/ martes 3 de septiembre de 2024

Cambio de régimen

IVÁN ARRAZOLA*


La contundente victoria de Morena en las elecciones presidenciales de 2024 marca un punto de inflexión en la historia política de México, consolidando un cambio de régimen que comenzó en 2018 con la llegada de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a la presidencia. Este triunfo no solo refuerza la hegemonía de Morena y sus aliados en el panorama político mexicano, sino que también plantea preguntas cruciales sobre el futuro del país y los desafíos que deberá enfrentar en esta nueva etapa.

Desde su fundación, Morena se ha presentado como un movimiento político de transformación, enfocado en combatir la corrupción, reducir la desigualdad y empoderar a las clases más desfavorecidas. La narrativa del “cambio de régimen” ha sido central en su discurso, proponiendo un nuevo pacto social en el que el Estado juegue un papel más activo en la redistribución de la riqueza y la protección de los derechos de los ciudadanos. La continuidad de Morena en el poder refleja que una mayoría significativa de la población mexicana respalda esta visión, pero también hay otra que no la comparte, una de las incógnitas es si el nuevo régimen será capaz de dialogar con aquellos sectores que han sido críticos con el grupo en el poder.

La consolidación de este cambio de régimen conlleva desafíos significativos. Uno de los mayores retos es asegurar la gobernabilidad en un contexto donde las instituciones democráticas deben permanecer sólidas y autónomas. La centralización del poder es un riesgo latente, especialmente considerando que Morena controlará la Presidencia, la mayoría en las cámaras legislativas y un número considerable de gubernaturas. Esta concentración de poder podría debilitar los contrapesos necesarios para el equilibrio democrático, lo que hace aún más crucial la vigilancia sobre el respeto a la autonomía de las instituciones. El riesgo de que se erosione la democracia en favor de un presidencialismo exacerbado es una preocupación legítima que debe ser atendida con seriedad.

Además, la continuidad de Morena en el poder plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de sus políticas económicas y sociales. Aunque programas como los apoyos sociales y las becas para jóvenes han sido bien recibidos por amplios sectores de la sociedad, su financiamiento a largo plazo dependerá de la capacidad del gobierno para estimular el crecimiento económico y aumentar la recaudación fiscal. El crecimiento económico del país durante el sexenio ha sido modesto, con un promedio anual de apenas 0.8 %. En su reporte financiero, la Secretaría de Hacienda informó que la deuda pública alcanzará el 49.7 % del PIB al cierre de 2024. Simultáneamente, las discusiones sobre la reforma judicial están comenzando a generar tensiones con los socios comerciales de México. Estos indicadores sugieren que, al menos en el corto plazo, la situación económica no será sencilla para la nueva presidenta.

Otro aspecto crucial será la política exterior de México bajo este nuevo régimen. La relación con Estados Unidos, el principal socio comercial y vecino estratégico, ha pasado por altibajos en los últimos años, y la diplomacia mexicana deberá encontrar un equilibrio entre la defensa de los intereses nacionales y la necesidad de mantener una colaboración estrecha en temas como el comercio, la migración y la seguridad. El escenario se vuelve altamente complejo cuando en dos años se revise el TMEC, la eliminación de los órganos autónomos y pérdida de independencia con la reforma al Poder Judicial podrían ser los temas que podrían complicar la revisión.

El impacto de este cambio de régimen se hará sentir en la sociedad civil. Morena ha sido un actor que cimbró la política mexicana desde que ascendió al poder, y su continuidad podría intensificar las divisiones sociales y políticas existentes. La capacidad del nuevo gobierno para dialogar con la oposición y construir consensos será fundamental para evitar una mayor fragmentación del tejido social y asegurar que la transformación prometida sea inclusiva, beneficiando a todos los sectores de la sociedad. En este contexto, una reforma electoral se vuelve indispensable, no solo para garantizar una representación política más justa y menos distorsionada, sino también para reflexionar sobre cómo generar una democracia más eficiente y robusta.

La victoria de Morena en las elecciones presidenciales de 2024 representa la consolidación de un cambio de régimen en México, con profundas implicaciones para el futuro del país. Con el capital político que posee, un recurso que ninguna otra fuerza ha tenido en tiempos recientes, tiene la oportunidad única de impulsar un cambio profundo orientado hacia una mayor justicia social.


*Analista político y colaborador de Integridad Ciudadana A.C. @ivarrcor @integridad_AC




IVÁN ARRAZOLA*


La contundente victoria de Morena en las elecciones presidenciales de 2024 marca un punto de inflexión en la historia política de México, consolidando un cambio de régimen que comenzó en 2018 con la llegada de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a la presidencia. Este triunfo no solo refuerza la hegemonía de Morena y sus aliados en el panorama político mexicano, sino que también plantea preguntas cruciales sobre el futuro del país y los desafíos que deberá enfrentar en esta nueva etapa.

Desde su fundación, Morena se ha presentado como un movimiento político de transformación, enfocado en combatir la corrupción, reducir la desigualdad y empoderar a las clases más desfavorecidas. La narrativa del “cambio de régimen” ha sido central en su discurso, proponiendo un nuevo pacto social en el que el Estado juegue un papel más activo en la redistribución de la riqueza y la protección de los derechos de los ciudadanos. La continuidad de Morena en el poder refleja que una mayoría significativa de la población mexicana respalda esta visión, pero también hay otra que no la comparte, una de las incógnitas es si el nuevo régimen será capaz de dialogar con aquellos sectores que han sido críticos con el grupo en el poder.

La consolidación de este cambio de régimen conlleva desafíos significativos. Uno de los mayores retos es asegurar la gobernabilidad en un contexto donde las instituciones democráticas deben permanecer sólidas y autónomas. La centralización del poder es un riesgo latente, especialmente considerando que Morena controlará la Presidencia, la mayoría en las cámaras legislativas y un número considerable de gubernaturas. Esta concentración de poder podría debilitar los contrapesos necesarios para el equilibrio democrático, lo que hace aún más crucial la vigilancia sobre el respeto a la autonomía de las instituciones. El riesgo de que se erosione la democracia en favor de un presidencialismo exacerbado es una preocupación legítima que debe ser atendida con seriedad.

Además, la continuidad de Morena en el poder plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de sus políticas económicas y sociales. Aunque programas como los apoyos sociales y las becas para jóvenes han sido bien recibidos por amplios sectores de la sociedad, su financiamiento a largo plazo dependerá de la capacidad del gobierno para estimular el crecimiento económico y aumentar la recaudación fiscal. El crecimiento económico del país durante el sexenio ha sido modesto, con un promedio anual de apenas 0.8 %. En su reporte financiero, la Secretaría de Hacienda informó que la deuda pública alcanzará el 49.7 % del PIB al cierre de 2024. Simultáneamente, las discusiones sobre la reforma judicial están comenzando a generar tensiones con los socios comerciales de México. Estos indicadores sugieren que, al menos en el corto plazo, la situación económica no será sencilla para la nueva presidenta.

Otro aspecto crucial será la política exterior de México bajo este nuevo régimen. La relación con Estados Unidos, el principal socio comercial y vecino estratégico, ha pasado por altibajos en los últimos años, y la diplomacia mexicana deberá encontrar un equilibrio entre la defensa de los intereses nacionales y la necesidad de mantener una colaboración estrecha en temas como el comercio, la migración y la seguridad. El escenario se vuelve altamente complejo cuando en dos años se revise el TMEC, la eliminación de los órganos autónomos y pérdida de independencia con la reforma al Poder Judicial podrían ser los temas que podrían complicar la revisión.

El impacto de este cambio de régimen se hará sentir en la sociedad civil. Morena ha sido un actor que cimbró la política mexicana desde que ascendió al poder, y su continuidad podría intensificar las divisiones sociales y políticas existentes. La capacidad del nuevo gobierno para dialogar con la oposición y construir consensos será fundamental para evitar una mayor fragmentación del tejido social y asegurar que la transformación prometida sea inclusiva, beneficiando a todos los sectores de la sociedad. En este contexto, una reforma electoral se vuelve indispensable, no solo para garantizar una representación política más justa y menos distorsionada, sino también para reflexionar sobre cómo generar una democracia más eficiente y robusta.

La victoria de Morena en las elecciones presidenciales de 2024 representa la consolidación de un cambio de régimen en México, con profundas implicaciones para el futuro del país. Con el capital político que posee, un recurso que ninguna otra fuerza ha tenido en tiempos recientes, tiene la oportunidad única de impulsar un cambio profundo orientado hacia una mayor justicia social.


*Analista político y colaborador de Integridad Ciudadana A.C. @ivarrcor @integridad_AC