/ viernes 21 de mayo de 2021

Anatomía de lo Social | Ridiculeces

La burla y el ridículo son, entre todas las injurias, las que menos se perdonan.

Platón

Sin encontrar las verdaderas razones de postular a personajes sin las características suficientes para convertirse en representantes populares, las elecciones más grandes de la historia en México, por sus características convertidas en números, cargos, presupuestos y votantes, se han convertido en un ridículo burlesque, donde la parte cómica la realizan algunos candidatos a ocupar los cargos a disputarse en este proceso electoral, desde luego con la complacencia de las autoridades y los partidos políticos, cuyo respaldo a tan singulares candidatos les presupone un éxito contundente.

Más allá de los oscuros secretos de los postulantes, donde los compromisos y componendas por permitir ser, en algunos momentos, el centro de atención de una campaña propagandística, deben ser los intereses por el dinero y, quizá, el poder público, pensando en que su popularidad ganada en algunos medios de comunicación por ser cantantes, presentadores o deportistas, les está garantizado el logro de un objetivo cuyo significado sea el triunfo en sus “supuestos” admiradores.

Para ilustrar estos comentarios se hará referencia de algunos de ellos, acompañados de sus perfiles; por ejemplo, el otrora galán de televisión, presentador y conductor de programas de noticias, cuya popularidad la obtuvo, justamente, por ser un protagonista principal de programas de televisión y, casi siempre, acompañado de hermosas mujeres; hoy en día se asume como un hombre lleno de valores y cualidades para ocupar un cargo público, sin embargo, en contrasentido, se encuentra en el escrutinio del pueblo cuando, en sus spots, injuria y le mienta la madre a quien lo abuchea por no ser quien dice, evidentemente, su conocimiento sobre sus valores personales quedan en entredicho.

Qué decir de una mujer, sin duda exitosa por mérito propio, sobre todo, cuando su popularidad la ha fincado en sus canciones, cuyas letras casi siempre son en contra de los hombres; pero cuando se le ha cuestionado sobre su incursión en la política, no tiene argumentos suficientes para defenderse, solo por la invitación que le hicieron es como aceptó, sin otro tipo de conocimiento.

También hay quienes han sido ya aspirantes y participantes en este tipo de contiendas, como es el caso del profesor candidato en el estado de Baja California Sur; aunque, a pesar de la aparente experiencia, hoy se observa como un tipo bonachón, sacando de sus bolsillos la morralla que supone ser el cambio, aunque no sea el dinero en sí mismo, sino en el supuesto cambio sobre el estado de las cosas que ocurren en ese lugar de la República.

Desde otra perspectiva, también se observan en las campañas proselitistas los anuncios rimbombantes, con propuestas fuera de todo sentido común, pues hablar de lograr un aumento del cien por ciento en los salarios del personal médico; también de aquel que menciona donde a “todos” los mexicanos nos tenían de rodillas y hoy alzamos la frente; de igual manera ese que habla sobre los aplausos, que de ellos no se vive; por ello, se tendrá dinero en los bolsillos, y el último, cuando menos, así observado, aquel que se refiere al “hambre cero” donde nadie se quedará sin comer; una posible copia de un programa aplicado en la extinta Sedesol; en fin, mucha imagen, intenciones, promesas, obviamente absurdas e inalcanzables.

Con todo lo dicho, solo una breve semblanza de lo que hoy ocurre en el ambiente de la política, desde luego en todos los casos, se hace evidente, la crisis que hoy se vive, no solo por la falta de creatividad, sino en la burla que hacen de los ciudadanos comunes, al pretender engañarlos con absurdas promesas, carentes de propuestas reales, sin aportes, ni ideologías, sin causas, ni valores populares; por el contrario; solo se notan las descalificaciones, con un interés perverso en el fondo del discurso.

Afortunadamente, ya no hay gente para engañar; hoy entre tantas cualidades que tiene las personas, es reconocer el valor real de las cosas y las personas, no se puede pensar en elegir a candidatos surgidos de una “carpa” popular, ni tampoco dejarse llevar por falsas e inalcanzables promesas; eso en no es hacer política.

Concluyendo, siempre habrá un acuerdo cuando la auténtica y buena política, junto con sus candidatos, tengan intereses generales, pensando siempre en el bien colectivo para lograr un cambio en las anquilosadas formas de vida actuales.

La burla y el ridículo son, entre todas las injurias, las que menos se perdonan.

Platón

Sin encontrar las verdaderas razones de postular a personajes sin las características suficientes para convertirse en representantes populares, las elecciones más grandes de la historia en México, por sus características convertidas en números, cargos, presupuestos y votantes, se han convertido en un ridículo burlesque, donde la parte cómica la realizan algunos candidatos a ocupar los cargos a disputarse en este proceso electoral, desde luego con la complacencia de las autoridades y los partidos políticos, cuyo respaldo a tan singulares candidatos les presupone un éxito contundente.

Más allá de los oscuros secretos de los postulantes, donde los compromisos y componendas por permitir ser, en algunos momentos, el centro de atención de una campaña propagandística, deben ser los intereses por el dinero y, quizá, el poder público, pensando en que su popularidad ganada en algunos medios de comunicación por ser cantantes, presentadores o deportistas, les está garantizado el logro de un objetivo cuyo significado sea el triunfo en sus “supuestos” admiradores.

Para ilustrar estos comentarios se hará referencia de algunos de ellos, acompañados de sus perfiles; por ejemplo, el otrora galán de televisión, presentador y conductor de programas de noticias, cuya popularidad la obtuvo, justamente, por ser un protagonista principal de programas de televisión y, casi siempre, acompañado de hermosas mujeres; hoy en día se asume como un hombre lleno de valores y cualidades para ocupar un cargo público, sin embargo, en contrasentido, se encuentra en el escrutinio del pueblo cuando, en sus spots, injuria y le mienta la madre a quien lo abuchea por no ser quien dice, evidentemente, su conocimiento sobre sus valores personales quedan en entredicho.

Qué decir de una mujer, sin duda exitosa por mérito propio, sobre todo, cuando su popularidad la ha fincado en sus canciones, cuyas letras casi siempre son en contra de los hombres; pero cuando se le ha cuestionado sobre su incursión en la política, no tiene argumentos suficientes para defenderse, solo por la invitación que le hicieron es como aceptó, sin otro tipo de conocimiento.

También hay quienes han sido ya aspirantes y participantes en este tipo de contiendas, como es el caso del profesor candidato en el estado de Baja California Sur; aunque, a pesar de la aparente experiencia, hoy se observa como un tipo bonachón, sacando de sus bolsillos la morralla que supone ser el cambio, aunque no sea el dinero en sí mismo, sino en el supuesto cambio sobre el estado de las cosas que ocurren en ese lugar de la República.

Desde otra perspectiva, también se observan en las campañas proselitistas los anuncios rimbombantes, con propuestas fuera de todo sentido común, pues hablar de lograr un aumento del cien por ciento en los salarios del personal médico; también de aquel que menciona donde a “todos” los mexicanos nos tenían de rodillas y hoy alzamos la frente; de igual manera ese que habla sobre los aplausos, que de ellos no se vive; por ello, se tendrá dinero en los bolsillos, y el último, cuando menos, así observado, aquel que se refiere al “hambre cero” donde nadie se quedará sin comer; una posible copia de un programa aplicado en la extinta Sedesol; en fin, mucha imagen, intenciones, promesas, obviamente absurdas e inalcanzables.

Con todo lo dicho, solo una breve semblanza de lo que hoy ocurre en el ambiente de la política, desde luego en todos los casos, se hace evidente, la crisis que hoy se vive, no solo por la falta de creatividad, sino en la burla que hacen de los ciudadanos comunes, al pretender engañarlos con absurdas promesas, carentes de propuestas reales, sin aportes, ni ideologías, sin causas, ni valores populares; por el contrario; solo se notan las descalificaciones, con un interés perverso en el fondo del discurso.

Afortunadamente, ya no hay gente para engañar; hoy entre tantas cualidades que tiene las personas, es reconocer el valor real de las cosas y las personas, no se puede pensar en elegir a candidatos surgidos de una “carpa” popular, ni tampoco dejarse llevar por falsas e inalcanzables promesas; eso en no es hacer política.

Concluyendo, siempre habrá un acuerdo cuando la auténtica y buena política, junto con sus candidatos, tengan intereses generales, pensando siempre en el bien colectivo para lograr un cambio en las anquilosadas formas de vida actuales.