/ martes 2 de abril de 2024

Vladimir Juárez / Camila y Ana Rosa: fue el sistema

IVÁN ARRAZOLA*

La dramática historia tiene de todo, una niña que pierde la vida de una manera cruel y cobarde a manos de unas personas que por motivos aún desconocidos decidieron terminar con la vida de la niña. Una mujer, madre de cuatro hijos que perdió la vida a manos de una turba enardecida que la señaló como la principal responsable del homicidio de Camila.

Cómo telón de fondo un territorio que desde hace mucho no encuentra la paz, las denuncias de los habitantes de Taxco de extorsión por parte del crimen organizado mantienen atemorizada a la población del pueblo mágico, las pollerías, las tiendas de abarrotes, las purificadoras de agua y las panaderías deben de pagar derecho de piso al crimen organizado. El linchamiento de Ana Rosa ha sido el clímax y el pretexto ideal para vengar el clima de inseguridad que prevalece en el municipio desde hace varios meses.

La vida de dos mujeres se cruzó de manera trágica, la primera es la pequeña Camila, de ocho años, que salió al medio del día del martes de su casa y ya nunca regresó, la otra mujer es Ana Rosa, que presuntamente perpetró un crimen atroz, que terminó con la vida de la pequeña Camila y horas después una turba enardecida acabaría con la suya.

Pero qué fue lo que pasó, cómo se puede explicar este hecho, no es sólo que la niñez sea uno de los sectores más vulnerables en México, cada día mueren en promedio siete niños en nuestro país; además, ni las instituciones de seguridad ni las de justicia son capaces de hacer frente al terrible clima de inseguridad que priva en el estado.

El caso de Camila y Ana Rosa refleja de forma cruda la forma en la que operan las autoridades en México y como cada autoridad trata de justificar sus errores o simplemente prefieren omitir hechos ante la franca ineficacia.

Para el secretario de Seguridad Ciudadana de Taxco, Doroteo Vázquez, la culpa es de la madre de Camila “Hubo omisión de responsabilidad maternal, porque si yo como padre tengo un hijo, pues debo de vigilarlo, de orientarlo, guiarlo”.

El alcalde de Taxco para tratar de explicar el linchamiento de Ana Rosa y uno de sus hijos, señaló “desgraciadamente la turba era mayor y los policías eran pocos”. Acusó falta de apoyo del gobierno estatal para detener el linchamiento de Ana Rosa y sus hijos, tampoco la Fiscalía pudo cumplir con su función, a la madre de Camila la enviaron de una ventanilla a otra para hacer la denuncia, la orden de aprehensión en contra de Ana Rosa nunca llegó.

La gobernadora Evelyn Salgado señaló en su cuenta de Twitter “me sensibilizó con la gran pérdida para su familia y la comunidad taxqueña, y reafirmó mi compromiso de velar por que las instituciones de nuestro estado actúen con absoluta responsabilidad y rigor, para que no haya impunidad en este caso”. Ni una sola mención mereció Ana Rosa en el mensaje de la gobernadora.

Tal vez en otro escenario o en otro país, una vez ocurrido el lamentable suceso, la reacción de las autoridades habría sido otra, tal vez en otro escenario el secretario de Seguridad Ciudadana habría sido separado del cargo e investigado por su probable responsabilidad en el homicidio de Ana Rosa, el presidente municipal de Taxco habría presentado su renuncia al cargo ante la desastrosa forma en que se manejó la situación, y la gobernadora condenaría tanto el homicidio de la pequeña Camila como el de Ana Rosa, y ordenaría una reunión de manera urgente con el gabinete de seguridad para mejorar la coordinación con los municipios.

Pero lo más probable es que nada de esto ocurra, lo más probable es que la impunidad prevalezca. Es probable que un sistema arcaico y obsoleto en materia de procuración de justicia se mantenga, también es probable que en materia de seguridad los cuerpos de seguridad permanezcan como simples espectadores de la barbarie.

La opinión popular dirá que el linchamiento de Ana Rosa es producto del hartazgo ciudadano, pero eso no será más que una simple justificación de la brutalidad, que mantiene el círculo perverso de la impunidad. En México los linchamientos son una constante, en promedio hay 23 linchamientos al mes en el país y una tasa de impunidad mayor al 95 por ciento.

Aristóteles decía que las personas que vivían fuera de la Polis no eran otra cosa más que simples bárbaros, las personas que vivían en la Polis eran civilizadas, tal vez la distinción entre los bárbaros y las personas civilizadas se ha perdido por culpa de la naturaleza humana, pero quizás otra explicación es que la falta de instituciones eficaces para hacer prevalecer el orden es la responsable de la barbarie que ocurrió en Taxco, a la pregunta de quién mató a Camila y Ana Rosa, la respuesta es simple, las mató el sistema de seguridad y el de procuración de justicia, que son incapaces de actuar de manera pronta y expedita.

Analista político y colaborador de

Integridad Ciudadana A. C.

@ivarcorr @integridad_AC

La opinión popular dirá que el linchamiento de Ana Rosa es producto del hartazgo ciudadano, pero eso no será más que una simple justificación de la brutalidad, que mantiene el círculo perverso de la impunidad.

IVÁN ARRAZOLA*

La dramática historia tiene de todo, una niña que pierde la vida de una manera cruel y cobarde a manos de unas personas que por motivos aún desconocidos decidieron terminar con la vida de la niña. Una mujer, madre de cuatro hijos que perdió la vida a manos de una turba enardecida que la señaló como la principal responsable del homicidio de Camila.

Cómo telón de fondo un territorio que desde hace mucho no encuentra la paz, las denuncias de los habitantes de Taxco de extorsión por parte del crimen organizado mantienen atemorizada a la población del pueblo mágico, las pollerías, las tiendas de abarrotes, las purificadoras de agua y las panaderías deben de pagar derecho de piso al crimen organizado. El linchamiento de Ana Rosa ha sido el clímax y el pretexto ideal para vengar el clima de inseguridad que prevalece en el municipio desde hace varios meses.

La vida de dos mujeres se cruzó de manera trágica, la primera es la pequeña Camila, de ocho años, que salió al medio del día del martes de su casa y ya nunca regresó, la otra mujer es Ana Rosa, que presuntamente perpetró un crimen atroz, que terminó con la vida de la pequeña Camila y horas después una turba enardecida acabaría con la suya.

Pero qué fue lo que pasó, cómo se puede explicar este hecho, no es sólo que la niñez sea uno de los sectores más vulnerables en México, cada día mueren en promedio siete niños en nuestro país; además, ni las instituciones de seguridad ni las de justicia son capaces de hacer frente al terrible clima de inseguridad que priva en el estado.

El caso de Camila y Ana Rosa refleja de forma cruda la forma en la que operan las autoridades en México y como cada autoridad trata de justificar sus errores o simplemente prefieren omitir hechos ante la franca ineficacia.

Para el secretario de Seguridad Ciudadana de Taxco, Doroteo Vázquez, la culpa es de la madre de Camila “Hubo omisión de responsabilidad maternal, porque si yo como padre tengo un hijo, pues debo de vigilarlo, de orientarlo, guiarlo”.

El alcalde de Taxco para tratar de explicar el linchamiento de Ana Rosa y uno de sus hijos, señaló “desgraciadamente la turba era mayor y los policías eran pocos”. Acusó falta de apoyo del gobierno estatal para detener el linchamiento de Ana Rosa y sus hijos, tampoco la Fiscalía pudo cumplir con su función, a la madre de Camila la enviaron de una ventanilla a otra para hacer la denuncia, la orden de aprehensión en contra de Ana Rosa nunca llegó.

La gobernadora Evelyn Salgado señaló en su cuenta de Twitter “me sensibilizó con la gran pérdida para su familia y la comunidad taxqueña, y reafirmó mi compromiso de velar por que las instituciones de nuestro estado actúen con absoluta responsabilidad y rigor, para que no haya impunidad en este caso”. Ni una sola mención mereció Ana Rosa en el mensaje de la gobernadora.

Tal vez en otro escenario o en otro país, una vez ocurrido el lamentable suceso, la reacción de las autoridades habría sido otra, tal vez en otro escenario el secretario de Seguridad Ciudadana habría sido separado del cargo e investigado por su probable responsabilidad en el homicidio de Ana Rosa, el presidente municipal de Taxco habría presentado su renuncia al cargo ante la desastrosa forma en que se manejó la situación, y la gobernadora condenaría tanto el homicidio de la pequeña Camila como el de Ana Rosa, y ordenaría una reunión de manera urgente con el gabinete de seguridad para mejorar la coordinación con los municipios.

Pero lo más probable es que nada de esto ocurra, lo más probable es que la impunidad prevalezca. Es probable que un sistema arcaico y obsoleto en materia de procuración de justicia se mantenga, también es probable que en materia de seguridad los cuerpos de seguridad permanezcan como simples espectadores de la barbarie.

La opinión popular dirá que el linchamiento de Ana Rosa es producto del hartazgo ciudadano, pero eso no será más que una simple justificación de la brutalidad, que mantiene el círculo perverso de la impunidad. En México los linchamientos son una constante, en promedio hay 23 linchamientos al mes en el país y una tasa de impunidad mayor al 95 por ciento.

Aristóteles decía que las personas que vivían fuera de la Polis no eran otra cosa más que simples bárbaros, las personas que vivían en la Polis eran civilizadas, tal vez la distinción entre los bárbaros y las personas civilizadas se ha perdido por culpa de la naturaleza humana, pero quizás otra explicación es que la falta de instituciones eficaces para hacer prevalecer el orden es la responsable de la barbarie que ocurrió en Taxco, a la pregunta de quién mató a Camila y Ana Rosa, la respuesta es simple, las mató el sistema de seguridad y el de procuración de justicia, que son incapaces de actuar de manera pronta y expedita.

Analista político y colaborador de

Integridad Ciudadana A. C.

@ivarcorr @integridad_AC

La opinión popular dirá que el linchamiento de Ana Rosa es producto del hartazgo ciudadano, pero eso no será más que una simple justificación de la brutalidad, que mantiene el círculo perverso de la impunidad.