/ miércoles 30 de septiembre de 2020

Caras y Máscaras | Resiliencia comunitaria en situaciones catastróficas

Las personas y las colectividades están expuestas a numerosas situaciones traumáticas, que amenazan la vida, la salud, el bienestar individual y el desarrollo social. Uno de los medios para reducir los efectos de los desastres y su impacto social es el aumento de la resiliencia comunitaria.

El término resiliencia procede del latín, de resilio (re salio), que significa volver a reanimarse. En ecología describe la capacidad de ciertos ecosistemas para adaptarse a los cambios, manteniendo el estado habitual de funcionamiento. Las ciencias sociales incorporan el término resiliencia para describir a personas capaces de mantenerse psicológicamente sanas a pesar de vivir en contextos de alto riesgo, como entornos de pobreza, situaciones de estrés prolongado, etc. Se refiere tanto a los individuos cuanto a los grupos que son capaces de sobreponerse a los efectos nocivos de las adversidades como catástrofes naturales, epidemias, guerras civiles, deportaciones, etc.

La resiliencia ha estado presente desde los orígenes de la especie humana, desde siempre los seres humanos han sido capaces de superar violencia, desastres, abusos y salir fortalecidos e incluso transformados de las experiencias desfavorables.

La resiliencia se puede agrupar en tres categorías: a) Como estabilidad, capacidad de asimilar daños y mantener la normalidad. b) Como recuperación, capacidad para volver al estado original después de alguna alteración notable. c) Como transformación, capacidad de proteger la integridad frente a las amenazas y salir transformada y fortalecida por la experiencia.

Cuando ocurren situaciones de crisis, desastres y calamidades en muchas personas afloran sus cualidades más positivas, aquellas que incluso creían desconocer y se apresuran a participar en la reconstrucción de la ciudad o los servicios y a actuar a favor del beneficio colectivo. Los saqueos, robos y agresiones no son los más frecuentes, aun cuando son los más difundidos y suelen obedecer a conflictos sociales, étnicos o estados carenciales que afectaban a los delincuentes con anterioridad a la crisis.

La resiliencia comunitaria es mucho más que una intervención específica o limitada a responder a un determinado acontecimiento adverso. Es la capacidad por parte de la comunidad de detectar y prevenir adversidades, que se construye día a día, cuando las personas se aplican a mejorar las condiciones medioambientales de su comunidad y participan en la reducción del cambio climático, en el consumo responsable, en la implantación de los derechos humanos y la justicia social, etc.

Pilares de la resiliencia social o comunitaria son: a) La estructura social cohesionada, con reducidas desigualdades. b) La honestidad gubernamental, la legitimidad de los gobernantes, su actuación con sentido de justicia y la aplicación de las leyes con imparcialidad. c) La identidad cultural, los usos, valores, creencias, idioma, costumbres, ritos, música, etc., propios de una determinada colectividad, que refuerza los lazos de solidaridad en casos de emergencia. d) La autoestima colectiva, el orgullo por el lugar donde se vive, que influye en la identidad individual y social y propicia la recuperación ante las adversidades.

Las personas y las colectividades están expuestas a numerosas situaciones traumáticas, que amenazan la vida, la salud, el bienestar individual y el desarrollo social. Uno de los medios para reducir los efectos de los desastres y su impacto social es el aumento de la resiliencia comunitaria.

El término resiliencia procede del latín, de resilio (re salio), que significa volver a reanimarse. En ecología describe la capacidad de ciertos ecosistemas para adaptarse a los cambios, manteniendo el estado habitual de funcionamiento. Las ciencias sociales incorporan el término resiliencia para describir a personas capaces de mantenerse psicológicamente sanas a pesar de vivir en contextos de alto riesgo, como entornos de pobreza, situaciones de estrés prolongado, etc. Se refiere tanto a los individuos cuanto a los grupos que son capaces de sobreponerse a los efectos nocivos de las adversidades como catástrofes naturales, epidemias, guerras civiles, deportaciones, etc.

La resiliencia ha estado presente desde los orígenes de la especie humana, desde siempre los seres humanos han sido capaces de superar violencia, desastres, abusos y salir fortalecidos e incluso transformados de las experiencias desfavorables.

La resiliencia se puede agrupar en tres categorías: a) Como estabilidad, capacidad de asimilar daños y mantener la normalidad. b) Como recuperación, capacidad para volver al estado original después de alguna alteración notable. c) Como transformación, capacidad de proteger la integridad frente a las amenazas y salir transformada y fortalecida por la experiencia.

Cuando ocurren situaciones de crisis, desastres y calamidades en muchas personas afloran sus cualidades más positivas, aquellas que incluso creían desconocer y se apresuran a participar en la reconstrucción de la ciudad o los servicios y a actuar a favor del beneficio colectivo. Los saqueos, robos y agresiones no son los más frecuentes, aun cuando son los más difundidos y suelen obedecer a conflictos sociales, étnicos o estados carenciales que afectaban a los delincuentes con anterioridad a la crisis.

La resiliencia comunitaria es mucho más que una intervención específica o limitada a responder a un determinado acontecimiento adverso. Es la capacidad por parte de la comunidad de detectar y prevenir adversidades, que se construye día a día, cuando las personas se aplican a mejorar las condiciones medioambientales de su comunidad y participan en la reducción del cambio climático, en el consumo responsable, en la implantación de los derechos humanos y la justicia social, etc.

Pilares de la resiliencia social o comunitaria son: a) La estructura social cohesionada, con reducidas desigualdades. b) La honestidad gubernamental, la legitimidad de los gobernantes, su actuación con sentido de justicia y la aplicación de las leyes con imparcialidad. c) La identidad cultural, los usos, valores, creencias, idioma, costumbres, ritos, música, etc., propios de una determinada colectividad, que refuerza los lazos de solidaridad en casos de emergencia. d) La autoestima colectiva, el orgullo por el lugar donde se vive, que influye en la identidad individual y social y propicia la recuperación ante las adversidades.