/ martes 9 de enero de 2018

Con un imparable nivel de violencia cerró Tlaxcala 2017

Hubo 107 homicidios ¿Hasta cuándo el gobierno mirará con agudeza crítica y real lo que aquí sucede? 

El de la inseguridad pública, es un tema que ha puesto en jaque a los gobiernos independientemente del color partidista que representen.

Si algo no debemos olvidar es que los sexenios de los panistas Vicente Fox Quesada y de Felipe Calderón Hinojosa, convirtieron al país en un territorio plagado por la violencia, la inseguridad, el secuestro, la extorsión y sus consecuentes daños colaterales que esto conlleva.

Este escenario nada alentador, parecía que con la llegada del priista Enrique Peña Nieto podía cambiar, pero no pasó nada.

Al contrario, la violencia se recrudeció y en el año que terminó empeoró más que en los últimos veinte años de la historia reciente de México, al computar cerca de treinta mil asesinatos, esto de acuerdo con cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Este panorama desolador a nivel nacional, obliga al gobierno estatal a mirar con agudeza crítica y real lo que sucede en Tlaxcala, que hasta hace no más de seis años era un referente obligado si se discutían temas de seguridad pública, pues los datos oficiales y no oficiales lo ubicaban como uno de los estados más seguros.

Pero ese panorama ha cambiado. He seguido con detenimiento la nota roja de los diversos medios de comunicación de prensa escrita y digitales, y en la historia reciente predominaban los accidentes, los robos esporádicos a casa habitación, el hurto de ganado o abigeato, y alguno que otro ilícito de alto impacto –como la trata de personas- que, por semanas. ocupaban las discusiones policiacas.

Solo que hoy ese contexto ha cambiado, es hasta cotidiano ver en los medios, cómo un taxista fue despojado de su automóvil o peor aún asesinado; cómo amanece una persona ultimada en determinado municipio con signos de violencia que solo los criminales profesionales realizan y leer como balean la comandancia de un Municipio como una amenaza abierta a los gobiernos locales, en fin, de este flagelo, no ha escapado nadie.

Los mismo roban a un diputado o diputada las llantas de su vehículo o despojan de su unidad a determinado alcalde, bueno hasta al mismo Procurador General de Justicia, Tito Cervates Zepeda, en su propio domicilio, ya fue víctima de los roba llantas que operan impunemente en la capital del estado y municipios circunvecinos.

El asunto es que el discurso oficial no cambia, el gobernador Marco Antonio Mena y la segunda de a bordo de la administración estatal, Anabel Alvarado, siguen insistiendo –basados en quién sabe qué estadísticas- que la entidad sigue siendo segura, que los hechos delictivos son esporádicos y que el ilícito se comete en estados circunvecinos y solo vienen a dejar aquí las huellas del crimen.

Es común escuchar en los pasillos, en los cafés y en los lugares donde se realiza la vida cotidiana cómo este sentir de la inseguridad es generalizado ante la complacencia del gobierno en turno que no cambia su discurso hueco.

Lo cierto es que ya pasó un año de que fue prometida la gobernanza moderna y todavía no existe una verdadera estrategia de seguridad pública en la entidad.

Por cierto, hoy Tlaxcala se ubica entre los diez estados del país donde los homicidios crecieron en forma alarmante, pues según el Sistema Nacional de Seguridad Pública cerró con 107 cuando en 2016 hubo 72.

La situación no solo debe preocupar sino ocupar –pero con carácter de urgencia- a las autoridades estatales. Al tiempo.

EPÍLOGO…

1.- FELICIDADES… Éxito en este 2108 y que todos los propósitos se cumplan. Y a mis lectores gracias por su comprensión en estas semanas de ausencia.

Hubo 107 homicidios ¿Hasta cuándo el gobierno mirará con agudeza crítica y real lo que aquí sucede? 

El de la inseguridad pública, es un tema que ha puesto en jaque a los gobiernos independientemente del color partidista que representen.

Si algo no debemos olvidar es que los sexenios de los panistas Vicente Fox Quesada y de Felipe Calderón Hinojosa, convirtieron al país en un territorio plagado por la violencia, la inseguridad, el secuestro, la extorsión y sus consecuentes daños colaterales que esto conlleva.

Este escenario nada alentador, parecía que con la llegada del priista Enrique Peña Nieto podía cambiar, pero no pasó nada.

Al contrario, la violencia se recrudeció y en el año que terminó empeoró más que en los últimos veinte años de la historia reciente de México, al computar cerca de treinta mil asesinatos, esto de acuerdo con cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Este panorama desolador a nivel nacional, obliga al gobierno estatal a mirar con agudeza crítica y real lo que sucede en Tlaxcala, que hasta hace no más de seis años era un referente obligado si se discutían temas de seguridad pública, pues los datos oficiales y no oficiales lo ubicaban como uno de los estados más seguros.

Pero ese panorama ha cambiado. He seguido con detenimiento la nota roja de los diversos medios de comunicación de prensa escrita y digitales, y en la historia reciente predominaban los accidentes, los robos esporádicos a casa habitación, el hurto de ganado o abigeato, y alguno que otro ilícito de alto impacto –como la trata de personas- que, por semanas. ocupaban las discusiones policiacas.

Solo que hoy ese contexto ha cambiado, es hasta cotidiano ver en los medios, cómo un taxista fue despojado de su automóvil o peor aún asesinado; cómo amanece una persona ultimada en determinado municipio con signos de violencia que solo los criminales profesionales realizan y leer como balean la comandancia de un Municipio como una amenaza abierta a los gobiernos locales, en fin, de este flagelo, no ha escapado nadie.

Los mismo roban a un diputado o diputada las llantas de su vehículo o despojan de su unidad a determinado alcalde, bueno hasta al mismo Procurador General de Justicia, Tito Cervates Zepeda, en su propio domicilio, ya fue víctima de los roba llantas que operan impunemente en la capital del estado y municipios circunvecinos.

El asunto es que el discurso oficial no cambia, el gobernador Marco Antonio Mena y la segunda de a bordo de la administración estatal, Anabel Alvarado, siguen insistiendo –basados en quién sabe qué estadísticas- que la entidad sigue siendo segura, que los hechos delictivos son esporádicos y que el ilícito se comete en estados circunvecinos y solo vienen a dejar aquí las huellas del crimen.

Es común escuchar en los pasillos, en los cafés y en los lugares donde se realiza la vida cotidiana cómo este sentir de la inseguridad es generalizado ante la complacencia del gobierno en turno que no cambia su discurso hueco.

Lo cierto es que ya pasó un año de que fue prometida la gobernanza moderna y todavía no existe una verdadera estrategia de seguridad pública en la entidad.

Por cierto, hoy Tlaxcala se ubica entre los diez estados del país donde los homicidios crecieron en forma alarmante, pues según el Sistema Nacional de Seguridad Pública cerró con 107 cuando en 2016 hubo 72.

La situación no solo debe preocupar sino ocupar –pero con carácter de urgencia- a las autoridades estatales. Al tiempo.

EPÍLOGO…

1.- FELICIDADES… Éxito en este 2108 y que todos los propósitos se cumplan. Y a mis lectores gracias por su comprensión en estas semanas de ausencia.