/ viernes 12 de agosto de 2022

Anatomía de lo social | Programas

El hombre se complace en enumerar sus

pesares, pero no enumera sus alegrías.

Fiodor Dostoievski

Beneplácito entre las personas beneficiarias de los programas sociales por las recientes declaraciones del presidente de la República, al asegurar la continuidad de los apoyos, en efectivo, de acuerdo con las características y necesidades de quienes los reciben; su argumento, basado en el principio de que por el bien de todos primero los pobres; además de refrendar también el compromiso de los aumentos paulatinos en los dos años siguientes. De alguna manera, también se dijo, los programas de Bienestar servirán de base para que la ciudadanía siga apostando por la transformación.

Por obviedad, puede entenderse la anticipada proyección sobre la continuidad del proyecto político respaldado por el partido del actual gobierno, a pesar de las constantes críticas expresadas por la oposición, al pretender denostar no solo el trabajo, sino el impacto alcanzado en las condiciones económicas de algunos sectores de la sociedad, particularmente entre los adultos mayores, las personas con discapacidad, entre otros.

Aprovechando la oportunidad para darle fuerza a estos programas, se hizo referencia sobre el compromiso de apoyar a las personas mayores de 65años, edad considerada actualmente para el apoyo, asimismo, para el año 2024 se duplicará la pensión, en comparación a la que se recibe actualmente. En relación a las personas con discapacidad, se consideraba entregar el beneficio desde la infancia hasta los 29 años, en este sentido, y en convenio con algunos gobiernos estatales, se amplió la cobertura y la edad hasta los 64 años, aportando, presupuestalmente, el cincuenta por ciento de recursos locales y el otro cincuenta de los fondos federales.

En comparación a otros periodos de gobierno, existieron algunos programas asistenciales, cuya cobertura se limitaba estrictamente a un determinado número de personas, sin ser necesariamente quienes tuvieran esas necesidades, de cualquier forma, las tarjetas para recibir kilos de tortillas y litros de leche, quedaba, en esos tiempos, el otorgamiento del apoyo, al arbitrio de quien tuviera la disposición y el tiempo para estar a cargo de la recepción documental y de la entrega de los productos.

En otros periodos sexenales, hubo algunos programas donde la participación, no solo del gobierno, sino de la sociedad organizada, se realizaban actividades donde la cobertura del gobierno no alcanzaba, sin embargo, en estos programas de coinversión social, se lograron algunos beneficios, llevados a la gente con ciertos niveles de vulnerabilidad.

Bajo estas consideraciones, se hace evidente la evolución de los programas gubernamentales, sobre todo el involucramiento, de los ciudadanos quienes reciben, algunos recursos, que les son útiles para atender algunas de las necesidades primarias de una familia. A partir de esta limitada analogía, se puede considerar, de acuerdo a lo observado y escuchado, que los logros y los beneficios, de la actualidad han superado a los programas de anteriores sexenios.

Desde luego, no todo es perfecto, aún quedan algunas áreas para mejorar, por ejemplo, los tiempos de distribución de los apoyos, la organización para la entrega de los mismos, evitando las aglomeraciones e incomodidades para quienes, por cuestiones de salud, no pueden permanecer expuestos a las inclemencias del tiempo. Así como el aumento del personal de atención para reducir los tiempos de espera de las personas.

Como quiera que sea, se reitera, la aceptación por este “novedoso” sistema de convencimiento y de posicionamiento en el ánimo de la gente, se ha convertido en una buena formula para mantener viva una imagen, de trabajo, de interés colectivo, más allá de otro tipo de circunstancias, que permean, la vida de las instituciones y de la sociedad en lo general, dicho de otra manera, los programas del Bienestar se han convertido en un paliativo muy importante para la gente que se encuentra en condiciones de precariedad, en particular, de su economía, por lo tanto, la espera, por parte de los beneficiarios, de recibir una “ayuda” del gobierno, hace menos compleja, la vida cotidiana.

En contrasentido a estos programas de asistencia social, ocurren cosas que las empañan, tal es el caso, por ejemplo, la inevitable entrega del paquete presupuestal para el año 2023, en el que se pronostican aumentos, ajustes y reducciones, presuponiendo que habrán algunos intereses particulares que rebasarán las buenas intenciones, pues, por un lado, se hacen evidentes los logros del gobierno, a través, de los programas sociales y de la atención ciudadana a través de las instituciones, en especial las de salud y educación. Por el otro lado, se descompensa la distribución de los recursos a otros áreas cuyas prioridades no son necesariamente para el bienestar social.


El hombre se complace en enumerar sus

pesares, pero no enumera sus alegrías.

Fiodor Dostoievski

Beneplácito entre las personas beneficiarias de los programas sociales por las recientes declaraciones del presidente de la República, al asegurar la continuidad de los apoyos, en efectivo, de acuerdo con las características y necesidades de quienes los reciben; su argumento, basado en el principio de que por el bien de todos primero los pobres; además de refrendar también el compromiso de los aumentos paulatinos en los dos años siguientes. De alguna manera, también se dijo, los programas de Bienestar servirán de base para que la ciudadanía siga apostando por la transformación.

Por obviedad, puede entenderse la anticipada proyección sobre la continuidad del proyecto político respaldado por el partido del actual gobierno, a pesar de las constantes críticas expresadas por la oposición, al pretender denostar no solo el trabajo, sino el impacto alcanzado en las condiciones económicas de algunos sectores de la sociedad, particularmente entre los adultos mayores, las personas con discapacidad, entre otros.

Aprovechando la oportunidad para darle fuerza a estos programas, se hizo referencia sobre el compromiso de apoyar a las personas mayores de 65años, edad considerada actualmente para el apoyo, asimismo, para el año 2024 se duplicará la pensión, en comparación a la que se recibe actualmente. En relación a las personas con discapacidad, se consideraba entregar el beneficio desde la infancia hasta los 29 años, en este sentido, y en convenio con algunos gobiernos estatales, se amplió la cobertura y la edad hasta los 64 años, aportando, presupuestalmente, el cincuenta por ciento de recursos locales y el otro cincuenta de los fondos federales.

En comparación a otros periodos de gobierno, existieron algunos programas asistenciales, cuya cobertura se limitaba estrictamente a un determinado número de personas, sin ser necesariamente quienes tuvieran esas necesidades, de cualquier forma, las tarjetas para recibir kilos de tortillas y litros de leche, quedaba, en esos tiempos, el otorgamiento del apoyo, al arbitrio de quien tuviera la disposición y el tiempo para estar a cargo de la recepción documental y de la entrega de los productos.

En otros periodos sexenales, hubo algunos programas donde la participación, no solo del gobierno, sino de la sociedad organizada, se realizaban actividades donde la cobertura del gobierno no alcanzaba, sin embargo, en estos programas de coinversión social, se lograron algunos beneficios, llevados a la gente con ciertos niveles de vulnerabilidad.

Bajo estas consideraciones, se hace evidente la evolución de los programas gubernamentales, sobre todo el involucramiento, de los ciudadanos quienes reciben, algunos recursos, que les son útiles para atender algunas de las necesidades primarias de una familia. A partir de esta limitada analogía, se puede considerar, de acuerdo a lo observado y escuchado, que los logros y los beneficios, de la actualidad han superado a los programas de anteriores sexenios.

Desde luego, no todo es perfecto, aún quedan algunas áreas para mejorar, por ejemplo, los tiempos de distribución de los apoyos, la organización para la entrega de los mismos, evitando las aglomeraciones e incomodidades para quienes, por cuestiones de salud, no pueden permanecer expuestos a las inclemencias del tiempo. Así como el aumento del personal de atención para reducir los tiempos de espera de las personas.

Como quiera que sea, se reitera, la aceptación por este “novedoso” sistema de convencimiento y de posicionamiento en el ánimo de la gente, se ha convertido en una buena formula para mantener viva una imagen, de trabajo, de interés colectivo, más allá de otro tipo de circunstancias, que permean, la vida de las instituciones y de la sociedad en lo general, dicho de otra manera, los programas del Bienestar se han convertido en un paliativo muy importante para la gente que se encuentra en condiciones de precariedad, en particular, de su economía, por lo tanto, la espera, por parte de los beneficiarios, de recibir una “ayuda” del gobierno, hace menos compleja, la vida cotidiana.

En contrasentido a estos programas de asistencia social, ocurren cosas que las empañan, tal es el caso, por ejemplo, la inevitable entrega del paquete presupuestal para el año 2023, en el que se pronostican aumentos, ajustes y reducciones, presuponiendo que habrán algunos intereses particulares que rebasarán las buenas intenciones, pues, por un lado, se hacen evidentes los logros del gobierno, a través, de los programas sociales y de la atención ciudadana a través de las instituciones, en especial las de salud y educación. Por el otro lado, se descompensa la distribución de los recursos a otros áreas cuyas prioridades no son necesariamente para el bienestar social.