud pública, debe hacerse un análisis muy exhaustivo, donde también puedan agregarse los malos hábitos adquiridos por la población, así como aquellos que se imponen para equivocarse en la atención y satisfacción de las necesidades alimentarias; aquí también pueden determinarse las medidas pertinentes para aliviar un poco este grave problemas denominado: obesidad.

Las prohibiciones, como se ha visto en otros casos, no son suficientes en cuanto la población no esté dispuesta a contribuir para mejorar las condiciones de la salud, primero de la familia y en consecuencia del individuo en particular; dicho de otra manera, mientras no se cambien esos malos hábitos construidos por la influencia mediática y la mercadotecnia, poco podrá hacerse en favor de la salud.

Por ejemplo, se debe evitar el alto consumo de bebidas endulzadas, en particular las de cola, con el propósito de eludir la estadística en las características ya descritas, en este sentido, las dificultades son muy altas, pues en lo cotidiano el refresco forma parte infaltable en la dieta del mexicano; la comida sin refresco no sabe igual que si fuera con agua natural; ni qué decir del gasto, una botella de tres litros de la gaseosa cuesta mucho más que un garrafón de agua de veinte litros; por eso los números son muy altos, los padres inculcan en sus hijos el consumo del refresco, a pesar de que con eso se limiten en la compra de otros productos cuyo beneficio sería mucho, pero el gusto es muy poco, se les ha enseñado a ser melindrosos y autorizarles dejen una comida, digamos de verduras, nutritiva y saludable.

También, hay que decirlo, el consumo de frituras se ha incrementado en altos porcentajes, pues si los aderezamos con la flojera de la familia, se prefiere comprar “chatarra” antes que preparar un desayuno nutritivo, por eso, en las loncheras de los niños se pueden encontrar desde frituras, jugos enlatados y pastelillos, antes que un agua de frutas o una torta de frijoles, que serían mucho mejor alimento y representarían un ahorro de dinero.

Evidentemente, no solo puede responsabilizarse a los legisladores la dispensa en los impuestos, sino, además, deben tenerse en consideración las convocatorias para mejorar las cuestiones culturales en las malas formas de alimentarse, con esto se enfrentarían diferentes problemas, verbigracia, no seguir contribuyendo en el aumento de la riqueza de los empresarios “chatarristas” y si, mejorar los alimentos con el consumo de futas y verduras.

Aunque pareciera un comercial, el consumo de frutas y verduras, cuestionado muchas veces, solo debe sujetarse a una comparativa de precios y nutrientes, una bolsa de frituras equivale a una manzana y dos plátanos, un refresco para cuatro personas, puede sustituirse, por agua natural de jamaica o de limón, obvio, sin mucha azúcar, si esto pudiera lograrse, sin necesidad de intervenciones institucionales externas, la salud de las personas podría mejorarse.