/ miércoles 23 de mayo de 2018

Caras y Máscaras

Venustiano Carranza murió en Tlaxcalantongo

El pasado lunes se cumplieron 98 años del fallecimiento, la madrugada del 21 de mayo de 1920, de Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, en Tlaxcalantongo, Puebla, donde fue asesinado por las tropas del general Rodolfo Herrero mientras dormía en un jacal.

Para conmemorar tal acontecimiento, el cronista municipal de Xicotepec, Puebla, Crispín Montoto Garrido, organizó la Segunda Edición del Coloquio Regional “Tras la Huella de Carranza”, que se realizó en las instalaciones de la Universidad Tecnológica ubicada en esa municipalidad.

Participaron como ponentes, entre otros narradores: Andrés Garrido del Toral, cronista de Querétaro; Carlos Gutiérrez Recio, cronista de Cuatro Ciénegas, Cohauila; Felipe Guzmán Hernández, cronista de Zacatlán, Puebla; Venustiano Carranza Peniche, nieto del Varón de Cuatro Ciénegas y, por el Consejo de Cronistas del Estado de Tlaxcala, Mario Bojalil Bojalil, cronista de Apizaco; José Hernández Castillo, “Cheché”, cronista de Huamantla; Blanca Sofía Medina Moreno, cronista de Muñoz de Domingo Arenas y Mario Ríos Reyes, ex cronista de Chiautempan.

Andrés Garrido del Toral desarrolló el tema “Carranza y la Consttitución”, Carlos Gutiérrez Recio se refirió a la biografía temprana del personaje; Felipe Guzmán Hernández habló del ideólogo revolucionario Luis Cabrera, amigo del estadista y Venustiano Carranza Peniche, nieto del constitucionalista, desarrolló el tema “Impacto nacional del asesinato en Tlaxcalantongo y sus repercusiones hacia el 2018”.

De la participación de Mario Bojalil Bojalil, presidente del Consejo de Cronistas del Estado de Tlaxcala, se rescatan los siguientes pasajes:

“… gran parte de la Revolución Mexicana se desarrolló entre rieles, y en Apizaco, por su importancia ferroviaria, se vivieron episodios fundamentales dentro de este proceso. La llegada a nuestra ciudad de trenes villistas, zapatistas o carrancistas causaba a los apizaquenses enorme expectación y justificado temor”.

“Ciudad vital y estratégica para las distintas fuerzas revolucionarias, hay que recordar, por ejemplo, que el 14 de junio de 1915 un tren procedente de Veracruz a México fue materialmente volado con dinamita, atentado perpetrado por los generales zapatistas José Trinidad Sánchez y Emilio Márquez; dicho atentado arrojó un saldo de 50 fallecidos y cientos de heridos, la mayoría de ellos tlaxcaltecas. Este trágico suceso fue condenado por el presidente Venustiano Carranza, quien declaró a los culpables la pena de fusilamiento, que se cumplió.

En mayo de 1920 “… la situación política para el presidente de la República Mexicana Venustiano Carranza era sumamente riesgosa por la promulgación y ejecución del plan de “Agua Prieta”, el cual desconocía al gobierno legítimo, provocando con ello que sus más fieles generales defeccionaran uniéndose al movimiento encabezado por el general Álvaro Obregón; en esas difíciles circunstancias y prácticamente acorralado, don Venustiano Carranza emprende la retirada de la ciudad de México intentando llegar al puerto de Veracruz con la idea de restablecer el orden constitucional.

“El general Rodolfo Casillas, el 6 de mayo de 1920, emite órdenes al director del Heroico Colegio Militar, general Joaquín Mucel, de poner en conocimiento a los alumnos del plantel que por disposición del presidente de la República se les dejaba en libertad o seguirlo al evacuar la ciudad de México; los cadetes escucharon con atención esta determinación y en forma unánime decidieron acompañar al presidente a costa de su sacrificio. Fue así como en sus corceles emprendieron la marcha siguiendo la ruta del ferrocarril Mexicano, escoltando al convoy que llega a Apizaco y permanece hasta el 9 de mayo por la tarde. El comandante en jefe, por órdenes del presidente de la República, dispuso que en Apizaco se organizaran todas las fuerzas leales.

“Carranza llega a bordo del tren presidencial acompañado por los generales Munguía, Lucio Blanco y Marcelino González, sale de la estación y montado en su brioso caballo y con los acordes de la marcha dragona, recorre nuestra ciudad y pasa revista a 4 mil hombres, 3 mil de infantería y mil de caballería.

“El 9 de mayo por la tarde, y prácticamente sitiadas las fuerzas militares carrancistas, evacuan Apizaco, pero antes de hacerlo algunos de sus hombres derriban el tanque aéreo de la estación que contenía combustible, prendiéndole fuego que levanta llamas de más de 100 metros causando terror a los apizaquenses.

“El convoy, saliendo de Apizaco, es atacado por las fuerzas sublevadas encabezadas por los generales tlaxcaltecas Máximo Rojas y Reyes Márquez, siendo repelidos desde los vagones por el fuego de la artillería, dando con ello tiempo al desembarco del grupo de “dragones”, quienes se formaron en el lomerío.

“De las memorias del general Rodolfo Casillas rescato el siguiente testimonio que me parece de una importancia extraordinaria:

‘El acercamiento del enemigo saliendo de Apizaco ya no permitía tomar posiciones del terreno para defenderlo por medio del combate a pie, tampoco procedía el combate a caballo, por ello surgió la idea instintiva, simple y rápida: ¡la carga del sable!; los cadetes cobraron velocidad entre los magueyes, teniendo como desenlace la media vuelta forzada y precipitada huida del enemigo dominado por el miedo y la sorpresa. Habíamos cargado tan velozmente que incluso rebasábamos soldados enemigos, sableando furiosamente a los hombres de Reyes Márquez; no se continuo la persecución por no alejarnos del tren y comenzaba a caer la noche, regresamos a la vía y escoltamos al convoy con destino a San Marcos’.

El 20 de mayo de 1920, al conocerse que las vías habían sido dinamitadas, Carranza abandona el tren en la estación de Aljibes, internándose a caballo en la Sierra Norte del Estado de Puebla con muchos de sus seguidores, incluida una escolta de cadetes del Colegio Militar, en un intento desesperado por alcanzar el puerto de Veracruz.

Muerto en Tlaxcalantongo, su cuerpo fue trasladado en hombros a Xicotepec, donde fue velado y se le practicó la autopsia. Fue inhumado en el Panteón Civil de Dolores de la Ciudad de México y en el año 1942 sus restos fueron depositados en el Monumento a la Revolución, donde permanecen hasta la fecha.

Concluye Bojalil: “Para recordar este hecho histórico, es erigido en Apizaco el Monumento a la Lealtad -construido en 1993 por órdenes del Secretario de la Defensa Nacional- que contiene el nombre de los contingentes leales al presidente Carranza… y el tren presidencial se encuentra en los talleres ferrocarrileros de Apizaco, remodelado y majestuoso, digno de visitarlo…”.

Venustiano Carranza murió en Tlaxcalantongo

El pasado lunes se cumplieron 98 años del fallecimiento, la madrugada del 21 de mayo de 1920, de Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, en Tlaxcalantongo, Puebla, donde fue asesinado por las tropas del general Rodolfo Herrero mientras dormía en un jacal.

Para conmemorar tal acontecimiento, el cronista municipal de Xicotepec, Puebla, Crispín Montoto Garrido, organizó la Segunda Edición del Coloquio Regional “Tras la Huella de Carranza”, que se realizó en las instalaciones de la Universidad Tecnológica ubicada en esa municipalidad.

Participaron como ponentes, entre otros narradores: Andrés Garrido del Toral, cronista de Querétaro; Carlos Gutiérrez Recio, cronista de Cuatro Ciénegas, Cohauila; Felipe Guzmán Hernández, cronista de Zacatlán, Puebla; Venustiano Carranza Peniche, nieto del Varón de Cuatro Ciénegas y, por el Consejo de Cronistas del Estado de Tlaxcala, Mario Bojalil Bojalil, cronista de Apizaco; José Hernández Castillo, “Cheché”, cronista de Huamantla; Blanca Sofía Medina Moreno, cronista de Muñoz de Domingo Arenas y Mario Ríos Reyes, ex cronista de Chiautempan.

Andrés Garrido del Toral desarrolló el tema “Carranza y la Consttitución”, Carlos Gutiérrez Recio se refirió a la biografía temprana del personaje; Felipe Guzmán Hernández habló del ideólogo revolucionario Luis Cabrera, amigo del estadista y Venustiano Carranza Peniche, nieto del constitucionalista, desarrolló el tema “Impacto nacional del asesinato en Tlaxcalantongo y sus repercusiones hacia el 2018”.

De la participación de Mario Bojalil Bojalil, presidente del Consejo de Cronistas del Estado de Tlaxcala, se rescatan los siguientes pasajes:

“… gran parte de la Revolución Mexicana se desarrolló entre rieles, y en Apizaco, por su importancia ferroviaria, se vivieron episodios fundamentales dentro de este proceso. La llegada a nuestra ciudad de trenes villistas, zapatistas o carrancistas causaba a los apizaquenses enorme expectación y justificado temor”.

“Ciudad vital y estratégica para las distintas fuerzas revolucionarias, hay que recordar, por ejemplo, que el 14 de junio de 1915 un tren procedente de Veracruz a México fue materialmente volado con dinamita, atentado perpetrado por los generales zapatistas José Trinidad Sánchez y Emilio Márquez; dicho atentado arrojó un saldo de 50 fallecidos y cientos de heridos, la mayoría de ellos tlaxcaltecas. Este trágico suceso fue condenado por el presidente Venustiano Carranza, quien declaró a los culpables la pena de fusilamiento, que se cumplió.

En mayo de 1920 “… la situación política para el presidente de la República Mexicana Venustiano Carranza era sumamente riesgosa por la promulgación y ejecución del plan de “Agua Prieta”, el cual desconocía al gobierno legítimo, provocando con ello que sus más fieles generales defeccionaran uniéndose al movimiento encabezado por el general Álvaro Obregón; en esas difíciles circunstancias y prácticamente acorralado, don Venustiano Carranza emprende la retirada de la ciudad de México intentando llegar al puerto de Veracruz con la idea de restablecer el orden constitucional.

“El general Rodolfo Casillas, el 6 de mayo de 1920, emite órdenes al director del Heroico Colegio Militar, general Joaquín Mucel, de poner en conocimiento a los alumnos del plantel que por disposición del presidente de la República se les dejaba en libertad o seguirlo al evacuar la ciudad de México; los cadetes escucharon con atención esta determinación y en forma unánime decidieron acompañar al presidente a costa de su sacrificio. Fue así como en sus corceles emprendieron la marcha siguiendo la ruta del ferrocarril Mexicano, escoltando al convoy que llega a Apizaco y permanece hasta el 9 de mayo por la tarde. El comandante en jefe, por órdenes del presidente de la República, dispuso que en Apizaco se organizaran todas las fuerzas leales.

“Carranza llega a bordo del tren presidencial acompañado por los generales Munguía, Lucio Blanco y Marcelino González, sale de la estación y montado en su brioso caballo y con los acordes de la marcha dragona, recorre nuestra ciudad y pasa revista a 4 mil hombres, 3 mil de infantería y mil de caballería.

“El 9 de mayo por la tarde, y prácticamente sitiadas las fuerzas militares carrancistas, evacuan Apizaco, pero antes de hacerlo algunos de sus hombres derriban el tanque aéreo de la estación que contenía combustible, prendiéndole fuego que levanta llamas de más de 100 metros causando terror a los apizaquenses.

“El convoy, saliendo de Apizaco, es atacado por las fuerzas sublevadas encabezadas por los generales tlaxcaltecas Máximo Rojas y Reyes Márquez, siendo repelidos desde los vagones por el fuego de la artillería, dando con ello tiempo al desembarco del grupo de “dragones”, quienes se formaron en el lomerío.

“De las memorias del general Rodolfo Casillas rescato el siguiente testimonio que me parece de una importancia extraordinaria:

‘El acercamiento del enemigo saliendo de Apizaco ya no permitía tomar posiciones del terreno para defenderlo por medio del combate a pie, tampoco procedía el combate a caballo, por ello surgió la idea instintiva, simple y rápida: ¡la carga del sable!; los cadetes cobraron velocidad entre los magueyes, teniendo como desenlace la media vuelta forzada y precipitada huida del enemigo dominado por el miedo y la sorpresa. Habíamos cargado tan velozmente que incluso rebasábamos soldados enemigos, sableando furiosamente a los hombres de Reyes Márquez; no se continuo la persecución por no alejarnos del tren y comenzaba a caer la noche, regresamos a la vía y escoltamos al convoy con destino a San Marcos’.

El 20 de mayo de 1920, al conocerse que las vías habían sido dinamitadas, Carranza abandona el tren en la estación de Aljibes, internándose a caballo en la Sierra Norte del Estado de Puebla con muchos de sus seguidores, incluida una escolta de cadetes del Colegio Militar, en un intento desesperado por alcanzar el puerto de Veracruz.

Muerto en Tlaxcalantongo, su cuerpo fue trasladado en hombros a Xicotepec, donde fue velado y se le practicó la autopsia. Fue inhumado en el Panteón Civil de Dolores de la Ciudad de México y en el año 1942 sus restos fueron depositados en el Monumento a la Revolución, donde permanecen hasta la fecha.

Concluye Bojalil: “Para recordar este hecho histórico, es erigido en Apizaco el Monumento a la Lealtad -construido en 1993 por órdenes del Secretario de la Defensa Nacional- que contiene el nombre de los contingentes leales al presidente Carranza… y el tren presidencial se encuentra en los talleres ferrocarrileros de Apizaco, remodelado y majestuoso, digno de visitarlo…”.