/ viernes 31 de julio de 2020

Carroñeros

La televisión, cuyos canales antes eran de disposición abierta y ahora son un monopolio muy costoso, se inundó de complementos alimentarios que milagrosamente prometen la inmunidad. Construyen en nosotros la sensación de que son la panacea y crearan una barrera para que no pase el enemigo microscópico. Hasta quienes solo hablaban de platillos voladores, han incursionado en el ámbito de esos milagrosos productos, que ofrecen en tiendas que se han multiplicado por todo el país, prometiendo la salud y el bienestar corporal. Ahora no hay producto de limpieza que no prometa matar todos los gérmenes y bacterias y por ello dicen que "Carroñeros"

¡Son inmundas aves de rapiña! En esta crisis se están ensañando con el todo social. Inmersos estamos en una época de abusos a cargo de quienes distribuyen y comercializan lo indispensable. Conmiseración, piedad o solidaridad social no existen en su forma de proceder. No caben en su ética. Estamos expuestos y en las garras depredadoras de farmacéuticas, abarroteras, supermercados, funerarias y crematorias. Carentes de conciencia, han elevado sus precios al público sin compasión. Hay excepciones, muy contadas, pero las hay.

Los carroñeros farmacéuticos. Desmedidamente han incrementado los precios de aquellas medicinas y curativos indispensables para atender la enfermedad que nos flagela. La fingida escasez justifica el encarecimiento hasta las nubes. Las aspirinas ahora valen el triple. Los geles antibacteriales de sesenta que costaban ahora valen ciento ochenta pesos el litro. Los cubrebocas que eran de tres por diez pesos, ahora valen diez cada uno. Los medicamentos especializados para cáncer, diabetes, hipertensión, obesidad o una simple gripa escasean y cuando los hay valen tres veces. El mercado negro de internet está haciendo su agosto, los precios han escalado las alturas. Pero si se habla de la compra directa de medicamentos al extranjero, entonces los farmacéuticos ponen el grito en el cielo porque se les acaba su negociote. Nos garantizan un escudo de protección. Las chequeras ya no aguantan tanta disposición de dinero. A rio revuelto, ganancia de los abusivos y hambreadores.

Tienditas esquineras que han sobrevivido a los monopolios. Abarroteras cuyas bodegas están atiborradas. Los tiburones de los supermercados. Todos ellos en sus precios se fueron al triple. Bueno hasta las marchantas callejeras han hecho lo mismo, pretextando que venden orgánicos. Se nos aconseja una sana alimentación, pero esta resulta imposible porque frutas, cereales y verduras se han ido a las nubes. Las fortunas privadas de los mercachifles saldrán de ésta crisis fortalecidas como nunca.

Funerarias y crematorios se corretean atendiendo. Te entregan una urna sepa Dios de que cenizas, pero sus precios ya son inaccesibles. Ni modo, la muerte con su guadaña de obsidiana no cesa. Hay que incinerar y sepultar. El neoliberalismo heredó un desastre de sistema de salud y de atención social. Ahora sus voceros pegan el grito hacia el cielo, pregonando que esta administración no tomó las medidas necesarias. La hospitalización privada está extenuando la economía familiar. Los hospitales públicos hacen lo que pueden con el riesgo de contaminar a quienes no lo estén, pero carecen de medicamentos y ponen a corretear a familiares para buscar primero el dinero para comprar y luego el medicamento que muchas veces no se encuentra. El trabajo ha escaseado y los sueldos mal pagados. Los pudientes están incrementando sus fortunas.

Pareciera que ya hay vacunas y esto es alentador. Pero no sabemos cuándo estarán en disposición ni cuanto costarán. Se vaticinan aún meses de reclusión domiciliaria. Los laboratorios multinacionales acicatean la solución definitiva. En tanto asean sus arcas para dar cabida a la riqueza que vendrá. Solo China ha dicho que la vacuna que prepara la pondrá a disposición de la humanidad entera de forma gratuita. La disyuntiva estriba entre prevenir una enfermedad o curarla cuando surja. Es muchísimo más barato prevenir que curar, pero para el mercado y las ganancias no es lo mismo. Comer verdura, fruta, cereales y leguminosas frescas es lo mejor. Tomar el agua solo compuesta con fruta también lo es, pero eso no es negocio. Por eso si López Gatell dice que los refrescos son veneno, hay que satanizarlo y pedir que lo cesen. La producción en gran escala de carne de cerdo está asomando otra vez con un nuevo virus en Brasil, que amenaza con brincar la barrera de las especies y empezar a contagiar a los humanos. Por ahora no ha mutado, pero el temor es que pronto lo haga. Estos inmensos criaderos son ya una amenaza para la supervivencia humana.

Habrá que ponerle un hasta aquí a los buitres y todos deberemos entender la conveniencia de adoptar las medidas de salud para vencer esta crisis que hoy nos doblega. Los buitres no han de disponer de nuestros putrefactos restos, debemos encontrar las fórmulas para evitar que se llegue a esos extremos.

La televisión, cuyos canales antes eran de disposición abierta y ahora son un monopolio muy costoso, se inundó de complementos alimentarios que milagrosamente prometen la inmunidad. Construyen en nosotros la sensación de que son la panacea y crearan una barrera para que no pase el enemigo microscópico. Hasta quienes solo hablaban de platillos voladores, han incursionado en el ámbito de esos milagrosos productos, que ofrecen en tiendas que se han multiplicado por todo el país, prometiendo la salud y el bienestar corporal. Ahora no hay producto de limpieza que no prometa matar todos los gérmenes y bacterias y por ello dicen que "Carroñeros"

¡Son inmundas aves de rapiña! En esta crisis se están ensañando con el todo social. Inmersos estamos en una época de abusos a cargo de quienes distribuyen y comercializan lo indispensable. Conmiseración, piedad o solidaridad social no existen en su forma de proceder. No caben en su ética. Estamos expuestos y en las garras depredadoras de farmacéuticas, abarroteras, supermercados, funerarias y crematorias. Carentes de conciencia, han elevado sus precios al público sin compasión. Hay excepciones, muy contadas, pero las hay.

Los carroñeros farmacéuticos. Desmedidamente han incrementado los precios de aquellas medicinas y curativos indispensables para atender la enfermedad que nos flagela. La fingida escasez justifica el encarecimiento hasta las nubes. Las aspirinas ahora valen el triple. Los geles antibacteriales de sesenta que costaban ahora valen ciento ochenta pesos el litro. Los cubrebocas que eran de tres por diez pesos, ahora valen diez cada uno. Los medicamentos especializados para cáncer, diabetes, hipertensión, obesidad o una simple gripa escasean y cuando los hay valen tres veces. El mercado negro de internet está haciendo su agosto, los precios han escalado las alturas. Pero si se habla de la compra directa de medicamentos al extranjero, entonces los farmacéuticos ponen el grito en el cielo porque se les acaba su negociote. Nos garantizan un escudo de protección. Las chequeras ya no aguantan tanta disposición de dinero. A rio revuelto, ganancia de los abusivos y hambreadores.

Tienditas esquineras que han sobrevivido a los monopolios. Abarroteras cuyas bodegas están atiborradas. Los tiburones de los supermercados. Todos ellos en sus precios se fueron al triple. Bueno hasta las marchantas callejeras han hecho lo mismo, pretextando que venden orgánicos. Se nos aconseja una sana alimentación, pero esta resulta imposible porque frutas, cereales y verduras se han ido a las nubes. Las fortunas privadas de los mercachifles saldrán de ésta crisis fortalecidas como nunca.

Funerarias y crematorios se corretean atendiendo. Te entregan una urna sepa Dios de que cenizas, pero sus precios ya son inaccesibles. Ni modo, la muerte con su guadaña de obsidiana no cesa. Hay que incinerar y sepultar. El neoliberalismo heredó un desastre de sistema de salud y de atención social. Ahora sus voceros pegan el grito hacia el cielo, pregonando que esta administración no tomó las medidas necesarias. La hospitalización privada está extenuando la economía familiar. Los hospitales públicos hacen lo que pueden con el riesgo de contaminar a quienes no lo estén, pero carecen de medicamentos y ponen a corretear a familiares para buscar primero el dinero para comprar y luego el medicamento que muchas veces no se encuentra. El trabajo ha escaseado y los sueldos mal pagados. Los pudientes están incrementando sus fortunas.

Pareciera que ya hay vacunas y esto es alentador. Pero no sabemos cuándo estarán en disposición ni cuanto costarán. Se vaticinan aún meses de reclusión domiciliaria. Los laboratorios multinacionales acicatean la solución definitiva. En tanto asean sus arcas para dar cabida a la riqueza que vendrá. Solo China ha dicho que la vacuna que prepara la pondrá a disposición de la humanidad entera de forma gratuita. La disyuntiva estriba entre prevenir una enfermedad o curarla cuando surja. Es muchísimo más barato prevenir que curar, pero para el mercado y las ganancias no es lo mismo. Comer verdura, fruta, cereales y leguminosas frescas es lo mejor. Tomar el agua solo compuesta con fruta también lo es, pero eso no es negocio. Por eso si López Gatell dice que los refrescos son veneno, hay que satanizarlo y pedir que lo cesen. La producción en gran escala de carne de cerdo está asomando otra vez con un nuevo virus en Brasil, que amenaza con brincar la barrera de las especies y empezar a contagiar a los humanos. Por ahora no ha mutado, pero el temor es que pronto lo haga. Estos inmensos criaderos son ya una amenaza para la supervivencia humana.

Habrá que ponerle un hasta aquí a los buitres y todos deberemos entender la conveniencia de adoptar las medidas de salud para vencer esta crisis que hoy nos doblega. Los buitres no han de disponer de nuestros putrefactos restos, debemos encontrar las fórmulas para evitar que se llegue a esos extremos.