/ viernes 31 de julio de 2020

Anatomía de lo Social | Víctima

Los funcionarios son los empleados que el ciudadano paga para ser víctima de su insolente vejación.

Pitigrilli

Con categoría, como suelen ser tratados los presuntos culpables por la comisión de algún delito, dígase delincuentes de cuello blanco, en sentido contrario, existen otros niveles, que sirven de comparación, pues no es lo mismo “robar” una gallina a ser el artífice principal de robos multimillonarios al erario público; al primero, después de someterlo a “delicados y sutiles interrogatorios” para que acepte su culpabilidad, se le consigna por el delito de abigeato, condenándolo a pasar 30 años privado de su libertad, al segundo, por las consideraciones y acuerdos entre los fiscales y los presuntos imputados, se le recibe, mejor dicho, se le trata, como un testigo importante, bajo el argumento de que habrá de señalar a otros culpables involucrados en un asunto de corrupción donde cantidades multimillonarias están involucradas en un proceso inicial aclaratorio.

Así, justamente, fue recibido el exdirector de Pemex después de ser “extraditado”, primero, dada su categoría, se le atendió de un mal de gravedad extrema, recibiendo la atención de especialistas para curar su mal; una vez descansado y dispuesto a “colaborar” con las autoridades para descubrir el velo de la ignominia, mencionando a quienes participaron realmente en aquello que se le imputa, es decir a señalar a los verdaderos culpables.

Posiblemente esta fue una de las razones por la que se ha establecido, así lo señaló el juez del caso, que no se han violentado los derechos humanos del señalado, así como tampoco existen violaciones al debido proceso, ante el trato tan humanitario y la evidencia principal de la aplicación de la justicia, en reciprocidad, se discursó, por parte del exdirector de Pemex, sobre la colaboración ante las autoridades federales para denunciar, con pruebas y nombres, a todos aquellos, aparentemente coludidos, en las acciones de la apropiación de dinero ilícito a través de beneficiar a personajes de la política y de altos y ricos empresarios.

Ante tantas bondades recibidas, el exfuncionario, en agradecimiento reciproco, fue enfático al decir que, en atención al haber sido informado de su situación, además de estar dispuesto a aclarar su situación jurídica, así como también, llegado el momento para la aportación de pruebas, demostrará que no es culpable de los delitos que se le imputan. Obvio, sus palabras niegan culpabilidad, agregando que fue un instrumento sometido, intimidado y presionado para “hacer cosas” que él no hubiera querido.

Aprovechándose de las circunstancias, sus defensores lo presumen como un individuo utilizado por el aparato organizado, entiéndase sistema de gobierno, para aprovecharlo desde su investidura como director de una de las paraestatales más importantes del país, Petróleos Mexicanos, bajo su amparo y el poder detentado, se asignaron licitaciones amañadas arbitrariamente, pero con la consigna de recibir su extraordinaria recompensa, desde luego, hubo otras participaciones importantes, como en el caso del director corporativo de Alianza y Nuevos Negocios de Pemex; involucrado en la compra de la planta de Agronitrogenados con un valor superior al triple de su valor real; seguramente el nombre de este mal funcionario, junto con muchos otros, habrán de ventilarse en los tribunales.

Evidentemente, como ha ocurrido en otros casos semejantes, la percepción popular o el morbo que generan situaciones como ésta, serán el escepticismo sobre la aplicación de la justicia, no en el aparente escándalo provocado por las condiciones mediáticas del momento, sino en el sentido de que el resultado final será una dispensa para el hoy, en apariencia imputado, de igual manera, hasta la presumible disculpa por parte de las autoridades de gobierno por haberse equivocado y señalar a un culpable donde no lo hay, en el mismo sentido, habrán de perdonarse algunos cuantos miles de millones de pesos, para pagar el daño moral causado al personaje junto con su familia; luego entonces la distracción para el pueblo, solamente será tan breve como el juicio que se la aplicará al exfuncionario en cuestión.

Los funcionarios son los empleados que el ciudadano paga para ser víctima de su insolente vejación.

Pitigrilli

Con categoría, como suelen ser tratados los presuntos culpables por la comisión de algún delito, dígase delincuentes de cuello blanco, en sentido contrario, existen otros niveles, que sirven de comparación, pues no es lo mismo “robar” una gallina a ser el artífice principal de robos multimillonarios al erario público; al primero, después de someterlo a “delicados y sutiles interrogatorios” para que acepte su culpabilidad, se le consigna por el delito de abigeato, condenándolo a pasar 30 años privado de su libertad, al segundo, por las consideraciones y acuerdos entre los fiscales y los presuntos imputados, se le recibe, mejor dicho, se le trata, como un testigo importante, bajo el argumento de que habrá de señalar a otros culpables involucrados en un asunto de corrupción donde cantidades multimillonarias están involucradas en un proceso inicial aclaratorio.

Así, justamente, fue recibido el exdirector de Pemex después de ser “extraditado”, primero, dada su categoría, se le atendió de un mal de gravedad extrema, recibiendo la atención de especialistas para curar su mal; una vez descansado y dispuesto a “colaborar” con las autoridades para descubrir el velo de la ignominia, mencionando a quienes participaron realmente en aquello que se le imputa, es decir a señalar a los verdaderos culpables.

Posiblemente esta fue una de las razones por la que se ha establecido, así lo señaló el juez del caso, que no se han violentado los derechos humanos del señalado, así como tampoco existen violaciones al debido proceso, ante el trato tan humanitario y la evidencia principal de la aplicación de la justicia, en reciprocidad, se discursó, por parte del exdirector de Pemex, sobre la colaboración ante las autoridades federales para denunciar, con pruebas y nombres, a todos aquellos, aparentemente coludidos, en las acciones de la apropiación de dinero ilícito a través de beneficiar a personajes de la política y de altos y ricos empresarios.

Ante tantas bondades recibidas, el exfuncionario, en agradecimiento reciproco, fue enfático al decir que, en atención al haber sido informado de su situación, además de estar dispuesto a aclarar su situación jurídica, así como también, llegado el momento para la aportación de pruebas, demostrará que no es culpable de los delitos que se le imputan. Obvio, sus palabras niegan culpabilidad, agregando que fue un instrumento sometido, intimidado y presionado para “hacer cosas” que él no hubiera querido.

Aprovechándose de las circunstancias, sus defensores lo presumen como un individuo utilizado por el aparato organizado, entiéndase sistema de gobierno, para aprovecharlo desde su investidura como director de una de las paraestatales más importantes del país, Petróleos Mexicanos, bajo su amparo y el poder detentado, se asignaron licitaciones amañadas arbitrariamente, pero con la consigna de recibir su extraordinaria recompensa, desde luego, hubo otras participaciones importantes, como en el caso del director corporativo de Alianza y Nuevos Negocios de Pemex; involucrado en la compra de la planta de Agronitrogenados con un valor superior al triple de su valor real; seguramente el nombre de este mal funcionario, junto con muchos otros, habrán de ventilarse en los tribunales.

Evidentemente, como ha ocurrido en otros casos semejantes, la percepción popular o el morbo que generan situaciones como ésta, serán el escepticismo sobre la aplicación de la justicia, no en el aparente escándalo provocado por las condiciones mediáticas del momento, sino en el sentido de que el resultado final será una dispensa para el hoy, en apariencia imputado, de igual manera, hasta la presumible disculpa por parte de las autoridades de gobierno por haberse equivocado y señalar a un culpable donde no lo hay, en el mismo sentido, habrán de perdonarse algunos cuantos miles de millones de pesos, para pagar el daño moral causado al personaje junto con su familia; luego entonces la distracción para el pueblo, solamente será tan breve como el juicio que se la aplicará al exfuncionario en cuestión.