/ miércoles 26 de agosto de 2020

Caras y Máscaras | Las mujeres ante la Covid-19

La emergencia derivada de la Covid-19 está provocando impactos específicos entre las mujeres y profundizando las amenazas y desigualdades de género existentes, tanto al interior de los hogares como fuera de ellos: en los hospitales, centros sanitarios y en el trabajo.

Las medidas de confinamiento buscan proteger la salud pública y evitar el colapso de los servicios de salud, en consecuencia, los hogares se han convertido en el espacio donde todo ocurre: el cuidado y la educación de los niños, niñas y adolescentes, la socialización y el trabajo productivo, lo que ha exacerbado la crisis de los cuidados.

Un reciente documento, publicado conjuntamente por la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM), denominado "Covid-19 en la vida de las mujeres", aborda el tema, del que se destacan los siguientes planteamientos:

El confinamiento obliga a las mujeres a estar encerradas con sus maltratadores. En la medida en que aumenta el tiempo de convivencia se generan conflictos alrededor de cuestiones domésticas y familiares, la violencia se prolonga y se genera una percepción de impunidad del agresor.

El confinamiento hace que las niñas estén más expuestas al abuso sexual y la violencia, a lo que se adiciona el riesgo de abandono y exclusión escolar post pandemia.

Se ha incrementado la carga de trabajo relacionada con el cuidado y la atención a las personas, cuya respuesta debería ser colectiva. Sin embargo, la realidad es que esta no se distribuye equitativamente, sino que recae principalmente en las mujeres, y no está valorada ni social ni económicamente.

Fuera de los hogares, las mujeres también constituyen el mayor contingente que está asumiendo los cuidados, en el sector de la sanidad, en el trabajo doméstico remunerado y en centros especializados de cuidado de menores, adultos/as mayores y personas con discapacidad, situación que conlleva impactos diferenciados sobre la salud de las mujeres y las expone a un mayor riesgo de contagio.

Los ataques violentos y el acoso contra el personal sanitario -integrado por una mayoría de mujeres- en viviendas y en medios de transporte han sido numerosos.

El confinamiento agudiza la crisis del cuidado, aumentando la carga global de trabajo de las mujeres. Según la OIT, las mujeres tienen a su cargo 76.2% de todas las horas del trabajo de cuidado no remunerado (más del triple que los hombres), situación que empeora en las familias donde algún miembro sufre una enfermedad crónica o están al cargo de ancianos/as dependientes.

La mayor carga de trabajo doméstico impacta negativamente el trabajo remunerado y la salud de las mujeres, sobre todo en ausencia de sistemas de cuidados institucionalizados; limita su acceso al empleo de calidad y provoca la brecha salarial.

Los sectores de la economía más afectados por el paro económico debido al Covid-19 -comercio al por menor, servicios de alojamiento y servicios de comidas e industrias manufactureras- presentan una alta concentración de mujeres. Además, las mujeres representan una gran proporción de la economía informal en todos los países.

Esta realidad requiere que el enfoque de género y la participación igualitaria de las mujeres en las decisiones sean elementos centrales de las políticas de mitigación y recuperación de la crisis por la pandemia.

¿Qué significa el enfoque de género? El enfoque de género considera las diferentes oportunidades que tienen los hombres y las mujeres, las interrelaciones existentes entre ellos y los distintos papeles que socialmente se les asignan.

¿Por qué es importante el enfoque de género? La importancia de la aplicación de la perspectiva de género radica en las posibilidades que ofrece para comprender cómo se produce la discriminación de las mujeres y las vías para transformarla.

Ante tal situación, sentencia el documento, los estados deberán redoblar los esfuerzos para asegurar la participación igualitaria de las mujeres en los mecanismos de respuesta a la crisis. No considerar un enfoque de género profundizará las desigualdades con efectos que se prolongarán en el largo plazo y serán difíciles de revertir.

La emergencia derivada de la Covid-19 está provocando impactos específicos entre las mujeres y profundizando las amenazas y desigualdades de género existentes, tanto al interior de los hogares como fuera de ellos: en los hospitales, centros sanitarios y en el trabajo.

Las medidas de confinamiento buscan proteger la salud pública y evitar el colapso de los servicios de salud, en consecuencia, los hogares se han convertido en el espacio donde todo ocurre: el cuidado y la educación de los niños, niñas y adolescentes, la socialización y el trabajo productivo, lo que ha exacerbado la crisis de los cuidados.

Un reciente documento, publicado conjuntamente por la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM), denominado "Covid-19 en la vida de las mujeres", aborda el tema, del que se destacan los siguientes planteamientos:

El confinamiento obliga a las mujeres a estar encerradas con sus maltratadores. En la medida en que aumenta el tiempo de convivencia se generan conflictos alrededor de cuestiones domésticas y familiares, la violencia se prolonga y se genera una percepción de impunidad del agresor.

El confinamiento hace que las niñas estén más expuestas al abuso sexual y la violencia, a lo que se adiciona el riesgo de abandono y exclusión escolar post pandemia.

Se ha incrementado la carga de trabajo relacionada con el cuidado y la atención a las personas, cuya respuesta debería ser colectiva. Sin embargo, la realidad es que esta no se distribuye equitativamente, sino que recae principalmente en las mujeres, y no está valorada ni social ni económicamente.

Fuera de los hogares, las mujeres también constituyen el mayor contingente que está asumiendo los cuidados, en el sector de la sanidad, en el trabajo doméstico remunerado y en centros especializados de cuidado de menores, adultos/as mayores y personas con discapacidad, situación que conlleva impactos diferenciados sobre la salud de las mujeres y las expone a un mayor riesgo de contagio.

Los ataques violentos y el acoso contra el personal sanitario -integrado por una mayoría de mujeres- en viviendas y en medios de transporte han sido numerosos.

El confinamiento agudiza la crisis del cuidado, aumentando la carga global de trabajo de las mujeres. Según la OIT, las mujeres tienen a su cargo 76.2% de todas las horas del trabajo de cuidado no remunerado (más del triple que los hombres), situación que empeora en las familias donde algún miembro sufre una enfermedad crónica o están al cargo de ancianos/as dependientes.

La mayor carga de trabajo doméstico impacta negativamente el trabajo remunerado y la salud de las mujeres, sobre todo en ausencia de sistemas de cuidados institucionalizados; limita su acceso al empleo de calidad y provoca la brecha salarial.

Los sectores de la economía más afectados por el paro económico debido al Covid-19 -comercio al por menor, servicios de alojamiento y servicios de comidas e industrias manufactureras- presentan una alta concentración de mujeres. Además, las mujeres representan una gran proporción de la economía informal en todos los países.

Esta realidad requiere que el enfoque de género y la participación igualitaria de las mujeres en las decisiones sean elementos centrales de las políticas de mitigación y recuperación de la crisis por la pandemia.

¿Qué significa el enfoque de género? El enfoque de género considera las diferentes oportunidades que tienen los hombres y las mujeres, las interrelaciones existentes entre ellos y los distintos papeles que socialmente se les asignan.

¿Por qué es importante el enfoque de género? La importancia de la aplicación de la perspectiva de género radica en las posibilidades que ofrece para comprender cómo se produce la discriminación de las mujeres y las vías para transformarla.

Ante tal situación, sentencia el documento, los estados deberán redoblar los esfuerzos para asegurar la participación igualitaria de las mujeres en los mecanismos de respuesta a la crisis. No considerar un enfoque de género profundizará las desigualdades con efectos que se prolongarán en el largo plazo y serán difíciles de revertir.