/ miércoles 19 de febrero de 2020

Antípodas | #NIUNAMAS “Justicia para Fátima, para Ingrid, para todas”

Impotencia, dolor, desesperación, angustia, miedo, terror acumulado, coraje, odio, rabia, todos al mismo tiempo. No soy capaz si quiera de imaginar el torbellino de sentimientos que deben envolver a los padres de Fátima, la pequeña asesinada en el Estado de México. Pero soy padre de una pequeña de ocho años, apenas un año mayor que Fátima, y puedo asumir un poco del dolor y un mucho de la indignación que miles y miles de padres y madres de este país deben estar sintiendo, tengo amigos y amigas con hijas, que día a día nos inquietamos por lo que está ocurriendo en México. Pero también está el caso de Ingrid, uno más que se acumula, una mujer hecha y derecha, que fue víctima de violencia atroz por parte de su pareja, cometiéndose un feminicidio más a la cuenta triste, lamentable e ignominiosa que se acrecienta en las arcas de la estadística oficial. Además de padre, también soy esposo, hijo y hermano de mujeres, y tampoco puedo dejar de indignarme por lo que les está pasando, por lo que les ocurre a las mujeres en México, ¡las estamos matando por Dios!

Al igual que cientos, miles, millones de familias me invade la zozobra y la incertidumbre por el tipo de país que estamos heredando a las siguientes generaciones, que país estamos construyendo para nuestros niños, que garantías tenemos y tienen los pequeños de que podrán tener y acceder a una vida libre de violencia. Salir a la calle a jugar, caminar sin miedo para ir a la escuela o de compras, parece que se está volviendo imposible, impensable. Qué país somos que las mujeres deben estar temerosas de salir a ejercer una profesión, a trabajar o llanamente a divertirse, con el peligro latente y lacerante de ser humilladas, ofendidas, ultrajadas, asesinadas.

Me pregunto, ¿qué demonios está pasando? ¿En qué momento nos perdimos como sociedad? ¿En qué instante comenzó el proceso de descomposición de las personas? ¿Cuándo tantos corazones se llenaron al mismo tiempo de odio, maldad y perversión, que pueden ser capaces de provocar ese nivel de daño a un niño o a una mujer? ¿Hasta cuando de verdad? ¿Hasta cuándo las autoridades gubernamentales se van a sensibilizar ante la tragedia que se está viviendo en México y dejarán de lucrar con el tema? ¿Hasta cuándo se terminará la indiferencia de la sociedad que cada vez se acostumbra más y normaliza los hechos de violencia de esta naturaleza? ¿Hasta cuándo dejaremos de escuchar el tan trillado “llegaremos a las últimas consecuencia, se castigará a los responsables, no habrá impunidad”? ¿Hasta cuándo la impunidad no será cotidiana y se aplicará la ley pronta y expedita?

Los feminicidios y la violencia en contra de las mujeres no cesan, y también los feminicidios infantiles de acuerdo a datos oficiales han crecido exponencialmente en los últimos cinco años, sin que ninguna autoridad haga absolutamente nada. Es necesario que desde el hogar profundicemos cambios que combatan el machismo y la cultura patriarcal enquistada y que doblega a la mujer, es necesario educar en la familia con esquemas de igualdad, de integración y de respeto.

Es urgente que el gobierno federal de López Obrador presente de inmediato una política pública y acciones concretas y contundentes para proteger a las mujeres y garantizar una vida libre de violencia a los niños y niñas. Basta de decálogos insulsos y vacuos, basta de palabrerías, majaderías y de dividir al país; basta de rifas estúpidas y de distractores; basta de abrazos y de abogar por los derechos humanos de los delincuentes; basta de olvidarse y ser indiferente a las víctimas; basta de defender a los victimarios; basta ya. Es momento de actuar que para eso ejerce el presidente el enorme poder público. Tantas mañaneras, tantas reuniones diarias con el gabinete de seguridad, tantas mesas de coordinación de los súper delegados en los estados con los gobernadores, no sirven para absolutamente nada, sino son capaces de proveer justicia, seguridad y paz para las mujeres de este país, para las niñas y niños, para todas y todos. #NiUnaMás.

Impotencia, dolor, desesperación, angustia, miedo, terror acumulado, coraje, odio, rabia, todos al mismo tiempo. No soy capaz si quiera de imaginar el torbellino de sentimientos que deben envolver a los padres de Fátima, la pequeña asesinada en el Estado de México. Pero soy padre de una pequeña de ocho años, apenas un año mayor que Fátima, y puedo asumir un poco del dolor y un mucho de la indignación que miles y miles de padres y madres de este país deben estar sintiendo, tengo amigos y amigas con hijas, que día a día nos inquietamos por lo que está ocurriendo en México. Pero también está el caso de Ingrid, uno más que se acumula, una mujer hecha y derecha, que fue víctima de violencia atroz por parte de su pareja, cometiéndose un feminicidio más a la cuenta triste, lamentable e ignominiosa que se acrecienta en las arcas de la estadística oficial. Además de padre, también soy esposo, hijo y hermano de mujeres, y tampoco puedo dejar de indignarme por lo que les está pasando, por lo que les ocurre a las mujeres en México, ¡las estamos matando por Dios!

Al igual que cientos, miles, millones de familias me invade la zozobra y la incertidumbre por el tipo de país que estamos heredando a las siguientes generaciones, que país estamos construyendo para nuestros niños, que garantías tenemos y tienen los pequeños de que podrán tener y acceder a una vida libre de violencia. Salir a la calle a jugar, caminar sin miedo para ir a la escuela o de compras, parece que se está volviendo imposible, impensable. Qué país somos que las mujeres deben estar temerosas de salir a ejercer una profesión, a trabajar o llanamente a divertirse, con el peligro latente y lacerante de ser humilladas, ofendidas, ultrajadas, asesinadas.

Me pregunto, ¿qué demonios está pasando? ¿En qué momento nos perdimos como sociedad? ¿En qué instante comenzó el proceso de descomposición de las personas? ¿Cuándo tantos corazones se llenaron al mismo tiempo de odio, maldad y perversión, que pueden ser capaces de provocar ese nivel de daño a un niño o a una mujer? ¿Hasta cuando de verdad? ¿Hasta cuándo las autoridades gubernamentales se van a sensibilizar ante la tragedia que se está viviendo en México y dejarán de lucrar con el tema? ¿Hasta cuándo se terminará la indiferencia de la sociedad que cada vez se acostumbra más y normaliza los hechos de violencia de esta naturaleza? ¿Hasta cuándo dejaremos de escuchar el tan trillado “llegaremos a las últimas consecuencia, se castigará a los responsables, no habrá impunidad”? ¿Hasta cuándo la impunidad no será cotidiana y se aplicará la ley pronta y expedita?

Los feminicidios y la violencia en contra de las mujeres no cesan, y también los feminicidios infantiles de acuerdo a datos oficiales han crecido exponencialmente en los últimos cinco años, sin que ninguna autoridad haga absolutamente nada. Es necesario que desde el hogar profundicemos cambios que combatan el machismo y la cultura patriarcal enquistada y que doblega a la mujer, es necesario educar en la familia con esquemas de igualdad, de integración y de respeto.

Es urgente que el gobierno federal de López Obrador presente de inmediato una política pública y acciones concretas y contundentes para proteger a las mujeres y garantizar una vida libre de violencia a los niños y niñas. Basta de decálogos insulsos y vacuos, basta de palabrerías, majaderías y de dividir al país; basta de rifas estúpidas y de distractores; basta de abrazos y de abogar por los derechos humanos de los delincuentes; basta de olvidarse y ser indiferente a las víctimas; basta de defender a los victimarios; basta ya. Es momento de actuar que para eso ejerce el presidente el enorme poder público. Tantas mañaneras, tantas reuniones diarias con el gabinete de seguridad, tantas mesas de coordinación de los súper delegados en los estados con los gobernadores, no sirven para absolutamente nada, sino son capaces de proveer justicia, seguridad y paz para las mujeres de este país, para las niñas y niños, para todas y todos. #NiUnaMás.

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