/ miércoles 13 de junio de 2018

Caras y Máscaras

A debate la autosuficiencia alimentaria

Debate: Discusión en la que dos o más personas opinan acerca de uno o varios temas y en la que cada uno expone sus ideas y defiende sus opiniones e intereses.


El pasado 10 de abril Andrés Manuel López Obrador, candidato a la presidencia de la República por la coalición Juntos Haremos Historia, prometió subsidios para los productores del campo con el fin de alcanzar la autosuficiencia alimentaria del país. Aseguró que, de llegar a la Presidencia de la República, México dejará de comprar en el extranjero alimentos, pues el país producirá en su totalidad todo lo que la población consuma.

Indicó que los subsidios serán entregados directamente a los productores: ejidatarios, comuneros, colonos y pequeños propietarios, lo cual impulsará el renacimiento del campo. Dijo que esta medida también reducirá la migración, pues habrá suficiente trabajo para que “el mexicano pueda trabajar, pueda ser feliz donde nació, donde están sus familiares, donde están sus costumbres”.

Casi un mes después, el 8 de mayo, al clausurar la XXXIV Asamblea General Ordinaria del Consejo Nacional Agropecuario, donde se presentó la Estrategia de Atención Integral para Jornaleros Agrícolas Migrantes, sin mencionar el nombre del candidato aludido, el presidente Enrique Peña Nieto cuestionó la meta de alcanzar la autosuficiencia alimentaria. Arguyó que la autosuficiencia alimentaria es un “mito” que hay que romper, pues ningún país del mundo produce todo lo que consume, además, en un mundo globalizado, esa meta carece de sentido. Dijo que tal propuesta es lo mismo que “Aspirar a lo que parece… un hito por alcanzar, porque, en un mundo globalizado, francamente no hace sentido ni razón el aspirar a la autosuficiencia. Automáticamente se trata de una política del pasado equivocada”.

El primer mandatario señaló que los países no deben buscar la autosuficiencia alimentaria, sino garantizar la disponibilidad de alimentos para la población. “A lo que los países debemos aspirar, y es donde México hoy está inserto y lo ha logrado, es a garantizar la disponibilidad de alimentos a través, primero, como está ocurriendo, de una fuerte producción interna, tanto que hoy es más lo que exportamos que lo que importamos y, al mismo tiempo, comerciando con el mundo en términos favorables. Eso es lo que nos permite asegurar que los mexicanos tengan una gran diversidad de alimentos y de productos que enriquecen su diaria alimentación”.

Afirmó, asimismo, que el campo es actualmente “más productivo y exportador”, que México ha aprovechado sus ventajas competitivas y es hoy una potencia mundial en materia agroalimentaria, pues por primera vez, en 25 años, se cuenta con una balanza comercial agroalimentaria superavitaria, ya que el país vende 20 por ciento más de los alimentos que compra y llega a aquellos mercados externos que más ganancias dejan. Prueba del avance y desarrollo que ha logrado el sector agroalimentario entre el 2013 y el 2017, es su crecimiento de 13.6 por ciento en términos reales, lo que le ha permitido colocarse como un generador de divisas y previsiblemente al cierre del 2018 resulte con cifras históricas en el superávit comercial.

¿Quién tiene la razón, Peña Nieto o López Obrador? ¿Existe, o no, la autosuficiencia alimentaria en México? Enseguida se incorporan dos opiniones que aportan elementos de juicio al debate.

El 22 de mayo pasado, el portal dineroenimagen.com de la Web, publicó en esencia lo siguiente: de acuerdo con los datos oficiales de la Secretaría de Agricultura (Sagarpa), México tiene tres años con una balanza comercial positiva, incluso en 2017 el superávit rompe un déficit que se había tenido desde 1996.

Para 2017, se exportaron 32 mil 583 millones de dólares y se importaron 27 mil 172 millones, lo que implica un superávit de 5 mil 411 millones de dólares, una cifra 70 por ciento superior a la registrada en 2016.

En el primer bimestre de 2018 México vendió a los consumidores del mundo cerveza de malta (622 millones de dólares), aguacate (562 mdd), jitomate (465 mdd), chiles y pimiento (307 mdd), tequila y mezcal (210 mdd), fresas (185 mdd), productos de panadería (169 mdd), azúcar (144 mdd), almendras, nueces y pistaches (121 mdd), pepino (116 mdd), ganado bovino en pie (110 mdd) y frutas en conserva (99 mdd).

Hay 11 tratados de libre comercio con 45 países, con una demanda potencial de mil 462 millones de personas, lo cual incentiva la búsqueda de nuevas oportunidades y mejores condiciones para las ventas de productos de origen agrícola, pecuario y pesquero de México en los mercados internacionales.

Además de los Estados Unidos de América, los principales mercados son la Unión Europea que compra a México 831 (mdd) de productos agroalimentarios, Japón 677 mdd; Canadá 556; Guatemala 342 y Venezuela 299 mdd.

Pero… aunque nuestro país es uno de los principales productores agropecuarios a nivel mundial y exporta mucho, está lejos de la autosuficiencia alimentaria.

De acuerdo con el Banco de México (marzo de 2018), el maíz es el producto alimenticio que México más importa, sigue la soya, el trigo y las semillas de nabo o colza. Otros productos que también se importan son: ganado vacuno, leche y sus derivados, huevo, estómago de animales, excepto pescado, frijol, uvas frescas o secas, manzanas, peras y membrillos, arroz, sorgo, tabaco y algodón. El principal alimento que importa México es el maíz, indispensable en nuestra alimentación y somos de los principales consumidores de huevo en el mundo.

Por otra parte, la doctora en economía Laura Martínez Salvador en la Introducción de un ensayo denominado “Seguridad alimentaria, autosuficiencia y disponibilidad del amaranto en México”, publicado en la revista Problemas del Desarrollo, editada por la UNAM (julio-septiembre de 2016), expresa que: “A mediados del siglo XX, en los años ochenta, el desmantelamiento del aparato estatal como soporte del sector productivo agropecuario, fue una de las más grandes y desafortunadas transformaciones suscitadas en el marco de un nuevo modelo de economía global y liberalizada.

“En la llamada ‘década perdida’, se dieron una serie de reformas estructurales de gran impacto en los sectores productivos de las economías latinoamericanas, y en el caso de México, la figura estatal privilegió a las políticas de exportación del sector agropecuario delegando a las fuerzas del mercado la oferta de elementos básicos para la productividad agrícola tales como el suministro de insumos y maquinaria, el financiamiento crediticio y la capacitación técnica.

“En este periodo, la eliminación de los precios de garantía y las políticas de cambio tecnológico, que apostaron por la transferencia en lugar del desarrollo tecnológico colaborativo, terminaron por debilitar al sector agrícola mexicano. Posterior a la desastrosa inclusión de México al Acuerdo General sobre Comercio y Aranceles (GATT) y al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan), la dinámica del sector agropecuario en México mostró una marcada divergencia: durante las siguiente dos décadas el sector agropecuario presentó una disminuida tasa de crecimiento del 1.7 promedio anual promedio anual, en contraposición al aumento en el volumen de las exportaciones e importaciones agropecuarias, las cuales se cuadruplicaron y quintuplicaron respectivamente. En el contexto de estas transformaciones el sector agropecuario se encontró en un franco desajuste, niveles de dependencia alimentaria preocupantes y una diversificación de la oferta alimenticia, más amplia, pero hasta cierto punto más nociva. Los procesos de intercambio comercial favorecieron la incorporación de productos de bajo valor nutricional y de calidad alimentara cuestionable en las dietas locales.”

El debate es inaplazable y complejo por las diversas variables que en él intervienen (población, ingresos familiares y públicos, cambio climático, tensiones internacionales, tratados comerciales cuestionados, etc.), pero urgido de solución socialmente consensuada. “Primero comer, después filosofar”, reza el proverbio, de modo que la política pública a que haya lugar debe ser realista, adaptarse a las circunstancias actuales y objetivamente previsibles y apartarse de actitudes demagógicas, así como de falsos optimismos y pesimismos desalentadores.

A debate la autosuficiencia alimentaria

Debate: Discusión en la que dos o más personas opinan acerca de uno o varios temas y en la que cada uno expone sus ideas y defiende sus opiniones e intereses.


El pasado 10 de abril Andrés Manuel López Obrador, candidato a la presidencia de la República por la coalición Juntos Haremos Historia, prometió subsidios para los productores del campo con el fin de alcanzar la autosuficiencia alimentaria del país. Aseguró que, de llegar a la Presidencia de la República, México dejará de comprar en el extranjero alimentos, pues el país producirá en su totalidad todo lo que la población consuma.

Indicó que los subsidios serán entregados directamente a los productores: ejidatarios, comuneros, colonos y pequeños propietarios, lo cual impulsará el renacimiento del campo. Dijo que esta medida también reducirá la migración, pues habrá suficiente trabajo para que “el mexicano pueda trabajar, pueda ser feliz donde nació, donde están sus familiares, donde están sus costumbres”.

Casi un mes después, el 8 de mayo, al clausurar la XXXIV Asamblea General Ordinaria del Consejo Nacional Agropecuario, donde se presentó la Estrategia de Atención Integral para Jornaleros Agrícolas Migrantes, sin mencionar el nombre del candidato aludido, el presidente Enrique Peña Nieto cuestionó la meta de alcanzar la autosuficiencia alimentaria. Arguyó que la autosuficiencia alimentaria es un “mito” que hay que romper, pues ningún país del mundo produce todo lo que consume, además, en un mundo globalizado, esa meta carece de sentido. Dijo que tal propuesta es lo mismo que “Aspirar a lo que parece… un hito por alcanzar, porque, en un mundo globalizado, francamente no hace sentido ni razón el aspirar a la autosuficiencia. Automáticamente se trata de una política del pasado equivocada”.

El primer mandatario señaló que los países no deben buscar la autosuficiencia alimentaria, sino garantizar la disponibilidad de alimentos para la población. “A lo que los países debemos aspirar, y es donde México hoy está inserto y lo ha logrado, es a garantizar la disponibilidad de alimentos a través, primero, como está ocurriendo, de una fuerte producción interna, tanto que hoy es más lo que exportamos que lo que importamos y, al mismo tiempo, comerciando con el mundo en términos favorables. Eso es lo que nos permite asegurar que los mexicanos tengan una gran diversidad de alimentos y de productos que enriquecen su diaria alimentación”.

Afirmó, asimismo, que el campo es actualmente “más productivo y exportador”, que México ha aprovechado sus ventajas competitivas y es hoy una potencia mundial en materia agroalimentaria, pues por primera vez, en 25 años, se cuenta con una balanza comercial agroalimentaria superavitaria, ya que el país vende 20 por ciento más de los alimentos que compra y llega a aquellos mercados externos que más ganancias dejan. Prueba del avance y desarrollo que ha logrado el sector agroalimentario entre el 2013 y el 2017, es su crecimiento de 13.6 por ciento en términos reales, lo que le ha permitido colocarse como un generador de divisas y previsiblemente al cierre del 2018 resulte con cifras históricas en el superávit comercial.

¿Quién tiene la razón, Peña Nieto o López Obrador? ¿Existe, o no, la autosuficiencia alimentaria en México? Enseguida se incorporan dos opiniones que aportan elementos de juicio al debate.

El 22 de mayo pasado, el portal dineroenimagen.com de la Web, publicó en esencia lo siguiente: de acuerdo con los datos oficiales de la Secretaría de Agricultura (Sagarpa), México tiene tres años con una balanza comercial positiva, incluso en 2017 el superávit rompe un déficit que se había tenido desde 1996.

Para 2017, se exportaron 32 mil 583 millones de dólares y se importaron 27 mil 172 millones, lo que implica un superávit de 5 mil 411 millones de dólares, una cifra 70 por ciento superior a la registrada en 2016.

En el primer bimestre de 2018 México vendió a los consumidores del mundo cerveza de malta (622 millones de dólares), aguacate (562 mdd), jitomate (465 mdd), chiles y pimiento (307 mdd), tequila y mezcal (210 mdd), fresas (185 mdd), productos de panadería (169 mdd), azúcar (144 mdd), almendras, nueces y pistaches (121 mdd), pepino (116 mdd), ganado bovino en pie (110 mdd) y frutas en conserva (99 mdd).

Hay 11 tratados de libre comercio con 45 países, con una demanda potencial de mil 462 millones de personas, lo cual incentiva la búsqueda de nuevas oportunidades y mejores condiciones para las ventas de productos de origen agrícola, pecuario y pesquero de México en los mercados internacionales.

Además de los Estados Unidos de América, los principales mercados son la Unión Europea que compra a México 831 (mdd) de productos agroalimentarios, Japón 677 mdd; Canadá 556; Guatemala 342 y Venezuela 299 mdd.

Pero… aunque nuestro país es uno de los principales productores agropecuarios a nivel mundial y exporta mucho, está lejos de la autosuficiencia alimentaria.

De acuerdo con el Banco de México (marzo de 2018), el maíz es el producto alimenticio que México más importa, sigue la soya, el trigo y las semillas de nabo o colza. Otros productos que también se importan son: ganado vacuno, leche y sus derivados, huevo, estómago de animales, excepto pescado, frijol, uvas frescas o secas, manzanas, peras y membrillos, arroz, sorgo, tabaco y algodón. El principal alimento que importa México es el maíz, indispensable en nuestra alimentación y somos de los principales consumidores de huevo en el mundo.

Por otra parte, la doctora en economía Laura Martínez Salvador en la Introducción de un ensayo denominado “Seguridad alimentaria, autosuficiencia y disponibilidad del amaranto en México”, publicado en la revista Problemas del Desarrollo, editada por la UNAM (julio-septiembre de 2016), expresa que: “A mediados del siglo XX, en los años ochenta, el desmantelamiento del aparato estatal como soporte del sector productivo agropecuario, fue una de las más grandes y desafortunadas transformaciones suscitadas en el marco de un nuevo modelo de economía global y liberalizada.

“En la llamada ‘década perdida’, se dieron una serie de reformas estructurales de gran impacto en los sectores productivos de las economías latinoamericanas, y en el caso de México, la figura estatal privilegió a las políticas de exportación del sector agropecuario delegando a las fuerzas del mercado la oferta de elementos básicos para la productividad agrícola tales como el suministro de insumos y maquinaria, el financiamiento crediticio y la capacitación técnica.

“En este periodo, la eliminación de los precios de garantía y las políticas de cambio tecnológico, que apostaron por la transferencia en lugar del desarrollo tecnológico colaborativo, terminaron por debilitar al sector agrícola mexicano. Posterior a la desastrosa inclusión de México al Acuerdo General sobre Comercio y Aranceles (GATT) y al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan), la dinámica del sector agropecuario en México mostró una marcada divergencia: durante las siguiente dos décadas el sector agropecuario presentó una disminuida tasa de crecimiento del 1.7 promedio anual promedio anual, en contraposición al aumento en el volumen de las exportaciones e importaciones agropecuarias, las cuales se cuadruplicaron y quintuplicaron respectivamente. En el contexto de estas transformaciones el sector agropecuario se encontró en un franco desajuste, niveles de dependencia alimentaria preocupantes y una diversificación de la oferta alimenticia, más amplia, pero hasta cierto punto más nociva. Los procesos de intercambio comercial favorecieron la incorporación de productos de bajo valor nutricional y de calidad alimentara cuestionable en las dietas locales.”

El debate es inaplazable y complejo por las diversas variables que en él intervienen (población, ingresos familiares y públicos, cambio climático, tensiones internacionales, tratados comerciales cuestionados, etc.), pero urgido de solución socialmente consensuada. “Primero comer, después filosofar”, reza el proverbio, de modo que la política pública a que haya lugar debe ser realista, adaptarse a las circunstancias actuales y objetivamente previsibles y apartarse de actitudes demagógicas, así como de falsos optimismos y pesimismos desalentadores.