/ viernes 20 de agosto de 2021

Anatomía de lo Social | Regreso

El futuro del mundo pende del aliento de los niños que van a la escuela

El Talmud

Complicado se presenta el panorama para el regreso a clases, ante los desacuerdos y contradicciones, no solo de las autoridades, sino además con todos los actores involucrados en los procesos educativos, obviamente, de la misma secretaria del ramo, por sostener argumentos con mucha inconsistencia, dejando para el final la decisión de la Secretaría de Salud, si se considera prudente o no el regreso a las aulas, luego entonces, la dificultad crece, junto con las múltiples posturas del gobierno, de igual forma con las de los receptores de este beneficio institucional.

De cualquier manera, la incertidumbre sobre el posible retorno permite cuestionar sobre las imprecisiones declarativas ante los problemas que también se detuvieron en este largo periodo de ausencia en los planteles educativos, por estadística, la titular de la SEP estima el regreso de 25 millones de alumnos del nivel básico, consecuentemente de las escuelas que habrán de recibirlos, sin embargo, también señala que dependerá del número real de quienes harán ese retorno, lo malo del asunto es que hace referencia que con base a la cantidad de asistentes se tomarán las decisiones y acciones para realizar en las escuelas.

Desafortunadamente, en esas declaratorias se aseguran las múltiples deficiencias existentes en las instituciones educativas, falta de energía eléctrica, drenaje en mal estado, mobiliario, entre otras tantas cosas, cuya existencia imposibilita el acceso a las clases; dicho de otra manera, las necesidades en infraestructura, mobiliario y equipo, han quedado postergadas, así es que ahora la intención por priorizarlas no tiene sentido, cuando debieron considerarse en esta largo “descanso” obligado por la pandemia.

Más allá de las incongruencias relativas al regreso a los salones por parte de las autoridades, también se nota el apresuramiento en la gestión de los elementos -productos e insumos- necesarios para el supuesto retorno, por ejemplo, apenas están detectando que hay planteles con adeudos ante la Comisión Federal de Electricidad, para ver si es posible negociar y se pueda reconectar la luz a los planteles que lo requieran, evidentemente, mientras en otras instituciones, hacían su trabajo, en especial los del sector salud, los de la SEP están esperando el regreso para ver, apenas, que es lo que se tiene que arreglar.

En el supuesto de iniciar actividades escolares al final del mes, el Insabi dotará a la SEP con 7 millones, sin precisar que, aunque pareciera, se refiere a los insumos para realizar la sanitización, o bien de cubre bocas, también el Conacyt regalará gel antibacterial para el uso en las escuelas más necesitadas y que tengan alumnos; esta declaración hace notorio en grado superlativo el inminente regreso clases presenciales.

Para cuidar, o justificar, la postura institucional, las ambigüedades sobre el interés del retorno se descarga en una responsabilidad primera hacía los padres de familia para que, aunque se diga lo contrario, se firme una carta compromiso cuyo contenido deslinda totalmente a los responsables de garantizar la educación a todas y todas, en este caso del nivel básico; luego entonces, se puede decir que el regreso a clases no lo determina ni la SEP ni la SESA, sino serán las familias las que decidan si envían o no a sus hijos a las escuelas.

Justamente, para deslindar compromisos y responsabilidades, se elaboró una carta compromiso, refutada por el Ejecutivo al afirmar su desconocimiento al haberlo ignorado en esta decisión; por lo tanto, quedaron evidenciadas las malas formas para iniciar el nuevo ciclo escolar.

En este mismo sentido, una vez dirimidas las diferencias, se elaboró un formato, no se puede afirmar si único para todo el país; de todos modos el instrumento de compromiso, denominado: Formas de trabajo para el ciclo escolar 2021-2022, establecen cuáles serán las reglas para el nuevo año lectivo; por supuesto los nombres del alumno y padre de familia, grado y grupo a cursar; luego la aceptación tácita, sobre si el hijo o hija, cursará de manera presencial o a distancia autogestiva; definiéndose los días de asistencia y la entrega de trabajos; la realización de tareas en casa y la tutoría de los padres. En la segunda recoger y entregar actividades sugeridas por el maestro los días viernes de acuerdo al horario que le tocará asistir.

Bueno, para el primer caso, se exigirá la revisión diaria para identificar posibles riesgos y síntomas; los papás deberán participar en los aseos de las escuelas, portar cubrebocas y/o careta protectora, si hay algún síntoma se suspende el ingreso a la escuela; el padre llevará a su hijo a cualquier instancia de salud; notificar a la escuela si hay riesgos para el contagio; con todo lo anterior, así se estima, el regreso a clases tendrá muchos inconvenientes, pues las nuevas reglas para regresar no están claramente divididas en las responsabilidades; por ello, solo queda esperar para lo que en los próximos días se presente.

El futuro del mundo pende del aliento de los niños que van a la escuela

El Talmud

Complicado se presenta el panorama para el regreso a clases, ante los desacuerdos y contradicciones, no solo de las autoridades, sino además con todos los actores involucrados en los procesos educativos, obviamente, de la misma secretaria del ramo, por sostener argumentos con mucha inconsistencia, dejando para el final la decisión de la Secretaría de Salud, si se considera prudente o no el regreso a las aulas, luego entonces, la dificultad crece, junto con las múltiples posturas del gobierno, de igual forma con las de los receptores de este beneficio institucional.

De cualquier manera, la incertidumbre sobre el posible retorno permite cuestionar sobre las imprecisiones declarativas ante los problemas que también se detuvieron en este largo periodo de ausencia en los planteles educativos, por estadística, la titular de la SEP estima el regreso de 25 millones de alumnos del nivel básico, consecuentemente de las escuelas que habrán de recibirlos, sin embargo, también señala que dependerá del número real de quienes harán ese retorno, lo malo del asunto es que hace referencia que con base a la cantidad de asistentes se tomarán las decisiones y acciones para realizar en las escuelas.

Desafortunadamente, en esas declaratorias se aseguran las múltiples deficiencias existentes en las instituciones educativas, falta de energía eléctrica, drenaje en mal estado, mobiliario, entre otras tantas cosas, cuya existencia imposibilita el acceso a las clases; dicho de otra manera, las necesidades en infraestructura, mobiliario y equipo, han quedado postergadas, así es que ahora la intención por priorizarlas no tiene sentido, cuando debieron considerarse en esta largo “descanso” obligado por la pandemia.

Más allá de las incongruencias relativas al regreso a los salones por parte de las autoridades, también se nota el apresuramiento en la gestión de los elementos -productos e insumos- necesarios para el supuesto retorno, por ejemplo, apenas están detectando que hay planteles con adeudos ante la Comisión Federal de Electricidad, para ver si es posible negociar y se pueda reconectar la luz a los planteles que lo requieran, evidentemente, mientras en otras instituciones, hacían su trabajo, en especial los del sector salud, los de la SEP están esperando el regreso para ver, apenas, que es lo que se tiene que arreglar.

En el supuesto de iniciar actividades escolares al final del mes, el Insabi dotará a la SEP con 7 millones, sin precisar que, aunque pareciera, se refiere a los insumos para realizar la sanitización, o bien de cubre bocas, también el Conacyt regalará gel antibacterial para el uso en las escuelas más necesitadas y que tengan alumnos; esta declaración hace notorio en grado superlativo el inminente regreso clases presenciales.

Para cuidar, o justificar, la postura institucional, las ambigüedades sobre el interés del retorno se descarga en una responsabilidad primera hacía los padres de familia para que, aunque se diga lo contrario, se firme una carta compromiso cuyo contenido deslinda totalmente a los responsables de garantizar la educación a todas y todas, en este caso del nivel básico; luego entonces, se puede decir que el regreso a clases no lo determina ni la SEP ni la SESA, sino serán las familias las que decidan si envían o no a sus hijos a las escuelas.

Justamente, para deslindar compromisos y responsabilidades, se elaboró una carta compromiso, refutada por el Ejecutivo al afirmar su desconocimiento al haberlo ignorado en esta decisión; por lo tanto, quedaron evidenciadas las malas formas para iniciar el nuevo ciclo escolar.

En este mismo sentido, una vez dirimidas las diferencias, se elaboró un formato, no se puede afirmar si único para todo el país; de todos modos el instrumento de compromiso, denominado: Formas de trabajo para el ciclo escolar 2021-2022, establecen cuáles serán las reglas para el nuevo año lectivo; por supuesto los nombres del alumno y padre de familia, grado y grupo a cursar; luego la aceptación tácita, sobre si el hijo o hija, cursará de manera presencial o a distancia autogestiva; definiéndose los días de asistencia y la entrega de trabajos; la realización de tareas en casa y la tutoría de los padres. En la segunda recoger y entregar actividades sugeridas por el maestro los días viernes de acuerdo al horario que le tocará asistir.

Bueno, para el primer caso, se exigirá la revisión diaria para identificar posibles riesgos y síntomas; los papás deberán participar en los aseos de las escuelas, portar cubrebocas y/o careta protectora, si hay algún síntoma se suspende el ingreso a la escuela; el padre llevará a su hijo a cualquier instancia de salud; notificar a la escuela si hay riesgos para el contagio; con todo lo anterior, así se estima, el regreso a clases tendrá muchos inconvenientes, pues las nuevas reglas para regresar no están claramente divididas en las responsabilidades; por ello, solo queda esperar para lo que en los próximos días se presente.