/ viernes 11 de octubre de 2019

Anatomía de lo Social | Servicios

Pocas o ninguna vez se cumple con la ambición que no sea con daño a tercero.

Miguel de Cervantes

Ante la evolución constante de la sociedad, incluyéndose el crecimiento de la población, resulta imperioso atender sus necesidades en relación a las características de los habitantes de un lugar en específico, bien sea en lo urbano o lo rural. Estas son algunas de las condiciones para determinar el tipo de servicios requeridos por la población demandante. En lo general, pueden suponerse, como los más elementales: el agua potable, drenaje, electricidad, transporte, seguridad, entendidos como servicios primarios, que permiten el desarrollo armonioso de las personas en el lugar que habitan.

En un segundo plano pueden incluirse los servicios de telecomunicaciones y la televisión, en la actualidad, servicios de paga, convertidos ahora por la misma gente en elementos indispensables para muchas de las actividades que se realizan en lo cotidiano; además, este tipo de “necesidades” han polarizado los hábitos de quienes reciben o adquieren estos satisfactores, al darle mayor importancia a los segundos; inclusive, se hace evidente cuando hay que pagarlos, al notarse largas filas en las instalaciones de las prestadoras de estos servicios.

En independencia a los intereses particulares, sin tomar en cuenta el aspecto económico, cada día crece la dependencia a la telefonía y televisión, incluyendo la internet, sin importar muchas veces los altos costos de acuerdo con el servicio adquirido; aunque muchas veces haya que endeudarse para adquirir un aparato cuyas funciones tan sofisticadas queden en el desuso por la ignorancia, no en su sentido peyorativo, de quien los usa.

No se pueden evitar las decisiones personales para elegir la empresa prestataria en cuanto a telecomunicaciones se refiere, ni tampoco el aparato o la marca que servirá para el entretenimiento o la comunicación, lo que sí puede ser posible es revisar o analizar cuál de ellos sería la mejor opción para adquirir el compromiso de pago, bien sea al contado o en parcialidades, sin soslayar los consabidos intereses, seguramente esto ayudaría a evitar cualquier contratiempo en caso de insatisfacción en lo adquirido y contratado.

De alguna manera, se insiste, las nuevas formas de comunicación han rebasado no solo los límites de lo destinado para el pago, sino también en todo aquello que se podía considerar como una prioridad, es decir, resulta mejor “presumir” por tener un equipo multifuncional y que posibilite la participación en las redes sociales, a comprar el otro tipo de satisfactores, que debe decirse, son fundamentales e indispensables para el desarrollo individual y familiar, desde esta perspectiva, quizá se pueda justificar el uso y el pago, bajo el argumento de saber dónde se puede localizar a una persona o para trasmitir un mensaje de carácter urgente; aunque muchas veces este tipo de funciones no surten efecto cuando el destinatario no responde a los llamados. De cualquier forma, esto en la actualidad parece que se ha convertido en un mal necesario, pues son los mismos padres, en algunos casos, quienes alientan el uso del celular.

Desde otra perspectiva, también suele decirse que en el país no hay pobreza, pues millones de personas, desde la modestia de sus actividades hasta un encumbrado hombre de negocios, cuentan con los instrumentos para estas modernas formas de comunicación.

Tal es hoy la dependencia de los celulares que muchos usuarios, con mucha constancia, lo buscan para saber si han recibido un mensaje, saberlo perdido o dejado en un lugar sin aparente seguridad, lo convierte en una máquina de desesperación por encontrarlo, aunque en ocasiones lo tenga en la mano que siempre ocupa para eso.

Más allá de la utilidad de estos elementos, la sociedad se está convirtiendo en un ser altamente manipulable bajo el influjo de las redes sociales bajo el disfraz de una moderna forma de comunicación.

Sin culpa, puede suponerse, a quienes bajo el auspicio de las reformas constitucionales y bajo el argumento de la competencia, se han aprovechado de la inconciencia de las personas para hacerlos cautivos de los productos que ofrecen, en especial los celulares, para convertirlo en consumidores dispuestos a comprar lo que se les ofrezca y, en muchos casos, aunque sean bajo un esquema de financiamiento, lo importante es vender para unos y comprar para los otros.

Pocas o ninguna vez se cumple con la ambición que no sea con daño a tercero.

Miguel de Cervantes

Ante la evolución constante de la sociedad, incluyéndose el crecimiento de la población, resulta imperioso atender sus necesidades en relación a las características de los habitantes de un lugar en específico, bien sea en lo urbano o lo rural. Estas son algunas de las condiciones para determinar el tipo de servicios requeridos por la población demandante. En lo general, pueden suponerse, como los más elementales: el agua potable, drenaje, electricidad, transporte, seguridad, entendidos como servicios primarios, que permiten el desarrollo armonioso de las personas en el lugar que habitan.

En un segundo plano pueden incluirse los servicios de telecomunicaciones y la televisión, en la actualidad, servicios de paga, convertidos ahora por la misma gente en elementos indispensables para muchas de las actividades que se realizan en lo cotidiano; además, este tipo de “necesidades” han polarizado los hábitos de quienes reciben o adquieren estos satisfactores, al darle mayor importancia a los segundos; inclusive, se hace evidente cuando hay que pagarlos, al notarse largas filas en las instalaciones de las prestadoras de estos servicios.

En independencia a los intereses particulares, sin tomar en cuenta el aspecto económico, cada día crece la dependencia a la telefonía y televisión, incluyendo la internet, sin importar muchas veces los altos costos de acuerdo con el servicio adquirido; aunque muchas veces haya que endeudarse para adquirir un aparato cuyas funciones tan sofisticadas queden en el desuso por la ignorancia, no en su sentido peyorativo, de quien los usa.

No se pueden evitar las decisiones personales para elegir la empresa prestataria en cuanto a telecomunicaciones se refiere, ni tampoco el aparato o la marca que servirá para el entretenimiento o la comunicación, lo que sí puede ser posible es revisar o analizar cuál de ellos sería la mejor opción para adquirir el compromiso de pago, bien sea al contado o en parcialidades, sin soslayar los consabidos intereses, seguramente esto ayudaría a evitar cualquier contratiempo en caso de insatisfacción en lo adquirido y contratado.

De alguna manera, se insiste, las nuevas formas de comunicación han rebasado no solo los límites de lo destinado para el pago, sino también en todo aquello que se podía considerar como una prioridad, es decir, resulta mejor “presumir” por tener un equipo multifuncional y que posibilite la participación en las redes sociales, a comprar el otro tipo de satisfactores, que debe decirse, son fundamentales e indispensables para el desarrollo individual y familiar, desde esta perspectiva, quizá se pueda justificar el uso y el pago, bajo el argumento de saber dónde se puede localizar a una persona o para trasmitir un mensaje de carácter urgente; aunque muchas veces este tipo de funciones no surten efecto cuando el destinatario no responde a los llamados. De cualquier forma, esto en la actualidad parece que se ha convertido en un mal necesario, pues son los mismos padres, en algunos casos, quienes alientan el uso del celular.

Desde otra perspectiva, también suele decirse que en el país no hay pobreza, pues millones de personas, desde la modestia de sus actividades hasta un encumbrado hombre de negocios, cuentan con los instrumentos para estas modernas formas de comunicación.

Tal es hoy la dependencia de los celulares que muchos usuarios, con mucha constancia, lo buscan para saber si han recibido un mensaje, saberlo perdido o dejado en un lugar sin aparente seguridad, lo convierte en una máquina de desesperación por encontrarlo, aunque en ocasiones lo tenga en la mano que siempre ocupa para eso.

Más allá de la utilidad de estos elementos, la sociedad se está convirtiendo en un ser altamente manipulable bajo el influjo de las redes sociales bajo el disfraz de una moderna forma de comunicación.

Sin culpa, puede suponerse, a quienes bajo el auspicio de las reformas constitucionales y bajo el argumento de la competencia, se han aprovechado de la inconciencia de las personas para hacerlos cautivos de los productos que ofrecen, en especial los celulares, para convertirlo en consumidores dispuestos a comprar lo que se les ofrezca y, en muchos casos, aunque sean bajo un esquema de financiamiento, lo importante es vender para unos y comprar para los otros.