/ viernes 22 de julio de 2022

Anatomía de lo Social | Tratado

Que el dólar va para arriba, y el

peso sigue bajando Uy que miedo,

mira como estoy temblando…

Francisco José Hernández Mandujano

Para quienes entienden de los procesos económicos, debe resultarles muy sencilla la interpretación de las condiciones actuales, existentes entre los tres países firmantes de un tratado en el que, se supone, deberían existir conveniencias para todos, particularmente en las economías; sin embargo, ahora en el marco de la reforma energética propuesta por el actual gobierno, parece les ha causado cierta incertidumbre, al afectarse empresas del vecino país del norte, obvio, beneficiando a instituciones de México, tal es el caso de la CFE y Pemex.

Dentro de las políticas energéticas consideradas en un marco de legalidad se asume, en primera instancia, el cumplimiento de los compromisos establecidos en un orden normativo y legal, es decir, actualmente las decisiones para mejorar la economía nacional rebasan los intereses del vecino país del norte, por eso se han manifestado en contra de las políticas energéticas, por considerarlas violatorias, en perjuicio de empresas gringas.

No se puede soslayar el hecho de una firma de acuerdo del próximo pasado gobierno, donde se les daban todas las facilidades a empresas privadas, obvio, norteamericanas; en defensa de sus connacionales, en comentarios, entendidos como una amenaza velada, se dijo, en palabras de la representante comercial de los Estados Unidos, que las medidas adoptadas por México socavan a las empresas que producen energía en su país, además de desincentivan la inversión de los proveedores cuya pretensión es comprar energía limpia y confiable.

Parece han olvidado el apoyo recibido en el sexenio anterior, cuando se permitió la inversión privada en la venta de la gasolina, desaparecieron las gasolineras de Pemex y surgieron otras con nombres de empresas norteamericanas, si esto no hubiera sido suficiente, la liberación de los precios de los combustibles, bajo el absurdo argumento de que la competencia traería beneficios a los consumidores, esto no ocurrió, los aumentos en las gasolinas fueron constantes, el desabasto se llegó a observar en las enormes filas de automovilistas esperando llegaran las pipas repartidoras del combustible; en sentido no hubo quejas, al contrario, se regodearon con las malas decisiones del presidente en turno.

Tampoco se puede soslayar el hecho de que al inicio del actual gobierno se recibieron otro tipo de presiones, argumentadas en una supuesta crisis económica, una devaluación, así como la posible ruptura de las buenas relaciones con los Estados Unidos.

Debe reconocerse, en este caso, la interpretación del capítulo del T-MEC donde se estable: “Las partes confirman su pleno respeto a la soberanía y su derecho soberano a regular con respecto a asuntos abordados, en este capítulo de conformidad con sus respectivas constituciones y derecho interno, en pleno ejercicio de sus derechos democráticos (…) sobre entendido que debe existir un respeto mutuo para las decisiones que tome cada gobierno, en este caso de las reformas a la constitución y la legislación interna”.

Como una derivación del anterior Tratado de Libre Comercio de América Latina, se suponía que el acuerdo debería ser de beneficio para los tres países firmantes, México, Estados Unidos y Canadá; sin embargo, desde el inicio de estos acuerdos se hizo evidente la tendencia del beneficio, orientada de manera particular para los Estados Unidos. También se debe recordar la esencia del documento firmado, respecto de la eliminación de obstáculos para el comercio y facilitar la circulación transfronteriza de bienes y servicios, promover condiciones de competencia justa, aumentar las oportunidades de inversión, proporcionar protección y cumplimiento de los derechos de propiedad intelectual, establecer procedimientos para la resolución de disputas comerciales e implantar un marco de para una mayor cooperación trilateral, regional y multilateral para ampliar los beneficios del acuerdo comercial.

Evidentemente, las consecuencias de la firma en los acuerdos han sido de beneficio casi unilateral, pues hasta la fecha se quedaron empresas convertidas en supermercados que, supuestamente, ofrecen productos a un precio muy bajo, por ejemplo Walmart, que desplazó a los pequeños comerciantes establecidos, mermándoles sus ingresos con las afectaciones correspondientes, muchos de esos “changarritos”, como los llamó el presidente de las botas, cerraron sus puertas, dejando en la indefensión a muchas familias mexicanas.

Ni qué decir de los empleos, todas las empresas extranjeras que tuvieron el privilegio de ser recibidas con todas las ventajas, exentándolas del pago de impuestos, abrieron ofertas laborales, pero con salarios muy por debajo de lo justo, sin prestaciones, contratados por honorarios y muy exigibles en sus tareas dentro del trabajo; este es parte de los resultados heredados para el gobierno actual, por ello, bien merece la pena reconocer que, cuando menos, en lo referente a la energía hay avances significativos y de beneficio para muchos, ojalá también le toque al pueblo.

Aunque ha sido muy cuestionada la postura del gobierno de México, en especial de la clase política opositora, no cabe duda que lo único que hacen es evidenciarse como los bienhechores de las clases dominantes y pudientes, de tal manera que, en contrasentido, la defensa de la reforma energética debe ser un ejemplo para defender las causas de otros tratados.


Que el dólar va para arriba, y el

peso sigue bajando Uy que miedo,

mira como estoy temblando…

Francisco José Hernández Mandujano

Para quienes entienden de los procesos económicos, debe resultarles muy sencilla la interpretación de las condiciones actuales, existentes entre los tres países firmantes de un tratado en el que, se supone, deberían existir conveniencias para todos, particularmente en las economías; sin embargo, ahora en el marco de la reforma energética propuesta por el actual gobierno, parece les ha causado cierta incertidumbre, al afectarse empresas del vecino país del norte, obvio, beneficiando a instituciones de México, tal es el caso de la CFE y Pemex.

Dentro de las políticas energéticas consideradas en un marco de legalidad se asume, en primera instancia, el cumplimiento de los compromisos establecidos en un orden normativo y legal, es decir, actualmente las decisiones para mejorar la economía nacional rebasan los intereses del vecino país del norte, por eso se han manifestado en contra de las políticas energéticas, por considerarlas violatorias, en perjuicio de empresas gringas.

No se puede soslayar el hecho de una firma de acuerdo del próximo pasado gobierno, donde se les daban todas las facilidades a empresas privadas, obvio, norteamericanas; en defensa de sus connacionales, en comentarios, entendidos como una amenaza velada, se dijo, en palabras de la representante comercial de los Estados Unidos, que las medidas adoptadas por México socavan a las empresas que producen energía en su país, además de desincentivan la inversión de los proveedores cuya pretensión es comprar energía limpia y confiable.

Parece han olvidado el apoyo recibido en el sexenio anterior, cuando se permitió la inversión privada en la venta de la gasolina, desaparecieron las gasolineras de Pemex y surgieron otras con nombres de empresas norteamericanas, si esto no hubiera sido suficiente, la liberación de los precios de los combustibles, bajo el absurdo argumento de que la competencia traería beneficios a los consumidores, esto no ocurrió, los aumentos en las gasolinas fueron constantes, el desabasto se llegó a observar en las enormes filas de automovilistas esperando llegaran las pipas repartidoras del combustible; en sentido no hubo quejas, al contrario, se regodearon con las malas decisiones del presidente en turno.

Tampoco se puede soslayar el hecho de que al inicio del actual gobierno se recibieron otro tipo de presiones, argumentadas en una supuesta crisis económica, una devaluación, así como la posible ruptura de las buenas relaciones con los Estados Unidos.

Debe reconocerse, en este caso, la interpretación del capítulo del T-MEC donde se estable: “Las partes confirman su pleno respeto a la soberanía y su derecho soberano a regular con respecto a asuntos abordados, en este capítulo de conformidad con sus respectivas constituciones y derecho interno, en pleno ejercicio de sus derechos democráticos (…) sobre entendido que debe existir un respeto mutuo para las decisiones que tome cada gobierno, en este caso de las reformas a la constitución y la legislación interna”.

Como una derivación del anterior Tratado de Libre Comercio de América Latina, se suponía que el acuerdo debería ser de beneficio para los tres países firmantes, México, Estados Unidos y Canadá; sin embargo, desde el inicio de estos acuerdos se hizo evidente la tendencia del beneficio, orientada de manera particular para los Estados Unidos. También se debe recordar la esencia del documento firmado, respecto de la eliminación de obstáculos para el comercio y facilitar la circulación transfronteriza de bienes y servicios, promover condiciones de competencia justa, aumentar las oportunidades de inversión, proporcionar protección y cumplimiento de los derechos de propiedad intelectual, establecer procedimientos para la resolución de disputas comerciales e implantar un marco de para una mayor cooperación trilateral, regional y multilateral para ampliar los beneficios del acuerdo comercial.

Evidentemente, las consecuencias de la firma en los acuerdos han sido de beneficio casi unilateral, pues hasta la fecha se quedaron empresas convertidas en supermercados que, supuestamente, ofrecen productos a un precio muy bajo, por ejemplo Walmart, que desplazó a los pequeños comerciantes establecidos, mermándoles sus ingresos con las afectaciones correspondientes, muchos de esos “changarritos”, como los llamó el presidente de las botas, cerraron sus puertas, dejando en la indefensión a muchas familias mexicanas.

Ni qué decir de los empleos, todas las empresas extranjeras que tuvieron el privilegio de ser recibidas con todas las ventajas, exentándolas del pago de impuestos, abrieron ofertas laborales, pero con salarios muy por debajo de lo justo, sin prestaciones, contratados por honorarios y muy exigibles en sus tareas dentro del trabajo; este es parte de los resultados heredados para el gobierno actual, por ello, bien merece la pena reconocer que, cuando menos, en lo referente a la energía hay avances significativos y de beneficio para muchos, ojalá también le toque al pueblo.

Aunque ha sido muy cuestionada la postura del gobierno de México, en especial de la clase política opositora, no cabe duda que lo único que hacen es evidenciarse como los bienhechores de las clases dominantes y pudientes, de tal manera que, en contrasentido, la defensa de la reforma energética debe ser un ejemplo para defender las causas de otros tratados.