/ miércoles 27 de mayo de 2020

Caras y Máscaras | Educación: del pizarrón y el gis a la plataforma digital

Uno de los campos que en mayor medida han sido afectados por la pandemia del coronavirus es, sin duda, la educación. En esta importante actividad humana nada será como antes. La contingencia abrió una enorme brecha entre el pasado y el futuro. La naturaleza, objetivos y medios de la educación deberán replantearse a fondo en razón del cúmulo de nuevas necesidades personales y sociales aun no identificadas plenamente. Las autoridades, los maestros, los padres de familia y los propios estudiantes de repente se encontraron frente a un reto de dimensiones inconmensurables.

Solo para tener una idea somera del desafío que habrá de solucionarse, cabe repasar la evolución de los medios y recursos utilizados para materializar el proceso de enseñanza aprendizaje.

Un medio didáctico es cualquier material elaborado con la intención de facilitar los procesos de enseñanza y aprendizaje.

El recurso educativo, a su vez, es todo material que, en un contexto educativo determinado, se utiliza en forma didáctica para el desarrollo de las actividades formativas.

La didáctica es el arte de enseñar. Es la disciplina, inscrita en las ciencias de la educación, que se encarga del estudio y la intervención en el proceso enseñanza-aprendizaje con la finalidad de optimizar los métodos, técnicas y herramientas involucrados.

Sin adentrarnos en la descripción de las pinturas rupestres, los petroglifos, las lecciones peripatéticas de Aristóteles o los códices indígenas, como medios de conservación y exhibición de la información sobre los usos y costumbres de los puebles antiguos que, de una u otra manera, servían como medios de enseñanza –aprendizaje social, centremos nuestra atención en los recursos materiales empleados por los profesores del siglo pasado y principios del presente para llevar a cabo las actividades educativas esencia de su responsabilidad profesional.

Los sobrevivientes de la asistencia a las escuelas de educación básica de mediados del siglo pasado recordarán a su maestra o maestro frente al pizarrón con un gis y un borrador en las manos, o un marcador sobre la pantalla de plástico, así como con una regla, una escuadra y un compás de madera para las clases de geometría y un vaso con germinados para la observación del desarrollo vegetal.

Las clases de ciencias naturales, historia, geografía y civismo generalmente eran apoyadas con láminas o mapas en cartulina que ilustraban las explicaciones magisteriales o las ideas que aparecían en los libros de texto, los cuales empezaron a ser gratuitos.

Había docentes ingeniosos que apoyaban sus enseñanzas con franelógrafos, teatrinos, de títeres o marionetas, y proporcionaban textos de apoyo o exámenes impresos en mimeógrafos, todo manufacturado por ellos mismos.

Siguieron las proyecciones de láminas de acetato, las diapositivas, las grabadoras y los cassetes con narraciones y desarrollo de temas que ampliaban las explicaciones de los profesores. Al final de esta etapa se usaron con amplitud los audiovisuales que reforzaron la información y las experiencias proporcionadas a los educandos por sus maestros.

Luego vinieron, en cascada, calculadoras, computadoras, laptops, smartphones y plataformas digitales, como soporte de la educación programada y a distancia, que en buena medida sustituyen a la educación presencial en las aulas y en las escuelas.

El Covid-19 en gran medida tomó desprevenidos a todos los agentes educativos. Difícilmente las deficiencias descubiertas por la pandemia se solucionarán en breve tiempo con los recursos y las inercias actuales. Lo primero será redefinir las responsabilidades de las autoridades, los profesionales de la educación, las familias y los educandos mismos .

Uno de los campos que en mayor medida han sido afectados por la pandemia del coronavirus es, sin duda, la educación. En esta importante actividad humana nada será como antes. La contingencia abrió una enorme brecha entre el pasado y el futuro. La naturaleza, objetivos y medios de la educación deberán replantearse a fondo en razón del cúmulo de nuevas necesidades personales y sociales aun no identificadas plenamente. Las autoridades, los maestros, los padres de familia y los propios estudiantes de repente se encontraron frente a un reto de dimensiones inconmensurables.

Solo para tener una idea somera del desafío que habrá de solucionarse, cabe repasar la evolución de los medios y recursos utilizados para materializar el proceso de enseñanza aprendizaje.

Un medio didáctico es cualquier material elaborado con la intención de facilitar los procesos de enseñanza y aprendizaje.

El recurso educativo, a su vez, es todo material que, en un contexto educativo determinado, se utiliza en forma didáctica para el desarrollo de las actividades formativas.

La didáctica es el arte de enseñar. Es la disciplina, inscrita en las ciencias de la educación, que se encarga del estudio y la intervención en el proceso enseñanza-aprendizaje con la finalidad de optimizar los métodos, técnicas y herramientas involucrados.

Sin adentrarnos en la descripción de las pinturas rupestres, los petroglifos, las lecciones peripatéticas de Aristóteles o los códices indígenas, como medios de conservación y exhibición de la información sobre los usos y costumbres de los puebles antiguos que, de una u otra manera, servían como medios de enseñanza –aprendizaje social, centremos nuestra atención en los recursos materiales empleados por los profesores del siglo pasado y principios del presente para llevar a cabo las actividades educativas esencia de su responsabilidad profesional.

Los sobrevivientes de la asistencia a las escuelas de educación básica de mediados del siglo pasado recordarán a su maestra o maestro frente al pizarrón con un gis y un borrador en las manos, o un marcador sobre la pantalla de plástico, así como con una regla, una escuadra y un compás de madera para las clases de geometría y un vaso con germinados para la observación del desarrollo vegetal.

Las clases de ciencias naturales, historia, geografía y civismo generalmente eran apoyadas con láminas o mapas en cartulina que ilustraban las explicaciones magisteriales o las ideas que aparecían en los libros de texto, los cuales empezaron a ser gratuitos.

Había docentes ingeniosos que apoyaban sus enseñanzas con franelógrafos, teatrinos, de títeres o marionetas, y proporcionaban textos de apoyo o exámenes impresos en mimeógrafos, todo manufacturado por ellos mismos.

Siguieron las proyecciones de láminas de acetato, las diapositivas, las grabadoras y los cassetes con narraciones y desarrollo de temas que ampliaban las explicaciones de los profesores. Al final de esta etapa se usaron con amplitud los audiovisuales que reforzaron la información y las experiencias proporcionadas a los educandos por sus maestros.

Luego vinieron, en cascada, calculadoras, computadoras, laptops, smartphones y plataformas digitales, como soporte de la educación programada y a distancia, que en buena medida sustituyen a la educación presencial en las aulas y en las escuelas.

El Covid-19 en gran medida tomó desprevenidos a todos los agentes educativos. Difícilmente las deficiencias descubiertas por la pandemia se solucionarán en breve tiempo con los recursos y las inercias actuales. Lo primero será redefinir las responsabilidades de las autoridades, los profesionales de la educación, las familias y los educandos mismos .