/ viernes 16 de marzo de 2018

Brotes de inconformidad magisterial

Se pensaba que manifestaciones magisteriales del sur y sureste de la República ya habían sido finiquitadas con ceses y otras medidas coercitivas de la nueva Ley educativa, sin embargo, con la misma fuerza de masas de siempre se han presentado esta semana para inconformarse en primer término por las escuelas afectadas por sismos recientes, los que después de haber sido afectados desde hace seis meses no se han reconstruido, por tanto alumnos y maestros trabajan fuera del centro escolar o con la incomodidad que ofrecen muros fisurados de inmuebles escolares. En esas deficientes condiciones materiales, la Secretaría de Educación Pública (SEP), exige educación que llaman “de calidad”.

Otro argumento del magisterio rebelde de Oaxaca, Chiapas y Michoacán, es protestar por la aplicación de evaluaciones que presentan irregularidades debido a la tecnología computarizada que se utiliza para realizar exámenes al magisterio. Dichos exámenes, son de respuesta cerrada, la que imponen los “sabios” (técnicos de la SEP), desde sus escritorios, evaluación en la que el examinado no tiene defensa, porque la respuesta válida es la impuesta por la autoridad. En esta clase de exámenes oficiales no está permitida la aclaración o réplica respecto a la experiencia profesional del maestro en servicio, el que pudiera abundar respecto a la respuesta cerrada, obligada por los encargados de estructurar las evaluaciones. En este sentido, la autoridad examinante califica positivo sólo al concepto que ella establece.

Un buen examen debiera ser personal y escrito y, preguntar al maestro cómo enseña matemáticas al grupo de alumnos a su cargo, cómo enseña el español y el inglés (lengua con la que está empecinada la SEP para que la aprendan los estudiantes). Aquí surge una pregunta: ¿Será lógico que aprendan los niños el inglés académico, cuando no saben la gramática española? No solo debe señalarse a los niños, sino a los propios maestros; esos que egresaron de escuelas Normales que acusa pésima caligrafía, que presenta faltas ortográficas. Este señalamiento deficiente en el maestro realmente no es reproche para él, sino para sus maestros, los de educación primaria, secundaria, preparatoria, normal y universidad, porque a pesar de tantos grados y años escolares sus maestros exhibieron su ignorancia en la materia gramatical. El ejemplo es evidente, irrefutable. En el caso del magisterio que se desea altamente preparado, no puede ser, debido a su formación profesional. Surge otra interrogante: ¿A quién se debe esa deficiencia? A la SEP, quien es diseñadora de programas de estudio de Escuelas Normales, instituciones encargadas de formar (malformar), a maestros, es la autoridad y no más que la autoridad la culpable de la pésima educación impartida desde hace 35 años. Una reflexión más: ¿Y quien debe capacitar a los que dirigen la educación nacional y estatal? Por lo anterior y más, nuestro país no avanza como otros. Mientras las SEP esté dirigida por élite del poder político o pseudoeducadores la educación continuará presentando deficiencias.

Hoy, la autoridad aplica evaluación a los recién egresados normalistas, los que aspiran a obtener una plaza de maestro, y les aplican exámenes como si fueran egresados de normales garantes de buena preparación. No se dice falsedad, porque los resultados obtenidos por egresados son de rechazo para la admisión. Resultado drástico, porque ellos responden de acuerdo con los conocimientos otorgados por sus maestros, no pueden dar más, porque recibieron información o conocimientos incompletos.

Las leyes mexicanas permiten la libre manifestación de ideas y lo que hace el magisterio es manifestar su opinión respecto a cánones que no se encuentran bien ubicados como normas que beneficien a trabajadores, el caso de la Nueva Ley de Educación, cuya característica es laboral y no académica, por lo que el magisterio que no está alienado por el sindicato impuesto (SNTE), protesta para aplicar reformas congruentes benéficas para la educación pública.

El término “calidad”, aplicada a la educación no es la adecuada, pero es la impuesta por la clase política en el poder y esa “calidad” que exigen del maestro, debiera estar bien remunerada, en reciprocidad a lo exigido. La autoridad educativa en contubernio con el sindicato más grande de Latinoamérica (SNTE), escatiman recursos para la mejora educativa del país. Por ello las manifestaciones del magisterio, aquél que trabaja en medios rurales, alejados de las grandes ciudades y dentro de ellas.

Es muy cierto que miles de niños quedan sin atención educativa, es lógico si el maestro se ausenta, pero el maestro no tiene otro coercitivas recurso para manifestar sus razonamientos que mejoren los servicios que ofrecen al pueblo, es razonable que haya quien los escuche y de cabida a sus peticiones. Ello como principio democrático, que tanto pondera el Estado al través de sus instituciones.



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Se pensaba que manifestaciones magisteriales del sur y sureste de la República ya habían sido finiquitadas con ceses y otras medidas coercitivas de la nueva Ley educativa, sin embargo, con la misma fuerza de masas de siempre se han presentado esta semana para inconformarse en primer término por las escuelas afectadas por sismos recientes, los que después de haber sido afectados desde hace seis meses no se han reconstruido, por tanto alumnos y maestros trabajan fuera del centro escolar o con la incomodidad que ofrecen muros fisurados de inmuebles escolares. En esas deficientes condiciones materiales, la Secretaría de Educación Pública (SEP), exige educación que llaman “de calidad”.

Otro argumento del magisterio rebelde de Oaxaca, Chiapas y Michoacán, es protestar por la aplicación de evaluaciones que presentan irregularidades debido a la tecnología computarizada que se utiliza para realizar exámenes al magisterio. Dichos exámenes, son de respuesta cerrada, la que imponen los “sabios” (técnicos de la SEP), desde sus escritorios, evaluación en la que el examinado no tiene defensa, porque la respuesta válida es la impuesta por la autoridad. En esta clase de exámenes oficiales no está permitida la aclaración o réplica respecto a la experiencia profesional del maestro en servicio, el que pudiera abundar respecto a la respuesta cerrada, obligada por los encargados de estructurar las evaluaciones. En este sentido, la autoridad examinante califica positivo sólo al concepto que ella establece.

Un buen examen debiera ser personal y escrito y, preguntar al maestro cómo enseña matemáticas al grupo de alumnos a su cargo, cómo enseña el español y el inglés (lengua con la que está empecinada la SEP para que la aprendan los estudiantes). Aquí surge una pregunta: ¿Será lógico que aprendan los niños el inglés académico, cuando no saben la gramática española? No solo debe señalarse a los niños, sino a los propios maestros; esos que egresaron de escuelas Normales que acusa pésima caligrafía, que presenta faltas ortográficas. Este señalamiento deficiente en el maestro realmente no es reproche para él, sino para sus maestros, los de educación primaria, secundaria, preparatoria, normal y universidad, porque a pesar de tantos grados y años escolares sus maestros exhibieron su ignorancia en la materia gramatical. El ejemplo es evidente, irrefutable. En el caso del magisterio que se desea altamente preparado, no puede ser, debido a su formación profesional. Surge otra interrogante: ¿A quién se debe esa deficiencia? A la SEP, quien es diseñadora de programas de estudio de Escuelas Normales, instituciones encargadas de formar (malformar), a maestros, es la autoridad y no más que la autoridad la culpable de la pésima educación impartida desde hace 35 años. Una reflexión más: ¿Y quien debe capacitar a los que dirigen la educación nacional y estatal? Por lo anterior y más, nuestro país no avanza como otros. Mientras las SEP esté dirigida por élite del poder político o pseudoeducadores la educación continuará presentando deficiencias.

Hoy, la autoridad aplica evaluación a los recién egresados normalistas, los que aspiran a obtener una plaza de maestro, y les aplican exámenes como si fueran egresados de normales garantes de buena preparación. No se dice falsedad, porque los resultados obtenidos por egresados son de rechazo para la admisión. Resultado drástico, porque ellos responden de acuerdo con los conocimientos otorgados por sus maestros, no pueden dar más, porque recibieron información o conocimientos incompletos.

Las leyes mexicanas permiten la libre manifestación de ideas y lo que hace el magisterio es manifestar su opinión respecto a cánones que no se encuentran bien ubicados como normas que beneficien a trabajadores, el caso de la Nueva Ley de Educación, cuya característica es laboral y no académica, por lo que el magisterio que no está alienado por el sindicato impuesto (SNTE), protesta para aplicar reformas congruentes benéficas para la educación pública.

El término “calidad”, aplicada a la educación no es la adecuada, pero es la impuesta por la clase política en el poder y esa “calidad” que exigen del maestro, debiera estar bien remunerada, en reciprocidad a lo exigido. La autoridad educativa en contubernio con el sindicato más grande de Latinoamérica (SNTE), escatiman recursos para la mejora educativa del país. Por ello las manifestaciones del magisterio, aquél que trabaja en medios rurales, alejados de las grandes ciudades y dentro de ellas.

Es muy cierto que miles de niños quedan sin atención educativa, es lógico si el maestro se ausenta, pero el maestro no tiene otro coercitivas recurso para manifestar sus razonamientos que mejoren los servicios que ofrecen al pueblo, es razonable que haya quien los escuche y de cabida a sus peticiones. Ello como principio democrático, que tanto pondera el Estado al través de sus instituciones.



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