/ miércoles 29 de abril de 2020

Caras y Máscaras | ¿Y después?

La pandemia cambió todo. Hace tres meses otro era el escenario. Nuestras perspectivas, en lo personal y como país eran distintas.

Cuando concluya el confinamiento saldremos a otro mundo, con necesidades, expectativas y posibilidades diferentes a las que teníamos antes de la contingencia.

En lo individual será indispensable hacer un balance de lo perdido y lo salvado, inventariar el patrimonio material y prever su utilización para la satisfacción de necesidades básicas, pagar deudas, racionalizar gastos, prepararse para eventualidades médicas y replantear el régimen alimentario con el fin de recuperar y mantener la buena salud.

En lo familiar, lo primero será el fortalecimiento de la integración familiar, la recuperación y cuidado de la salud de sus miembros, la consolidación de las fuentes de ingresos, el impulso al desarrollo académico, la afirmación de las sanas relaciones de amistad y el agradecimiento por acciones solidarias dirigidas a la familia en situaciones difíciles.

En lo comunitario: reconocimiento de acciones benéficas de las autoridades. Apoyo a personas en situación de vulnerabilidad económica y social.

¿Cómo serán México y el mundo después de la emergencia del Covid-19?

El pesimismo domina los pronósticos sobre el futuro. La perspectiva más optimista apenas vislumbra el regreso a la normalidad que imperaba hace unas cuantas semanas, por cierto, una normalidad poco atractiva y por tanto insatisfactoria.

Uno de los efectos de la pandemia del Covid–19 es la necesidad urgente de revisar todo. Particularmente las relaciones actuales y futuras entre las poblaciones: los grados de intercambio de lo global a lo nacional y de este a lo local, y a la inversa.

Inaplazable es la revisión y el reforzamiento de la coordinación entre los niveles de las autoridades. En Tlaxcala se creó el cuarto orden de gobierno, bajo la premisa de que son las autoridades comunitarias las que están más cerca de los problemas de la población y, por tanto, de su solución, resulta oportuno revisar qué factores se requieren para el pleno cumplimiento de su cometido.

Se modificarán los ambientes laborales. Las empresas deberán analizar y revalorar las características de su entorno presente y previsible para adaptarse a las nuevas circunstancias. En el corto plazo habrán de concentrarse en resistir para sobrevivir y para el mediano plazo necesitarán diseñar e implementar una reingeniería total de su organización y sus procedimientos, en función de los objetivos que se propongan alcanzar en el nuevo panorama económico y social del país.

De una u otra forma, con saldos lamentables de vidas perdidas la humanidad saldrá de la actual catástrofe, pero encontrar las soluciones al desquiciamiento económico y social tomará tiempo, un tiempo nada breve.

Diversas soluciones se plantean y se aplican para encarar las pérdidas de modos de vida que barrió el Covid-19. En nuestro país las más inmediatas y generalizadas son las adoptadas por el gobierno federal, dirigidas al sector mayoritario de la población, pero hay otras que, ante las necesidades que están en puerta, proponen soluciones para el conjunto del país.

Una propuesta digna de ser analizada y discutida es la que el 28 de marzo pasado apareció como Pronunciamiento del Grupo Nuevo Curso de Desarrollo, de la UNAM, de la que el periodista Héctor Aguilar Camín refiere: "Sus prioridades son proteger la salud y el empleo, salvaguardar la planta productiva, mantener los servicios estratégicos y apoyar con proyectos de inversión —pública, privada y mixta— la recuperación.

"El planteamiento supone una activación de todos los instrumentos de inversión y acción económica del Estado, empezando por la banca de desarrollo, terminando por la utilización de las opciones de crédito abiertas al país, lo mismo en organismos como el Fondo Monetario Internacional, donde hay una línea por 60 mil millones de dólares, que en el mercado de capitales privado."

La pandemia cambió todo. Hace tres meses otro era el escenario. Nuestras perspectivas, en lo personal y como país eran distintas.

Cuando concluya el confinamiento saldremos a otro mundo, con necesidades, expectativas y posibilidades diferentes a las que teníamos antes de la contingencia.

En lo individual será indispensable hacer un balance de lo perdido y lo salvado, inventariar el patrimonio material y prever su utilización para la satisfacción de necesidades básicas, pagar deudas, racionalizar gastos, prepararse para eventualidades médicas y replantear el régimen alimentario con el fin de recuperar y mantener la buena salud.

En lo familiar, lo primero será el fortalecimiento de la integración familiar, la recuperación y cuidado de la salud de sus miembros, la consolidación de las fuentes de ingresos, el impulso al desarrollo académico, la afirmación de las sanas relaciones de amistad y el agradecimiento por acciones solidarias dirigidas a la familia en situaciones difíciles.

En lo comunitario: reconocimiento de acciones benéficas de las autoridades. Apoyo a personas en situación de vulnerabilidad económica y social.

¿Cómo serán México y el mundo después de la emergencia del Covid-19?

El pesimismo domina los pronósticos sobre el futuro. La perspectiva más optimista apenas vislumbra el regreso a la normalidad que imperaba hace unas cuantas semanas, por cierto, una normalidad poco atractiva y por tanto insatisfactoria.

Uno de los efectos de la pandemia del Covid–19 es la necesidad urgente de revisar todo. Particularmente las relaciones actuales y futuras entre las poblaciones: los grados de intercambio de lo global a lo nacional y de este a lo local, y a la inversa.

Inaplazable es la revisión y el reforzamiento de la coordinación entre los niveles de las autoridades. En Tlaxcala se creó el cuarto orden de gobierno, bajo la premisa de que son las autoridades comunitarias las que están más cerca de los problemas de la población y, por tanto, de su solución, resulta oportuno revisar qué factores se requieren para el pleno cumplimiento de su cometido.

Se modificarán los ambientes laborales. Las empresas deberán analizar y revalorar las características de su entorno presente y previsible para adaptarse a las nuevas circunstancias. En el corto plazo habrán de concentrarse en resistir para sobrevivir y para el mediano plazo necesitarán diseñar e implementar una reingeniería total de su organización y sus procedimientos, en función de los objetivos que se propongan alcanzar en el nuevo panorama económico y social del país.

De una u otra forma, con saldos lamentables de vidas perdidas la humanidad saldrá de la actual catástrofe, pero encontrar las soluciones al desquiciamiento económico y social tomará tiempo, un tiempo nada breve.

Diversas soluciones se plantean y se aplican para encarar las pérdidas de modos de vida que barrió el Covid-19. En nuestro país las más inmediatas y generalizadas son las adoptadas por el gobierno federal, dirigidas al sector mayoritario de la población, pero hay otras que, ante las necesidades que están en puerta, proponen soluciones para el conjunto del país.

Una propuesta digna de ser analizada y discutida es la que el 28 de marzo pasado apareció como Pronunciamiento del Grupo Nuevo Curso de Desarrollo, de la UNAM, de la que el periodista Héctor Aguilar Camín refiere: "Sus prioridades son proteger la salud y el empleo, salvaguardar la planta productiva, mantener los servicios estratégicos y apoyar con proyectos de inversión —pública, privada y mixta— la recuperación.

"El planteamiento supone una activación de todos los instrumentos de inversión y acción económica del Estado, empezando por la banca de desarrollo, terminando por la utilización de las opciones de crédito abiertas al país, lo mismo en organismos como el Fondo Monetario Internacional, donde hay una línea por 60 mil millones de dólares, que en el mercado de capitales privado."