/ viernes 22 de mayo de 2020

Aunado a epidemia: precios altos

¿Dónde está el precepto “Amaos unos a los otros”?

Lo hemos mencionado en otras columnas, que México vive una época ruin con la presencia de un enemigo invisible y mortal, calamidad que azota a la humanidad sin que ésta todavía posea el arma para que pueda defenderse frontalmente. No solo a nuestra nación azota el terrible mal, sino que ha trastocado la vida normal del pueblo, está alterando la vida económica, se nota desde hace más de un mes que los productos alimenticios han sido elevados en su precio de adquisición, si a ello agregamos que la familia no percibe dinero por falta de empleo, dando como resultado un problema desastroso que los padres de familia no puedan cubrir las necesidades familiares y las necesidades fisiológicas humanas no comprenden: el hambre es el hambre y debe ser satisfecha necesariamente.

Anotamos una fecha aproximada de un mes cuando lo supermercados cambiaron las etiquetas de precios de productos que implican parte de la alimentación básica. Los empresarios de esas grandes tiendas no quieren cooperar, no quieren perder sus cuantiosas ganancias, se niegan a pagar sueldos de empleados que por disposiciones gubernamentales no deben laborar como en época normal. Ellos, los capitalistas, como se nota, desean que Juan Pueblo sufrague el costo de sueldos de empleados que la norma no permite que laboren por el peligro del virus letal.

  • En otras épocas llamadas desastrosas, el gobierno federal subsanó este fenómeno económico de superprecios con la apertura de tiendas reguladoras de precios alterados combatidos con precios al costo, tiendas que supervivieron todavía al servicio del pueblo en el decenio de los 70.

De esta forma cortaron manos que medraban con el hambre popular. Ahora debiera repetirse la acción pasada con el propósito de frenar el abuso mercantil en época desastrosa como la que vive la inmensa mayoría de pueblo mexicano.

No solo abusa el vendedor, también entran en juego las empresas industriales como la del alcohol, quien ahora se necesita para emplearlo en la asepsia contra la virulencia que azota a la población mexicana cuyo precio por litro la han cuadruplicado, ello por la demanda clínica para combatir al virus. Además, están fabricando alcohol metílico que está generando muertes porque los consumidores de éste, no han sido advertidos. Las empresas alcoholeras deben ser canceladas y sus dirigentes encarcelados para responder por más de 200 muertes en varios estados de la Nación.

La presencia de la epidemia ha causado desquiciamiento en los ámbitos: económico, laboral, político, social y mercantil. La obligación de un buen gobierno en época ruin, es salvaguardar el bienestar del pueblo y uno de los aspectos esenciales es proteger la salud física y psicológica de los habitantes porque al fin y al cabo la riqueza de una nación la conforma el grupo humano, quien forma parte de la generación de la riqueza material de un país. Por ello el Estado está comprometido a salvaguardar la salud popular.

Los habitantes de todo el mundo están experimentando sufrimientos por la presencia de un enemigo que no es alguna guerra armamentista, pero que los estragos que está causando son similares, que también un virus es letal como una bomba nuclear.

La población mundial está temerosa y formula interrogante imperativa; ¿si el microorganismo letal, desaparecerá o permanecerá por generaciones amenazando su presencia la salud mundial? Por otro lado también la humanidad se pregunta si llegará pronto un vacuna protectora? Y, si será efectiva.

Esta inesperada epidemia en México (como en otros países) desquició la industria y con ella el comercio no solo nacional sino también internacional por lo tanto habrá inestabilidad económica la que posiblemente modifique nuevos sistemas de organización económica y por ende social. Lo deseable es que el comercio internacional no vuelva a causar guerras armamentistas y que se considere que en la paz se construye mejor que en la guerra. Esperemos que este ataque virulento mundial lleve a los líderes de las naciones a reflexionar para crear un nuevo orden mundial con base en la razón de vivir en concordia como fueron los principios que crearon la Organización de la Naciones Unidas.

¿Dónde está el precepto “Amaos unos a los otros”?

Lo hemos mencionado en otras columnas, que México vive una época ruin con la presencia de un enemigo invisible y mortal, calamidad que azota a la humanidad sin que ésta todavía posea el arma para que pueda defenderse frontalmente. No solo a nuestra nación azota el terrible mal, sino que ha trastocado la vida normal del pueblo, está alterando la vida económica, se nota desde hace más de un mes que los productos alimenticios han sido elevados en su precio de adquisición, si a ello agregamos que la familia no percibe dinero por falta de empleo, dando como resultado un problema desastroso que los padres de familia no puedan cubrir las necesidades familiares y las necesidades fisiológicas humanas no comprenden: el hambre es el hambre y debe ser satisfecha necesariamente.

Anotamos una fecha aproximada de un mes cuando lo supermercados cambiaron las etiquetas de precios de productos que implican parte de la alimentación básica. Los empresarios de esas grandes tiendas no quieren cooperar, no quieren perder sus cuantiosas ganancias, se niegan a pagar sueldos de empleados que por disposiciones gubernamentales no deben laborar como en época normal. Ellos, los capitalistas, como se nota, desean que Juan Pueblo sufrague el costo de sueldos de empleados que la norma no permite que laboren por el peligro del virus letal.

  • En otras épocas llamadas desastrosas, el gobierno federal subsanó este fenómeno económico de superprecios con la apertura de tiendas reguladoras de precios alterados combatidos con precios al costo, tiendas que supervivieron todavía al servicio del pueblo en el decenio de los 70.

De esta forma cortaron manos que medraban con el hambre popular. Ahora debiera repetirse la acción pasada con el propósito de frenar el abuso mercantil en época desastrosa como la que vive la inmensa mayoría de pueblo mexicano.

No solo abusa el vendedor, también entran en juego las empresas industriales como la del alcohol, quien ahora se necesita para emplearlo en la asepsia contra la virulencia que azota a la población mexicana cuyo precio por litro la han cuadruplicado, ello por la demanda clínica para combatir al virus. Además, están fabricando alcohol metílico que está generando muertes porque los consumidores de éste, no han sido advertidos. Las empresas alcoholeras deben ser canceladas y sus dirigentes encarcelados para responder por más de 200 muertes en varios estados de la Nación.

La presencia de la epidemia ha causado desquiciamiento en los ámbitos: económico, laboral, político, social y mercantil. La obligación de un buen gobierno en época ruin, es salvaguardar el bienestar del pueblo y uno de los aspectos esenciales es proteger la salud física y psicológica de los habitantes porque al fin y al cabo la riqueza de una nación la conforma el grupo humano, quien forma parte de la generación de la riqueza material de un país. Por ello el Estado está comprometido a salvaguardar la salud popular.

Los habitantes de todo el mundo están experimentando sufrimientos por la presencia de un enemigo que no es alguna guerra armamentista, pero que los estragos que está causando son similares, que también un virus es letal como una bomba nuclear.

La población mundial está temerosa y formula interrogante imperativa; ¿si el microorganismo letal, desaparecerá o permanecerá por generaciones amenazando su presencia la salud mundial? Por otro lado también la humanidad se pregunta si llegará pronto un vacuna protectora? Y, si será efectiva.

Esta inesperada epidemia en México (como en otros países) desquició la industria y con ella el comercio no solo nacional sino también internacional por lo tanto habrá inestabilidad económica la que posiblemente modifique nuevos sistemas de organización económica y por ende social. Lo deseable es que el comercio internacional no vuelva a causar guerras armamentistas y que se considere que en la paz se construye mejor que en la guerra. Esperemos que este ataque virulento mundial lleve a los líderes de las naciones a reflexionar para crear un nuevo orden mundial con base en la razón de vivir en concordia como fueron los principios que crearon la Organización de la Naciones Unidas.