/ viernes 15 de octubre de 2021

Anatomía de lo Social | Reforma Energética

Hay una fuerza más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad.

Albert Einstein

Polémica, como siempre, la postura reformista del actual gobierno, en consecuencia, el surgimiento de las oposiciones naturales, particularmente de la clase política, adicionados por supuesto con los dueños del capital, en este caso, respecto de la iniciativa presentada hace algunos días por el Ejecutivo sobre modificar la Constitución en los artículos 25, 27 y 28; la interpretación en sus modificaciones quedan, aparentemente, en algunas partes del texto original, por cuestión de ser el vigente; de alguna manera el cambio, por ejemplo, empieza por derogar conceptos, como el que se refiere a empresas productivas del Estado; ahora serán organismos donde el Estado será el que preservará la seguridad y autosuficiencia energéticas; como una condición para garantizar la seguridad nacional y el derecho a una vida digna. En el 27 se incorpora el Litio como reserva al dominio de la Nación, correspondiéndole exclusivamente al Estado el área estratégica de la electricidad. En el 28 se establece que no se crearán monopolios, obligándose el Estado a generar la energía eléctrica en un 54 %, como mínimo.

En un supuesto adicional, basándose en el artículo 27, el Litio será un elemento fundamental, ya utilizado en baterías usadas en la tecnología, celulares computadoras y autos eléctricos para empoderar a la Comisión Federal de Electricidad, así como a su titular, también de la posibilidad manifiesta de sustituir al petróleo.

Desde esta perspectiva constitucional, se supone que a partir de su promulgación e iniciación de la vigencia de esta nueva reforma será el Estado quien regule esta área estratégica, justamente en esta parte también es donde se origina el desacuerdo entre quienes, hasta hoy, han sido los verdaderos beneficiados, es decir, la clase política y los grandes empresarios, hoy agraviados por esta propuesta.

No podía faltar en el desacuerdo en una postura particular, dicen algunos, por no haberla sometido a consenso, mencionando que estos cambios son atentatorios en contra de la sociedad, dicho de otra manera, del pueblo; estos son los discursos de los opositores, además de asegurar que de este grupo contrario surgirá la forma de ayudar verdaderamente a la sociedad: como lo hiciera en su momento uno de los integrantes de la coalición Va por México.

También hay otros opositores sobre la reforma energética, obviamente son las empresas trasnacionales que operan en el país, pues aseguran que los costos de energía eléctrica se incrementarán, lo que genera incertidumbre para la inversión.

Sin duda, en primera instancia, para el representante de un grupo político, la iniciativa la han visto como una posibilidad de confrontarse con el Gobierno, defendiendo una postura más que indefendible, pues ha olvidado que cuando tuvieron su oportunidad solo hubo intereses de grupos tanto de poder, como económicos; acaso ya se olvidó del daño causado a la Nación cuando firmaron el Pacto por México, nunca hubo resultados, ni beneficios para la colectividad solo para quienes poseían, y siguen poseyendo, las riquezas obtenidas por vender energía eléctrica al país.

Consecuentemente, ahora los supuestos afectados amenazan discretamente con negar mayores inversiones al considerar las afectaciones que tendrán sus capitales, si se logran consolidar las nuevas reformas en estas áreas de interés general.

Sin conocer técnicamente la esencia de las propuestas del Ejecutivo, se supone que le quitarán poder y decisión a los presuntos detentadores del poder en este rubro de la energía, bajo el supuesto de ser los que han mermado la economía nacional, vendiendo sin consideración este recurso a quienes se convierten en consumidores, dicho de otra manera, al pueblo.

Evidentemente no hay aceptación para aquellos que ahora se sienten las víctimas, pues no es cierto el disfraz que pretenden imponerse, es más el protagonismo que las intenciones ocultas por su desacuerdo; desde luego, los ricos, los temerosos inversores de la energía se sienten muy agraviados, sin reconocer las enormes fortunas que han acumulado hasta ahora.

Más allá de las inconveniencias, confrontaciones, amenazas y liderazgos afectados viene ahora la postura popular al cuestionarse sobre los beneficios que tendrán los consumidores y pagadores de la energía, si en todo tiempo han estado bajo el arbitrio y postura de quienes toman las decisiones; mientras ellos se enfrentan, los ”jodidos” siguen pagando las consecuencias, por ello solo resta esperar, no hay de otra, para saber cuáles serán las ventajas que se supone traerá la reforma energética.

Hay una fuerza más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad.

Albert Einstein

Polémica, como siempre, la postura reformista del actual gobierno, en consecuencia, el surgimiento de las oposiciones naturales, particularmente de la clase política, adicionados por supuesto con los dueños del capital, en este caso, respecto de la iniciativa presentada hace algunos días por el Ejecutivo sobre modificar la Constitución en los artículos 25, 27 y 28; la interpretación en sus modificaciones quedan, aparentemente, en algunas partes del texto original, por cuestión de ser el vigente; de alguna manera el cambio, por ejemplo, empieza por derogar conceptos, como el que se refiere a empresas productivas del Estado; ahora serán organismos donde el Estado será el que preservará la seguridad y autosuficiencia energéticas; como una condición para garantizar la seguridad nacional y el derecho a una vida digna. En el 27 se incorpora el Litio como reserva al dominio de la Nación, correspondiéndole exclusivamente al Estado el área estratégica de la electricidad. En el 28 se establece que no se crearán monopolios, obligándose el Estado a generar la energía eléctrica en un 54 %, como mínimo.

En un supuesto adicional, basándose en el artículo 27, el Litio será un elemento fundamental, ya utilizado en baterías usadas en la tecnología, celulares computadoras y autos eléctricos para empoderar a la Comisión Federal de Electricidad, así como a su titular, también de la posibilidad manifiesta de sustituir al petróleo.

Desde esta perspectiva constitucional, se supone que a partir de su promulgación e iniciación de la vigencia de esta nueva reforma será el Estado quien regule esta área estratégica, justamente en esta parte también es donde se origina el desacuerdo entre quienes, hasta hoy, han sido los verdaderos beneficiados, es decir, la clase política y los grandes empresarios, hoy agraviados por esta propuesta.

No podía faltar en el desacuerdo en una postura particular, dicen algunos, por no haberla sometido a consenso, mencionando que estos cambios son atentatorios en contra de la sociedad, dicho de otra manera, del pueblo; estos son los discursos de los opositores, además de asegurar que de este grupo contrario surgirá la forma de ayudar verdaderamente a la sociedad: como lo hiciera en su momento uno de los integrantes de la coalición Va por México.

También hay otros opositores sobre la reforma energética, obviamente son las empresas trasnacionales que operan en el país, pues aseguran que los costos de energía eléctrica se incrementarán, lo que genera incertidumbre para la inversión.

Sin duda, en primera instancia, para el representante de un grupo político, la iniciativa la han visto como una posibilidad de confrontarse con el Gobierno, defendiendo una postura más que indefendible, pues ha olvidado que cuando tuvieron su oportunidad solo hubo intereses de grupos tanto de poder, como económicos; acaso ya se olvidó del daño causado a la Nación cuando firmaron el Pacto por México, nunca hubo resultados, ni beneficios para la colectividad solo para quienes poseían, y siguen poseyendo, las riquezas obtenidas por vender energía eléctrica al país.

Consecuentemente, ahora los supuestos afectados amenazan discretamente con negar mayores inversiones al considerar las afectaciones que tendrán sus capitales, si se logran consolidar las nuevas reformas en estas áreas de interés general.

Sin conocer técnicamente la esencia de las propuestas del Ejecutivo, se supone que le quitarán poder y decisión a los presuntos detentadores del poder en este rubro de la energía, bajo el supuesto de ser los que han mermado la economía nacional, vendiendo sin consideración este recurso a quienes se convierten en consumidores, dicho de otra manera, al pueblo.

Evidentemente no hay aceptación para aquellos que ahora se sienten las víctimas, pues no es cierto el disfraz que pretenden imponerse, es más el protagonismo que las intenciones ocultas por su desacuerdo; desde luego, los ricos, los temerosos inversores de la energía se sienten muy agraviados, sin reconocer las enormes fortunas que han acumulado hasta ahora.

Más allá de las inconveniencias, confrontaciones, amenazas y liderazgos afectados viene ahora la postura popular al cuestionarse sobre los beneficios que tendrán los consumidores y pagadores de la energía, si en todo tiempo han estado bajo el arbitrio y postura de quienes toman las decisiones; mientras ellos se enfrentan, los ”jodidos” siguen pagando las consecuencias, por ello solo resta esperar, no hay de otra, para saber cuáles serán las ventajas que se supone traerá la reforma energética.