/ jueves 15 de agosto de 2019

Consolidar el liderazgo político de las mujeres

Parte I

Elizabeth Piedras Martínez*

  • De este modo, los avances en materia de paridad se notan: en la Cámara de Diputadas y Diputados federal, el 48.2 por ciento de las curules está ocupado por mujeres, mientras que en el Senado, esta cifra asciende al 49.2. En lo que respecta a Tlaxcala, el 60 por ciento de las diputaciones está ocupado por mujeres.

El sistema político mexicano tiene una deuda inobjetable con el desarrollo político de las mujeres. Esta verdad de perogrullo obliga a una profunda reflexión que reconozca la existencia de una simulación que ha dado forma al escenario político electoral del país, respecto de la inclusión femenina.

En los últimos años, hemos visto que partidos políticos aparentan usar el recurso económico destinado a la capacitación de las mujeres; simulan incluirlas en espacios de toma de decisiones, pero en cargos de impacto limitado; las postulan en distritos o municipios perdedores o las obligan a renunciar a cargos de relevancia para que sus suplentes, que son hombres, asuman la titularidad.

La autoridad ha enfrentado estas prácticas antidemocráticas con disposiciones legales a nivel federal y estatal, transitando de un sistema de cuotas a un sistema paritario por mandato constitucional. Este logro fue reforzado con la disposición de destinar una parte del presupuesto anual de los partidos a fomentar el liderazgo de las mujeres, que incrementó del dos por ciento (aprobado en la reforma 2007-2008), al tres por ciento (derivado de la reforma 2014).

El paquete de medidas se complementa con la observancia obligatoria del principio constitucional de paridad de género (su desacato conlleva sanciones), que garantiza la participación igualitaria entre hombres y mujeres en las elecciones, evita la postulación en distritos perdedores y asegura que la lista de diputaciones por el principio de representación proporcional esté encabezada por mujeres.

De este modo, los avances en materia de paridad se notan: en la Cámara de Diputadas y Diputados federal, el 48.2 por ciento de las curules está ocupado por mujeres, mientras que en el Senado, esta cifra asciende al 49.2. En lo que respecta a Tlaxcala, el 60 por ciento de las diputaciones está ocupado por mujeres.

Con relación al recurso que deben destinar los partidos políticos a fomentar el liderazgo de las mujeres y la paridad de género, solo en 12 países (hasta 15 por ciento del financiamiento público) lo prevén: Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Finlandia, Honduras, Irlanda, Italia, Kenia, Panamá, República de Korea y México.

En México la ley electoral federal prevé un porcentaje mínimo destinado para la capacitación, promoción y desarrollo del liderazgo político de las mujeres del tres por ciento. A nivel estatal la norma varía: para el caso de Yucatán es del 25 por ciento, para el de Chiapas, y recientemente el de Tlaxcala, es del seis por ciento. En tanto que Zacatecas, Sinaloa, San Luis Potosí, Querétaro, Hidalgo, Guerrero, Ciudad de México y Baja California Sur la cifra es de cinco por ciento, mientras que en el resto de las entidades es del tres por ciento.

Por ello, es de suma importancia que los partidos políticos apliquen correctamente estos recursos en capacitación, investigación y tareas editoriales dirigidas específicamente a las mujeres.

Hasta aquí es menester reconocer los avances en la materia que posicionan positivamente al sistema político mexicano, en medio de la justa andanada que enfrenta la histórica desigualdad de oportunidades entre mujeres y hombres; sin embargo, no hay que obviar las grandes barreras que aún limitan la participación femenina en la esfera pública y sobre las que reflexionaré en otra entrega.

*Consejera Presidenta del Instituto Tlaxcalteca de Elecciones

Parte I

Elizabeth Piedras Martínez*

  • De este modo, los avances en materia de paridad se notan: en la Cámara de Diputadas y Diputados federal, el 48.2 por ciento de las curules está ocupado por mujeres, mientras que en el Senado, esta cifra asciende al 49.2. En lo que respecta a Tlaxcala, el 60 por ciento de las diputaciones está ocupado por mujeres.

El sistema político mexicano tiene una deuda inobjetable con el desarrollo político de las mujeres. Esta verdad de perogrullo obliga a una profunda reflexión que reconozca la existencia de una simulación que ha dado forma al escenario político electoral del país, respecto de la inclusión femenina.

En los últimos años, hemos visto que partidos políticos aparentan usar el recurso económico destinado a la capacitación de las mujeres; simulan incluirlas en espacios de toma de decisiones, pero en cargos de impacto limitado; las postulan en distritos o municipios perdedores o las obligan a renunciar a cargos de relevancia para que sus suplentes, que son hombres, asuman la titularidad.

La autoridad ha enfrentado estas prácticas antidemocráticas con disposiciones legales a nivel federal y estatal, transitando de un sistema de cuotas a un sistema paritario por mandato constitucional. Este logro fue reforzado con la disposición de destinar una parte del presupuesto anual de los partidos a fomentar el liderazgo de las mujeres, que incrementó del dos por ciento (aprobado en la reforma 2007-2008), al tres por ciento (derivado de la reforma 2014).

El paquete de medidas se complementa con la observancia obligatoria del principio constitucional de paridad de género (su desacato conlleva sanciones), que garantiza la participación igualitaria entre hombres y mujeres en las elecciones, evita la postulación en distritos perdedores y asegura que la lista de diputaciones por el principio de representación proporcional esté encabezada por mujeres.

De este modo, los avances en materia de paridad se notan: en la Cámara de Diputadas y Diputados federal, el 48.2 por ciento de las curules está ocupado por mujeres, mientras que en el Senado, esta cifra asciende al 49.2. En lo que respecta a Tlaxcala, el 60 por ciento de las diputaciones está ocupado por mujeres.

Con relación al recurso que deben destinar los partidos políticos a fomentar el liderazgo de las mujeres y la paridad de género, solo en 12 países (hasta 15 por ciento del financiamiento público) lo prevén: Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Finlandia, Honduras, Irlanda, Italia, Kenia, Panamá, República de Korea y México.

En México la ley electoral federal prevé un porcentaje mínimo destinado para la capacitación, promoción y desarrollo del liderazgo político de las mujeres del tres por ciento. A nivel estatal la norma varía: para el caso de Yucatán es del 25 por ciento, para el de Chiapas, y recientemente el de Tlaxcala, es del seis por ciento. En tanto que Zacatecas, Sinaloa, San Luis Potosí, Querétaro, Hidalgo, Guerrero, Ciudad de México y Baja California Sur la cifra es de cinco por ciento, mientras que en el resto de las entidades es del tres por ciento.

Por ello, es de suma importancia que los partidos políticos apliquen correctamente estos recursos en capacitación, investigación y tareas editoriales dirigidas específicamente a las mujeres.

Hasta aquí es menester reconocer los avances en la materia que posicionan positivamente al sistema político mexicano, en medio de la justa andanada que enfrenta la histórica desigualdad de oportunidades entre mujeres y hombres; sin embargo, no hay que obviar las grandes barreras que aún limitan la participación femenina en la esfera pública y sobre las que reflexionaré en otra entrega.

*Consejera Presidenta del Instituto Tlaxcalteca de Elecciones